Recuerda y cuida el día de Shabat
La realización conciente del Shabat, como fue explicado en el impulso interior, nos introduce a un «nuevo ámbito» de la realidad que se encuentra por sobre el tiempo y el espacio.
El Shabat «es la puerta» al objetivo de toda la realidad: la plenitud infinita que existe «desde siempre», independiente y previa a la Creación.
¿Cómo puede el hombre alcanzar la comprensión que le permita percibir que hay una realidad infinita y plena que existe desde siempre y, más aún, que no fue creada?
Tomemos como ejemplo los estados de ánimo: La alegría y la tristeza son incorpóreas, no ocupan un espacio físico sino que tienen existencia en el ámbito emocional.
Cuando alguien está alegre y luego, por determinada circunstancia entristece, no significa que la alegría dejó de existir sino que ese hombre perdió momentáneamente su capacidad de estar alegre. Pero si los estímulos que generan la alegría vuelven, desaparecerá la tristeza y la alegría ocupará su lugar.
El estado de ánimo refleja la forma en que los seres reaccionan e intelectualizan las situaciones que atraviesan en sus vidas. Pero más allá de nuestra percepción … la realidad continúa.
El trabajo espiritual en la Torá y las mitzvót realizado desde la perspectiva de la Kabalá expande la conciencia humana por encima de los estados de ánimo pasajeros, como lo expresa el libro Etz Jaím:
Previo a la emanación de las emanaciones y la creación de las creaciones la Luz Superior Simple llena toda la realidad.
Shaar Alef, Anaf Bet
La «Luz» a la cual se refiere el texto es la «Plenitud Infinita», la «alegría» de nuestro ejemplo, que el hombre pierde cuando el egoísmo se adueña de su vida.
Mientras se inviertan esfuerzos en proyectos que no responden a la verdadera naturaleza humana ni al propósito de la Creación, ignorando las leyes espirituales (consultar items 5, 57 y 70), se crearán sistemas de vida basados en transformar las debilidades humanas en normas (ver Sabios).
La Torá, por el contrario, define las normas sociales y espirituales en base a principios objetivos: las mitzvót, evitando así que el ser humano construya su vida a partir de ilusiones que desembocan finalmente en la des-ilusión (véase items 15, 16, 24, 25, 26, 36, 37 y 38).
Cuando el hombre comienza a sobreponerse a la dependencia del plano material-sensorial surge paulatinamente la conciencia de los estados de plenitud. Como nos dice el salmo 126:
Cuando el Kadósh Barúj Hú haga tornar a los exiliados de Tzión, seremos como si antes hubiéramos soñado. Entonces se colmará de risas nuestra boca y nuestra lengua de cánticos de alegría …
Los exiliados de Tzión son los deseos egoístas, ya que se encuentran en oposición con la máxima identidad de toda la realidad y Fuente Infinita del altruismo «donde todos somos uno»: el Kadósh Barúj Hú (ver Si Lo conociera sería El).
El egoísmo, la raíz del mal, es producto de la codicia en busca de lo material-sensorial; lo cual limita la realidad a uno mismo. En cambio, el altruismo expande la realidad más allá de nuestro ser incluyendo otros ámbitos y demás seres; de quienes sólo tomamos conciencia cuando trascendemos los límites que nos impone el egoísmo.
Seremos como si antes hubiéramos soñado Así como la luz hace desaparecer la oscuridad, cuando el ser humano alcance el altruismo, el egoísmo -el exilio- parecerá haber sido sólo un sueño.
La realización del Shabat basada en los principios que expone la Torá dirige la conciencia hacia un espacio «nuevo»: la Plenitud Infinita.
El hombre vive pendiente de lo que posee y de lo que los otros poseen. El Shabat nos desafía semanalmente a asumir una nueva percepción de la realidad.
El desafío en la realización del Shabat y las mitzvót nos enfrenta al interrogante de quién soy y no qué poseo. El Shabat crea un conflicto en nuestra relación egoísta con la realidad material-sensorial, surgiendo así un nuevo espacio, un espacio de reflexión y un modo superior de ser.
Entre las diferentes religiones, culturas y filosofías existentes unas consideran al plano material-sensorial como un fin en sí mismo, otras como algo malo que debemos excluir de nuestra labor espiritual (véase Occidente, Oriente y Medio Oriente).
La originalidad de la Torá reside en tomar al plano material-sensorial como un medio, que al ser empleado correctamente nos ayuda a lograr el bien colectivo (consultar items 6, 26). Por ello observamos que el desafío de realizar el Shabat, así como el resto de las mitzvót, no anulan el plano material-sensorial sino que nos introducen a una nueva forma de relacionarnos con él: como un medio para ayudarnos a transformar nuestro egoísmo en altruismo.
Sólo entonces el plano material-sensorial deja de ser el objetivo final, transformándose ahora sí en un medio para el verdadero logro: la Plenitud del hombre.