Las Siete Lámparas de la Menorá
Extraido de «Anatomía del alma» escrito por Por Jaim Kramer Con Abraham Sutton. Traducido al Español por Guillermo Beilinson
Cuando tú [Aarón] enciendas la Menorá, sus siete lámparas deberán iluminar hacia el centro [literalmente, «rostro» ] de la Menorá.
Números 8:2
El Zohar compara la cabeza humana con la Menorá (Candelabro) del Santuario. La Menorá tenía siete lámparas donde se colocaba el aceite. El aceite utilizado en la Menorá correspondía a los mojín (poderes intelectuales), mientras que las siete lámparas representan las siete aberturas de la cabeza: dos ojos, dos oídos, dos orificios de la nariz y la boca (Tikuney Zohar, Introducción, p.13b).
Enseña el Rebe Najmán (Likutey Moharán I, 21:12) que las siete «lámparas» (aperturas) de la cabeza sólo pueden irradiar la luz Divina si son santificadas. La santificación de estas lámparas puede lograrse siguiendo las siguientes pautas:
Los ojos: evitando mirar el mal y la tentación; prestando atención y «viendo» el bien en todas las cosas.
Los oídos: escuchando al sabio y evitando escuchar la calumnia y un hablar malvado; teniendo fe en los Tzadikim y eliminando los pensamientos heréticos.
La nariz: buscando el temor al Cielo (como en, «él respirará con el temor a Dios» , Isaías 11:3); elevándose por sobre «la respiración entrecortada» de los deseos materiales.
La boca: diciendo la verdad y apartándose de la mentira; utilizando palabras para construir en lugar de herir o dañar a los demás; diciendo palabras de Torá, de plegarias, de aliento, etc.
Los sentidos son caminos de ida y vuelta. Utilizar los ojos para ver el bien genera buenas imágenes en el pensamiento. Esto a su vez lleva la luz de la mente (es decir, el intelecto) hacia los ojos y permite que uno pueda ver mejor aún. «Escuchar al sabio» refuerza la fe y afina el oído hacia la Divinidad que nos rodea. El mismo principio se aplica a los otros sentidos. «Los cinco sentidos tienen su raíz en la mente. Utilizarlos para el bien produce una gran rectificación de la mente» (Likutey Moharán II, 5:14).
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En todo ejército, la capacidad del oficial al mando se mide según su manejo de los oficiales subordinados y según la manera como sus tropas se desenvuelven en la batalla. De la misma manera, en el cuerpo, el nivel de competencia del cerebro (comandante en jefe) y el del corazón (jefe del estado mayor) pueden ser juzgados sólo de acuerdo con la actuación de sus «oficiales» y «tropas» . Los «oficiales» son los cinco sentidos – vista, oído, olfato, gusto y tacto – que comprenden el sistema nervioso periférico. Las «tropas» son los otros sistemas del cuerpo.
Es significativo que cuatro de nuestros órganos sensoriales – ojos, oídos, nariz y boca – se encuentran localizados en la cabeza y el rostro. Enseñó el Rey Salomón (Eclesiastés 2:14), «Los ojos del sabio están en su cabeza, pero el necio camina en la oscuridad» . Pregunta el Talmud (Ierushalmi, Sotá 8:10), «¿Acaso los ojos del necio están en sus pies? Más bien, el significado es que aun mientras se encuentra en el proceso de planificar sus acciones, el hombre sabio ya está pensando el resultado final» .
Los órganos sensoriales no fueron puestos al azar en nuestras cabezas. La cabeza representa un propósito y una acción voluntaria, el concepto de «la acción final es concebida primero en el pensamiento» (Plegaria de Leja Dodi). Dado que los órganos de los sentidos son esenciales para decidir qué acción se requiere en cada circunstancia, es apropiado que se encuentren localizados en la cabeza, donde tiene lugar el pensamiento y la planificación del objetivo. Si nuestros ojos, oídos, nariz y boca, en tanto que fieles oficiales del intelecto, cumplen de modo efectivo con sus respectivos papeles, deberán entonces dirigirnos y guiarnos hacia ese objetivo final. Y el objetivo último que debe estar presente en nuestros pensamientos y guiar nuestras acciones en la vida es el Mundo que Viene.
Jaim Kramer Con Abraham Sutton