Ascendiendo
El Arizal
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Una Rama Vigorosa

Los Luria eran una familia singular, que produjo muchos personajes de gran categoría a través de generaciones.
El primero en adoptar el sobrenombre de Luria fue un tal Rab Shimshón, que fue médico del rey de Francia.

Para demostrar su agradecimiento a Rab Shimshón que le había curado la dolencia que le aquejaba, el rey le dio una casa a las orillas del Loira, un río que atraviesa la provincia de Orleans; el médico judío tomó el nombre del río como propio.

Su nieto, que también se llamó Rab Shimshón Luria, fue ab bet din de Erfurt, y dirigió la yeshibá de la ciudad, donde estudiaban importantes eruditos.
Cuando Rab Shimshón murió, decidieron no diseminarse y continuar la yeshibá bajo la dirección de su viuda.
La rabanit Miriam era una de las mujeres más cultas e inteligentes que se han dado en los anales de la historia del pueblo judío.
Se dice que sabía tanta Torá y Talmud como cualquier gran rabino.
Los estudiantes colgaban una cortina a lo largo del bet midrash y la recatada rabanit se sentaba tras ella y, sin que nadie la viera, les daba profundas conferencias sobre Talmud y halajá.

La rabanit Miriam era también miembro de una familia ilustre. Su padre era Rab Shelomó Shapira, el ab bet din de Heilbrun. Rab Shelomó, a su vez, era nieto de Rab Matitiahu Trives, que fue ab bet din de París y rabino principal de los judíos franceses. El linaje de Rab Matitiahu se remontaba a Rabenu Yehudá bar Natán, el Ribán, yerno de Rashí.

También las generaciones posteriores aportaron grandes honores al apellido Luria.
Rab Yejiel Luria fue ab bet din de Brisk; su bisnieto fue el conocido Maharshal, Rab Shelomó Luria (que no hay que confundir con el padre del Arizal, llamado también Rab Shelomó Luria), que se hizo famoso por sus importantes tratados Jojmat Shelomó y Yam Shel Shelomó sobre el Talmud.
Otro descendiente distinguido de Rab Yejiel Luria fue Rab Yosef, mejor conocido como Rab Yoselman de Rosheim, el famoso shtadlán (mediador) que intervino ante los oficiales del gobierno a favor del judaísmo alemán. Rab Yoselman defendió a sus correligionarios y logró evitarles muchos decretos hostiles, así como mucho sufrimiento.

El padre del Arizal, Rab Shelomó, descendía también, muy probablemente, de Rab Yejiel Luria de Brisk (Lituania), porque ésa es la ciudad donde se crió.
Pero no se sabe exactamente cuál era su linaje.

Ashkenazí.

Cuando Solimán el Magnífico conquistó Jerusalén en 5277 (1517), la comunidad judía de la ciudad comprendía unos seiscientos miembros.
Muy pocos de ellos podían vanagloriarse de que sus familias llevaran varias generaciones residiendo en ella. La mayoría eran recién llegados de España y de Italia; unos pocos habían llegado de Alemania.
Toda la comunidad vivía de la caridad. El generoso filántropo Rab Itzjak Sholal se preocupaba de ella, enviando dinero desde Egipto. También llegaban fondos de las comunidades judías de Turquía.

Ese era el yishub que Rab Klonimus y sus discípulos encontraron al llegar a la Ciudad Santa.
Los residentes de Alemania se alegraron enormemente de su llegada e inmediatamente lo nombraron su rabino.

¿Qué llevó a Rab Klonimus de Brisk, en Lituania, a Jerusalén? En todo el país era famoso por su conocimiento de Torá revelada y oculta, y había sido ab bet din de Brisk.
Antes de eso, había ocupado el mismo cargo en la distinguida comunidad de Ostrow y había tenido muchos alumnos que acudían a él desde todos los puntos del país.
Pero cuando su hija contrajo matrimonio con el Maharshal, abandonó el puesto a favor de su yerno y se trasladó a Brisk.
También en esa ciudad se hizo de muchos alumnos, entre otros Rab Shelomó Luria, el padre del Arizal.

En el año 5289 (1529) soplaron malos vientos para los judíos de Lituania. Se pusieron en vigor impuestos nuevos y, aunque los judíos eran una pequeña minoría en el país, su contribución al fisco suponía la cuarta parte de los ingresos fiscales del gobierno.

Todavía estaban luchando y suspirando bajo el peso de los impuestos, cuando cayó sobre ellos un nuevo infortunio.
En esa época, las autoridades prohibían estrictamente a los gentiles convertirse al judaísmo. A pesar de eso, algunos veían la luz y la verdad de la Torá convirtiéndose al judaísmo en secreto y yéndose del país.

Las autoridades sospechaban que los judíos de Lituania proporcionaban refugio y ayuda a esos conversos.
Sigmund, duque de Lituania, no podía tolerar que algo así sucediera en sus tierras y dio orden a los miembros de la aristocracia de que investigaran el asunto.

Aquellos individuos corruptos no necesitaron más. Empezaron a perseguir a los judíos y a atormentarlos. Muchos judíos se ganaban la vida como vendedores ambulantes.
Los señores locales los detenían muy a menudo cuando iban en el camino y los acusaban de ocultar y ayudar a los cristianos convertidos al judaísmo. Los vendedores proclamaban su inocencia, pero todo era en vano y tenían que comprar su libertad pagando cuantiosos sobornos. La nobleza enviaba a sus servidores a allanar las casas de los judíos para buscar en ellas a conversos ocultos.
Incluso cuando no encontraban a nadie, aprovechaban para sacar dinero a los judíos con amenazas.

A los judíos les daba miedo ir por las carreteras. Se encerraron en sus casas y descuidaron sus negocios, empobreciéndose cada día más. Pero incluso en sus hogares tenían que sufrir amenazas y extorsiones.
La vida se había vuelto insufrible y muchos judíos querían irse del país.

De Tierra Santa, por otra parte, venían buenas noticias.
Jerusalén estaba ahora en manos del benévolo gobernante del Imperio Otomano, que permitía a la comunidad judía desarrollarse y florecer.

Fue en esos días turbulentos cuando el anciano Rab Klonimus decidió dejar Lituania.
A pesar de su avanzada edad, prefirió abandonar la honrosa posición que gozaba y viajar a Jerusalén.
“Nada estimula la mente como el aire de Eretz Israel”, pensó.
“No hay estudio de Torá que pueda compararse con el estudio de la Torá en Eretz Israel; no hay santidad comparable a la santidad de Jerusalén.
Quiero vivir allí, cerca del Muro Occidental, la reliquia de nuestro Mikdash.
En el lugar donde se ha quedado la Shejiná podré rezar ante mi Creador con todo mi corazón, con fervor y devoción”.

Cuando sus talmidim, que lo apreciaban intensamente, se enteraron del plan, decidieron unirse a él.
Rab Shelomó Luria fue uno de ellos.
Se despidió de su familia con lágrimas en los ojos, sabiendo que era la última vez que la veía.
Aunque el viaje a Eretz Israel era largo, azaroso y lleno de peligros, no se desanimó. Estaba decidido a seguir a su maestro donde fuera, sobre todo a la amada tierra de los patriarcas.

Cuando llegaron, encontraron una comunidad pequeña y pobre. Pero cada uno de sus miembros era un sabio devoto y piadoso.
A pesar de su gran pobreza, parecían contentos y felices con su suerte.

En aquella época había tan pocos ashkenazíes en Jerusalén, que a cada nuevo inmigrante que llegaba se le añadía a su nombre la palabra ashkenazí.
Rab Shelomó Luria se convirtió así en Rab Shelomó Luria Ashkenazí.

N. Tz. Safrai

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