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La Tora e Israel
Más allá de toda duda (el origen de la Torá)
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Un poco de sano escepticismo

extraido de mas alla de toda duda

El pueblo judío comenzó a cumplir la Torá porque millones de ellos estaban presentes, todos, cuando D´s se reveló ante ellos. Todos escucharon la voz de D´s de primera mano. No obstante, tomemos el lado del escéptico y pensemos acerca de esto «objetivamente». Tal vez la Torá sea hecha por el hombre, no menos que el cristianismo y el islam. El pueblo judío puede haber aceptado la Torá y haberla preservado con gran tenacidad, pero quizá, si observamos con detenimiento, encontraremos que la demanda de autenticidad de la Torá es igualmente falsa. Tal vez las cosas no sucedieron de la forma en que está escrito.

Hay sólo unas pocas posibilidades de cómo la Torá y su aceptación pudieron haber ocurrido:
I. Realmente sucedió, tal como está relatado en la Torá.
II. Moisés por su cuenta fabricó todo y luego «se lo vendió» a su generación.
III. Fue hecha en una fecha muy posterior en la historia, mucho después de que los judíos se instalaron en la Tierra de Israel

Tomemos la segunda posibilidad -que Moisés fabricó estas historias y convenció a su generación de creer en él. El problema con esto es que si Moisés era lo suficientemente inteligente para engañar a su pueblo, ¿cómo pudo ser tan tonto de escribir la Torá de la forma en que lo hizo? Si usted desea perpetrar una gran estafa, la primera regla es no pasársela mencionando esa mentira una y otra vez. Antes bien, la estrategia inteligente sería tratar de pasarla furtivamente y esperar que nadie piense demasiado. Referirse a eso una y otra y otra vez sería contraproducente. Pero, la Torá habla sobre la entrega de la Torá en el Monte Sinai y los eventos milagrosos que tuvieron lugar antes y después de la revelación, numerosas veces [2]. Moisés se la pasa recordando a los judíos lo que vieron y escucharon en el Monte Sinai. Son advertidos, en la forma más enérgica, no olvidar el menor detalle de lo que ocurrió en la grandiosa revelación y se les ordena contarlo a sus hijos quienes, a su vez, deben contarlo a sus hijos, continuando así hasta ahora (Deuteronomio 4:9).

La revelación se transforma en la base de la obediencia del pueblo judío a todos los mandamientos que Moisés les transmitió en nombre de D´s (como lo explicaremos más adelante) [3].
¿Por qué entonces, si Moisés lo inventó todo, sería tan tonto de repetir eso tantas veces y convertirlo en el punto central de la nueva religión?

Más aún, si Moisés lo hubiese fabricado todo, ¿cómo podría él esperar que una nación entera crea una historia que ellos supuestamente experimentaron, una historia de proporciones colosales, un evento único en la historia? Habría sido más inteligente argüir algunos milagros en pequeña escala que sólo los jefes de las tribus hubiesen visto. Basando su credibilidad en tal descarada y absoluta mentira, ¿cómo podía esperar que el pueblo lo escuchase y aceptase tal difícil conjunto de leyes? El pueblo seguramente se habría revelado contra él y, tal vez, hasta lo habría matado[4] . Una cosa es cierta: la Torá que esta persona tratara de enseñar, no sería aceptada por un solo individuo de su generación.

Sin embargo, sucedió completamente lo contrario. El pueblo judío aceptó por entero las enseñanzas de Moisés, impartidas a ellos en nombre de D´s. Toda la nación estudió y cumplió la Torá y la transmitió a sus hijos de igual manera. En ningún lugar encontramos la más leve duda puesta en una sola palabra que Moisés hubo pronunciado. (La historia de Koraj, si se estudia correctamente, no es en absoluto una contradicción a esto). Decir, por lo tanto, que Moisés inventó toda la historia y luego trató de «vendérsela» a la gente de su generación, es una postura no sustentada por la lógica.

Tomemos entonces, la otra hipótesis de «fabricación», concretamente que cierto tiempo después de que los judíos entraran en la tierra de Israel, la Torá fue inventada. Esto, sin embargo, es también irrazonable para aceptar. Utilizaremos las próximas páginas para explicar por qué. Para comenzar, no olvidemos que la Torá cuenta acerca de las Diez Plagas, la división del Mar Rojo, la gran Revelación en el Monte Sinai y todos los otros grandes milagros que tuvieron lugar durante los cuarenta años en el desierto de Sinai. Tales eventos obviamente habrían tenido un profundo impacto en la conciencia de la nación. Y por cierto, la mayoría de las festividades y muchos de sus mandamientos, están basados en esos acontecimientos.

Por ejemplo: «Recordaréis que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto» está consignado en la sección de la Torá que prohíbe pervertir la justicia para los conversos y los huérfanos[5]. En la porción sobre los varios diezmos agrícolas, declara: «Habrás de recordar que esclavo fuiste en la tierra de Egipto» (Deuteronomio 24:19-22). Y otra vez: «Para que hayas de recordar el día de tu salida de Egipto todos los días de tu vida» (Deuteronomio 16:3). Las razones que se dan para redimir al primogénito, al animal primogénito y al burro primogénito, consisten que D´s salteó a los primogénitos judíos y a los primogénitos de sus animales en Egipto (éxodo 13:11-15). Debemos habitar en sucot (cabañas), «…para que sepan vuestras generaciones que en cabañas Yo he hecho habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto» (Levítico 23:43). Toda la festividad de Pesaj, incluyendo la prohibición de comer jametz (alimentos de cereal fermentado), las leyes de matzá, toda la noche del Séder, están basadas directamente en la experiencia de Egipto[6] . Incluso el cumplimiento del shabat está basado en el hecho de haber sido redimidos de la esclavitud en Egipto.

Hay otras numerosas y sutiles piezas de evidencia que indican que la Torá fue escrita para la generación de aquellas personas que realmente experimentaron los eventos que se describen ahí. Por ejemplo, dice muchas veces que el espectacular acontecimiento en particular del que se está tratando, sucedió «a los ojos de toda la casa de Israel»[7]. El maná cayó durante cuarenta años «en presencia de todo Israel» . La Nube o Columna de Gloria, que condujo al pueblo judío por cuarenta años durante el día y la Columna de Fuego por las noches, también fueron «a los ojos de toda la casa de Israel» (éxodo 40:36-38) y muchas otras citas. Se trata de argumentos que habrían sido inmediatamente rechazados por las personas que vivían en esa época si jamás los hubieran experimentado.

Más aún, simplemente la forma en que la Torá formula sus declaraciones, demuestra que fue escrita para la gente que experimentó todo de primera mano. Por ejemplo: «Recuerda lo que Amalek te hizo», es decir a ti, no a tus ancestros. Aun el simple mandamiento de «Recuerda… no lo olvides» (Deuteronomio 25:17-19), es revelador. ¿Por qué la Torá diría: «Recuerda», si jamás nada les hubiese pasado a esas personas? Contradice toda lógica decir a la gente que no olvide algo que nunca sucedió, pues cuanto más se le insista a alguien que no olvide un evento que jamás ocurrió, ¡más esa persona va a «recordar» que todo el incidente es mentira! [8 ]

Este tipo de consistencia interna se extiende a lo largo de toda la Torá. Aun un escéptico tiene que admitir que cuanto más uno hurga en los detalles, más ve que la Torá fue escrita para personas que vivieron a través de esa época del milagroso éxodo de Egipto. La evidencia es, de hecho, tan convincente, que forzó a John Bright, un famoso erudito mundialmente famoso, a escribir :[9]

Pero el propio testimonio de la Biblia es tan impresionante, que no deja dudas de que tal notable salvación tuvo lugar. Israel recuerda el éxodo [de Egipto] por siempre, como el evento constitutivo que la llamó a convertirse en un pueblo. Se encuentra en el centro de su fe desde el comienzo en adelante, como fue testimoniado por sus más antiguos poemas (éxodo 15:1-18) [refiriéndose al Cántico del Mar]… así como por otros textos [incluyendo los tantos preceptos que se refieren al éxodo] demasiado numerosos para listar… Una fe tan antigua y tan arraigada no admite más explicación que la de que Israel realmente escapó de Egipto acompañada de eventos tan formidables que fueron impresos por siempre en su memoria.

Otra reflexión para considerar: Si estos milagrosos eventos no fueran verdaderos, entonces ¿por qué todos desde entonces, cumplen los preceptos que la Torá, explícitamente, conecta con esos eventos? Póngase usted en los zapatos de esa gente e imagínese sosteniendo una conversación en aquel tiempo. Su amigo le dice:

  • Mira. Aquí dice: Yo soy D´s Quien te sacó de la tierra de Egipto.
  • ¿Egipto? ?usted contesta.
  • Bueno, tú sabes, donde tuvieron lugar las Diez Plagas cuando éramos esclavos allí.
  • ¿Diez Plagas?
  • Ya sabes: el río transformándose en sangre, las ranas por todas partes, los piojos, la muerte de los primogénitos y todo eso.
  • ¿Cuándo sucedió tal cosa?
  • ¿Nunca escuchaste sobre eso?
  • Noo. Y tampoco lo creo. Quiero decir, tu padre o tu abuelo, ¿alguna vez te mencionaron algo acerca de todo este asunto?
  • No.
  • ¿Tu bisabuelo?
  • No.
  • Bueno, los míos tampoco. ¿A quién vas a engañar?

¿Quién va a cumplir esta exigente Torá si todo estuviese basado en mentiras fácilmente demostrables? Ninguna persona. Nadie asumiría la dificultad ni el precio del estilo de vida de la Torá si estuviese fundamentado en afirmaciones refutables y descabelladas. Nadie.

Empero, la Torá dice: «Cuídate y cuida mucho tu alma, no sea que vayas a olvidar las cosas que han visto tus ojos» (Deuteronomio 4:9). Si nadie vio esto, si todos están diciendo: «Yo no he visto nada, ¿y tú?» ?entonces nadie iría a cumplir la Torá. Otro pasaje (Deuteronomio 8:2-4) nos dice cómo Moisés exhorta a los judíos a recordar el maná que ellos comieron y las vestimentas y los zapatos que usaron por cuarenta años en el desierto, los que milagrosamente, no se deterioraron. Otra vez, es obvio que la Torá fue dada a una generación que realmente experimentó esos eventos. Y cuando estas historias les fueron contadas a la generación posterior, ya ésta lo había oído todo de sus ancestros y, de no haberla oído, entonces ciertamente nadie les creería. Una burla así, tan abierta, sólo conduciría a los judíos a ignorar la Torá.

Otra razón por la cual es improbable que la Torá fuera presentada a cualquier generación posterior de judíos como la «Torá perdida de hace tanto tiempo», es porque sería totalmente improbable que la nación judía entera hubiese olvidado completamente su asombroso pasado tal como es descrito en esa Torá que «se ha encontrado». Por lo tanto, es altamente improbable que le hubiesen creído a esa persona y, si tal individuo hubiese existido en nuestro pasado, entonces su nombre estaría conspicuamente estampado en nuestra historia actual. ¿Quién olvidaría a alguien cuya contribución a nuestra nación no tuviera paralelo? ¿Quién podría ser un héroe más grande que aquel que le hubiere devuelto a nuestro pueblo su antiguo modo de vida? Sin embargo, aun cuando disponemos de millares de antiguos manuscritos, en ningún lugar de nuestros registros ha sido esa persona jamás mencionada.

Ahora que mencionamos el milagro del maná, analicémoslo por un momento. En muchas formas, el maná cayendo del cielo es el más impresionante milagro registrado en la Torá ?tiene elementos que lo hacen aún más impresionante que la entrega de la Torá en el Monte Sinai, las Diez Plagas de Egipto y la división del Mar Rojo. Es verdad, aquellos fueron tremendos milagros que sucedieron frente a millones de personas, pero eran básicamente eventos que sucedieron una vez. El maná, por el contrario, cayó continuamente por cuarenta años, día a día, una y otra vez; la gente tenía que comer algo durante esos cuarenta años en el desierto. Es inconcebible que alguien pudiera salirse con la suya y escribir que el maná cayó ininterrumpidamente durante cuarenta años en el desierto para millones de personas, si en verdad la gente no lo hubiese comido.

Un escéptico podría decir: «¿Qué quiere usted decir? Tal vez la primera generación que vivió en la Tierra de Israel lo inventó luego de que la generación del desierto fue muriendo. ¿No testimonia la misma Torá que la generación que dejó Egipto no ingresó a la Tierra de Santidad? Tal vez no quedara nadie más para dar su testimonio, de modo que la primera generación de habitantes en la Tierra de Israel podría haberlo inventado».

Sin embargo este argumento no puede ser tomado seriamente porque sólo los hombres de veinte a sesenta años de edad murieron en el desierto. Todo varón por debajo de la edad de veinte años (o de más de sesenta) al momento de dejar Egipto, pudo haber vivido cuarenta años en el desierto y luego haber entrado en la tierra. Imagínese a un hombre joven que tenía diecinueve años cuando dejó Egipto; tendría sólo cincuenta y nueve al entrar en la Tierra de Israel. Los mejores años de su vida los pasó en el desierto. ¿Cómo va usted a convencerlo de que millones de personas eran alimentadas con maná en el desierto si esto no hubiera realmente sucedido? Y piense en todos los hombres de 58, 57, 56…45 y 44 años que recordarían el maná.

Más aún, la mayoría de las mujeres ingresaron en la Tierra de Israel. De modo que las mujeres de cuarenta y cincuenta años, así como las de todas las edades, experimentaron el milagro diario del maná. Todas conocieron la historia de primera mano. Ellas la contaron otra vez a sus hijos. Si nadie hubiese oído acerca del maná, ¿habrían aceptado la afirmación de la Torá? Y recuerde: se nos cuenta que el maná fue colocado en un frasco especial para que permaneciera como testimonio del milagro (éxodo 16:32-34) y que ese envase existió al menos hasta la época del Profeta Jeremías.

De lo poco que hemos señalado hasta ahora (y el resto del capítulo sólo agregará a esta evidencia) [10] debería ya ser evidente que la hipótesis de una «invención posterior» es una teoría rebuscada. Decir que la religión del pueblo judío pudo haber surgido por invención de las historias del éxodo, de las Plagas y de todo lo demás, requiere una prueba de fe más grandiosa que admitir su autenticidad.

Un punto más importante. Las leyes para escribir un rollo de Torá son extremadamente estrictas. Cuando se escribe un rollo de Torá está prohibido escribir una sola letra de memoria; cada letra debe ser escrita mientras se lee de un rollo apto de Torá en existencia (Maimónides, Leyes de Tefilín, Mezuzá y rollos de Torá). Agregar o restar incluso una sola letra, está estrictamente prohibido y convertiría el rollo de Torá íntegro en no válido (Maimónides). Debido a estas estrictas leyes, es bien sabido que los rollos de Torá de todas partes del mundo han sido siempre encontrados idénticos uno con el otro. También tenemos una práctica nacional de leer una sección de la Torá cada semana en público en la sinagoga. Esto es programado de tal forma que la entera Torá sea leída en el término de un año. Si se encontrara un error mientras se está leyendo en ese rollo de la Torá, es inmediatamente guardado y no se lo vuelve a usar hasta tanto no haya sido correctamente enmendado. Todas estas leyes protegen la fidelidad de la transmisión de la Torá de generación en generación.

2- éxodo 19:1-25; 20:1-19; 24:1-18; 34:27-35; Deuteronomio 4:9-15; 4:32-40; 5:1-30; 9:8-29; 10:1-11; 18:15-22.
3-Ver éxodo 20:19-20; Deuteronomio 4:14,40.
4-Aunque hemos visto en la historia reciente cómo la gente puede ser convencida de participar en suicidios masivos y hallamos individuos que voluntariamente cometen suicidio por una «causa», eso no puede ser comparado a los judíos que aceptan vivir su vida de acuerdo a la Torá que Moisés les dictó en nombre de D´s. Primero que todo, es mucho más sencillo convencer a una persona de hacer un sacrificio una sola vez -aun si fuera el último sacrificio- que lograr que una nación entera cambie permanentemente su estilo de vida.
Otra diferencia fundamental es que nadie cometería jamás suicidio si toda la razón para hacerlo estuviese basada en un líder que dice una abierta mentira. Si un líder instara a cometer suicidio porque «ayer una voz celestial me llamó diciéndome (o diciéndonos) que cometiéramos suicidio», y la persona a la que le está hablando sabe con seguridad que eso no es verdad, uno puede tener la certeza de que nadie haría algo así, basado en tal mentira. Una cosa es prometer el cielo a aquellos que «mueren por una causa» (un líder carismático puede convencer a la gente de muchas cosas que no pueden ser claramente verificadas -muchos judíos fueron asesinados porque los gentiles fueron convencidos por sus líderes del «problema judío»), pero otra cosa es tratar de conseguir que las personas hagan cosas difíciles basadas solamente en una clara mentira. Si Moisés hubiese fundamentado la adhesión a los Diez Mandamientos y a todas las demás leyes de la Torá, en una espectacular revelación pública que todos sabían con certeza que jamás había ocurrido, entonces ninguna persona en su sano juicio habría aceptado esa rotunda mentira. Es un indignante insulto considerar a las personas tan tontas. Un individuo como ese podría ser linchado, pero incluso si la gente no lo matara, ciertamente no creerían ni aceptarían una sola palabra que él pronunciara.
5-éxodo 22:20; Deuteronomio 24:17-18.
6-éxodo 13:3-10; Deuteronomio 16:1-8.
7-éxodo 16:16-35 (cf. Rashi v. 32); y Deuteronomio 8:3-18.
8-Es interesante notar que jamás se ha encontrado en ninguno de los países que rodeaban a los judíos, ya sea mientras estaban en el desierto o cuando se instalaron en la tierra de Canaan, la mínima documentación que refute alguno de los hechos que vemos registrados en nuestra Torá
9-John Bright, Historia de Israel, Westminster Press, 1981, pág. 122.
10-Por ejemplo, en la sección sobre arqueología citaremos acotaciones como la siguiente (del Dr. Y. Aharoni): «…No existe ningún autor ni editor que pueda haber compuesto o inventado estas historias cientos de años después de que ocurrieron. Ningún serio estudioso de Torá permanece para poder argüir con el hecho de estos sucesos históricos».

Rab Shmuel Waldman

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