Estudiando
Bereshit
Estudio de los libros de la Torá
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Vaigash

Primer comentario (Selección de Comentarios del libro «El Rebe Enseña»)

Segundo comentario (Rab Daniel Oppenheimer – www.ajdut.com.ar)

Tercer comentario (Gentileza judaicasite)

Primer comentario – Sentimientos Mixtos

E Israel [Iaacov] se radicó en la Tierra de Egipto, en la tierra de Goshen; ellos la tomaron, y crecieron y se multiplicaron mucho. — Génesis 47:27

Así es como la Torá describe los comienzos del primer galut (exilio) del pueblo judío, mientras Iaacov y sus setenta hijos y nietos dejaban atrás la Tierra Santa para radicarse en la tierra de Egipto.

Según se ve, fue un principio bastante placentero. Uno de los suyos, Iosef, era el regente de facto de Egipto. Goshen, la zona más selecta de los bienes raíces egipcios, era suya para radicarse. Y eso es lo que hicieron. Se radicaron allí, encontrando a su suelo fértil para su crecimiento comunal e individual, en ambos sentidos, el material y el espiritual [1].

Pero la palabra hebrea vaieajazú en el arriba citado versículo, que hemos traducido como «ellos la tomaron», también se traduce como «ellos fueron sujetados por ella». Ambas interpretaciones son citadas por nuestros Sabios: Rashi traduce vaieajazú como un término relacionado con la palabra ajuzá, «posesión de tierra» y «residencia»; el Midrash lo interpreta como implicando que «La tierra los retuvo y los sujetó… como un hombre que es retenido enérgicamente»[2].

El Vehículo

Una paradoja similar describe los sentimientos de Iaacov hacia su nuevo hogar. Por un lado, los diecisiete años de Iaacov en Egipto son considerados como los mejores años de su vida [3]. Por el otro, la Hagadá declara que Iaacov descendió a Egipto «forzado por el mandato Divino». La declaración de la Hagadá parece inconsistente con la descripción de Iaacov por parte de nuestros Sabios como una merkavá («carroza» o «vehículo») de la voluntad Divina, en quien «cada extremidad estaba totalmente apartada de los intereses físicos y sirvió sólo como un vehículo para llevar a cabo la voluntad de Di-s cada instante de su vida»[4]. ¿Una merkavá sesentiría «forzada» a cumplir una ordenanza Divina?

En verdad, sin embargo, era precisamente porque Iaacov estaba tan absolutamente armonizado con la voluntad Divina que se sintióforzado en su exilio a Egipto. Pues eso es lo que Di-s desea denosotros: que estemos totalmente investidos en el empeño dedesarrollar nuestro ambiente de galut, y al mismo tiempo experimentemos un anhelo perpetuo por escapar de él.

Esta dualidad define nuestra actitud hacia el galut. Por un lado, sabemos que por más hospitalario que pueda ser nuestro paísanfitrión, y no importa cuánto podamos florecer, material y espiritualmente, sobre suelo extranjero, el galut es una prisión. Sabemos que el galut reduce nuestra visión espiritual, obstaculiza nuestra misión nacional, y compromete nuestra conexión con Di-s. Pues sólo como una nación morando sobre nuestra tierra con el Gran Templo como la residencia Divina en nuestro medio podemos percibir la presencia Divina en el mundo, concretar plenamente nuestro papel de «luz para las naciones»[5], eimplementar totalmente todas las mitzvot de la Torá, el flujo vitalde nuestra relación con Di-s.

Pero también sabemos que estamos en el galut con un propósito. Sabemos que hemos sido dispersados por todo el mundo a fin de alcanzar a, e influir sobre, la totalidad de la humanidad. Sabemos que es sólo a través del deambular y de las tribulaciones del galut que llegamos hasta, y redimimos, las «chispas de santidad», aquellos puntos de potencial Divino que se encuentran esparcidos en los rincones más abandonados del globo.

De modo que el galut es una ajuzá en ambos sentidos de la palabra: una residencia para desarrollar y una prisión de la que constantementes debemos buscar escapar.

De hecho, sólo puede ser una cosa si también lo es la otra. Si nos relacionamos con el galut solamente como con una prisión, fracasaremos en la tarea de utilizar adecuadamente las tremendas oportunidades que sustenta. Pero si nos ponemos cómodos en este ambiente ajeno, nos arriesgamos a volvernos parte de él; y si nos volvemos parte de la realidad de galut, Di-s libre, ya no podremos triunfar más en nuestros esfuerzos por desarrollarlo y elevarlo, tanto como la persona que trata de alzarse a sí misma tirando de sus propios cabellos.

De modo que cuando Iaacov condujo a los setenta miembros de su hogar -las setenta semillas de las cuales habría de crecer la nación judía- al primer exilio de Israel, lo hizo como alguien «forzado por el mandato Divino». Como una Divina «carroza», Iaacov no tuvo voluntad, deseo o anhelo fuera de la voluntad de Di-s. Pero sabía que querer realmente ir a Egipto socavaría el propósito mismo de su misión allí.

Iaacov sabía que el secreto de la supervivencia de Israel en el exilio es el rechazo a reconciliarse con él, el rechazo a considerarlo un estado normal o aceptable, y peor aún, deseable, para el judío. El sabía que sólo aquel que se mantiene como un forastero maldispuesto frente al galut triunfará en dominarlo como su «residencia» y extraerá de él una cosecha espiritual dadivosa.

¿Miedo o Dolor?

En ello radica el significado más profundo del comentario de Rashi sobre Génesis 46:3-4, donde la Torá cuenta cómo Di-s Se apareció a Iaacov en el camino a Egipto y le dijo: «No temas descender a Egipto, pues allí Yo haré de ti una gran nación; Yo Mismo descenderé contigo a Egipto, y Yo Mismo te haré ascender nuevamente». Citando las palabras «No temas descender a Egipto», Rashi agrega: «Porque lo apenaba tener que salir de la Tierra [Santa]».

En su más básico nivel de comprensión, las palabras de Rashi vienen para explicar la causa de los temores de Iaacov y de su necesidad de garantías Divinas. En un nivel más profundo, Rashi nos está diciendo por qué este miedo, de hecho, no estaba justificado. Di-s aseguró a Iaacov que no debía temer descender a Egipto «porque lo apenaba tener que salir de la Tierra [Santa]». Porque Iaacov experimentó dolor por la necesidad de abandonar el santo ambiente de la Tierra de Israel pues jamás se sentiría «en casa» sobre suelo ajeno, esto mismo era la mayor garantía de que él y sus descendientes sobrevivirían el exilio egipcio y saldrían triunfantes de los desafíos del galut.

Basado en Likutéi Sijot, Vol. XV, págs. 405-411; ibíd., Vol. XXX,págs. 234-235; Hagadá del Rebe, sobre «anús al pi hadibur».

Notas: 1. Comp. con Rashi sobre Génesis 46:28. 2. Midrash Tadshé 17. 3. Baal HaTurím sobre Génesis 47:28. 4. Midrash Rabá, Bereshit 82:6; Tania, Cap. 23. 5. Isaías 42:6.


Segundo comentario – La Corrupción

Otra cualidad que lo caracteriza a Iosef es el Bitajón (la confianza en que todo lo que sucede en este mundo está siendo dirigido por el Todopoderoso). A los diecisiete años, podía había sentido con toda seguridad que el destino lo trató con injusticia. Como esclavo (nunca un esclavo logró escapar de Egipto), ya nunca volvería a ver a su familia, a sus seres queridos… pero eso no hizo cambiar a Iosef. Iosef no perdió ni un ápice de apego a su padre y a su enseñanza. Más tarde, cuando quiso enviar una prueba a su padre que él, el gobernante de Egipto quien parecía ser una persona de tanta dureza, era realmente Iosef, y que su vida espiritual había quedado intacta, le enseñó a sus hermanos el último tema que había estado estudiando con su padre: «Eglá Arufá» (el tema de la Torá que trata de un homicidio que no terminó de esclarecerse). Sólo cuando su padre vio esto (que Iosef permaneció en Egipto ¡¡ 22 años !! sin corromperse, «revivió» el espíritu de Ia-acov y quiso ir a ver a su hijo añorado.

Es más, hasta el día de hoy, cuando bendecimos a nuestros hijos, les decimos el texto que Ia-acov dijo sobre sus nietos, los hijos de Iosef: «…Que D»s Te coloque como Efraim y como Menashé». Estos hijos de Iosef, en una tierra y en un ambiente totalmente hostil a los valores que habían conocido sus primos de Cna-an, fueron criados con la misma educación dignos de llamarse nietos de Ia-acov, o aun más, convertirse, como los mismos hijos de Ia-acov, en progenitores de dos de las tribus de Israel. Esto habla de una dedicación y un ejemplo que sólo Iosef pudo darles.

Sin embargo, queremos creer por nuestra experiencia de vida que el poder corrompe aun al más justo. Iosef nos demuestra que no es necesariamente así. Administrar fondos ajenos, no es una ocupación que a los humanos nos resulta fácil cumplir con honestidad. Iosef tiene a todo el país, o a todo el mundo en sus manos. Si no es por él, nadie come a raíz del hambre generalizado. él salvó a todos de la muerte segura al interpretar correctamente los sueños y administrar eficientemente los recursos. ¿Hay algo que le impida beneficiarse de la situación?

No obstante, encontramos nuevamente amplia justificación para llamarlo el «tzadik». Antes de interpretar los sueños al Faraón, Iosef ya le avisa que no es una habilidad propia, sino que simplemente es D»s, Quien responderá por el bienestar del Faraón por medio de él. Iosef no envía carros para traer a su padre Ia-acov de Cna-an, hasta que el Faraón mismo se lo ordena. A pesar que el Faraón le dice que todo lo mejor de Egipto está a su disposición, Iosef reparte la comida para su familia «de acuerdo a los bebés». Ni más ni menos. Y cuando el Faraón le ofrece de poner a los hermanos en posiciones de poder, Iosef se pone de acuerdo con ellos para evitar que eso ocurra. Sin duda, detrás de toda esta situación está la triste realidad que todos, tanto iosef como el resto de la familia se están sumiendo en el exilio que D»s le había vaticinado a Avraham en el pacto. Aun así vemos que los hijos de Iosef no tuvieron ningún beneficio por el hecho de ser hijos del gobernante y, a la hora de la verdad, fueron esclavizados junto con el resto de los descendientes de Ia-acov.

El Rav Ia-acov de Lisa escribió en el testamento a sus hijos que en caso de una duda por un tema que atañe al dinero, siempre se dirijan a una autoridad rabínica y nunca lo decidan por su propia cuenta… Cuando él había sido joven, invirtió el dinero que se había dado como dote poniéndolo en manos de un hábil comerciante. Poco después, éste se lo devolvió pues vio que estaba por quebrar. R. Ia-acov, no quiso quedarse con la plata al advertir que habían otros acreedores a quienes no se le devolvería la totalidad de su dinero. Por lo tanto, insistió en quedarse únicamente con la pequeña fracción que le correspondía dentro de la quiebra…

¿Alguna vez se sintió afligido porque le parece que vive en mundo corrupto o bajo un gobierno corrupto? Es realmente triste que así ocurra. Quizás lo pueda solucionar, quizás no. Pero sepa una cosas: La corrupción comienza en casa. Mírese al espejo. Todos podemos y tenemos mucho por corregir. Y en ese sentido, es cuestión de voluntad.

Daniel Oppenheimer


Tercer comentario – Lo que sale del corazón entra en el corazón

«¿permite que diga ahora tu siervo algo en el oido de mi senior?» (Bereshit 44:18)

Con estas palabras comienza el pedido de Iehuda a Iosef. El deseaba pedir por clemencia e indulgencia hacia el y sus hermanos y es por eso que el dialogo debia ser directo. Pero? aparentemente cada uno hablaba un idioma. Todas las conversaciones anteriores habian sido a traves de un interprete. Como esperaba Iehuda hacerse entender ante Iosef sin alguien que tradujera?

El Gaon de Brisk dice que esta pregunta le recuerda una historia sobre el Jafetz Jaim, quien tuvo cierta vez que comparecer ante el Primer Ministro de Polonia, para pedir la anulacion de un decreto del Ministerio de Educacion polaco, el cual sumia en hondos problemas a todos los lideres de Tora de esa epoca. Las palabras del Jafetz Jaim fluian de su calido y puro corazon mientras hablaba, en idish, al ministro gentil. En medio de su discurso el Jafetz Jaim se emociono mucho y comenzo a llorar. Uno de los que lo acompañaban, se levanto para traducir, pero el Primer Ministro le indico que se quedara callado, y le dijo:

«No es necesario. Aunque no entendi ni una palabra, el me ha convencido, porque sus palabras salieron del corazon».

«Las palabras que salen del corazón, entran al corazón». El lenguaje del corazon es comprendido en cualquier idioma. No necesita elaboracion ni traduccion. Fue con este lenguaje que Iehuda quiso convencer a Iosef.

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