Ekev (1)
PARASHAT EKEV – SECCIÓN EKEV
12 Y será cuando obedezcáis estas ordenanzas y las observareis y realizareis; El Eterno, tu Dios, guardará para ti el pacto y la bondad que juró a tus antepasados.
13 El te amará, te bendecirá y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu Tierra; tus cereales, tu vino y tu aceite; la simiente de tu ganado vacuno y los rebaños de tus ovejas y cabras en la Tierra que Él les juró a tus antepasados que te daría.
14 Serás el más bendito de todos los pueblos; no habrá hombre estéril ni mujer estéril entre vosotros ni entre vuestros animales.
15 El Eterno alejará de ti todas las enfermedades; y todas las malas dolencias de Egipto que conocisteis, Él no las pondrá sobre ti, sino que las pondrá sobre todos vuestros enemigos.
16 Devoraréis a todos los pueblos que El Eterno, vuestro Dios, os entregará; vuestro ojo no los compadecerá; no adoraréis sus dioses, pues es una celada para vosotros.
17 Tal vez digas en tu corazón: «Estas naciones son más numerosas que yo; ¿cómo podré expulsarlas?».
18 ¡No les temas! Recordarás lo que El Eterno, tu Dios, le hizo al Faraón y a todo Egipto.
19 Las grandes pruebas que vieron tus ojos, y las señales, las maravillas, la mano fuerte y el brazo extendido con que El Eterno, tu Dios, te sacó; así hará El Eterno, tu Dios, con todos los pueblos a los que temes.
20 También la tzirá, especie de insecto maligno, les enviará El Eterno, tu Dios, a ellos, hasta que los sobrevivientes y los ocultos perezcan ante ti.
21 No te quebrantarás ante ellos, pues El Eterno, tu Dios, está entre vosotros, un Dios grande y temible.
22 El Eterno, vuestro Dios, expelerá a estas naciones de ante vosotros poco a poco, no podréis aniquilarlos rápidamente, para que las bestias del campo no se incrementen en tu contra.
23 El Eterno, tu Dios, los entregará ante ti y sembrará entre ellos gran confusión, hasta su destrucción.
24 Entregará a sus reyes en tu mano y harás que su nombre desaparezca de bajo los Cielos; ningún hombre se te enfrentará hasta que los hayas destruido.
25 Las imágenes talladas de sus dioses las quemarás en el fuego; no desearás y tomarás para ti la plata y el oro que hay sobre ellas, para que no caigas en su celada, pues es una abominación a El Eterno, tu Dios.
26 Y no traerás una abominación a tu casa, quedando proscrito igual que ella; ciertamente la aborrecerás y ciertamente la abominarás, pues es cosa proscrita –jerem-.
8
1 Todo el precepto que Yo te ordeno hoy lo observaréis para realizarlo, para que podáis vivir e incrementaros, y vengáis y toméis posesión de la Tierra que El Eterno juró a vuestros antepasados.
2 Recordarás todo el camino por el que te condujo El Eterno, tu Dios, estos cuarenta años en el Desierto para afligirte, para probarte, para saber qué hay en tu corazón, para ver si observabas Sus preceptos o no.
3 Él te afligió y te hizo pasar hambre, luego Él te alimentó con el maná que tú no conocías y que no conocían tus antepasados, para hacerte saber que no sólo del pan vive el hombre, sino que de todo lo que emana de la boca de El Eterno vive el hombre.
4 Tu vestimenta no se desgastó sobre ti y tus pies no se hincharon durante esos cuarenta años.
5 Debes saber en tu corazón que así como un padre castiga a su hijo, así El Eterno, tu Dios, te castiga.
6 Observarás los preceptos de El Eterno, tu Dios, para ir por sus caminos y temerle.
7 Pues El Eterno, tu Dios, te trae a una buena Tierra: una Tierra con corrientes de agua, de fuentes y agua subterránea que emana del valle y de la montaña;
8 una Tierra de trigo, cebada, vid, higueras y granados, Tierra de olivos de aceite y miel de dátiles;
9 una Tierra donde comerás pan sin pobreza, no te faltará allí nada; una Tierra cuyas piedras son de hierro y de cuyas montañas extraerás cobre.
10 Comerás y te saciarás, y bendecirás a El Eterno, tu Dios, por la buena Tierra que te dio.
11 Ten cuidado de no olvidar a El Eterno, tu Dios, de no observar Sus preceptos, Sus ordenanzas y Sus decretos, que yo te ordeno hoy,
12 para que no comas y te sacies, y construyas casas buenas y te establezcas,
13 y se incrementen tu ganado vacuno y tus ovejas, y aumente la plata y el oro para ti, y todo lo que poseas se incremente,
14 y que tu corazón no se vuelva arrogante y te olvides de El Eterno, tu Dios, Quien te sacó de la tierra de Egipto de la casa de la esclavitud,
15 Quien te conduce a través del gran y temible Desierto, de serpientes, víboras, escorpiones y la sed, por donde no había agua y hace surgir agua para ti de la roca del peñasco,
16 Quien te da de comer maná en el Desierto, al que tus antepasados no conocieron, a fin de afligirte y a fin de probarte, para hacerte bien en tu final.
17 Y podrías decir en tu corazón: «¡Mi fuerza y el poder de mi mano me hicieron toda esta riqueza!».
18 Entonces recordarás a El Eterno, tu Dios: que fue Él Quien te dio fuerza para acumular riqueza, a fin de establecer Su pacto que juró con tus antepasados, como este día.
19 Ocurrirá que si olvidas por completo a El Eterno, tu Dios, y vas tras otros dioses y los adoras y te postras ante ellos, yo atestiguo hoy contra vosotros que ciertamente pereceréis 20 como las naciones que El Eterno hace que perezcan ante ti, así tú perecerás porque no has hecho caso de la voz de El Eterno, tu Dios.
9
1 Oye, Israel, hoy cruzas el Jordán, para venir y heredar a pueblos más grandes y más poderosos que tú, ciudades que son grandes y fortificadas hasta los Cielos,
2 un pueblo grande y poderoso, hijos de gigantes, que conociste y de los que has oído: «¿Quién puede enfrentarse a los hijos del gigante?».
3 Pero tú sabes hoy que El Eterno, tu Dios, Él cruza delante de ti, Él es un fuego que consume; Él los destruirá y Él los someterá ante ti; tú los expulsarás y harás que perezcan rápidamente, tal como te dijo El Eterno.
4 No digas en tu corazón, cuando El Eterno, tu Dios, los expulse de ti, diciendo: «A causa de mi mérito El Eterno me trae a que posea esta Tierra, y a causa de la perversidad de estas naciones El Eterno las expulsó de ante ti».
5 No es por tu mérito ni la rectitud de tu corazón que vienes a poseer su Tierra, sino que El Eterno, tu Dios, las expulsa a estas naciones de ti por su perversidad, y a fin de establecer la palabra que El Eterno juró a tus antepasados, a Abraham, a Itzjak (Isaac) y a Iaacov (Jacob).
6 Y debes saber que no por tu mérito te da El Eterno, tu Dios, esta buena Tierra como posesión, pues eres un pueblo obstinado.
7 Recuerda, no te olvides que provocaste a El Eterno, tu Dios, en el Desierto; desde el día que saliste de la tierra de Egipto hasta vuestro arribo a este sitio, habéis sido rebeldes contra El Eterno.
8 Y en Jorev provocasteis a El Eterno, y El Eterno Se enojó con vosotros para destruiros.
9 Entonces yo subí a la montaña para recibir las Tablas de piedra, las Tablas del pacto que El Eterno entabló con vosotros, y permanecí en la montaña durante cuarenta días y cuarenta noches; pan no comí, y agua no bebí.
10 Y El Eterno me dio las dos Tablas de piedra, inscriptas con el dedo de Dios, y sobre ellas estaban como todos las palabras que El Eterno habló con vosotros en la montaña, de en medio del fuego, el día de la congregación.
11 Fue al cabo de cuarenta días y cuarenta noches que El Eterno me dio las dos Tablas de piedra, las Tablas del pacto.
12 Entonces El Eterno me dijo: «Levántate, baja rápido de aquí, pues el pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido; se descarrió rápidamente del camino que le mandé; se hicieron una imagen fundida».
13 El Eterno me dijo, diciendo: «He visto a este pueblo, y he aquí que es un pueblo obstinado.
14 ¡Déjame, y lo destruiré y borraré su nombre de bajo los Cielos, y haré de ti una nación más poderosa y numerosa que ellos!».
15 Entonces di vuelta y bajé de la montaña mientras la montaña ardía en fuego, y las dos Tablas del pacto estaban sobre mis dos manos.
16 Entonces vi y he aquí que habíais pecado a El Eterno, vuestro Dios; os hicisteis un becerro fundido; os descarriasteis rápidamente del camino que El Eterno os ordenó.
17 Yo tomé las dos Tablas y las arrojé de sobre mis dos manos, y las destruí ante vuestros ojos.
18 Entonces me postré ante El Eterno como la primera vez, cuarenta días y cuarenta noches, pan no comí y agua no bebí, a causa de todo vuestro pecado que cometisteis, de hacer lo que es malo a los ojos de El Eterno, de hacerlo enojar;
19 pues temí de la ira y la ardiente cólera que provocó a El Eterno contra vosotros para destruiros; y El Eterno me escuchó también esa vez.
20 El Eterno se enojó mucho con Aarón y quiso destruirlo, por lo que también recé por Aarón en ese momento.
21 Vuestro pecado que cometisteis, el becerro, lo tomé y lo quemé con fuego y lo pulvericé, moliéndolo bien, hasta que quedó como polvo fino, y lo arrojé al arroyo que descendía de la montaña.
22 Y en Taverá, en Masá y en Kivrot Hataavá provocasteis a El Eterno,
23 y cuando El Eterno os envió de Kadesh Barnea, diciendo: «Subid y poseed la Tierra que os he dado», entonces os rebelasteis contra la palabra de El Eterno, vuestro Dios; no creísteis en El y no hicisteis caso de Su voz.
24 ¡Habéis sido rebeldes contra El Eterno desde el día en que os conocí!
25 Yo me postré ante El Eterno, durante los cuarenta días y las cuarenta noches que postré, pues El Eterno había pensado en destruiros.
26 Le recé a El Eterno y dije: «Señor mío, Dios, no destruyas a tu pueblo y a tu legado que redimiste en Tu grandeza, que sacaste de Egipto con mano fuerte.
27 Recuerda a Tus servidores, Abraham, Itzjak (Isaac) y Iaacov (Jacob); no repares en la obstinación de este pueblo, ni en su maldad ni en su pecado,
28 para que la tierra de la que lo sacaste no diga: “Como El Eterno no tuvo la capacidad de traerlos a la Tierra de la que les habló, y a causa de Su odio hacia ellos, los sacó para dejar que murieran en el Desierto”.
29 Sin embargo, ellos son Tu pueblo y Tu posesión, a los que sacaste con Tu gran fuerza y con Tu brazo extendido».