Analizándose
La Fe
La Fe [Emuná] y la Confianza [Bitajon]
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El Valor de la Fe Ciega

Esfuérzate por vivir dentro de la fe y evita toda especulación. No te ocupes de filosofía sino que por el contrario cree en HaShem con una fe simple.
En general, puede parecer que la gente se encuentra lejos de la especulación filosófica, pero muchos la practican en alguna medida. Todo el mundo filosofa. Hasta los niños suelen tener confusas teorías. Debes alejar toda clase de especulaciones de tu corazón.
Recházalas y no pienses más en ellas. Todo lo que necesitas es una fe pura en HaShem y en los verdaderos Tzadikim.
Hemos recibido la Torá a través de Moshé, nuestro maestro y ella nos ha sido transmitida, generación tras generación, por intermedio de numerosos Tzadikim, plenos de temor y respeto.
No cabe duda alguna respecto a su integridad y en ellos se puede confiar sin dudar. Todo lo que uno debe hacer es seguir sus huellas, creer en HaShem con simplicidad e inocencia y guardar los mandamientos de la Torá tal como nos ha sido enseñada por nuestros santos antepasados.
Si la persona es sincera y no cuestiona, podrá ser digna entonces de recibir ayuda de HaShem, Quien la iluminará con el aspecto de Deseo, que es algo superior incluso a la Sabiduría.
El atributo de Sabiduría se encuentra de hecho más alto que la Fe. Pero uno debe evitar la sabiduría de la especulación y basarse solamente en la fe. La fe posee un gran poder y cuando uno sigue su senda, puede alcanzar el Deseo, que es un nivel más alto aún que el de la Sabiduría.
Cuando se es digno del Deseo, se siente entonces un gran anhelo e inclinación hacia HaShem. Este sentimiento llega a hacerse tan intenso que ya no se sabe qué hacer. Y se llora…
Pero existe el filósofo dentro del corazón de cada hombre. Éste es el Malo, aquél que hace surgir preguntas dentro de nuestra mente. Debemos humillarlo y arrojarlo fuera, esforzándonos en la fe y liberando a nuestro corazón de todo cuestionamiento.
Existen pecados que llevan a la persona hacia el escepticismo. Esto también puede suceder si la persona no fue concebida en santidad, en especial si ella misma es culpable de pecados similares. Todas estas cosas deterioran la fe.
Es necesario por lo tanto, sentirse avergonzado del hecho de tener dudas respecto de la fe. Tales cuestiones no son un signo de inteligencia sino un indicador de que la persona ha sido concebida en estado de impureza o que ella misma es culpable de tales pecados. Son estas cosas las que hacen que uno dude sobre la esencia de nuestra fe. Tales dudas deben por lo tanto causarnos una gran vergüenza y tristeza en el corazón.
“La gloria de HaShem llena toda la tierra” (Números 14:21). “El mundo entero está lleno de Su gloria” (Isaías 6:3). Esto es algo que la persona debe comprender y debe recordar también que las dudas al respecto la separan de HaShem y la desarraigan de la Vida de toda vida.
No es necesario describir la gran vergüenza que debe sentir la persona debido a estas dudas. Pero mediante el corazón quebrantado y la vergüenza es posible expulsar y borrar todos estos cuestionamientos.
La fe es algo muy poderoso y puede fortalecer mucho tu vida.
Si tienes fe, posees entonces una fuente de consuelo e inspiración para los momentos en los que surgen las dificultades. Pues entonces comprendes que todos tus problemas son en definitiva para tu propio bien y constituyen una expiación de tus pecados. Sabes que al final HaShem será bueno contigo, tanto en este mundo como en el próximo.
Pero la persona escéptica y desprovista de fe no tiene dónde recurrir en el momento en que la golpean las dificultades. Se encuentra completamente sola sin consuelo ni inspiración.
Es imposible asentar todo por escrito, pero la persona inteligente será capaz de comprender por sí misma a partir de lo dicho y de sacar las conclusiones pertinentes.
Lo más importante es una fe inocente. Con ella, uno puede tener una parte en este mundo y en el próximo. Feliz de aquél que posee una fe así, pues nunca será perturbado.
Existen almas concebidas en absoluta santidad. Cuando un alma tal desciende a este mundo y no se contamina con el pecado, ello da como resultado una persona con fe perfecta. Esa persona no tiene ningún tipo de dudas, nunca.
Es posible que otras personas expresen su escepticismo delante de esa persona, pero su fe no es perturbada en lo más mínimo. Como un eunuco que no se excita con palabras de lascivia, ella se mantiene absolutamente indiferente a todas las dudas. Sus oídos están sordos a las especulaciones y confusiones.
Incluso la persona que no posee un alma tan extraordinaria puede comprender que los cuestionamientos que la gente suele hacer no son más que tonterías. Examinando sus preguntas con detenimiento salta a la vista que en el fondo no constituyen una dificultad en sí.
Mucha gente se siente perturbada durante años por determinadas preguntas, sin comprender que esos cuestionamientos incluyen de hecho su respuesta. Es sólo su falta de inteligencia lo que hace que aparezcan a simple vista como preguntas válidas.
Sus preguntas son similares a aquéllas que se les suelen hacer a los niños: “Si el vidrio de una ventana está roto, ¿por qué cambiarlo por el de la ventana de al lado si un pájaro puede pasar volando por el segundo marco vacío?”. De hecho, la pregunta ya incluye su respuesta. Pero el niño no se da cuenta y considera que es una pregunta muy difícil de responder. Pensará al respecto y no sabrá qué respuesta darle. Pero la pregunta en sí es verdaderamente tonta. La pregunta respecto al pájaro constituye en realidad la respuesta a la primera pregunta. El motivo por el cual no utilizamos el vidrio de la segunda ventana es precisamente porque dejará un espacio a través del cual podrá pasar un pájaro volando.
Un niño no posee la inteligencia suficiente como para darse cuenta que la respuesta está incluida en la misma pregunta. Es por ello que la pregunta le parece tan difícil.
Y lo mismo es verdad respecto a mucha gente. Una pregunta estúpida entra en sus mentes y ellos no se dan cuenta que en realidad incluye su propia respuesta. Parece ser una pregunta difícil, pero sólo debido a su falta de inteligencia. Comprende bien esto.
Considera todo esto y fortalécete en la fe. Huye de esta locura y confusión y aleja de tu mente todas las preguntas y las dudas. (Sijot HaRan #32)

Fe simple
Este párrafo es el primero de una serie de parágrafos que tratan con el tema más importante escrito por Rabeinu zal. Éste es el tema más importante de todos, es un tema sobre el cual se han utilizado más páginas que en cualquier otro en los muchos dichos de Rabeinu zal. El tema es la simple emuná, tener una fe simple. Rabeinu zal insiste en el hecho de que cada persona, cada judío, debe fortalecerse con todo su poder y con toda su determinación con emuná, teniendo fe en HaShem. Fe en que hay un HaShem, fe en que HaShem creó el mundo y que HaShem gobierna las acciones del mundo.

El peligro de la filosofía
Éste parece un tema trivial e infantil. De seguro nos encontramos mucho más allá de la etapa en la que tenemos que hablar sobre una fe simple; se podría pensar que éste es un tema para los niños. Rabeinu zal dice que es un hecho que cuanto más avanzada sea la persona en el nivel intelectual, más se volverá hacia la jakirá, hacia el estudio de la filosofía. Esto es algo que de hecho hace que su fe se deteriore; esto le produce un daño a su fe. La persona debe tener una fe muy simple y no permitirse leer libros de filosofía. Están aquellos que opinan que el estudio de la filosofía es importante para saber qué responderle al otro lado de la moneda. Indudablemente es insalubre y venenoso el que la persona se pase al otro lado. Es mejor ser inculto en lo que a ello concierne y no saber nada de sus pensamientos y sus teorías. El Rabí Akiva dice que aunque uno no crea en ello, el estudio de la filosofía es suficiente para causar daño. El Rabí Akiva, el más grande de todos los Tanaim, afirma que la persona que estudia filosofía anula su posibilidad de llegar alguna vez al Gan Edén. En un cierto nivel, la persona queda anulada espiritualmente. Es verdad que otros Sabios disputan esto, pero sólo un tonto se arriesgaría cuando alguien tan grande como el Rabí Akiva lo afirma. El Rabí Akiva no está solo. Rabeinu zal es un posek, él tiene la autoridad para decidir la ley. Rabeinu zal toma partido por el Rabí Akiva y afirma que la persona que lee libros de filosofía adquiere para sí un boleto de ida, sin retorno, al Gueinom. Prácticamente nunca ocurrió un caso en que una persona que haya estudiado filosofía saliera indemne. O bien cae mucho en su emuná o pierde su fe por completo. Pero ciertamente nadie puede ganar en el campo de la fe leyendo un libro de filosofía.

Todos están afectados por las dudas
Hablando sobre estas cuestiones de fe, Rabeinu zal dice que en la superficie parecería ser que la persona común se encuentra muy lejos de la filosofía. La persona común es alguien que teme a HaShem y que cree en HaShem. La persona común vive una vida de fe. En verdad, aunque Rabeinu zal dice que esto es así, toda persona común, grande o pequeña, erudita o no, de alguna manera está incluida en este tema. Cada uno, aunque no haya oído nada de filosofía, a veces alberga pensamientos que le traen dudas con respecto a la creencia en HaShem.

Viviendo con una fe ciega
¿Cuál es el consejo? Primero debemos ser fuertes e ignorar esas cuestiones. Sin ser demasiado lista ni profundizar, la persona más simple y común debe creer firmemente en HaShem y en los Tzadikim. El tema más saludable es la fe ciega, algo de lo cual se burlan muchos intelectuales. La fe ciega es el rasgo más admirable que la persona pueda adquirir en esta vida, pues cuando la persona tiene una fe ciega y llega a la corte celestial, su corona brilla. Rabeinu zal dice que si, debido a las cuestiones de esos libros de filosofía o de esos profundos pensadores, la persona tiene la mínima duda sobre los axiomas básicos del judaísmo y sobre la fe debe considerar la fe simple que tuvo Moshé Rabeinu alav hashalom. Tenemos otros grandes Tzadikim que nos han enseñado la fe en HaShem y en la Torá. De seguro ellos fueron tan grandes y tan puros que de hecho son en quienes uno puede confiar, en ellos y no en otros, esto es muy simple. Podemos confiar en Moshé Rabeinu, podemos confiar en los grandes Tzadikim, en los Tanaim, en los Amoraim, en los Tzadikim del pasado. Tenemos este hermoso linaje, esta cadena de oro que va hacia atrás, hacia el Har Sinaí, hasta los Avot HaKedoshim, los santos Patriarcas, quienes eran simples baalei emuná, simples creyentes. Se dice que Abraham Avinu “veemin beHaShem”, “creía en HaShem”, punto. ¿Por qué no confiar en ellos? Ellos nos han dado una herencia que de hecho es bueno que sigamos sin cuestionamientos.

Saltando hacia el nivel de ratzón
Rabeinu zal dice que alguna gente llamaría a esto fe ciega. Algunos lo llamarían fe tonta – tonto significa no inteligente, iletrado, insensato, lo opuesto de sabio. Rabeinu zal dice que a partir de esta emuná pshutá, de esta fe muy simple e infantil, la persona puede saltar por sobre todos los niveles intermedios, por sobre todas las sefirot. Puede ir directamente desde el nivel más bajo hacia la corona, hacia el keter de todas las sefirot, todo a través de tener una fe simple. Por sobre la corona se encuentra lo que es conocido como ratzón, el deseo y la voluntad. Cuando el deseo por acercarse a HaShem arde en la persona, ella se inflama de entusiasmo al punto en que se vuelve parte del espíritu de HaShem y su alma se fusiona con la misma Shejiná. La falta de fe, jas veshalom, que es denominada shmad, tiene una guematria de 344. Moshé Rabeinu se encuentra entre los lados opuestos de la cerca. Moshé es guematria 345. Más elevado que esto es ratzón, que es guematria 346. Esto es lo que dice la Guemará, que cuando Ben Azai habló sobre el Rabí Akiva, dijo de él que era el Tzadik más grande de todos los tiempos, igual a Moshé Rabeinu. Todos los Jajmei Israel, los Sabios de Israel, eran muy pequeños, “ketanim kaklipot hashum”, “como la cascarilla del ajo”. ¿Y quién era el verdadero interior, el pnimi del shum, del ajo mismo? El Rabí Akiva. Shum es la guematria de ratzón, que se encuentra por sobre el nivel más elevado. Esto es lo que dice Rabeinu zal, todo lo que necesitas es la fe en HaShem y en los Tzadikim haamitim, sin cuestionamientos. Sin pasar por ningún estudio intelectual, la persona puede elevarse a la cima de la sabiduría y del ratzón.

Luchando con el ietzer hará
Ahora bien, después de todo, el ietzer hará es un poder maligno creado en el cielo e insertado en el corazón de cada persona. No puedes vivir en este mundo de la misma manera en que viven los ángeles en el cielo. Los ángeles no tienen ietzer hará, no tienen una inclinación hacia el mal. Los seres humanos tienen este ietzer hará, nacen con él y son creados con él. Pero también son creados con un lado bueno, con el poder de superar y de vencer a ese ser celestial. ¿Cómo es posible que un ser humano, de carne y hueso, pueda vencer a un ser celestial, que es fuego celestial? ¿Cómo es que la persona puede expulsar a ese espíritu maligno de dentro de ella? ¿Cómo puede exorcizar al ietzer hará, a ese ángel de fuego? Para esto, dice Rabeinu zal, hay una clave. Esa clave es que la persona sepa que ha nacido con esa debilidad del mal. ¿Cuál es el objetivo primario de ese ietzer hará, de ese espíritu maligno? Es debilitar el corazón de la persona, debilitar su fe, alejarla de la fe, hacerla caer. Ahora bien, todo esto se debe a una debilidad por parte de la gente, por permitir que el Satán la venza. Rabeinu zal pregunta, ¿cuál es la clave? ¿Cómo es que uno lucha con el Satán? ¿Acaso consigues una espada flamígera para matarlo? Tanto físicamente como en relación a su voluntad, la persona es débil, ¿cómo puede entonces combatir a ese ángel de fuego?

El regalo de busha
Rabeinu zal revela una clave que toda persona puede utilizar. Ella consiste en que uno debe simplemente pensar y comprender el hecho de que, después de todo, uno admite que está cayendo, que está resbalando, que es débil. HaShem te creó, HaShem te dio vida, HaShem te dio la oportunidad de servirLo con verdadera fe y tú te atreves a alejarte de HaShem, tú te atreves a tener dudas sobre HaShem. Si lo piensas con cuidado, te sentirás muy apenado y con un sentimiento de vergüenza pues, ¿cómo he podido hacerle esto a HaShem? ¿Cómo puedo haberme alejado de mi Creador que me dio la vida, que me dio la posibilidad de vivir con el objetivo final de obtener la vida eterna en el Gan Edén? ¿Y esto se lo retribuyo con dudas y preguntas? ¿Cómo me atrevo a cuestionar los motivos de HaShem, los ideales de HaShem? Con esta clase de busha, de vergüenza, la persona puede adquirir verdadera fe, pues la fe verdadera significa el temor a HaShem. El verdadero temor significa tener temor en el sentido de respeto. Esto es sentir irat HaShem e irat haromemut, temor a HaShem y temor reverencial ante la grandeza de HaShem. El Zohar dice que cuando HaShem creó el mundo, también creó el mal; pero primero HaShem creó el arma contra el mal. La primera palabra de la Torá es “Bereshit”. En esta primera palabra, Bereshit, se encuentran dos palabras “ira boshet”. Ira – temor, respeto y boshet – vergüenza. La persona que tiene esta vergüenza, boshet, puede entonces liberarse del conflicto en su interior. De la palabra boshet proviene la palabra Shabat. Shabat menuja, el descanso del Shabat, la paz mental. En el Shabat ya no existe más la turbulencia interior del conflicto en el corazón. Mediante este sentimiento de vergüenza la persona puede en verdad expeler y eliminar ese mal espíritu.

Saboreando el Shabat en mérito a la emuná
El hecho es que la persona más pobre que realmente observa el Shabat, cuando se sienta a la mesa del Shabat, disfruta de una comida que ni siquiera la persona más rica podrá disfrutar en su vida. Este “condimento” que se encuentra en el alimento del Shabat nunca podrá encontrarse en ningún palacio ni en ningún lugar. Incluso la persona más pobre del mundo puede saborearlo, pues tiene verdadera fe, Shabat. De modo que la persona que tiene esta fe, aunque sea muy pobre, es en esencia más rica que la persona más acaudalada del mundo, más que el emperador más poderoso.

Haciendo del Olam HaZé, de Este Mundo, una experiencia mejor
Rabeinu zal dice que si tienes una emuná shleima, una emuná completa, no sólo se te asegura que tendrás un futuro eterno por delante sino que tu vida aquí en la tierra será mucho más placentera. En verdad, nadie puede evitar el sufrir en esta vida. No hay nadie que sea ni tan rico ni tan saludable ni tan perfecto como para vivir toda una vida sin alguna clase de preocupación o enfermedad que arruine lo placentero de la vida. Cada persona tiene algo que le acaece. La vasta mayoría sufre mucho. La vasta mayoría nunca tiene un solo día que sea perfecto. Si son ricos, tienen problemas con sus negocios. Tienen problemas con sus propiedades y con sus acciones. Miren a un multimillonario el día en que las acciones caen y pierde un montón de dinero. Aunque todavía retiene su riqueza, tiene muchas más preocupaciones al respecto. Se le cae mucho más cabello por ello que a la persona que no tiene acciones ni bonos. La persona pobre no tiene nada que perder porque no tiene dinero para perder. Ahora bien, una persona que no tiene este problema puede sufrir de problemas de salud. Una tercera persona cuya salud es buena y cuyos ingresos son firmes puede tener hijos que hagan de su vida algo miserable. Una persona así puede no sentir najat, satisfacción alguna en sus hijos.

Cada uno de nosotros tiene alguna clase de nube negra en su vida y puede testificar del hecho de que no hay tal cosa como una vida placentera en este mundo. Rabeinu zal dice que este mundo es, en verdad, el verdadero Gueinom. Entiendan por lo tanto que la persona con fe no sólo tiene algo que esperar en el mundo futuro sino que incluso durante su vida aquí tiene algo para esperar. Cuán diferente es la vida de la persona con emuná, pues si se le presenta algún sufrimiento ella estará contenta con ello y lo disfrutará. Disfrutará del hecho sabiendo de dónde viene, sabiendo que ello significa algo para su beneficio. Si tiene isurim, dificultades, sabe que ello es para borrar los pecados que ha cometido. De ahí en más tendrá su registro limpio de toda transgresión, las que fueron borradas por esos isurim. La persona que tiene fe mira de una manera diferente a los infortunios que le acaecen. Su fe le dice, “Yo creo en HaShem y HaShem eliminará este infortunio, HaShem ayudará a curar esta enfermedad, me llevará hacia un estado de alegría”. Esto solo hace que la persona se sienta mejor, mucho mejor, con esta fe. Aquel que no tiene fe no puede esperar el mundo futuro, pues en cuanto a él concierne, descenderá a la tumba y allí se pudrirá. Dado que no hay mundo futuro para él, tiene que aprovechar lo máximo posible de esta corta vida y vivir mientras pueda. ¿Qué puede esperar? Sin fe, ¿cómo puede considerar su dolor y su aflicción? ¿Es que ese dolor y ese sufrimiento son para su propio beneficio? Sufrirá aquí y luego sufrirá allí. Sin fe la vida aquí no sólo es amarga, es un vacío. Por lo tanto, la emuná peshuta, una fe simple es buena para la persona en el Olam HaZé y en el Olam HaBa.

Preguntas que no son preguntas en absoluto
La Guemará nos dice que cuando los padres son kosher, cuando viven en pureza y observan meticulosamente las leyes de nidá, de la pureza familiar, se les otorga como hijo una neshamá santa y pura. Hay mitzvot que la persona puede hacer y de esa manera merecer buenos hijos. Esas neshamot nacen en pureza y no cometen ninguna transgresión que las pueda impurificar. Viven una buena vida religiosa. Rabeinu zal dice que esas personas nunca tienen problemas con pensamientos de kefirá, de ateísmo o descreimiento. Simplemente, esos pensamientos nunca se les ocurren pues para ellas es algo imposible. No pueden comprender y no pueden concebir cómo alguien pueda tener preguntas sobre la fe. La verdad es que están en lo cierto. Todas las preguntas que la persona pueda tener sobre la fe no son, en realidad, preguntas en absoluto. En todos los casos, si la persona tuviera una mente clara y lúcida comprendería que toda pregunta sobre la fe no es una pregunta en absoluto, pues esa pregunta se respondería automáticamente si uno tuviera fe. De modo que también aquí, las preguntas que puedas hacer sobre la fe no son preguntas en absoluto, pues la respuesta está precisamente allí, en la pregunta misma. Esto, por supuesto que no se le presenta en verdad a una mentalidad avanzada sino a una mentalidad muy juvenil e infantil que cree estar avanzada. De hecho, ellos abandonan el verdadero sentido y la verdadera sabiduría al abandonar la fe y al entrar en esas cuestiones de filosofía. Por lo tanto Rabeinu zal dice que la clave es fortalecerse con una fe pura. “Tzadik beemunató ijié”, “El Tzadik vivirá por su fe”, la persona puede realmente vivir por siempre si tiene esa fe pura e incuestionable.

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