Sobre la Critica y el Amor…
Extraído de Adquiera un amigo. Editorial Perspectivas
No sólo la Torá nos instruye a amarnos unos a otros sino que además el versículo inmediatamente anterior nos ordena: «No odies a tu hermano en tu corazón» (Vaikrá 19:17).
¿Pero quién odiaría a su hermano o hermana? El versículo continúa: «Reprende a tu compañero para no cargar tú también con su pecado».
Cuando criticamos o corregimos a alguien, podemos estar cumpliendo una mitzvá, pero sólo si se efectúa apropiadamente, como expresión de amor y no de odio. Si usted hiere los sentimientos de alguien, rebajando su autoestima, despertará resentimiento y enojo. Aprendemos de la Torá que herir la autoestima de una persona es peor que quitarle la vida. (Ver Avot 3:15).
Como con todas las mitzvot, necesitamos aprender cómo cumplir la mitzvá de reprender correctamente. Meramente criticar y condenar a otros sin brindarles en contrapartida las directivas de la Torá, no será efectivo en el largo plazo. Rambam enseña que uno está obligado a ofrecer una crítica constructiva privadamente y con un tono de voz agradable para ayudar a la persona. (Hiljot Deot 6:7).
La mayor parte del tiempo, cuando la gente transgrede, lo hace bajo la premisa de que está actuando correctamente, ya sea por falta de conocimiento o por racionalización. Esto hace que la mitzvá de ayudar a otros a mejorar, se torne muy difícil. Las recompensas son muy grandes, pero los riesgos de herir a alguien en el proceso son también grandes. Rashi dice: «Sé cuidadoso de no avergonzar a la persona en público cuando des una reprimenda».
Moshé Rabenu, el líder más grande del pueblo judío, tuvo sus razones para dar reprimenda tres veces en sus años de liderazgo: cuando dos personas dejaron parte de la porción del maná (Shemot 16:20), cuando los Cohanim no comieron de las ofrendas (Vaikrá 10:16) y cuando los combatientes retornaron de la guerra contra Midián sin eliminar a las transgresoras (Bemidbar 31:14). Sin embargo, en estos tres lugares cuando Moshé reaccionó con una muestra de enojo, cometió un error. (Sifrí, Bemidbar 157).
Debemos evitar criticar a los demás tanto como sea posible. Es necesario enojarse por transgresiones de la Torá, pero también es necesario cuidarse de errores que puedan resultar de un enojo aun justificado. Hashem quiere que nuestro enojo esté dirigido hacia la acción, no hacia la persona que transgredió, aun cuando la persona muestre una actitud desafiante hacia lo que es correcto e insista en obrar mal. Cuando damos una reprensión, no es para hacerlo desde el enojo, sino desde el deseo de ayudar a la persona.
Cuando vemos a alguien que necesita corregirse, antes de reaccionar en forma inmediata, debemos pensar: ¿Por qué no comenzar conmigo mismo primero? Será más beneficioso y menos peligroso. La Guemará nos enseña: «Una persona debe primero embellecerse a sí misma y luego embellecer a otros» (Bavá Batrá 60b).
El Talmud relata (Bavá Batrá 60a) que se le preguntó a un Sabio si determinada práctica estaba permitida. El Sabio declinó responder y le pidió al interrogador que volviese al día siguiente para recibir la respuesta. Al día siguiente, cuando éste retornó, el Sabio dijo que la práctica estaba prohibida. Pronto se reveló que el Sabio tenía la situación prohibida en su propia casa pero había tomado las medidas necesarias para rectificarla antes de emitir su fallo.
Cuando efectivamente necesite corregir a alguien, tome los pasos necesarios para asegurarse de que lo está haciendo correctamente. Empiece diciéndose en voz baja a usted mismo como si estuviese hablando con la persona a quien le gustaría corregir: «¡Te quiero! ¡Eres mi hermano!».
El Talmud explica que una de las razones por las que Jerusalén fue destruida, fue la falta de una suficiente reprensión entre las personas. (Shabat 119b). Esa falta fue considerada un pecado tan severo porque demostró carencia de preocupación y de amor de uno hacia el otro. Cuando amamos a alguien, luchamos por ayudarlo a mejorar.
Es importante señalar que hay ciertas personas que no toman a bien la reprensión y, por lo tanto, criticarlos puede que no sea posible ni recomendable. Debemos aprender a ser diplomáticos al tratar con las personas. Los tontos critican, condenan y se quejan. Las personas sabias desarrollan su propio carácter para ser comprensivos e indulgentes. «¿Quién es poderoso? Aquel que domina su inclinación» (Avot 4:1).
Nunca caiga en el hábito de encontrar faltas en los demás. Aprenda, en cambio, la paciencia y la comprensión. Entienda por qué las personas hacen lo que hacen. Cuando estemos por criticar o reprender a alguien, debemos recordar el comienzo del versículo en Vaikrá 19:17: «No odies a tu hermano en tu corazón».
Moshe Goldberger