Analizándose
Ansiedad y Preocupación
Psicología y Kabalá: ¿Cómo tratar la ansiedad?
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15) La ansiedad como inspiración

Es evidente que si no se trata, la ansiedad tendrá una influencia negativa sobre nuestro bienestar mental. Sin embargo, si se trata en forma adecuada, la ansiedad y sus causas pueden en realidad ser una bendición para nuestro desarrollo mental y espiritual. La ansiedad no es algo negativo per se; sólo cuando se la deja propagarse como una infección sin ser tratada se manifiesta de manera negativa. Además hay una forma de ansiedad que contribuye en forma directa y positiva a nuestro bienestar y nos motiva hacia una acción inspirada e incluso altruista. Aquí la ansiedad es la preocupación por el otro, la antítesis de la apatía.

En referencia a esta ansiedad positiva dicen los sabios que Dios revela sus secretos sólo a una persona ansiosa: «Los misterios de la Torá sólo son revelados a aquellos cuyo corazón está ansioso» [1]. En otras palabras, hay un tipo de ansiedad que es un requisito para comprender la dimensión interna de la Torá.

Evidentemente, hay un valor redentivo en este tipo de ansiedad que hace que quienes adolecen del mismo sean capaces de comprender el sentido oculto de la palabra de Dios. La Torá es un cuerpo de saber extensivo, tanto respecto a la cantidad de información que contiene como a los tipos de saber que abarca. El tipo más básico de conocimiento que contiene la Torá son instrucciones acerca de cómo debemos conducir nuestras vidas con el fin de cumplir la voluntad de Dios, y por esto se denomina «la Torá de la vida» [2]. Este cuerpo de saber es el aspecto legal de la Torá e incluye los mandamientos y sus derivados y la metodología para formular nuevas reglas en nuevas circunstancias. Siendo que las mismas leyes de conducta se aplican a todos, este cuerpo de saber es llamado el aspecto «revelado» de la Torá. El deber de saber y comprender la ley se aplica igualmente a todos; todos debemos saber cómo conducir nuestras vidas de acuerdo a la voluntad de Dios, de manera que podamos estudiar el aspecto revelado de la Torá. Tener éxito en el estudio de este aspecto de la Torá no depende de ningún logro moral o cualidad especial. Depende solamente de la cualidad y cantidad de esfuerzo sincero que dedicamos a este fin.

Cualquiera que se aplique adecuadamente a esta tarea tiene asegurado que logrará hacerla [3]. El estrato interno de la Torá, sin embargo, no se ocupa de las normas comunes de conducta sino de nuestra vida interna emocional y cognitiva, y de la dinámica de nuestra relación personal con Dios. Siendo que la personalidad de cada uno es diferente, este aspecto de la Torá es mucho más subjetivo que el aspecto revelado. Por lo tanto es conocido como el aspecto «oculto» de la Torá, ya que se dirige a los asuntos personales de nuestras vidas, que generalmente están ocultos de otras personas [4]. Esfuerzo y dedicación no son suficientes para asegurar el éxito en este aspecto de la Torá ya que aquí también es necesaria la experiencia de la ansiedad, porque los secretos de la Torá aclaran los problemas existenciales de la humanidad y del mundo en general. Son una respuesta comprehensiva a los problemas más esenciales y centrales del mundo. Pero si no hay pregunta, no hay necesidad de respuesta. De modo que sólo aquellos que están preocupados por las incongruencias de la vida, cuyas almas claman por una solución a las preguntas aparentemente sin respuesta que les presenta la vida, pueden tener esperanza de relacionarse a este aspecto de la Torá. A quienes no preocupan preguntas tales como: «¿Por qué fui creado?» o «¿Por qué hay mal y sufrimiento en el mundo?», nunca serán atraídos por el estudio de la dimensión interna de la Torá. Sufrir de alguna forma de ansiedad revela una cierta sensibilidad, sentimiento y preocupación por los demás. Quienes no sufren de ansiedad no tienen sentido de lo patético en sus vidas. Son por lo tanto indiferentes a las preguntas dirigidas por los secretos de la Torá [5].

1-Jaguigá 13a.
2- Liturgia, la última bendición de la Amidá.
3- En las palabras de los sabios: «[Si alguien dice] ‘Me he afanado y no he hallado’ no le creas… [Si alguien dice] ‘Me he afanado y he hallado’, créele» (Meguila 6b).
4- Ver Tania, Introducción, 4a.
5- Analógicamente, las formas más «profundas» de arte y música son aquellas que expresan conflicto y ansias, en contraste a las que expresan regocijo y celebración. En el enunciado del Zohar mencionado a continuación «El llanto está hincado en mi corazón en este lado y la alegría está hincada en el otro», el valor numérico de la palabra «llanto» (bejiá=37) es igual al del nombre del nivel más alto del alma, iejidá, mientras que el valor de numérico de la palabra «alegría» (jedvá=23), es igual al del nombre del segundo más alto nivel del alma, jaiá.


 

Rabino Itzjak Ginsburgh

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