Profundizando
1. Perspectiva del Amor desde la Torá
El Amor, La Mujer Judía y El Matrimonio
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¿Venus y Marte en la Torá?

EN EL PRINCIPIO

Estoy convencido de que todo lo que se necesita saber para aprender acerca de SHALOM BAYIT, es decir, los principios para una convivencia armoniosa entre marido y mujer, se puede aprender del relato bíblico de la Creación. Hoy analizaré una de las diferencias fundamental entre hombres y mujer y trataré de demostrar que la Torá, con su exquisito y sofisticado estilo, de alguna manera, lo anticipó. Nos basaremos en algo que menciona el autor John Gray, en su famoso libro “Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus”. Gray explica que la mujer necesita compartir. Este es una de las diferencias más marcadas entre hombres y mujeres (y se aplica para aproximadamente el 90% de los casos) . Muchas veces, en mis sesiones de counseling a parejas, escucho la misma queja por parte de la esposa: “Mi marido no comparte conmigo sus experiencias. No me cuenta lo suficiente sobre su día, lo que le hizo, lo que le pasó.. Se guarda todo. Es muy reservado. Poco comunicativo” Muchas esposas piensan que el marido es reservado con ella, y piensan que sus maridos no confían en ellas o no las quieren lo suficiente como para compartir con ellas sus emociones y sentimientos. ¿Y por qué una mujer podría pensar así?

LA VIDA EN EL PLANETA VENUS

Explica Gray que cuando una mujer tiene un problema, especialmente una situación que la tensiona, o la abruma necesita “hablar” de ese tema, compartir su carga con alguien más. Descargarse contándole su experiencia a otra persona. Su interlocutor, el que escucha, debe ser alguien de su confianza, y que la quiera. No por una cuestión de confidencialidad, sino porque “sentirse comprendida” es parte de este proceso de catarsis. En el planeta Venus, verbalizar y compartir un problema, no es un tema de comunicación, sino más bien de carácter terapéutico.. Si una mujer no habla de sus dificultades, el problema quedará adentro, en el pecho y allí, causa dolor y más tensión. Gray dice que los hombres ignoran que una mujer necesita desahogarse de sus tensiones hablando y por lo tanto, cuando escuchan el problema de su esposa, muchas veces ofrecen soluciones. Y eso no es lo que la esposa busca o necesita. Así lo explica John Gray: “Cuando una mujer habla sobre su problema, el marido solo necesita escucharla, y resistir la tentación de ofrecer una solución. Con solo escuchar, ayudará a su esposa a que sus niveles de oxitocina se eleven y la asistirá así a reducir su estrés”.

LA SOLEDAD DEL PLANETA MARTE

El hombre, dice Gray, es diferente. Por lo general, un hombre no se relaja «hablando» sobre lo que lo perturba. En realidad, el hombre actúa de una manera absolutamente opuesta al de la mujer: 180 grados diferente. En lugar de verbalizar sus conflictos para desahogarse, el hombre se descarga «no hablando» de lo que le molesta. Distrayéndose de su problema. Dejando de pensar en lo que lo preocupa. Poniendo su cerebro en blanco.

Un amigo me cuenta que cuando llega a su casa, su esposa le da media hora de gracia para que se relaje “solo”. La mujer aprendió este truco de John Gray que dice que cuando un hombre llega a su hogar tenso, lo primero que necesita es refugiarse en su cueva, es decir, un espacio mental donde poner su cerebro en piloto automático. Por ejemplo, viendo las noticias o algún espectáculo deportivo en su computadora o en un televisor o matando extraterrestres en un video-juego de su teléfono. Necesita hacer algo banal, que no requiera ningún esfuerzo mental. “No olvides que tu marido necesita su tiempo en la cueva», dice Gray, «así que no te ofendas si cuando llega a casa quiere ver la televisión o estar solo. Esta actividad mentalmente pasiva lo transforma en una persona mucho más agradable”

MARTE Y VENUS EN LA TORA

Quisiera proponer que estos intrincados mecanismos mentales tan diferentes entre hombres y mujeres tienen su origen en uno de los detalles de la creación. A saber: que la mujer fue creada «después» del hombre. Veamos. Hay que recordar que a diferencia de todas las demás especies de seres vivos, los géneros masculino y femenino en los humanos no aparecen simultáneamente, ¡hombre y mujer fueron creados en dos actos de creación distintos y separados! Esto se describe en detalle en el segundo capítulo de Génesis. La creación del hombre se relata en el versículo 7. La Torá luego nos relata “que Dios asentó al hombre en el paraíso, donde estuvo rodeado de plantas, árboles frutales y animales. Recién en el versículo 22 Dios crea a la mujer y la introduce al paraíso de Adam.

15 VERSÍCULOS DE SOLEDAD

El punto que me gustaría destacar es algo que quizás muchos lo hayan notado. Por un lapso que no creo que sea posible determinar en términos de tiempo-reloj, pero que lo podemos medir en 15 versículos —un lapso temático absolutamente considerable— el hombre vivió “solo”: rodeado de objetos, plantas y animales, pero sin un ser humano a su lado con quien comunicarse. Este fue el paraíso original del hombre. Y es la zona de confort, la cueva, a la cual el hombre regresa cuando necesita estar en paz.

Para la mujer, Eva, el paraíso era muy diferente: hay árboles y animales, pero existe también otro ser humano. Eva nunca estuvo sola en el paraíso. Cuando llegó a este mundo, Adam estaba allí, esperándola. Desde el principio, Eva compartió el paraíso con otro ser humano. Estar acompañada era y es parte de su paraiso original. En Venus las cuevas son para dos. Y esta es la zona de confort a la cual una mujer «regresa” cuando necesita relajase y sentirse bien: un paraíso compartido.

Rab Yosef Bitton

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