Tsav
« Un fuego perpetuo habrá de arder sobre el altar »
El fuego del Mishkán-Tabernáculo no se apagaba nunca, aun cuando se trasladaba y también en Shabat, era perpetuo.
El Mishkán como ya estudiamos en otras oportunidades señala al corazón. Así como el fuego del Mishkán es perpetuo también el corazón no interrumpe su trabajo un solo instante. El corazón es el centro de nuestro cuerpo, él es el encargado de implementar la circulación de la sangre propagando la vitalidad a cada rincón de nuestro organismo.
Un buen corazón
La tradición de Israel nos enseña que el mayor potencial humano se halla en un buen corazón. Cuando una persona es bondadosa decimos: tiene un buen corazón.
¿Por qué la Sabiduría de Israel tomó como modelo el corazón y no el cerebro?
Del corazón aprendemos uno de los valores judíos más importantes. El corazón cuando trabaja da y cuando descansa recibe. Cuando se contrae abre la válvula aórtica y bombea sangre, cuando la sangre termina de salir se cierra la válvula y recién entonces recibe, a través de la coronarias, la sangre indispensable para su propia necesidad. Así los seres humanos cuando contraemos nuestro orgullo y arrogancia recién entonces percibimos las necesidades del prójimo y podemos realmente ayudarlos.
El corazón surte a cada órgano con lo necesario, así el altruista piensa en cada momento en lo que el prójimo precisa y no para hasta que encuentra como ayudarlo. Cuando lo logra entonces se siente completo, ahora puede disfrutar y descansar, pero al igual que el corazón esa pausa es sólo una preparación para poder continuar su labor.