1) ¿Cómo tratar la ansiedad?
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La búsqueda del bienestar psicológico
En el mundo actual, la gente se dirige a psicólogos y a libros populares de autoayuda acerca de sicología buscando maneras de medirse con sus preocupaciones y ansiedades. Lejos de considerarse un signo de debilidad o anormalidad (como lo fuera en el pasado), mantener un contacto regular con un terapeuta es visto como un signo de alto nivel social: indica que la vida de la persona en cuestión es tan compleja que requiere el análisis de un profesional, y que él o ella están preocupados por la calidad de sus vidas y toman responsabilidad por mejorarla.
Este fenómeno no es malo, en realidad tampoco es nuevo. A lo largo de la historia de la civilización, todas las sociedades que funcionaban bien concedieron a mentores y asesores un papel central en sus mecanismos psicológicos y sociales inherentes, con el fin de promover estabilidad y continuidad cultural. Esto al parecer proviene de una comprensión humana básica: la gente no puede ni debe intentar resolver los problemas de sus vidas por si mismos y es terapéuticamente eficaz buscar la ayuda y el consejo de personas adecuadas.
Siendo que la trama social es hoy menos tupida de lo que solía ser en el pasado, tenemos actualmente menos posibilidades de desarrollar relaciones profundas con mentores espirituales tradicionales. Este vacío ha sido llenado por terapeutas profesionales y médicos de salud mental.
Recientemente, junto con el asesoramiento, se ha popularizado la terapia por intermedio de drogas como tratamiento para desordenes psicológicos. Sin embargo, la opinión consensual entre los psicólogos, es que la psicoterapia cognitiva es la solución a largo plazo para los problemas psicológicos Aunque dicho tratamiento exige más dedicación e insume más tiempo (y por lo tanto es desgraciadamente más caro) es generalmente aceptado que, a largo alcance, el cambio de la manera de pensar del paciente es la forma de tratamiento más efectiva.
El problema principal de la terapia por intermedio de drogas es su naturaleza artificial. Aunque la base racional de esta terapia es proporcionar al sistema nervioso los elementos químicos que el cuerpo debería producir, pero por alguna razón no lo hace, la pregunta mayor es ¿por qué el cuerpo no produce esas materias químicas?
En muchos casos el cuerpo puede comenzar a mal funcionar a causa de excesiva tensión o depresión, que a su vez pueden ser causadas por actitudes destructivas hacia la vida. En otros casos, lo contrario es cierto: se le niega al cuerpo el cuidado adecuado y esto influye en el bienestar psicológico del individuo. Los efectos benéficos de la respiración, la higiene, el ejercicio, el sueño, el relajamiento, el entorno adecuados y otros elementos de esta índole, han sido perfectamente conocidos durante milenios y documentados por la ciencia moderna. Y por supuesto, una dieta adecuada es esencial para la salud física y psicológica[2] . Además, médicos a lo largo de los siglos han prescrito hierbas para ayudar a equilibrar funciones psicopatológicas [3]. Es claro que muchos problemas psicológicos pueden ser aliviados e incluso curados simplemente prestando atención a esos aspectos de la vida, que han sido descuidados.
Pese a esto, existen muchos problemas psicológicos que requieren un tratamiento más directo e intensivo que ajustes físicos en la forma de vida. Por eso una forma u otra de asesoramiento ha sido siempre un aspecto esencial en muchas sociedades y así lo es hasta el día de hoy.
Conocimiento de sí mismo
La cultura secular de occidente ha considerado siempre al conocimiento de sí mismo como la proeza suprema del hombre [4]. Las enseñanzas de la Cábala, sin embargo, dan prioridad a los dictados de la Torá: «Sabe ante quien te encuentras»[5] . En efecto, las últimas palabras del rey David a su hijo, el rey Salomón, fueron: «Conoce al Dios de tu padre, sirve a El con todo tu corazón y alma complaciente» [6].
Según el programa de la Torá, el sentido de la vida es conocer a Dios, es decir, ser constantemente consciente de Su presencia. El conocimiento de Dios y no el de nosotros mismos, es lo que debe llenar nuestra conciencia.
Sin embargo, para conocer a Dios, debemos ante todo conocernos a nosotros mismos. Siendo que es imposible que el alma humana, que es finita, conozca directamente al Dios infinito, sólo podemos llegar a conocer a Dios en forma indirecta, percibiendo la divinidad en nosotros mismos. Habiendo sido creados «en la imagen de Dios» [7], nosotros mismos somos el espejo a través del cual podemos aprehender a Dios, como está escrito: «En mi carne he de ver a Dios» [8]. Nuestra labor, por lo tanto, es desenterrar la divinidad oculta dentro de nosotros. Aunque esto puede no ser sencillo, una vez que nos conectamos con la dimensión divina dentro de nosotros, somos capaces de ver la Divinidad inherente a toda la creación y sentir exactamente cuál es nuestro papel en el gran plan.
De acuerdo con los sabios, Dios creó al mundo con el fin de tener un hogar en «los reinos bajos» [9]. «Bajos» aquí no significa físicamente bajos, sino bajos en el nivel de la conciencia de Dios. En este conocimiento, nuestro mundo físico está en el círculo inferior de una vasta jerarquía de «universos» u órdenes de existencia, cada uno definido por un grado diferente de conciencia de Dios, el Creador [10]. Nuestro mundo es el más bajo porque no revela inicialmente el hecho de haber sido creado por alguien. La naturaleza es un disfraz tan perfecto del poder Divino constantemente creando el mundo, que es posible que gente nazca, viva sus vidas y mueran sin descubrir que hay un Dios.
Es en este mundo que Su presencia está tan escondida, que Dios busca hacer Su «hogar». Precisamente aquí, donde todo parece ser lo contrario a nuestra conciencia de Dios, Él desea que seamos conscientes de su existencia y establezcamos una relación con Él. Por esta razón, El creo este mundo en primer lugar, y por esta razón cada alma individual es enviada «abajo», hasta aquí. Cada individuo desempeña un rol único para lograr este objetivo y la única manera que podemos determinar nuestro único propósito en este plan es conectándonos con lo Divino en nosotros. Es en este sentido y con este propósito que debemos «conocernos a nosotros mismos».
Para la mayoría de nosotros, sin embargo, el ser Divino está tan oculto tras capas y más capas de conciencia mundana, que podemos desesperar al considerar si habremos de encontrarlo alguna vez. ¿Cómo entonces emprendemos la tarea de conocer nuestro ser interno, nuestro ser Divino, para que accedamos a conocer a Dios? Este es el objetivo y la razón de ser de la psicoterapia cabalística y su diferencia principal de la sicología convencional.
1-Las enseñanzas de la Cábala, que constituyen la base del pensamiento y la filosofía jasídicos, fueron vertidas en los términos psicológicos de la experiencia humana primariamente por el fundador del movimiento jasídico, Rabí Israel Baal Shem Tov (1698-1760), su sucesor Rabí Dovber, el Maguid de Mezrich (¿-1772) y por Rabi Schneur Zalman de Liadi (1745-1812), el autor de Tania, la obra seminal del jasidismo de Jabad.
2-Ver Mishne Tora, Deot, cap.4
3-El Baal Shem Tov prescribía a menudo dietas y pociones herbales para enfermedades psicológicas.
4-Las palabras «Conócete a tí mismo» estaban inscritas en la entrada al oráculo de Apolo en la antigua Delfos. Protágoras (e.c.485-410 BCE), el primer sofista, dijo: «El hombre es la medida de todas las cosas».
5-Berajot 28b.
6-Crónicas 1, 28:9.
7-Génesis 1:27.
8-Job 19:26.
9-Midrash Tanjuma, Naso 16.
Según la Cábala, hay cuatro mundos o niveles generales de conciencia, cada uno de los cuales se subdivide en una miríada de niveles individuales, a saber:
Mundo
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Nivel de conciencia
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Atzilut (Emanación)
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Conciencia total de Dios, no hay conciencia del yo
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Briá (Creación)
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Existencia potencial, sustancia informe
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Ietzirá (Formación)
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Existencia general,arquetipos, especies
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Asiá (Acción)
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Existencia particular, criaturas individuales
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Rabino Itzjak Ginsburgh