Capitulo 1: Tercera entrega
En el Talmud Yerushalmi hay un conocido pasaje que afirma que en el cuerpo humano ocurren cambios físicos como resultado de las decisiones halájicas de los Sabios. La idea de que el mundo toma forma conforme a la Torá de los Sabios es la clave para comprender muchos relatos del Talmud que a primera vista parecen incomprensibles. Para percibir esto, veamos un ejemplo.
El Talmud relata el caso de un individuo llamado Reb Nejuniá jofer shijín, cavador de pozos. Su mérito particular era que cavaba pozos con el propósito de proveer de agua a los viajeros. Cierta ocasión sucedió que su hija se cayó en un pozo, del cual no podía salir. (Una opinión afirma que ella se había caído en uno de los pozos que su padre había cavado.) Era imposible sacarla de ahí, y parecía inevitable que se ahogaría. En una circunstancia como ésa, ninguna persona podía sobrevivir más de tres horas.
El sabio principal de la generación era Rabí Janina ben Dosa, y la gente acudió a él con la noticia de la hija de Reb Nejuniá. Al final de la primera hora, el sabio dijo «Shalom», implicando así que todo saldría bien. Después de la segunda hora, volvió a decir «Shalom». Al final de la tercera hora, cuando ya era imposible que ella sobreviviese en el agua por más tiempo, dijo: «Altá -Ya salió.»
Rabí Janina tenía razón; la niña en realidad había salido del pozo. Al preguntarla, se supo que había sido salvada de un modo milagroso. Deseando saber cómo Rabí Janina había estado tan seguro que ella sería salvada, la gente le preguntó: «¿Eres profeta?» Rabí Janina respondió: «No soy profeta ni hijo de profeta. Pero ¿acaso debe sufrir el hijo de un hombre en el lugar en el que él trabaja?» En otras palabras, Rabí Janina quería decir que si Reb Nejuniá tenía el mérito de proveer agua al pueblo judío, no era posible que un hijo suyo sufriera daños a causa de agua.
El Talmud declara después: «A pesar de eso, su hijo murió de sed.» Reb Nejuniá tenía un hijo que murió de sed después del incidente descrito anteriormente en el que su hija fue salvada. El Talmud explica al respecto que Reb Nejuniá sufrió esta pérdida porque «es tormentoso alrededor de Él [Dios]», lo cual quiere decir que los individuos de grandeza moral son juzgados con criterios muy estrictos; aquellos que están cerca de Dios son juzgados implacablemente. Aunque Rabí Nejuniá poseyera gran mérito, precisamente a causa de su grandeza su mérito no era suficiente para asegurar que su hijo se salvase.
Al llegar a este punto se plantea una pregunta obvia: si el mérito de Reb Nejuniá no era suficiente para salvar a su hijo, ¿cómo es que antes sí pudo salvar a su hija? Ahora bien, por otro lado, si era suficiente para salvar a ella, ¿por qué no lo fue para salvarlo a él?
Esta pregunta la hace el autor de la obra Shitá Mekubetzet, y la enigmática respuesta dada en nombre de Rabí Yejiel es: «Ese tzadik ya no vivía.» ¿Qué significa esto?
Significa lo siguiente: cuando la hija de Reb Nejuniá estuvo en peligro, Rabí Janina todavía vivía; pero cuando el hijo de Reb Nejuniá estuvo en peligro, Rabí Janina ya no estaba con vida. Pero ¿de qué modo este dato responde a nuestra pregunta? La respuesta es que mientras Rabí Janina viva para decir que un hombre no puede sufrir daños en un área en la que él se esforzó de un modo ejemplar -como en este caso-, ese individuo de hecho no puede experimentar daño alguno, y la razón es porque Rabí Janina lo afirma. No hay ninguna ley intrínseca en la Torá o en el mundo que estipule que los hijos de Reb Nejuniá serán protegidos por su mérito. La realidad de eso sólo existe cuando un sabio de la Torá del calibre de Rabí Janina piensa que así debe ser. Su mente es Torá, su razonamiento es Torá, su opinión es Torá. Y si es Torá, entonces es un poder causal en el mundo; el mundo debe configurarse en correspondencia a él.
Pero cuando Rabí Janina ya no vivía, cuando ya no estaba presente para opinar acerca del modo de operar de la Providencia, el mundo regresa a su configuración normal; las cosas operan conforme a su patrón usual. Mientras un sabio de la Torá opine sobre algo, es como si Dios mismo adoptase su opinión. Pero cuando ese mismo sabio ya no está con vida para mantener su opinión de Torá, Dios aplica de nuevo Su opinión.
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La idea de que las palabras de la Ley Oral poseen una energía creativa es válida incluso cuando esas palabras sean objeto de discusión. Incluso cuando la opinión de un sabio de la Torá es opuesta por la opinión de otra autoridad en Torá, e incluso cuando ambas opiniones parecen ser mutuamente excluyentes, ambas son ciertas. El substrato profundo de este concepto y su derivación en la Torá requieren un análisis separado, pero ahora por lo menos mencionemos un ejemplo de ello y tomemos nota de sus consecuencias prácticas.
En nombre del Jazón Ish se menciona el siguiente suceso. Una vez, un hombre se acercó al Jazón Ish para solicitar su consejo acerca de un difícil problema médico. Tenía un tumor en su pulmón que parecía incurable y era potencialmente mortal, y sus doctores en Israel habían sugerido que viajase a Europa, donde posiblemente había cierta esperanza de curación. En esa época en Israel, ellos no tenían ningún tratamiento efectivo que ofrecer, y el hombre preguntó al Jazón Ish qué debía hacer.
El Jazón Ish le dijo a ese hombre que debía permanecer en Israel. Así hizo y se recuperó. Cuando se le preguntó qué le había motivado a aconsejar a ese hombre que no dejase la Tierra de Israel, el Jazón Ish respondió que simplemente había consultado el asunto en el Shulján Aruj, el Código de Ley judía. Lo explicó así: «Cuando ese hombre me describió su problema en el pulmón, me di cuenta de que era el mismo que cierto problema específico que ocurre en los pulmones de animales. Sabemos que algunos problemas médicos en animales son semejantes a los de los humanos, y este específico problema pulmonar es discutido en el Talmud y en el Shulján Aruj.
«En el Shulján Aruj, hay una diferencia de opinión con respecto al estatus legal de un animal que ha sufrido esa misma lesión. El autor del Shulján Aruj, Rabí Yosef Karo, opina que es kasher. El Ramá, la gran autoridad halájica europea cuya opinión es normativa para la judeidad ashkenazí, sostiene que el animal es taref, prohibido para la ingestión. Ahora bien, cuando decimos que un animal es kasher a pesar de tener cierta anormalidad en un órgano interno, queremos decir que esa anormalidad específica no es mortal. El animal en cuestión podría vivir normalmente; su vida no es puesta en peligro inmediato por esa anormalidad. Sin embargo, un animal taref es, por definición, un animal en vías de morir; su anormalidad anatómica es mortal en el plazo de meses. Es éste el factor que hace que el animal no sea kasher.
«Así, pues, cuando el autor del Shulján Aruj dice que este tipo de animal es kasher, en efecto está diciendo que opina que este problema pulmonar no es mortal. Por su parte, el Ramá, que sostiene que el animal es taref, necesariamente debe ser de la opinión de que este problema sí es mortal. Ahora bien, estos dos sabios de la Torá en cierto sentido representan las dos autoridades halájicas máximas en dos jurisdicciones diferentes: el autor del Shulján Aruj es considerado el moré d-atra, la autoridad local, en la Tierra de Israel, mientras que el Ramá es la autoridad máxima en Europa.
«Expliqué a ese hombre que estas dos grandes opiniones en Torá no son simplemente análisis o descripciones de la realidad, que sino eran factores causales. Si el Shulján Aruj afirma que el animal en cuestión puede vivir a pesar de ese problema, ese animal puede vivir. Y si el Ramá sostiene que ese animal morirá debido a ese problema, el animal morirá. Por lo tanto, en Europa -donde el mundo es configurado de acuerdo con la Torá del Ramá-, ese tipo de enfermedad pulmonar es mortal; si viajas allá, estarás en grave peligro. Pero aquí en la Tierra de Israel, en la que la realidad es configurada conforme a la opinión del Shulján Aruj, este mismo problema no es peligroso, y por lo tanto ¡te conviene quedarte aquí!»
Fin del capitulo 1