Analizándose
Paz y Armonia
Paz y Tranquilidad
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Tiempo Tranquilo y Renovación

Extraído de Cultivar rosas entre espinas. Rab Noaj Orlowek

Al comienzo de Parashat Miketz, el Sfat Emet trae a colación un principio que haríamos bien en seguir si deseamos llevar adelante las vidas exitosas por las cuales rezamos.

El Sfat Emet dice que en Egipto hubo siete años de abundancia antes de que comenzaran los años de hambruna. Estos años de abundancia debían ser usados para prepararse para los años de hambre. Esto no sólo fue cierto en Egipto como nación, sino también en la vida personal de cada individuo.

A cada persona se le otorgan momentos de «abundancia», durante los cuales debe interiorizar las verdades de la vida. En estos períodos serenos, la persona puede desarrollar la dirección y la fuerza que necesitará en los momentos de prueba que la vida inevitablemente le presentará. Si no se prepara a sí mismo de antemano, sino que espera a que lleguen los «años de hambre», entonces es probable que su intelecto no esté suficientemente tranquilo para resolver los problemas que tenga que enfrentar.

Yo creo que este principio no sólo se aplica a largo plazo, sino también a nivel diario. Cada persona experimenta a lo largo del día momentos tranquilos y momentos de transición. Estos últimos vienen a poner a prueba su paciencia, su entendimiento y su fortaleza emocional. Con esto se relaciona un consejo que siempre les doy a los hombres y mujeres jóvenes antes de que se casen:

«A él: Antes de entrar en tu nueva casa, detente durante unos momentos. En tu cabeza has creado una imagen; te imaginas que del otro lado de la puerta encontrarás un hogar ordenado, una deliciosa cena a punto de ser servida y una esposa encantada de verte.

Si te convences de que esto es lo que te espera, y al abrir la puerta no encuentras nada de lo habías imaginado, bien puedes montar en cólera. El enojo es la sorpresa y la frustración ante la brecha entre la manera en que pensamos que algo debe ser y lo que es en realidad. Tómate un tiempo, unos momentos de tranquilidad, para comprender que lo que te espera del otro lado de la puerta puede ser decepcionante. Decide no sólo contener tu cólera, sino brindarle a tu esposa la sonrisa que está esperando y que se merece.

De hecho, sería mejor que no esperes hasta llegar al umbral de tu puerta. Mejor medita sobre esto en el camino a casa.

A ella: Te sugiero que te prepares para dos importantes «momentos de transición» cada día: uno, cuando los niños llegan a casa y el otro, cuando tu marido entre por la puerta. Prepárate a ti misma para la llegada de cada uno cuando todavía la casa está serena. Come una fruta, sonríe. Los niños más que nadie recordarán cómo se sintieron al llegar a casa. Que tu esposo y tus hijos se sientan queridos; demuéstrales de manera no verbal que te alegras de verlos».

La tranquilidad es la situación en la cual mejor funciona el intelecto. Si las decisiones paternas respecto a los hijos han a tener sus raíces en el intelecto, el padre debe tomarse estos momentos tranquilos como parte de su vida cotidiana y creárselos cuando sea necesario. La sorpresa es el enemigo de nuestras emociones, porque nos desubica y nos lleva a actuar sin el pensamiento adecuado. El intelecto necesita tranquilidad y actúa más lentamente que las emociones. Necesitamos comenzar temprano, cuando todavía hay tranquilidad interior y también exterior, para prepararnos para las sorpresas que pueden dificultar nuestros juicios.

LLEVA TU TRANQUILIDAD ENCIMA

El principio del Sefat Emet tiene muchas otras aplicaciones. Antes de tomar decisiones, necesitamos tiempo tranquilo para pensar. Si el sonido (ya sea griterío, ruido de las actividades cotidianas de la casa o incluso música bella) estimula la emoción, entonces el silencio es el elemento natural en el cual el intelecto funciona mejor.

A menudo yo defino la capacidad de concentrarse como «la capacidad de llevar encima tu propia tranquilidad». Esto es cuando uno puede abstraerse de los ruidos del mundo, concentrarse en las verdades de la vida y poner las cosas en la perspectiva adecuada.
Ser capaces de ignorar las distracciones que nos rodean es la clave para poder tomar las decisiones correctas, porque para decidir es necesario sopesar adecuadamente las implicancias de nuestras acciones. éste es el dominio del intelecto.

Rab Noaj Orlowek

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