Vaieji
Iaacóv le hace jurar a su hijo Ioséf que no lo sepultará en Egipto, pide que trasladen su cuerpo la Tierra de Israel. Pero si su cuerpo murió y el alma pasó a otro plano ¿Por qué desea Iaacov ser enterrado en la Tierra de Israel?
Las formas de la energía
Todo lo existente tiene su ciclo vital, crece hasta alcanzar su máximo nivel de intensidad y luego desaparece. Sucede con los seres humanos, también con los cuerpos celestes y con todas las formas en que la energía se manifiesta. La ciencia moderna como la milenaria tradición de la Kabalá nos transmiten, en diferentes lenguajes, que la energía que activa a una estrella, a un ser vivo o al propio universo está en permanente transformación, pero que no puede ser ni creada ni destruida. O sea que en el universo siempre existió la misma energía, la diferencia radica en las formas que fue adquiriendo a través de los tiempos.
Los denominados agujeros negros, por ejemplo, son el producto de la implosión de una estrella que poseía una masa gigantesca, una inmensa fuerza gravitatoria y una intensa concentración de energía. Así como la energía que activa los cuerpos celestes atraviesa transformaciones, así el alma -la energía espiritual que activa a los seres humanos- se va transformando y depurando al atravesar diferentes modos de ser, con un objetivo: alcanzar la armonía universal.
Gravitación ideológica
El sol y cada uno de los planetas ejercen una fuerza de atracción sobre cada uno de los componentes de nuestro sistema planetario. Las ideas ejercen su influencia sobre los seres humanos. Unas conforman al universo físico otras al ideológico. Para poder escapar de la atracción del planeta Venus es necesario alcanzar una velocidad de 10.14 Kms/seg, de la Tierra 11,3 Kms/seg y del Sol 616 Kms/seg. A mayor masa, mayor fuerza para poder escapar de la atracción gravitacional de cada uno de los astros mencionados. De la misma forma sucede con las ideas y los líderes que las representan, quienes a través de sus poderosas voluntades, a veces para hacer el bien y otras para saciar sus ansias de poder, concentran en torno a sí constelaciones humanas.
La diferencia consiste en que los cuerpos celestes y el resto de los componentes del reino mineral, tal como los del reino vegetal y animal obedecen mecánica e instintivamente a influencias que no pueden superar. El alma humana, en cambio, tiene el potencial y la posibilidad de sobreponerse a la atracción de las fuerzas mecánicas e instintivas, siempre y cuando active su voluntad en la forma correcta.
Fuimos y volveremos a ser en la Esencia
Cuando queremos algo intensamente nos trasladamos mental, emocional y físicamente en pos de lo anhelado. Cada individuo de acuerdo a su conformación es activado por el deseo. Lo que deseamos nos impone, más allá de nuestra conciencia, una «órbita», un ámbito de acción con sus respectivos límites y finalmente un destino. El objeto de nuestro deseo se transforma en una especie de imán que atrae nuestra energía conformando gradualmente la dirección de nuestra vida. No obstante, a veces la vida se parece a la incertidumbre existente ante un conjunto de mensajes de los cuales se recibirán sólo algunos. ¿Cuántas veces queremos forzar situaciones y recibir mensajes que no nos corresponden? ¿Cómo saber la acción y el momento justo que nos conduce a nuestro destino? Ni lo que poseemos ni lo que somos está en nuestro poder, el libre albedrío consiste en qué hacemos, a partir de lo que somos y de lo que poseemos.
En hebreo no existen los verbos tener y poseer, decimos hay para mi-iesh li, hubo para mi-haiá li y habrá para mi-ihié li. Ello señala que el Kadósh Barúj Hú puso todo a nuestra disposición, pero cuando afirmamos tal o cual cosa es mía (shelí) debemos tomar conciencia que nos fue dada transitoriamente, para administrarla y compartirla. Tampoco existe conjugación en tiempo presente de los verbos ser y estar, se conjugan sólo en pasado y en futuro. Fuimos y volveremos a ser en la Esencia. La Esencia no cambia, lo que cambia es nuestra percepción de la Esencia. La propia estructura del hebreo nos transmite que no podemos aprehender el presente, éste sólo tiene realidad en el estado de Ein Sof-Infinito.
¿Por qué no podemos detener el tiempo?
Ein Sof es el ámbito de la plenitud donde no percibimos diferencia entre ésta y el deseo de recibirla, allí trascendemos el tiempo y el espacio y percibimos toda la realidad unificada en un presente continuo. En cambio, cuando anhelamos la plenitud que no poseemos, surge el movimiento en pos del placer, lo que genera la conciencia temporal-espacial, pasado, presente y futuro. Es la realidad de este mundo, donde el presente se transforma inmediatamente en pasado, ya que no podemos detener el tiempo al alcanzar la plenitud anhelada, siendo que aquí no es imposible disfrutar eternamente.
Nuestra realidad material-sensorial es un mundo de búsquedas y cambios donde el desafío consiste en aprehender el orden superior que nos enseñe a discernir en la forma correcta para que alcancemos nuestro destino. Tarde o temprano todo y todos alcanzamos nuestro destino, pero la forma y el tiempo en que ese proceso se realiza depende de la fuerza de voluntad que desarrollemos para superar la atracción que ejerce el ámbito material-sensorial cuando se transforma en un fin en sí mismo.
El lugar que armoniza todos los espacios
Cuando un alma deja este mundo deja un vacío, como un agujero negro, atrayendo con su influencia a todos hacia sí, entonces es cuando más se expande, ya que antes era una estrella, ahora en cambio, hace brillar a otros con Su Luz. Un agujero negro es una puerta hacia una dimensión desconocida, Profetas, Líderes y Sabios nos abren las puertas hacia lo infinito. Iaacóv y Iosef mueren en Egipto pero piden ser sepultados en su lugar de origen, en la tierra de Israel. La tierra de Israel es la puerta de occidente hacia oriente y de oriente a occidente, conformando así el lugar que armoniza todos los espacios. Iaacóv pide ser enterrado en la ciudad de Jevrón, vocablo que proviene de la palabra jibur, que significa conectar. La tierra de Israel es el lugar donde se puede conectar y armonizar la tierra con los cielos, lo material con lo espiritual, el cuerpo con el alma, el deseo con la plenitud infinita. Los verdaderos Iaacóv y Ioséf de todo los tiempos no enseñan sabiduría no sólo con su obra sino que principalmente a través de su forma de vida e inclusive cuando mueren. Ellos dejan establecido un propósito para su pueblo y el mundo, un objetivo: el logro de la armonía universal que se alcanza cuando todo retorna a su lugar de origen y a su forma original: al Kadósh Barúj Hú.
Me encantó la explicación