El proceso de purificación 2
[y la virtud de la paciencia]
Estos son algunos ejemplos del proceso de purificación en el ámbito físico y, como hemos notado, este mismo proceso debe aplicarse también a la esfera espiritual. En todas las instancias, la paciencia es de vital importancia. Tal como lleva tiempo y concentración ordenar una pila de papeles o de ropa, también es necesaria una infinita paciencia para ordenar nuestras vidas y preocupaciones espirituales.
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Paciencia
Una de las lecciones más importantes que debe aprenderse del proceso de purificación es la virtud de la paciencia. Una comida puede ser consumida en un lapso relativamente breve, incluso en cuestión de minutos. Sin embargo, para poder ser digerida de la manera apropiada, deberá ser procesada durante varias horas para que los nutrientes sean separados de la materia de desecho y cada partícula sea enviada a su destino apropiado.
Cada uno de nosotros debe aprender a ser paciente. Hace ya varios milenios que la humanidad ha estado rectificando el pecado de Adán. Desde tiempos inmemoriales, los hombres justos han difundido la espiritualidad por el mundo entero, con la intención de despertar y unificar aquellas chispas dormidas que cayeron y se dispersaron a causa de ese pecado. Aunque ahora nos estamos acercando al final de nuestra espera de un mundo perfecto, el proceso ha sido largo y arduo. Para alcanzar este objetivo a nivel universal es necesaria una extrema paciencia. Lo mismo se aplica a la purificación espiritual de cada individuo. Aunque toma tiempo reconocer los beneficios de una vida orientada hacia lo espiritual, todos los esfuerzos puestos en ello forman parte del proceso de purificación.
El Rabí Natán cita un ejemplo claro de la importancia crucial de la paciencia. Cuando los judíos recibieron la Torá en el monte Sinaí alcanzaron un nivel espiritual muy elevado (ver Shabat 146a) .
Entonces se les indicó que esperasen durante un período de cuarenta días hasta que Moisés descendiera de la montaña. Hacia el final de su espera el pueblo se impacientó. Esto hizo que se equivocaran con el cálculo del momento en el cual Moisés debía retornar. En lugar de esperar unas pocas horas más, como les rogó Aarón, se apresuraron y construyeron un becerro de oro. En su apuro, generaron su propio sufrimiento, así como el sufrimiento de todas las generaciones posteriores, sufrimiento que sólo terminará con la llegada del Mesías ( Likutey Halajot, Birkat HaShajar 5:30) .
El apuro y la impulsividad están asociados con las propiedades del agua, tal como observó Iaacov con respecto al comportamiento de su hijo Rubén (Génesis 43:3-4) , «Rubén, mi primogénito… Primero en rango y primero en poder. [Pero porque fuiste] inestable como el agua , no serás ya primero». Siendo un fluido, el agua es un factor primordial en casi todos los placeres del hombre. Nos bañamos con agua, la tomamos en variedad de bebidas y también se encuentra en la mayoría de los alimentos que ingerimos. La impulsividad puede afectar todos los aspectos de la vida y es el rasgo que hace que la persona sea indulgente en sus placeres sin considerar las consecuencias.
El agua no permanece quieta. La más pequeña brisa genera ondas por toda su superficie y los vientos más fuertes producen remolinos bajo la superficie, hasta en las más hondas profundidades. La impulsividad tiene el mismo efecto sobre la persona. Aun cuando las cosas parecen estar en calma, una pequeña e incontrolada pasión puede causar ondas a través de todo el sistema emocional, generando finalmente una turbulencia interna que no deja lugar a la paz interior.
Hace falta mucha paciencia para esperar con calma a que pasen las tormentas con que nos enfrentamos a lo largo de la vida. La mayoría de las pasiones se presentan en la forma de urgencias. Enseña el Rebe Najmán que «el viento tormentoso del malvado» el deseo es algo temporal. Arde con malos deseos, pero sólo por un breve lapso ( Likutey Moharán I, 8:3) . La paciencia nos permite capear el temporal y superar las fuerzas que buscan someternos.
Jaim Kramer Con Abraham Sutton