17) La importancia de revelar nuestro potencial
Según la Cábala, cada persona tiene en sí una «chispa» del Mesías . Esta chispa es nuestro impulso y capacidad de actuar como una fuerza redentora para nosotros mismos, para quienes conocemos y para todo aquello en el mundo con lo que trabamos contacto. Así como el advenimiento del Mesías depende de nuestra ansiedad respecto a su demora y es apresurada por ella, la consumación de la chispa mesiánica en nosotros requiere ante todo ansiedad por no haberse manifestado aún. El complejo más profundo en nuestra psique es la frustración que sentimos por no ser capaces de consumar completamente nuestro potencial, vivir de acuerdo a lo que nos sentimos capaces de devenir. En lo más hondo de nosotros, sabemos que nuestra alma es parte de Dios y a través de ella somos capaces de revelar la presencia de Dios en este mundo. El hecho que no podamos hacerlo nos atribula profundamente. Esta frustración es equivalente a la ansiedad por no poder consumar nuestra chispa mesiánica interna, y es la chispa mesiánica dentro de cada uno de nosotros la que provoca esta ansiedad existencial. Cuanto más pensamos acerca del propósito de la vida y la urgencia de rectificar la realidad, más intensa deviene esta ansiedad.
Como lo mencionamos ya, esta ansiedad nos sensibiliza a la dimensión interna de la Torá. Aunque el estudio de la dimensión interna de la Torá sirve para aumentar nuestra conciencia de la urgente necesidad de redención, también afianza nuestra fe y optimismo confirmándonos que la redención es inminente. Esto sirve para paliar la amargura de nuestra ansiedad sin mitigar su intensidad. La revelación de la chispa mesiánica no sucede de una vez. Siendo que el alma Divina incorpora infinitas capas de potencial, en cuanto consumamos y agotamos un nivel de nuestro potencial Divino, niveles más profundos y poderosos se hacen accesibles a nosotros y nos desafían a revelar nuestra chispa mesiánica en ese nivel más profundo de potencial Divino. En otras palabras, progresar en el camino del crecimiento espiritual es similar a trepar por una escalera de caracol. La constante dinámica de tensión y consumación nos impulsa a consumar nuestra chispa mesiánica, nuestra habilidad de redimir el mundo en niveles cada vez más altos.
Cuanto mayor es nuestra ansiedad, más inspirados nos sentimos a profundizar nuestra relación con Dios, investigar los secretos de la Torá y revelar nuestra chispa interna. De la misma manera, cuanto más profundizamos nuestra relación con Dios, estudiamos la dimensión interna de la Torá y sentimos inspiración de redimir el mundo, más sentimos la urgencia de la redención y se intensifica nuestra ansiedad por su demora. Siendo que la Torá es infinita y cada comprensión de la vida que nos otorga también es infinita, cada respuesta a las anomalías de la vida que ofrece la Torá suscita otra pregunta aún más profunda. Cada nivel de comprensión es remplazado por el sucesivo, que es aún más profundo. Esta dinámica constante de tensión y resolución es necesaria para nuestro continuo crecimiento espiritual. Con cada respuesta, con cada nueva y comprehensiva comprensión de la realidad, llega un sentimiento de satisfacción por haberlo alcanzado. Esta satisfacción naturalmente produce alegría: el problema está resuelto y tenemos la respuesta. Y nada alimenta el ego más que la sensación de poseer todas las respuestas. Por lo tanto es necesario prevenirlo preguntando una nueva pregunta, más profunda aún, inmediatamente después de encontrar la respuesta a la pregunta anterior.
Por supuesto que la infinidad de este proceso no significa que nunca llegaremos a su conclusión. La Cábala y el jasidismo enseñan que cuando cierta masa crítica de chispas individuales del Mesías sean consumadas, el mismo Mesías será revelado y la Redención definitiva y final habrá de ocurrir.
Rabino Itzjak Ginsburgh