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Una Nueva Luz (Januca)

Extraido de Jabad Magazine

1) La festividad de Janucá simboliza el triunfo de la “luz” sobre la oscuridad. Nuestro mundo está experimentando actualmente un periodo de particular oscuridad. Tenemos aprensión aún al abrir la correspondencia. Nuestros hijos, hijas, amigos y vecinos estamos luchando contra un enemigo sin fronteras. “El alma de la persona es la lámpara de Di-s” (Proverbios 23;27). Nuestro desafío, estemos donde estemos, es el de traer “luz” al mundo. El motivo por el cual las velas de Janucá se encienden después de la puesta del sol es para enseñarnos que aún en los momentos más oscuros tenemos el potencial de iluminar todo nuestro derredor

2)Los Griegos eran grandes filósofos. Ellos aceptaban los preceptos de la Torá como parte de una gran cultura, y a la Torá como una fundamental obra de literatura judía. Lo que ellos no toleraban era la idea que “Di-s Creador del Universo, había ordenado cumplir esos preceptos”. Tal como dice la plegaria de Janucá. Los Griegos trataban de que los judíos “olvidaran la Torá [de Di-s] y que dejaran de observar los Preceptos [de Di-s]”. Cuando hacemos una mitzvá, nos convertimos en socios de Di-s en su maravillosa creación, declarando de esa forma que el mundo no es una jungla donde el más fuerte se devora al más débil, el mundo es un hermoso jardín, lleno de la “luz” de su Creador

3)El Rey Salomón escribió, “Todo tiene un tiempo, …Un tiempo para nacer, un tiempo para morir, …Un tiempo para la guerra, un tiempo para la paz” (Eclesiastés). En el judaísmo, la paz es la meta final. Por supuesto que si a uno lo atacan la ley judía prohíbe permanecer pasivo. La paz y la santidad de la vida requieren, a veces, de defenderse a si mismo, a su familia y a su país. A pesar del hecho que los Macabeos eran menos en cantidad y en poderío, ellos se opusieron al opresor con fe completa en Di-s. Una de las lecciones de Janucá es que cuando decidimos introducir espiritualidad en nuestras vidas, Di-s nos brinda Su ayuda para superar nuestras limitaciones. Di-s dice a sus hijos, “Abran para mi una pequeña abertura como el ojo de una aguja, y Yo les abriré una apertura por la cual puedan pasar caravanas” (Midrash). Solamente debemos dar el puntapié inicial para que Di-s nos ayude a lograr eso que percibimos como inalcanzable.

4)Aunque una persona pudiera tener un deseo ardiente de ser espiritual, es necesaria una acción concreta para inflamar la llama. La carencia del “aceite” de genuina sustancia, la pasión puede pronto desvanecerse, malogrando la posibilidad de introducir cualquier “luz” duradera en el mundo. Una vida sin preceptos concretos es como una mecha sin aceite, nunca se inflamará. Además de los ocho brazos de la Menorá hay un noveno brazo apartado de los demás, llamado Shamash, la vela piloto, ésta se enciende para que no tengamos provecho alguno de las luminarias de Janucá ya que estas son “sagradas”. …”Estas (ocho) luces son “kodesh” (sagradas) y no tenemos permitido utilizarlas, sólo mirarlas” (de la liturgia de Janucá). La palabra hebrea “kodesh” literalmente significa separado. En el judaísmo, siempre nos encontraremos con objetos sagrados y observancias en varios niveles, ellos estan esencialmente por sobre nuestra limitada razón y percepción, por estar ellos enraizados en lo infinito. Esta “santidad” es la que los griegos no pudieron destruir. Y es esta santidad la que se manifiesta el las luminarias de Janucá.

5)En Janucá celebramos dos milagros: La victoria de los Macabeos sobre las fuerzas de Antíoco IV en el campo de batalla, y el milagro del aceite, que ardió durante ocho días en lugar de uno. El triunfo en el campo de batalla fue milagroso, pero no deja de ser físico, limitado en el tiempo y espacio. El milagro del aceite, el cual permitió a los judíos reinaugurar los servicios del Templo, fue espiritual. Los judíos de todo el mundo emulan hoy en día este milagro y su espiritualidad observando la festividad de Janucá y sus preceptos. La lucha de Janucá se encuentra en cada uno de nosotros. El jasidismo enseña que la persona tiene dos almas. Un alma se inclina por lo espiritual y la otra por lo material. Nosotros podemos reconciliar esta dualidad involucrándonos con el mundo material, pero con una meta espiritual. Esa es una de las razones por las que contamos con tantos preceptos en la Torá, todos ellos involucrando una acción física. Cuando lo físico esta conectado a propósitos espirituales, el conflicto entre nuestras almas se transforma en paz y armonía. Un mundo de paz comienza con nuestra propia paz interior. Cuando uno concreta esta paz interior esta afecta a su hogar, a su entorno y eventualmente al mundo entero.

6)¿Qué forma tiene el alma? Mira la llama de una vela, esta es brillante y saltarina, nunca esta quieta. El deseo natural del alma es el de “saltar” hacia Di-s, liberarse de las limitaciones físicas del cuerpo. La mecha y la vela retienen la llama; el cuerpo físico retiene al alma y la obliga a hacer su trabajo, el de brindar “luz y calor”. El Baal Shem Tov, fundador del Jasidísmo, no admitía el ascetismo, los ayunos o las flagelaciones como método de servir a Di-s, el solía decir, mejor utilizar el cuerpo para hacer buenas acciones. La bondad es contagiosa. Cuando nuestra alma obliga al cuerpo a hacer buenas acciones, ambos son afectados. Aún más, otras almas alrededor nuestro se despiertan e influencian a sus cuerpos a hacer lo mismo. Con el tiempo podemos crear una epidemia internacional de bondad. Esta es una de las razones por la cual la Menorá se coloca hacia el exterior, para recordarnos nuestro deber de compartir la luz espiritual, su calor y sabiduría con nuestro alrededor.

7)En la filosofía jasídica se explica que aunque alguien trate de impedir nuestra conexión con lo Divino la esencia del alma nunca puede ser profanada. Esta chispa de santidad arde constantemente y puede convertirse en una gran llama. El universo fue creado para perpetuar la “luz”, y es intrínsecamente bueno (Génesis). Pero hay momentos en que la oscuridad invade el mundo de Di-s. Es en esos momentos cuando debemos buscar “la única vasija de aceite puro” oculta en alguna parte dentro nuestro, la pura e indestructible chispa Divina que irradia bondad y santidad.

8)Algunos pueden atribuir la milagrosa victoria de los Macabeos a una excelente estrategia militar. La última noche de Janucá es llamada “Zot Janucá”, “esto es Janucá”. Nuestros sabios explican que “zot” (esto) hace referencia a algo revelado y tangible, algo que se puede señalar con el dedo. Cuando el judío es testigo de algo imposible como el milagro del aceite, no puede negar la presencia Divina. Sin “milagros” uno puede creer que las leyes físicas definen la realidad. Pero, cuando experimentamos lo inexplicable, somos testigo de otra realidad más elevada. Entonces podemos señalar a lo físico y apreciar cómo la creación toda también es un milagro. La Kabalá, el misticismo judío, enseña que el último milagro es la llegada del Mashíaj. En ese tiempo, lo que hoy vemos como un muro entre lo físico y lo espiritual se revelará como un puente. ¿Cómo podemos acercar este gran milagro? A través de la “luz” de todas nuestras mitzvot, (preceptos) a lo largo de todos los tiempos.

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