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Sobre la conducta del hombre

Extraído de Obra Ética y filosófica de Maimonides. Editorial Obelisco

1. El hombre por naturaleza se ve influido en sus opiniones y sus acciones por sus amigos y conocidos y se comporta según las costumbres de la sociedad en que vive. Por lo tanto, la persona debe procurar relacionarse con personas justas y frecuentar a los sabios con constancia para aprender de ellos y de sus conductas. Por lo mismo debe alejarse de los impíos que transitan en la oscuridad para que no los imite. Así declaró Salomón: «Aquel que frecuenta a los sabios ha de ser sabio, mas el que apacienta junto con ignorantes se perjudica» (Proverbios 13:20). Se ha declarado, además: «Feliz aquel que no anduvo tras el consejo de los impíos…» (Salmos 1:1).

Por lo tanto, si habita en un lugar donde las costumbres son nefastas y nadie se comporta de forma correcta, debe trasladarse a un lugar donde sus habitantes sean justos y tengan comportamiento adecuado. Así, si todos los países que conoce y que escucha sobre ellos son lugares de conductas reprobables, como hoy en día… o que no puede dirigirse a un lugar donde sus habitantes se comportan apropiadamente, ya que existe peligro de ejércitos enemigos, o ya sea por alguna enfermedad que lo aqueja, es recomendable que habite solo y solitario, como se ha declarado sobre esto: «Ha de sentarse solo y guardar silencio…» (Lamentaciones 3:28).

Y si resulta que en el lugar donde vive son tan réprobos que no lo dejan habitar tal lugar, sino con la condición de mezclarse con ellos y conducirse según sus conductas nefastas, es preferible que salga hacia las cavernas, los yermos o los desiertos, mas que no se comporte como un impío, y así se ha declarado: «¡Quién me ha de dar un hospedaje en el desierto…!» (Jeremías 9:1).

2.Es un precepto afirmativo unirse a los sabios de la Torá y a sus discípulos, como se ha dicho: «a él te has de unir…» (Deuteronomio 10:20). Cabe, no obstante, preguntar: ¿acaso es posible unirse a la presencia divina? Sino que del siguiente modo explicaron los sabios este precepto: «Trata de unirte a los sabios y a sus discípulos» (Tratado de Ketuvot 111b). Por lo tanto, la persona debe tratar de contraer matrimonio con la hija de un erudito de la Torá, además de buscar que su propia hija se case con un erudito de la Torá.

También incluye este concepto comer y beber con los eruditos de la Torá, intentar hacer negocios cuyos réditos sean destinados a los eruditos de la Torá, y mantenerse unido a ellos de cualquier forma posible, tal como se declara: «para unirse a él» (Deuteronomio 11:22). Dentro del mismo concepto los sabios encomendaron: «Llénate del polvo de los pies de los sabios, y bebe con ansias de sus palabras» (Avot 1:4).

3.Es un precepto personal amar a cada uno de los miembros de la nación de Israel como si fuera él mismo, y así se declara: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo…» (Levítico 19:18). Por lo tanto, debe tratar de alabar al prójimo y preocuparse por sus bienes como si fueran propios, y como si se tratara de su propia honra. Todo aquel que se vanagloria con la vergüenza del prójimo no ingresará en el mundo por venir.

4.El amor al prosélito que vino e ingresó bajo la protección de la presencia divina incluye dos preceptos afirmativos: en primer lugar, porque el prosélito está incluido dentro del concepto de prójimo y en segundo lugar por el precepto específico de amar al prosélito, y así la Torá declara: «Han de amar al prosélito…» (Deuteronomio 10:19), encomendando el amor por el converso así como mandó el amor a El Eterno, tal como se declara: «Amarás a El Eterno, tu Dios…» (ibíd. 11:1). Así también estudiamos que El Eterno mismo ama a los conversos, como se declara: «él ama a los prosélitos…» (ibíd. 10:18).

5.Todo aquel que odie en su corazón a otra persona de Israel transgrede un precepto negativo, como se declara: «No odiarás a tu hermano en tu corazón…» (Levítico 19:17). No obstante, no se castiga esta trasgresión con flagelación, puesto que no se expresa con ninguna conducta, ya que la Torá sólo advirtió sobre el odio que se guarda en el corazón; por lo tanto, el que golpea a su prójimo y lo humilla, a pesar de que no está permitido actuar así, no transgrede la prohibición de «no odiarás».

Rabi Moshe ben Maimon

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