Analizándose
Ansiedad y Preocupación
Psicología y Kabalá: ¿Cómo tratar la ansiedad?
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13) Desenmascarar la ilusión

El poder que tiene la oscuridad sobre nosotros es el poder de la ilusión. La gente inteligente no se dañan a sí mismas intencionalmente. Sólo cuando se convencen que determinada acción negativa no los perjudicará realmente, o que sólo lo hará en forma transitoria, o que las ventajas obtenidas sobrepasan al daño que produce, actúan mal.
En la mayoría de los casos, el mal tiene éxito porque nos deludimos pensando que sucumbir a la tentación responde a nuestro propio interés. El placer que a menudo acompaña actuar mal, presenta una falsa promesa de elevación sublime que según nos parece mejorará nuestras vidas inmensamente. Pero después, la realidad nos golpea y debemos admitir que, desgraciadamente, fuimos engañados. La tentación fue una treta, la exaltación fue momentánea, y después nos sentimos avergonzados y traicionados.

Hay dos maneras de reaccionar a dicho despertar. Podemos resolver que nunca más volveremos a cometer ese error. El temor de traicionar a Dios (y a la Divinidad en nosotros mismos) nos motiva a identificar y resistir ilusiones similares. Ahora que nos hemos elevado a un nivel de conciencia en el que es claro que nuestras previas fallas fueron resultado de haber sido engañados, hemos transformado retroactivamente esas previas transgresiones intencionales en inintencionales [1]. La única razón por la que transgredimos es que actuábamos bajo una ilusión. Si hubiésemos sabido entonces lo que sabemos ahora, no hubiéramos hecho lo que hicimos.
En un nivel más profundo, podemos contemplar la trasgresión que ahora lamentamos y considerar su causa. ¿Fue causada por la promesa de alguna emoción, esa explosión de exhuberancia que tanto falta en nuestras vidas? Puede ser que desesperamos por encontrar placer, exhuberancia y auto realización por los caminos santos. Podemos incluso haber pensado que de alguna forma es ilegítimo o irreverente buscar ese tipo de experiencia en el contexto de la vida espiritual [2]. La conclusión lógica de dicho pensamiento es que el placer puede ser alcanzado sólo mediante trasgresión [3].

J. tiene enormes deseos de viajar. Sueña constantemente dejar a su esposa y familia y viajar alrededor del mundo explorando lugares pintorescos y emocionantes. Estos pensamientos lo acometen constantemente, impidiéndole concentrarse en nada y nadie, y forzándole a gastar hasta su último centavo en revistas de viajes y perder horas mirando programas acerca de viajes en la televisión.
Si J. mirara su vida cuidadosamente, comprendería que se ha encerrado en una existencia demasiado mundana y ha dejado poco tiempo para relajamiento y creatividad en su vida. El primer paso sería entonces viajar una o dos veces por año.
Existe la necesidad legítima de una dosis regular de estímulo y excitación para hacer la vida interesante. Dios desea que nuestras vidas sean tanto disciplinadas como inspiradas, regulares y espontáneas. J. se ha centrado en un sólo aspecto y ha descuidado el otro [4]. Se niega a sí mismo la excitación de dejar que su imaginación lo lleve a lugares desconocidos de su propia personalidad, su relación con Dios y el mundo.
Con la mejor de las intenciones J. ha ahogado un aspecto de su personalidad que ahora pide atención a gritos. Si no se le da al alma lo que ésta necesita en un contexto sano y santo, ella producirá impulsos para obtenerlo en otros contextos. Al negarse a sí mismo un escape constructivo para este deseo por estímulo, J. ha forzado a este deseo a manifestarse en forma destructiva. En este caso la solución sería permitirse algún tiempo para sí mismo, seguir la huella de su alma Divina de tanto en tanto.

Alternativamente, siendo que Dios es la fuente suprema de vida y placer [5], podemos haber pensado equivocadamente que el mal es santidad y haber sido tentados a creer que siguiendo un camino prohibido por Dios llegaríamos a él. En este caso, la promesa de la presencia de Dios en la trasgresión nos induce a cometerla. La tendencia al mal juega con nuestro deseo innato de conocer a Dios en la manera más completa posible. El contexto de la treta es en efecto malo, pero en su núcleo hay una chispa de santidad atrapada en el acto prohibido. Una vez que logramos aislar el núcleo sagrado del contexto maligno, podemos concentrarnos en él, contemplar su fascinación y reorientarla a un contexto de santidad. La trasgresión sirve entonces de motivación para buscar a Dios de una manera más intensa. Cuando lo hacemos, hemos transformado efectivamente nuestra trasgresión previa en mérito [6]. A causa de la maldad inicial, ahora estamos conectados con Dios a un nivel más alto e intenso que antes.

T. desea mejorar su vida espiritual y su nivel de observancia religiosa y ha hecho avances significativos. Al mismo tiempo dedica cada vez más tiempo a los sitios «para adultos» en el Internet. Cada vez que lo hace se siente frustrado y degradado y se pregunta qué lo empuja a buscar una diversión de ese tipo. Decide analizar ese problema con un amigo cercano. Juntos concluyen que T. se está impacientando con su progreso espiritual, y su ansia de experiencia trascendental emerge como una búsqueda de satisfacciones inmediatas y transitorias. Conciente del problema resuelve ser más paciente y canalizar la energía de su frustración en la persecución de los objetivos espirituales positivos.

Aunque ciertamente es recomendable resolver no caer nuevamente en el mismo error, apartarse de un camino equivocado por miedo a continuarlo nos puede causar paranoia y amargura. La vida puede convertirse en una experiencia amenazadora y podemos dedicarnos obsesivamente a reforzar nuestras defensas, construyendo muros para protegernos de la hostilidad del mundo a la Divina conciencia. Cada nueva experiencia nos despierta sospechas: ¿es amigable o enemiga?
Por lo contrario, cuando nos alejamos de un camino equivocado transformando su mal en bien, vivimos en un contexto de regocijo, amor y perdón. Aunque reconozcamos el mal en el camino equivocado, también reconocemos su realidad interna, de bien mal encaminado. Sin comprometer nuestra absoluta censura de ese contexto maligno, podemos concentrarnos en el núcleo interno de bien dentro de este contexto. Viendo el bien en todo, fortificamos al bien para que derrote al mal. Esta es la razón profunda por la que los sabios nos indican que debemos «juzgar favorablemente a todos» [7].

El propósito de la psicoterapia cabalista es permitir que cada vez más oscuridad subconsciente sea iluminada por la luz de la conciencia. Cuanto más regiones oscuras de la mente son iluminadas, mejor pueden ser elevadas al reino de la santidad mediante el proceso arriba descrito. Cuanto más éxito tengamos exponiendo y rectificando nuestro lado oscuro, menos plagados estaremos de pensamientos invasivos e impulsos que emergen de él involuntariamente.
Este estado de libertad del yo no rectificado e inferior, es el bienestar mental verdadero buscado por las técnicas terapéuticas prescritas por la Cábala y el jasidismo. Sin el impedimento de los límites impuestos por el mal, el bien creativo de cada individuo puede brillar y dejar la marca de su única expresión de Divinidad sobre la realidad.
En el conflicto entre la luz y la oscuridad, la luz triunfa por su misma naturaleza. Si «una pequeña luz dispersa una inmensa oscuridad», una gran luz dispersará totalmente la oscuridad y tomará su lugar como digna heredera de la mente.

1-Ioma 86b.
2-Rabí Abraham Bornstein de Sojatov (1839-1910) explica que es un error pensar que es ilegítimo disfrutar de la observación de una mitzvá, especialmente el estudio de la Torá, y verter nuevas percepciones en su significado. El estudio definitivo de la Torá, «por sí misma», es estudiar sabiendo que tal es la voluntad de Dios, experimentando al mismo tiempo un gran placer y satisfacción en nuestro estudio y en la oportunidad de innovar.
3-Incluso cuando estudiamos la Torá para experimentar placer, hemos observado la mitzvá de estudiar Torá en parte (Introducción de Eglei Tal).
Incluso canales de experiencia permitidos por la ley judía, al ser buscados en lugar de Dios pasan a ser prohibidos (ver Tania, cap7, 27, citando a Najmánides acerca de Levítico 19:2).
4-Si J. es un estudiante, tal vez cuando se topa con una idea interesante en sus estudios de la Torá que le gustaría investigar, hace a un lado el pensamiento diciendo «No tengo tiempo para esto, primero tengo que terminar las obligaciones diarias de estudio que me he puesto como objetivo y después debo trabajar para mantener a mi familia». O tal vez no se permite sumergirse en sus plegarias como le gustaría, por miedo a perder trabajo (durante la semana) o dejar a su familia esperando (en Shabat).
5-Como está escrito: «porque Tu eres la fuente de vida» (Salmos 36:10). El jasidismo enseña que la palabra hebrea jaim (vida) en este caso significa «placer».
6-Ibid.
7-Avot 1:6.


 

Rabino Itzjak Ginsburgh

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