Capítulo diez – Sobre la Profecia III
1.- Todo profeta que se alzara y afirme que Dios lo ha enviado, no es necesario que realice una señal como las señales que obró Moisés, nuestro maestro, o como los prodigios de Eliahu o Elisha, los cuales acarrean un cambio en la naturaleza, sino que basta con que prediga eventos que acaecerán y {con esto} le creemos, pues esta escrito: «y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo habremos de saber…?»(Deuteronomio 18:21) por ello, cuando se presentare un individuo apropiado para recibir profecía, enviado por Dios y no pretenda agregar ni menguar {a la Tora}, sino servir a Dios por medio de los preceptos de la Tora, no se le Exhorta: «ábrenos el mar o revive a un muerto o cosas por el estilo y luego te creeremos», sino que le decimos: «Si realmente eres un profeta, di lo que acontecerá» y aguardamos a ver si sucede tal como lo anunció o no. Basta que falle en un pequeño detalle para que sea tildado de falso profeta, mas si todo se cumple tal cual lo predijo, será a nuestros ojos {un profeta} fidedigno.
2.- Se lo debe Examinar varias veces, si todas sus predicciones se cumplen, se trata de un profeta verdadero, tal como se afirma sobre Samuel: «y supo todo Israel, desde Dan hasta Beer Sheba que Samuel era fiel profeta de Dios» (Samuel. I 3:20).
3.- ¿Acaso los adivinos o astrólogos no predicen lo que acaecerá? ¿Qué diferencia hay entre ellos y el profeta? {la diferencia radica en que los vaticinios de} los adivinos, astrólogos y similares, algunas cosas que presagian se cumplen y algunas no, tal como dice: «que ahora los astrólogos, los adivinos y los pronosticadores se levanten y te salven de lo que vendrá sobre ti» (Isaías. 47:13), «de lo que vendrá» dice y no «de todo lo que vendrá». Así también, es factible que no se cumpla nada de lo que {aquel adivinador} dijo, o más aun, que falle en todo {lo que predijo}, como esta escrito: «que frustra las señales de los impostores y hace enloquecer a los adivinadores» (Isaías. 44:25). Empero, con respecto al profeta, todas sus palabras se cumplen, como dice: «Pues no caerá a tierra la palabra del Eterno» (Reyes II 10:10), y así también: «el que reciba Mi palabra, diga Mi palabra fielmente, ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice el Eterno» (Jeremías. 23:28), es decir que las palabras de los adivinos y los astrólogos es como paja que esta mezclada con un poco de trigo, mas la palabra del Eterno es como trigo que no tiene nada de paja; esto es lo que aseguran las escrituras al decir que aquellos astrólogos y adivinos con engaño vaticinan a los pueblos, {en cambio} el profeta les hace saber cosas verdaderas de modo que ustedes no precisan adivinos, hechiceros o similares, pues esta dicho: «no habrá de hallarse en ti… quien practique adivinación, ni mago ni hechicero… pues la gente esta… a hechiceros escuchan… en cuanto a ti, no así te ha concedido el Eterno, (sino que), profeta de en medio de ti… te hará surgir el Eterno tu Dios, a él deberás escuchar» (Deuteronomio 18: 10-14-15) Se deduce de aquí que la función del profeta hacía nosotros, es hacernos saber los sucesos que habrán de ocurrir en el mundo, abundancia, hambre, guerra, paz y cosas por el estilo; aun cuestiones particulares {el profeta} le informará, tal como Saul que Extravió algo y recurrió al profeta para que le devele donde encontrarlo, estos y cosos similares es lo que pregonará el profeta. {Por lo tanto, su función} no es fundar una nueva religión, ni aumentar preceptos o disminuirlos.
4.- Las desgracias que los profetas vaticinan, por ejemplo: que fulano morirá, o que tal año será un año de hambre o de guerra, o cosas por el estilo, si no sucediera lo que predijo, esto no implica una impugnación de su profecía, al punto de proclamar: -¡ he aquí que habló y no sucedió !, sino que, el Santo Bendito Él, es misericordioso, bondadoso y no se complace trayendo el mal, es factible que hayan vuelto {de sus malos caminos} y {Dios} los perdone, como el pueblo de Nìnive, o que {Dios} les haya postergado {la desgracia merecida} como sucedió con el rey Jizquiahu. Empero si {el profeta} presagia bonanza, pregonando que acontecerá tal y cual cosa, y no sucediere el bien que auguró, es claro que se trata de un profeta falso, pues toda cosa buena que decreta Dios, aunque anteponga condiciones {para que sobrevenga dicho bien}, no se revierte. Se desprende de aquí, que solo se lo Examina al profeta con predicciones positivas, es lo que argumenta Jeremías en su réplica a Janania hijo de Azur, cuando se encontraba Jeremías profetizando calamidades, mientras que Janania profetizaba buenaventura, Jeremías le recrimina: «si no suceden mis palabras, eso no atestigua contra mí que soy un profeta falso, mas si no se concretan tus palabras, se sabrá claramente que eres un profeta falso», como esta escrito: «Pero oye ahora esto que digo… en oídos de todo el pueblo:… si se cumpliere la palabra del profeta que profetiza la paz, será conocido como un profeta a quien el Eterno envió en verdad» (Jeremías 28: 7-9)
5.- Si un profeta, atestigua con respecto a un {nuevo} profeta {que éste ultimo es realmente} profeta, lo consideramos como tal y no precisamos Examinarlo, pues así Moisés, nuestro maestro, atestiguó acerca de Josué y todo Israel creyó en él aun antes de que éste realizara alguna señal, {de esta misma manera se establece} para el resto de las generaciones. Un profeta que planteó sus profecías y se concretaron, una y otra vez , o que otro profeta9 testimonió sobre él y éste era un individuo que se encaminaba por las sendas de la profecía, nos está vedado sospechar de él y sospechar que su profecía no sea verdadera, como así también es ilícito probarlo más de lo necesario, de modo que se lo esté evaluando constantemente, pues esta escrito: «No habréis de probar al Eterno vuestro Dios, como habéis probado en Massah» (Deuteronomio 6:16) donde dijeron: «¿en verdad Dios está con nosotros o no?» (Éxodo 17:7), sino que una vez establecido que se trata de un {verdadero} profeta, le creerán y sabrán que el Eterno esta en medio de ellos y no sospecharán ni dudarán de él, como fue dicho: «Y sabrán que profeta hay entre ustedes»(Ezequiel 2:5).
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Con la gracia de Dios, hemos concluido este coloquio acerca de los principios fundamentales de la Tora; loas y alabanzas al Señor que nos inspiró en la traducción y nos concedió el mérito de Expandir Su sabiduría entre los seres humanos.