HALEL
El encadenamiento de los mundos
La articulación de los estados espirituales
+100%-

Tohu – Torá – Mashíaj

 

El desarrollo espiritual, tanto a nivel personal como colectivo, atraviesa tres etapas generales:

a) Tohu, caos.

b) Torá, transmisión y recepción de las leyes espirituales.

c) Mashíaj, salvador, mesías.

a) Tohu indica la situación previa al diluvio (ver libro de Bereshít sección Nóaj). En este estado reina el egoísmo, ya que el plano material-sensorial es tomado como el objetivo final. Ello provoca «el diluvio», dado que la materia finalmente se consume a sí misma.

Tohu representa la percepción caótica. En ella el hombre aún no advierte el orden de causa y consecuencia que rige la realidad. Este ámbito señala la índole previa a las iniciaciones espirituales de Bar y Bat Mitzvá [1] , y también la percepción de creyente que el ser humano atraviesa.

b) Torá señala la superación del estado de Tohu y se inicia cuando el hombre accede a la comprensión y práctica de los principios que rigen la realidad: las mitzvót en su índole interior –lishmá– (véase»La perspectiva interior»). Esto sucede a través de la enseñanza y ejemplo que recibimos de los Sabios y/o entendidos.

Torá señala la recepción de las leyes de restauración del deseo de recibir a su estado original: altruismo.
El deseo de recibir es la «substancia» inherente a la Creación y no podemos anularla, es la fuerza que activa todos los procesos de la vida. La Torá nos ayuda a prever las consecuencias de nuestros actos, entonces podemos alcanzar con nuestra voluntad la forma perfecta: el placer a través de la voluntad de dar: el altruismo.

c) Mashíaj representa el estado de placer generado por el altruismo que surge a partir del trabajo conciente en la Torá y las mitzvót (véase La perspectiva interior), como consecuencia de la comprensión de la Sabiduría Interior de la Torá: la Kabalá.
Mashíaj significa «salvador», ya que nos salva del peor enemigo de la humanidad: el egoísmo. Así desembocamos en la ya citada profecía de Jeremías: «Y no enseñará más ninguno a su prójimo… porque todos Me conocerán».

El proceso Tohu – Torá – Mashíaj se desarrolla en todos los órdenes de la vida, tanto a nivel macro como microcósmico, y su comprensión constituye uno de los fundamentos del sistema educativo tradicional judío, encontrando su máximo exponente en la Kabalá.
La Sabiduría de la Kabalá nos introduce, a través de sus códigos y conceptos, a la comprensión de los mecanismos interiores que rigen la Creación; su objetivo es que la humanidad alcance el bien absoluto y la armonía universal a través del altruismo. De esta manera su estudio orienta al hombre a des-cubrir los principios universales, que por ende abarcan en última instancia a todos los tipos de personalidades y tendencias humanas.

[1] Bar y Bat Mitzvá, así como la realización de cada mitzvá, le dan al hombre un potencial. Pero para que el camino espiritual judío sea efectivo, dicho potencial tendrá que desarrollarse a través de un cambio en la actitud humana. El intervalo entre el estado potencial -la realización de la mitzvá y el cambio en la actitud humano- es diferente en cada ser. Por eso, la Torá es un proyecto universal que incluye a todas las generaciones, puesto que ellas son necesarias para revelar y concretizar el potencial de bien existente en cada hombre. Como un diamante en bruto que debe ser pulido y tallado hasta llegar a su perfección.

 

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