La defensa de Moshé y la rotura de las tablas
(selección extraída del libro «El Midrash Dice», por el Rabino Moshe Weissman © Ed. Benei Sholem)
Después del Pecado del Becerro de Oro, Hashem se dirigió a Moshé en el Cielo con duras palabras. «¡Bája!» El le ordenó, «¡Tú ya no puedes retener tu exaltada posición como un líder! Yo te elevé a ti por el bien del pueblo. Ellos pecaron, no obstante, cuarenta días después de matán Torá. ¡Cuán desdichada es la kalá (novia) que se volvió corrupta mientras todavía está bajo la jupá!»
Este reproche hirió a Moshé. Su rostro se oscureció. El quiso abandonar los cielos pero estaba tan perplejo por su pena por K-lal Israel que no pudo encontrar su camino hacia afuera y anduvo a tientas como un hombre ciego. Los ángeles se regocijaron. Pensaron que ahora serían permitidos matar a Moshé (quien estaba a punto de llevar su preciosa Torá y entregarla a seres humanos), pero Hashem le ordenó a Moshé asirse a su kisé hacabod (Trono celestial) y ser salvado de los ángeles. El extendió Su talit sobre Moshé para protegerlo.
Hashem censuró a Moshé, diciendo, «Cuando los Benei Israel abandonaron Egipto, tú querías que los erev rav fueran junto con ellos. Yo aconsejé en contra de ello, pero tú eres bueno y modesto y me rogaste a Mí aceptarlos a pesar de su indignidad. ¡Ahora estos mismos erev rav han fabricado un Becerro de Oro e inducido a los Benei Israel a pecar!»
«Ellos pudieron haber hecho un Becerro,» respondió Moshé, «¡pero ciertamente no se inclinarían ante él!»
«Ellos lo hicieron,» dijo Hashem.
«Entonces deben haberse inclinado sin sacrificarle,»persistió Moshé.
«Ellos le sacrificaron, también» Hashem le dijo.
«En ese caso, no pudieron haberlo aceptado como una deidad,» Moshé discutió.
«Los erev rav dijeron, «¡Estos son vuestros dioses, Israel!»» Hashem lo contradijo.
Moshé estaba en un estado de shock ante esta revelación. No sabía cómo era esperado reaccionar a la faz de tal destrozantes nuevas y no encontraba palabras.
Fue Hashem Mismo el que indicó a Moshé cómo proceder reprendiéndolo, «¡Déjame a Mí tranquilo, y Yo los destruiré!» De las palabras, «Déjame a Mí tranquilo» (a pesar del hecho que Moshé todavía no había pronunciado una sola palabra a favor de K-lal Israel), Moshé entendió que él tenía que suplicar por K-lal Israel.
Hashem ofreció hacer a Moshé una gran nación en lugar de K-lal Israel, que sería destruída. Hashem inmediatamente despachó cinco Angeles Destructores para borrar al pueblo judío.
La razón por la que Hashem lanzó severas acusaciones y amenazas contra K-lal Israel fue a fin de despertar a Moshé a rezar lo más sinceramente a su favor. De hecho, Moshé presentó una magistral defensa para K-lal Israel y sus argumentos expían y nos protegen a nosotros hasta este mismo día.
Moshé rehusó la oferta de Hashem de convertirse en el ancestro de una nueva nación judía. El arguyó, «Señor del Universo, si una silla de tres patas se volvió tambaleante, ¿cómo puede una silla con sólo una pata permanecer firme? Si los méritos de sus tres ancestros, Abraham, Itzjak, y Iaakov, fueron insuficientes para escudar a K-lal Israel de Tu furia, ¿cómo podría entonces yo, una sola persona, esperar protegerlos a ellos?¡Si mis descendientes pecaran en el futuro, mi mérito ciertamente no sería suficiente para salvarlos de la muerte! Más aún, yo no puedo aceptar Tu oferta, porque estoy avergonzado delante de Abraham, Itzjak, y Iaakov. Ellos pensarían, «¡Qué líder de la comunidad egoísta! ¡Utiliza la situación para elevarse a sí mismo antes que implorar por misericordia en pro de su comunidad!» ¡Desiste de llevar a cabo Tu plan de exterminio!»
Aún a pesar de que por medio de sus tefilot (plegarias) Moshé salvó a K-lal Israel de inminente destrucción, él descendió del Cielo sin haber logrado perdón por su pecado.
Fue solamente más tarde, después de la destrucción del eguel, el castigo de los pecadores, y otros cuarenta días de tefilá empleados por Moshé en el Cielo, que Hashem perdonó a Benei Israel.
Moshé abandonó el Cielo en un estado de terror. Llevaba en una mano las maravillosas lujot de zafiro las cuales, a pesar de su tremendo peso (cuarenta seá), eran ingrávidas en su mano y se transportaban ellas mismas.
Moshé Rompe las Tablas
Cuando Moshé retornó al pie de la montaña, encontró a su leal discípulo Iehoshúa acampado allí. Iehoshúa había esperado allí por él cuarenta días. Juntos se aproximaron al Campo y oyeron los tumultuosos sonidos de celebraciones en derredor del eguel.
«Estos sonidos se asemejan al clamor de guerra,» Iehoshúa observó.
«Tú me desilusionas, Iehoshúa,» Moshé le respondió. «Tú, el futuro líder de 600.000 ¿no deberías ser capaz de distinguir entre un sonido y otro? Este no es el grito de victoria ni el lamento de derrota.¡Nosotros estamos oyendo himnos de alabanza a un ídolo!»
Ellos entraron al Campo y vieron al Becerro de Oro y el gozo y danza que lo acompañaban. La ira de Moshé fue encendida. «Yo no puedo entregarles las lujot,» pensó. «La Torá consigna que un apikoros (hereje) no puede cumplir la mitzvá de participar del korban Pesaj. Todo Israel se han separado ahora de Hashem y se han vuelto apikorosim. Ellos ciertamente no son dignos de recibir las lujot que contienen todas las mitzvot.»
Moshé se dio la vuelta para regresar las lujot a Hashem, pero los Ancianos lo habían advertido y corrieron tras él. Ellos tomaron las lujot. Moshé intentó apartarlos, y una pelea sobrevino. La fuerza de Moshé fue más grande que la fuerza combinada de todos los Setenta Ancianos. El arrebató con violencia las lujot de sus manos. Cuando miró a las lujot, sin embargo, notó que la escritura sobre ellas había desaparecido. El percibió las letras, el alma y contenido espiritual de las lujot– volando hacia lo alto en el aire. La kedushá (santidad) de las letras no podía entrar al Campo que era ahora tamé (impuro). Las lujot que permanecían en las manos de Moshé eran meras piedras pesadas, sin vida. Moshé las alzó, y con su tremenda fuerza, las hizo añicos contra el suelo y las destrozó.
Varias consideraciones movieron a Moshé a actuar en esta manera.
Una, él tenía miedo que el juicio de Hashem a K-lal Israel fuera más duro si ellos estaban en posesión de las lujot. Si ellos no tuvieran las lujot, su castigo sería más leve.
Moshé razonó que las lujot, que permanentemente establecían el lazo entre Hashem y K-lal Israel, los pondría en la posición de una mujer casada. Hashem condenaría su deslealtad mucho más si ellos poseyeran las lujot que si nunca las recibieran.
Además de eso, después de quebrar las lujot, Moshé tenía intención de discutir con Hashem, «Yo estoy en falta al igual que ellos lo están. Si Tú los perdonas, entonces perdóname a mí también por haber quebrado las lujot. Pero si Tú rehúsas perdonarlos, entonces ¡no me perdones a mí tampoco!»
Hashem aprobó el acto de Moshé de destrozar las lujot. El exclamó, «¡Iasher koaj! ¡Tú hiciste bien en romper las lujot!»El rompimiento de las lujot fue un sustituto del rompimiento del pueblo judío.
En el tiempo cuando las lujot fueron destrozadas, fue decretado que K-lal Israel debía en lo sucesivo estudiar Torá en medio de condiciones de pobreza, dolor, esclavitud, y exilio. Pero por sus esfuerzos en mantener la Torá a pesar de todas sus dificultades, su recompensa será doblada y triplicada en el tiempo del Mashíaj.
A la mañana siguiente, Moshé informó al pueblo que retornaría al Cielo para rogar a Hashem perdonarlos. Moshé, en su gran sabiduría, primero eliminó el eguel y sólo entonces pidió a Hashem perdonarlos.
Rabino Moshe Weissman