Festejando
El Seder y la Hagadá
Pesaj
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Vehi Sheamda…

Extraido de Sedienta esta mi Alma: la Hagada

 

Vehí Shemda…

Y ella es la que sostuvo a nuestros padres y a nosotros, pues no sólo uno se alzó contra nosotros para exterminarnos, sino que en cada generación se alzan sobre nosotros para exterminarnos, pero el Santo, bendito sea, nos salva de sus manos.

El Midrash (Vaikrá Rabá 18) dice: “Es el Creador tanto el que golpea como el que cura”, y éste concepto fue vertido en la Hagadá al decir: “el Santo, bendito sea, nos salva de sus manos». Pues, como explica el Rab Iaacob Meir z»l de Lisa: “Así como los pueblos gentiles buscan el mal para Israel con la finalidad de su exterminio, ése mismo deseo se transforma en la fuente de energía para su salvación, siendo: el golpe la cura. Y por eso la Hagadá enfatiza: “nos salva de sus manos”… de sus pedidos”.

El Abudrahel z»l dice: “Para que el pueblo de Israel pueda ver la supervisión Divina, se estableció que en cada generación haya un enemigo para exterminar al pueblo, y que el Omnipotente salve a su pueblo de sus manos”.

El Rab Abraham Vainflad Shlit»a comenta: “La bondad Divina se ve en dos situaciones: por un lado el Omnipotente no envió a todos los enemigos de una sola vez, sino que ellos fueron llevados a lo largo de la historia. Y por otro lado, en cada generación sus ataques no fueron hacia un punto, sino que ellos iban cambiando.

Por ejemplo, los griegos decretaron sobre el cumplimiento de tres Preceptos, como dice el Tana Debei Eliahu (28): «no se podían realizar circuncisiones, ya que dicho Precepto constituye el símbolo del pacto eterno entre el Creador y el pueblo de Israel, ni cumplir con el cuidado del Shabat, ni con la santificación del mes, bendiciendo a la luna nueva». Pero la intención, como termina diciendo el Tana Debei Eliahu, era: anular toda la Torá”.

En la inquisición española, fue la conversión al cristianismo. En los pogroms cosacos -en los años 5408 al 5409- la finalidad era matar al judío por un provecho económico. Mientras que en el holocausto era buscar el exterminio físico y espiritual del judaísmo. Como expresa el Rab Iaacob Emdim z»l: “Al meditar el milagro de perpetuarse a travéz de su existencia, el pueblo de Israel se convirtió, como dice el versículo, en: «…una oveja rodeada de setenta lobos…», siendo ello un milagro continuo”.

Como acota el Rab Yejezkel Levinstein z»l: “El rey David dice: “…el que sosiega el estruendo de los mares, el estruendo de sus olas…” (Tehilim 67:8), mencionado dos milagros cotidianos. El Creador “…sosiega el estruendo de los mares…” impidiendo que las aguas inunden a toda la tierra, y “…el estruendo de sus olas…”. Como explica Rashi z»l y el Rab David Kamji z»l, conocido como el Radak: “Al igual que el Omnipotente acalla a las naciones que se consideran poderosas, y él libera a Israel de su opresión, es el Todopoderoso quien -de manera permanente- realiza éstos milagros”.

El Rab Iorujam z»l de Mir explica: “Todos comprenden la eternidad que conlleva el pueblo de Israel al hojear un poco sobre su especial relación con el Omnipotente, su singular historia entre los diversos pueblos, su temple en las situaciones tan críticas, como los martirologios donde cada judío, sin importar su sexo, edad ni su nivel cultural, prefirieron entregar sus cuerpos y no transgredir su ideal de vida”.

Su supervivencia entre potencias que hoy son historia, donde nadie creía que ese diminuto puñado de gente vencida y humillada, en el transcurso de su recorrido seguiría existiendo. Pero nadie reflexiona sobre ello, el ser humano no ve la Causa que hace que las cosas ocurran, sino que sólo cree en lo que perciben sus ojos, y en lo que entiende su intelecto, no deja funcionar libremente a su alma… a su potencial espiritual. Expresa el

Rab Elazar Menajem Shaj z»l: “Las plagas y la salida de Egipto constituyen un tema fácil de comprender y concebir, así como es imposible contradecir lo que los propios ojos ven, o lo que las manos tocan, y eso es lo que expresa la Hagadá de Pesaj: En cada generación la persona está obligada a verse como si él mismo estuviese partiendo de Egipto. Dichas palabras no son una frase hecha, sino una realidad, la persona tiene y debe sentir en carne propia como si él estuviese partiendo de la esclavitud egipcia”.

 

Daniel Domb

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