Un diálogo entre el Alma y el Intelecto I
Extraído y adaptado de «La Sabiduría del alma. Un diálogo entre el Alma y el Intelecto» (Daat Tevunot) Rabí Moshé Jaim Luzzatto
Alma: Deseo y aspiro a resolver algunos temas, acerca de los cuales se ha escrito (Deuteronomio 4:39):» …Confirmarás en tu corazón que el Eterno es el único D-os..», esos principios de nuestra fe cuyo conocimiento toda persona debe alcanzar en el grado de su inteligencia.
Intelecto: ¿Y qué deseas saber, específicamente? Hay trece Principios de fe fundamentales. ¿Cuál de ellos deseas abordar?
Alma: Yo he verificado todos los Trece Principios, sin quedar en mí ninguna reserva en absoluto. Sin embargo, hay algunos que he verificado y comprendo, y hay otros que, si bien he verificado a través de mi creencia, no están del todo claros para mi inteligencia y mi comprensión.
Intelecto: ¿Cuáles alcanzan tu creencia únicamente, y cuáles también tu razón?
Alma: La existencia de D-os, Su unidad, Su permanencia eternal, Su incorporalidad y Su independencia de todo tipo de material, -creatio ex nihilo- la profecía, la profecía de Moisés, el origen Divino y la inmutabilidad eterna de la Torá, todos estos los creo y los comprendo, y no necesito más explicaciones. Pero en cuanto a la Influencia Divina, el castigo y la recompense, la llegada del Mesías, y la resurrección de los muertos, ciertamente que creo en estos principios, pero me gustaría además alcanzar una comprensión satisfactoria de todos ellos.
Intelecto: ¿Y qué es lo que los hace difícil de comprender?
Alma: Los grandes eventos que se repiten y que, de modo ostensible, parecerían indicar exactamente lo contrario de la Influencia Divina (D-os no lo permita). Tanto más cuando la razón parece no tener el poder de desentrañar las consecuencias de estos hechos! ¿Qué es lo que el Eterno pretende de Sus criaturas? ¿Hacia dónde las conduce? ¿Cuál es el resultado final de todo lo existente? Los actos de D-os nos parecen tan amplios que ningún corazón es capaz de contenerlos. Me gustaría que me enseñaras el modo correcto de comprender todas estas cosas, sin virar a la derecha ni a la izquierda.
Intelecto: Pero dentro de estos conceptos hay temas muy difíciles y muy profundos, tales como el sufrimiento de los justos y la prosperidad de los malvados, que han dejado perplejos a los más grandes sabios y profetas, incluido Moisés, y que simplemente no pueden ser entendidos.
Alma: Aquellos detalles que no puedo comprender no los trato de comprender. Pero al menos déjame alcanzar un entendimiento convincente de los principios generales para poseer un razonamiento adecuado de todos estos temas. Y en relación a lo que no puedo comprender, me diré a mí misma: «No es una labor que tú debas realizar».
Intelecto: Que D-os ha fundado Su universo con justicia y que lo conduce con justicia fiel y recta, sabrás que es algo obvio, y que no deja ningún lugar a dudas. Tal como atestiguó Moisés (Deuteronomio 32:4): «Él es la Roca y Sus obras son perfectas, como perfectos son Sus juicios, Su fidelidad y Su rectitud».
Alma: La rectitud de esta justicia y la profundidad de todo esto que has mencionado es precisamente lo que querría que me explicaras, con claridad, punto por punto.
Intelecto: Lo primero que debo explicarte, a fin de entender el resultado deseado de todo esto, es la idea de la existencia del hombre y la tarea que le incumbe.
Alma: Por cierto que es una tarea que exige gran análisis, si se ha de comprender en todas sus partes.
Intelecto: El cimiento sobre el que descansa toda la estructura es que la Voluntad Superior quiso que el hombre se perfeccionara y de este modo se perfeccionara todo lo que fue creado para él. Esto, en sí mismo, será su mérito y su recompensa. Su mérito: que él habrá trabajado y se habrá esforzado para alcanzar esa perfección, la cual, una vez lograda, podrá disfrutar como producto de su labor y premio a sus esfuerzos. Su recompensa: que finalmente habrá alcanzado esta perfección y se deleitará en el bien por toda la eternidad.
Alma: Se trata de un cimiento multifacético, y ansío saber qué es lo que se construirá sobre él, porque será entonces cuando comprenderé todo lo que incluye. Pero antes querría hacerte una pregunta de orden general: ¿hay alguna causa por la que la Voluntad Superior quiso que fuera así?