Capítulo siete – Sobre la Profecia I
[1] Uno de los fundamentos de la Torá es saber que Dios concede profecía [1] a los seres humanos [2]. La profecía en cuestión no recae sino sobre un sabio de amplia sabiduría y fuerte en virtudes, una persona tal que su impulso al mal no logre vencerlo en ningún momento, en cambio él venza con su entendimiento a su impulso al mal de manera constante; siendo además una persona cuya comprensión sea amplia y muy correcta.
Una persona que posee todas estas cualidades, perfecto físicamente, cuando entre al «pardés» y sea arrastrado tras aquellos grandes y lejanos conceptos y tenga una comprensión clara para poder entender y conceptuar, además de santificarse y retirarse de las conductas mundanas, las cuales son símbolos de la obscuridad del tiempo, se agiliza a si mismo y se educa para no caer en pensamientos fatuos ni en las vanidades y sus imaginaciones, en cambio su mente siempre está dirigida a lo metafísico, conectada con el Trono divino dispuesta a entender aquellas formas puras y sagradas, entonces esta persona contempla la sabiduría divina [3]. Observa desde la forma primera hasta el centro de la tierra y comprende su grandeza – entonces el espíritu de santidad lo inspira; de manera tal que cuando aquel espíritu se posa en él, su alma se conecta con la categoría de los ángeles llamados «Ishim» (personas) y se transforma en una persona distinta y llega a entender con una comprensión diferente a la que tenía. Entonces se eleva sobre la categoría común del resto de los seres humanos, así es lo relatado sobre Shmuel: «Profetizaste con ellos y te transformaste en un hombre distinto» (Shmuel A 10:6)
[2] Los profetas poseen diferentes categorías: así como existe entre los sabios aquellos que son mayores que otros, también entre los profetas existe quien es mayor que otro. No obstante, todos han visto la visión profética a través de un sueño, por medio de una visión nocturna, o durante el día pero sólo después de haber caído sobre ellos un sopor, como se ha declarado: «En una visión me haré conocer, por medio de un sueño hablaré» (BeMidbar 12:6).
Todos los profetas, cuando reciben profecía, sus miembros se conmueven y su fuerza física decae, sus pensamientos se enloquecen de manera tal que su comprensión queda vacía para entender lo que vea, como se ha declarado con Abraham: «He aquí un pánico obscuro cayó sobre él» (BeReshit 15:12), o como se declara sobre Daniel: «Me quedé solo y entonces contemplé esta gran visión, no tuve fuerzas y mi semblante se mudó como destruido y no pude detener a mi fuerza que me abandonó» (Daniel 10:8)
[3] La información que se le comunica al profeta a través de la visión profética – es comunicada en forma metafórica, e inmediatamente se graba en su comprensión la interpretación de la parábola profética y entiende lo que se trata. Así por ejemplo la «escalera» que vio nuestro patriarca Yaakob y los ángeles que subían y bajaban por ella (BeReshit 28:12), lo que era una metáfora de los diferentes reinados [que combatirían a Israel] y de su destrucción. Así también los «animales» que contempló Yejezkel (cf. Yejezkel, cap. 1, 10), o las visiones de la «olla hirviendo», «el bastón almendrado» que contempló Yirmeyahu (cf. Yirmeyahu 1:11-12); el «rollo» que vio Yejezkel o la «medida» que vio Zejaryahu (Zejaryahu 5:6), y así el resto de los profetas.
En algunos casos el profeta comunica la metáfora y su interpretación, como los anteriormente mencionados, en otros casos informan solamente su interpretación. A veces dicen sólo la metáfora sin interpretarla, como en algunos relatos de Yejezkel y Zejaryahu – no obstante todos los profetas reciben la profecía por medio de metáforas y enigmas.
[4] Los profetas no reciben profecía en cualquier momento que desean, sino que se concentran y se sientan alegres, tranquilos y solitarios, ya que la profecía no puede recaer cuando la persona está triste, ni cuando está inactivo sino dentro de un ambiente de alegría [4]. Por lo tanto, los aprendices de profetas tenían frente a ellos un arpa, un pandero, una flauta y un laúd y ellos deseaban recibir inspiración; así es como se declara: «ellos profetizaban» (Shmuel A 10:5), es decir: se esforzaban en comportarse de manera tal de recibir la inspiración, hasta que la recibían, como se suele decir: «fulano crece…»
[5] A aquellos que intentaban profetizar se los denominaba: aprendices de profeta. A pesar que se concentraban y esforzaban en ello, a veces recibían profecía y a veces no.
[6] Todo lo que hemos dicho, era el modo de profetizar de todos los profetas anteriores y posteriores – excepto nuestro maestro Moshé, el padre de todos los profetas. ¿Qué diferencia hay entre la profecía de Moshé y la del resto de los profetas? Todos los profetas recibían esta inspiración a través de un sueño o de una visión – en cambio Moshé profetizaba mientras estaba despierto y de pie, como se declara: «Cuando venía Moshé a la Tienda de Reunión para hablar con él y escuchaba la voz que hablaba con él» (BeMidbar 7:89).
Todos los profetas recibieron profecía por intermedio de un ángel, por eso contemplan lo que contemplan como metáfora y enigma – nuestro maestro Moshé no recibió por medio del ángel, como se declara: «frente a frente he de hablar con él» (BeMidbar 12:8). Además se declara: «Habló HaShem con Moshé frente a frente» (Shmot 33:11); «La presencia de HaShem contempló…» (BeMidbar 12:8), es decir que no hubo en su profecía metáfora alguna, sino que contempló la información comunicada en forma clara, sin enigma ni metáfora. Esto es lo que la Torá atestigua sobre él: «Visión clara y no enigma…» (Ibíd. 12:8), o sea que no profetizó en enigmas sino a través de visiones claras, contempló la información en forma clara.
Todos los profetas son presas de miedo, susto y espanto – Moshé, nuestro maestro, no es así; esto es lo que declara el versículo: «así como habla una persona con su prójimo» (Shmot 33:11), es decir: así como una persona no se asusta al escuchar lo que le dice su prójimo, del mismo modo Moshé tenía una fuerza especial en su personalidad para entender la información profética y mantenerse íntegro.
Todos los profetas no podían profetizar cuando ellos deseaban – Moshé, nuestro maestro, no es así, sino en cualquier momento que lo deseaba el espíritu de santidad lo revestía y la profecía lo inspiraba. No necesitaba concentrarse ni preparase para recibirla, ya que él estaba siempre preparado y su categoría era como la de los ángeles. Por lo tanto, podía profetizar en cualquier momento, como se declara: «Aguarden y escucharé qué HaShem ha de mandarles» (BeMidbar 9:8); esto se lo prometió dios cuando le dijo: «Anda, di a ellos: vuelvan ustedes donde su Dios! y tú quédate aquí conmigo» (Debarim 5:26-28). De todo lo anterior se entiende que todos los profetas, cuando la profecía se retiraba de ellos, volvían a su tienda, es decir a todas sus conductas materiales, como el resto del pueblo – por lo tanto no era necesario que se separaran de sus mujeres; nuestro maestro Moshé nunca más volvió a su primera tienda, por eso se separó de su mujer para siempre y de todo lo parecido a ésto. Se ató su comprensión con el Creador del mundo y no se separó de él esta inspiración jamás, teniendo un rayo de luz sobre el semblante llegó a la categoría de los ángeles.
[7] El profeta – es posible que recibe profecía para si mismo únicamente, con la finalidad de ampliar su entendimiento hasta que comprenda lo que no hubiere comprendido de aquellos profundos conceptos. También es posible que se lo envíe a parte del pueblo, o a habitantes de ciudades o de reinados, con el objetivo de hacerles entender e informarles lo que ha de ocurrir, o para impedirles que continúen cometiendo acciones reprobables. Cuando lo envían se le proporciona una señal y un milagro, de modo tal que el pueblo sepa que Dios lo envío en verdad. Pero no todo el que hace una señal o realiza un milagro es un verdadero profeta; sino una persona, sobre el que ya hemos sabido de un principio que es apropiado que reciba profecía por su sabiduría o por sus virtuosos actos, a través de los cuales sobresale sobre el resto de sus congéneres, alguien que se comporta según las normas de la profecía con su santidad y abstinencia, luego viene y hace alguna señal o milagro, entonces dice que Dios lo ha enviado – en este caso es una obligación escucharlo, como se declara: «A él han de escuchar…» (Debarim 18:15).
Es posible que alguien que no siendo profeta realice señales y milagros – en tal caso hay que investigar tales portentos, no obstante es una obligación escucharlo, ya que es una persona importante, sabia y apropiado para recibir la profecía, entonces se lo mantiene en su categoría. Ya que así hemos sido encomendados, así como debemos decidir un juicio basándonos en dos testigos confiables, a pesar que puedo sospechar que mintieron, por cuanto que tienen categoría de confiables no ponemos en duda esta confiabilidad. Sobre este tema y semejantes se ha declarado: «Lo oculto pertenece a HaShem, nuestro Dios, en cambio lo descubierto es atinente a nosotros y a nuestros hijos» (Debarim 29:28). También se ha declarado: «El ser humano es capaz de ver a los ojos, en cambio Dios observa el corazón» (Shmuel A 16:7).
Notas:
[1] Profecía: en español el termino proviene de las voces griegas «pro» antes y «faino» mostrar, en el sentido de enseñar o hacer ver. Al parecer la carencia de un vocablo, en las lenguas profanas, adecuado para verter el nivel de relación entre el hombre y HaShem en el Tanaj, llevó a identificar al profeta como alguien que enseña o muestra algo que ha de acontecer, siendo que este es uno de los aspectos de esta relación y no el único. En hebreo la raíz ?-?-? indica principalmente la acción de expresar o decir (??? ,??? ,?????) y además la acción de ver (???, ???, ???) así vemos que la expresión «profeta» se utiliza primeramente con Abraham: «Ahora, devuelve la mujer del hombre, porque el es un profeta, y rezará por ti y vive!, pero sin no la devuelves, has de saber que morirás tú y todo lo que posees» (Ber. 20:7) Los comentaristas a la Torá ad loc. explican el significado del vocablo:
1. Rashí ad loc. cita al Midrash (Ber. Rabá 52:8, cf. Baba Kama 92a) que estudia la profecía de Abraham como conocimiento: «Porque el es un profeta: y sabe que no la tocaste, por lo tanto rezará por tí»
2. Rashbam ad loc. estudia de manera más etimológica: «Porque el es un profeta» [Nabí]: este termino se conecta con el pasaje «la expresión [Nib] de sus labios» (Yeshayahu 57:19), es decir el es alguien que continuamente está conmigo y expresa mis palabras y yo estimo sus palabras y recibo su oración.
[2] El tema de la profecía es tratado por Rambam en otras obras, en la introducción a su comentario a la Mishná, en el capítulo séptimo de los Shemoná Perakim (introducción al comentario s Pirkey Abot) y en casi toda la tercera parte del Moré Nebujim, es el principio séptimo de los trece principios de la Torá (introducción al comentario al capítulo Jelek) siendo que en cada obra estudia el tema desde perspectivas distintas. Según leemos en Rambam, la posibilidad de la profecía es uno de los fundamentos de la Torá, siendo la negación de la misma un pecado muy grave: «Tres son los que se denominan epicúreos: el que dice que no existe profecía en absoluto, y dice que no existe conocimiento que provenga del Creador sobre el corazón de los seres humanos…» (Hiljot Teshubá 3:8). Siendo además una característica de algunos y no de todos: «La profecía: es decir, el ser humano debe saber que entre los demás seres humanos se encuentran algunos poseedores de características naturales, cualidades óptimas y puras, además de una gran perfección. Sus almas se han preparado para poder recibir la forma del intelecto [el intelecto material, el intelecto en potencia de ellos se ha transformado por intermedio de la actividad del pensamiento constante y de la intelección «intelecto en acto» es decir: rico en conceptos y en descripciones intelectuales, axiomas; esto es la forma del intelecto.]; después se conecta este intelecto humano con el intelecto agente y se produce de el, sobre el una emanación sublime: estos son los profetas, esta es la profecía, este es lo que implica.» (principio séptimo, Introducción al Cap. .(???
[3] Las características del profeta, Rambam define aquí al profeta como un hombre que posee las siguientes características personales:
1. Sabiduría, es decir debe poseer todas las virtudes intelectuales (Cf. Cap. Séptimo de los Shemoná Perakim), de tal modo que su comprensión de la realidad esté basada en un profundo conocimiento de los factores que la regulan, tanto a nivel material como dentro del plano metafísico.
2. Valentía, o sea debe tener la suficiente valentía para superar sus impulsos y controlarse de no cometer pecados, según lo declarado en el tratado Abot (4:1): «¿A quién se denomina valiente? Al que controla sus impulsos». Según Rambam la valentía es una de las virtudes éticas, o sea consiste en dirigir las fuerzas humanas según el entendimiento. Los comentaristas de Rambam ad loc. le cuestionan esta caracterización ya que la Guemará (Nedarim 38a) en donde se encuentra la fuente de esta legislación, considera los atributos de valiente, rico y humilde (estos últimos son citados por Rambam aquí) según su significado simple; es decir valiente como fuerte físicamente y rico como adinerado. [??? ???? responde que: 1. Al parecer Rambam caracteriza al profeta desde su propio punto de vista y no necesariamente sigue la opinión vertida en la Guemará. 2. La Guemará presenta estos atributos, es decir sabio, valiente, rico y humilde, como requisitos de la profecía permanente; mientras que Rambam codifica aquí la profecía incluso no permanente. (cf. ??? ???? que objeta esta respuesta pues no se entiende así de la descripción de la profecía en Moré Nebujim 2:32).]
3. Riqueza, o sea re refiere a una persona que está conforme con lo que posee y se comporta con austeridad (cf. Abot 4:1)
4. Comprensión amplia y correcta. Parte de las virtudes intelectuales comprende la capacidad de captar con facilidad las situaciones y las circunstancias, este atributo debe ser parte del profeta.
5. Salud, junto con las virtudes intelectuales y éticas, el profeta debe poseer salud e integridad física, que su cuerpo y su temperamento sean equilibrados sin ningún tipo de carencia; ya que los dolores o sufrimientos influencian negativamente sobre las facultades necesarias para unirse con el intelecto superior.
6. Ascetismo, se aleja de la mayoría de las personas que viven según los devenires del tiempo y según los placeres del momento; de tal forma su mente estará siempre dirigida a reflexionar sobre temas trascendentales.
[4] Cf. Shabat 30b. Esta es la causa, dirá Rambam, que se interrumpió la profecía de Israel desde que fueron exiliados en tiempos de la destrucción del primer Templo, debido a la opresión y a la tristeza que se encierra en el corazón cuando se es un esclavo sometido a pueblos hostiles.