Capítulo tres – Sobre las esferas
[1] Las esferas concéntricas, también llamadas: cielos, expansión, firmamento y bóveda, son nueve [1]: 1) La esfera más próxima a nosotros es la esfera de la «Luna». 2) La segunda que está más arriba de la anterior es una esfera en donde se ubica el planeta «Mercurio». 3) La tercera esfera contiene al planeta «Venus». 4) La cuarta esfera contiene al «Sol». 5) La quinta esfera contiene al planeta «Marte». 6) La sexta esfera contiene al planeta «Júpiter». 7) La séptima esfera contiene al planeta «Saturno». 8) La octava esfera contiene a todas las estrellas que se observan en la expansión de los cielos. 9) La novena consiste en la esfera del movimiento diurno este-oeste, siendo éste la realidad que rodea el universo [2]. El hecho que parece que todos los planetas están en una sola esfera, a pesar que realmente se encuentran uno sobre el otro, se debe a que las esferas son translúcidas y transparentes como el vidrio, como el zafiro. Por tanto, se ven las estrellas que están en la esfera octava debajo de la primera esfera.
[2] Cada una de las ocho esferas en las cuales hay planetas, se dividen a su vez en múltiples esferas, una más arriba que la otra como membranas de cebollas. De entre ellas hay esferas que giran desde el oeste al este, mientras que otras lo hacen del este al oeste; como por ejemplo la esfera del movimiento diurno, la novena esfera, no habiendo espacio vacío entre ellas.
[3] Las esferas no son livianas ni pesadas, tampoco poseen color, no rojo ni negro u otro. Por consiguiente esto que nosotros las vemos con tonalidades celestes, es una simple apariencia, producida por la altura del aire. Tampoco tienen ni sabor ni olor, ya que tales atributos sólo se presentan en los entes materiales, los cuales se hallan bajo éstos.
[4] Todas las esferas que rodean al universo son circulares, mientras que la tierra está ubicada en el centro (esferas concéntricas). También algunas de las esferas poseen esferas propias (epiciclos) adheridas a ellas, estas esferas no rodean la tierra sino que son esferas menores fijas a esferas mayores, éstas últimas sí giran al rededor del universo en forma concéntrica.[3]
[5] La cantidad de esferas concéntricas que giran al rededor del universo es de dieciocho, mientras que la cantidad de los epiciclos no concéntricos es de ocho [4]. Conocer el número de todas las esferas y la forma de su recorrido y el modo se sus órbitas, es posible a partir del movimiento de los planetas y del conocimiento de la cantidad del mismo según sus días y sus horas, del mismo modo a partir de la inclinación al norte o al sur y de la distancia con respecto a la tierra. Estos datos conforman la disciplina denominada «cálculo de las órbitas y de las constelaciones», de la cual es abundante el número de libros que sobre ella escribieron los sabios griegos.
[6] La esfera novena, la esfera del movimiento diurno que rodea el universo, la dividieron los sabios antiguos en doce secciones. A cada sección le designaron un nombre, cada nombre según la imagen que se forma a partir de las estrellas que están debajo de esta esfera, las cuales se ubican exactamente debajo. Estas son las constelaciones, cuyos nombres son los siguientes: Aries, Tauro Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.[5]
[7] La esfera novena, la esfera del movimiento diurno, realmente no se divide ni se encuentran en ella ninguna de las formas (constelaciones) mencionadas, ni planetas ni estrellas; solamente el hecho que las estrellas se hallen en la esfera octava hace que sean vistan en la esfera novena aquellas que son mayores, como imágenes de las mismas o semejantes a éstas. Estas doce formas solamente se encontraron en exacta ubicación, con respecto a las partes de la esfera novena, durante el diluvio, y fue entonces cuando recibieron sus nombres, pero actualmente se han movido un tanto. Ya que todos los planetas que están en la esfera octava giran como el sol y la luna, sólo que estos lo hacen con lentitud. Hacia algunos de ellos el sol [6] se mueve en un día, por ende se dirige hacia él cada uno de los planetas aproximadamente cada setenta años.
[8] Todas las estrellas que se observan, hay algunas de ellas que son estrellas pequeñas que la tierra es mayor que ellas, y hay algunas que son más grandes que la tierra varias veces. Así la tierra es mayor que la luna en casi cuarenta veces y el sol mayor que la tierra unas ciento setenta veces. Resulta, que la luna corresponde a una de seis mil ochocientas partes del sol aproximadamente. No existe entre las estrellas una mayor que el sol y menor que Mercurio, el cual se encuentra en la segunda esfera.
[9] Todos los planetas y las esferas poseen un alma, principio de su movimiento, comprensión e inteligencia; tienen vida y se mantienen, además conocen a Aquel que habló y creó el mundo. Cada uno, según su nivel y capacidad, alaban y ensalzan a su Creador, del modo que los ángeles. Y de la misma manera que conocen a Dios, así también se conocen así mismos y conocen a los ángeles que se encuentran sobre ellos, la capacidad intelectual de los planetas es menor que la de los ángeles y mayor que la de los seres humanos.
[10] Dios creó bajo la esfera de la luna (mundo sublunar) una materia que es diferente a la materia de las esferas. Esta materia posee cuatro formas que son diferentes también a la forma de las esferas. Se ha fijado cada forma en parte de esta materia, así:
a) La forma primera, o sea la forma del fuego, se ha unido con la materia y en parte de ella ha surgido el elemento «fuego».
b) La forma segunda, o sea la forma del aire, se ha unido con parte de la materia y ha surgido el elemento «aire».
c) La forma tercera, o sea la forma del agua, se ha unido con parte de la materia y ha surgido el elemento «agua».
d) La forma cuarta, o sea la forma de la tierra, se ha unido con parte de la materia y ha surgido el elemento «tierra».
Resulta que bajo la expansión de los cielos hay cuatro elementos diferentes, uno superior al otro y cada uno rodea completamente al inferior a él, exactamente como las esferas concéntricas.El primer elemento, el más cercano a la esfera de la luna, es el fuego, más abajo está el aire, luego el agua y finalmente la tierra, no habiendo entre ellos espacio carente de entidad.
[11] Estos cuatro elementos no poseen movimiento propio y no conocen ni tienen conciencia, sino que son como entidades inertes. [7] No obstante cada uno de ellos tiene una naturaleza específica (comportamiento), a la cual no conoce y no comprende y no puede cambiar. Esto es lo que declara David: «Alaben a HaShem desde a tierra, desde los abismos los cetáceos, el fuego y el granizo, la nieve y la bruma» (Tehilim 148:7-8)
Siendo la explicación del versículo: «alaben», ustedes seres humanos a partir del poderío divino que se observa en el fuego, en el granizo y en el resto de las creaturas, las cuales habitan bajo la expansión de los cielos y cuya grandeza es perceptible por todos.
Notas
[1]Rambam declara en Moré Nebujim [2:9] que la cantidad de las esferas fue un conocimiento recibido de los astrónomos de su época, los cuales comprobaron que se trataba de nueve. Muchos discuten con Rambam sobre esta cantidad a partir de la guemará en Haguigá (12b), donde se enseña que hay dos firmamentos (cielos) como lo declara el versículo: «He aquí pertenecen a HaShem, tu Dios, los cielos y los cielos de los cielos, la tierra y todo lo que contiene» (Debarim 10:14). La pregunta ya fue respondida por Rambam mismo al decir (Op. cit.) que los sabios del Talmud consideraron las esferas de las estrellas como un solo firmamento, mientras que la esfera del movimiento diurno, en la cual no hay estrellas, lo consideraron como el segundo firmamento; por lo tanto no hay contradicción entre ambas opniones.
[2] Rambam nombra a las esferas desde la tierra hacia la esfera del movimiento diurno, contrario a como aparece en los sabios (cf. Pirkey DeRabí Eliézer, 6) donde se las manciona desde arriba hacia la tierra [ShaTZaM JaNJaL, es decir SHabatay (saturno), TZédek (júpiter), Maadim (marte) – Jamá (sol), Noga (venus), Kojab (mercurio), Lebaná (luna)]
[3] Para explicar el movimiento de los planetas, que a veces suelen moverse con velocidad y a veces con lentitud, los astrónomos antiguos, seguidores de la teoría geocéntrica, declararon que existen fuera de las esferas concéntricas, esferas que su centro no corresponde al centro de las concéntricas. Estas son de dos tipos: a) esferas excéntricas que rodean el planeta tierra, pero cuyo centro es diferente al de la tierra; b) epiciclos que giran en torno a la órbita de las esferas mayores, los epiciclos no giran sino en torno a las esferas concéntricas, las cuales giran en rededor del mundo (Cf. Moré I,72)
[4] Cada uno de los cinco planetas tiene una esfera excéntrica, en total diez; el sol y la luna poseen cada uno dos esferas, o sea seis más la esfera de las estrellas fijas y la esfera del movimiento diurno suman diez y ocho.
[5] La guemará en Berajot 32b nos relata que HaShem creó doce constelaciones y en Pirkey DeRabí Eliézer, cap. VI, son nombrados cada uno según el orden que Rambam trae en esta ley. Cada una de estas constelaciones simboliza a través de su nombre una característica principal del mes en el cual rige. Así Aries corresponde al mes de Nisán, en el cual se celebra Pésaj, siendo el carnero el símbolo del sacrificio de Pésaj que debemos traer al Templo. Tauro corresponde a Iyar, simboliza la conducción natural de HaShem sobre el mundo, anuncio del Mashiaj llamado Ben Yosef. Géminis corresponde a Siván, mes en cual se entregaron las dos tablas de la Ley, en las cuales están condensadas las obligaciones para con HaShem y para con el prójimo. Cáncer corresponde a Tamuz cuyos días son peligrosos como el cangrejo. Leo corresponde a Ab, siendo el león el símbolo de la venida del Mashiaj Ben David. Virgo corresponde a Elul, ya que el mes es propicio para el arrepentimiento, adquiriendo énfasis el versículo «Vuelve [arrepiéntete] virgen de Israel…» (Yirmeyahu 31). Libra corresponde a Tishrey mes cuyo comienzo señala además el comienzo del año, fecha en la cual las conductas humanas son juzgadas, siendo simbólicamente puestas en una balanza. Escorpión corresponde a Jeshván, durante este mes comenzamos a rogar por lluvias, así estamos sedientos por agua como el escorpión está sediento por agua. Sagitario corresponde a Kislev, mes en el cual por la abundancia de nubes es común ver el arcoiris. Capricornio corresponde a Tebet donde el ganado capruno comienza a paser. Acuario corresponde a Shbat, ya que todas las lluvias han caido y los pozos se encuentran llenos, se suelen ver los baldes sacando agua por doquier. Piscis corresponde a Adar, por cuanto que el pueblo judío es analogizado con los peces, símbolos de bendición y reproducción, siendo el mes de Purim exitoso y propicio.
[6] Rab Rubinshtein acota (Rambam LaAm, Mosad HaRab Kuk, ad loc.) que en casi todos los libros impresos la versión es «el sol y la luna se mueven…», lo cual es inexacto ya que el recorido del sol y la luna no son iguales. El sol gira en torno a la tierra (según la teoría heliocéntrica) en 365 días, mientras que la luna lo hace en 29 días, doce horas y 793 segundos. Los comentaristas ya cuestionaron lo anterior (Cf. Jazón Najum ad loc.). Rubinstein propone corregir el texto en base a la versión de Oxford donde solamente se lee «el sol», siendo en este punto la versión ocupada para nuestra traducción.
[7] Así es lo expresado por Rambam en Moré Nebujim (II, 6): «Estos elementos no tienen movimiento giratorio como las esferas concéntricas, sino que el reposo es un característica natural, si son obligados por algún elemento exógeno a dejar su reposo y a moverse, en el momento que la fuerza exógena lo abandone volverán inmediatamente a su lugar natural. Por ejemplo, una piedra cuyo elemento es la tierra, cuando es arrojada hacia arriba volverá inmediatamente hacia abajo, a la tierra. Así es con el resto de los elementos». Del mismo modo encontramos en el Midrash: «La tierra era vacío y desolación (Tohu va-Bohu) – la tierra estaba sorprendida y aturdida (Tohá u-Bohá), desolada por su mala fortuna se quejaba: los seres superiores y los inferiores fueron creados en un mismo momento, sin embargo los seres superiores están vivos mientras que los seres inferiores están inertes».
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