Shmuel Jaím Reshevsky – Campeón de Ajedrez

Extraido de jabad magazine
Originándose en la India del Siglo V, el ajedrez es probablemente el juego de salón más antiguo conocido hoy en día. Cada jugador debe idear cuidadosamente su estrategia, así como también prever y restringir los movimientos de su adversario. Aunque su campo de juego sea apenas un tablero cuadriculado con treinta y dos piezas cinceladas, y sus jugadores no hagan nada más que sentarse, pensar, y mover pequeñas piezas, el ajedrez continúa provocando reverencia y fascinación en gente de todo el mundo. No resulta muy sorprendente que muchos de sus campeones más célebres, como Bobby Fischer, Al Horowitz, y Gary Kasparov, hayan sido judíos.
Uno de los más exitosos y conocidos de estos fue el desaparecido Shmuel Jaím Reshevsky, para quien el ajedrez presentó una oportunidad única de cumplir la mitzvá de Kidush Hashem, santificar el Nombre de Di-s.
Shmuel Jaím Reshevsky nació en la ciudad polaca de Ozorkov en 1911, en el seno de una familia de jasidím de Gur. Su madre, una descendiente directa del famoso erudito talmúdico Rabí Ionatán Eibeschutz, también remontaba su linaje al santo Arizal, Rabí Itzjak Luria, padre de la Escuela Luriánica de la Cabalá.
Shmuel mismo fue reconocido como un niño prodigio.
A la edad de cuatro años, su genio en el ajedrez se hizo evidente: dedujo las intrincadas reglas del juego simplemente observando jugar a su padre, Iaacov.
Cuando tenía seis años, viajó por Europa y jugó en partidas simultáneas de ajedrez. Esto significaba que jugaba contra tantos como treinta adversarios al mismo tiempo; algunos de aquellos a quienes derrotó eran generales y funcionarios militares!
Shmuel fue bendecido con una memoria fotográfica; durante años después, podía recordar todos los movimientos de estas treinta partidas. De hecho, el pequeño Shmuel era conocido como «Shmulik der Wunderkind» [«Shmulik, el Niño Prodigio»].
Cuando tenía nueve años, visitó América con su familia y dio una serie de muy exitosas giras de ajedrez por el país. Sus padres decidieron radicarse en los Estados Unidos, y así creció como un judío observante americano.
Recibió una buena educación secular y se graduó en la Universidad de Chicago con título de Contador. La contabilidad, sin embargo, nunca podría reemplazar su gran amor el ajedrez.
En 1937, a los veintiséis años, ganó el título de «Grandmaster Internacional» en un importante torneo en el pueblo inglés de Margate.
Los muchos éxitos de Shmuel jamás lo tentaron a reducir su compromiso con la Torá y las mitzvot. Su sólida preparación religiosa, y su propia fe firme, lo protegieron de ceder en su observancia del Shabat y las leyes dietéticas del kasher. Por ejemplo, si bien jugar al ajedrez le proporcionaba su subsistencia, nunca jugó en Shabat o en Iom Tov.
Cuando participó en varios torneos en la Rusia Soviética, aquel gobierno virulentamente antisemita se vio forzado a rendirse a sus demandas de que ningún juego fuera programado para los sábados. Y en los Estados Unidos, su país por adopción, cuando asistió a torneos en pueblos donde el alimento kasher no estaba disponible, subsistía con latas de atún y cajas de matzot que había traído consigo. Si debía pasar el Shabat lejos de casa, se las arreglaba para comer con alguna familia religiosa local.
En 1941 se casó con Norma Mindick, una refinada mujer de Boston, Massachussetts. Después de vivir en Boston, se mudaron a Nueva York.
La nueva pareja Reshevsky vivió en Crown Heights, donde se encontraba la Sede Mundial de Lubavitch, durante siete años, antes de radicarse permanentemente en Spring Valley, en los suburbios de Nueva York.
Shmuel había desarrollado un vínculo con el Rebe Iosef Itzjak de Lubavitch (conocido como «el Rayatz») en los años previos a su casamiento, y esta relación se fortaleció mucho durante los años en que vivió en Crown Heights. De hecho, cuando Shmuel recibió una citación por carta del ejército norteamericano, pidió al Rebe Rayatz una bendición para no ser reclutado. El Rebe contestó que él sólo le dispensaría esta bendición si se comprometía a estudiar Torá todos los días. Shmuel aceptó gustoso y, ciertamente, fue eximido del servicio militar. Guardó su palabra, y destinó tiempo para el estudio diario de la Torá.
Una vez, durante un particular campeonato, Shmuel podía prever que no iba a ganar, de modo que hizo lo que cualquier sabio jasid de Lubavitch haría: envió un telegrama al Rebe Rayatz durante el intervalo, y pidió una bendición. Su juego pronto mejoró, y ganó el campeonato…
Shmuel disfrutó de un nexo cercano con el Rebe Rayatz, así como también con su yerno, quien luego llegó a ser el presente Rebe. En un período de unos dieciocho meses, cada Shabat solía caminar a casa desde «770» con el Rebe (quien entonces era conocido como «el Ramash»). Shmuel se vio muy impresionado por él y frecuentemente comentaba: «¡El Rabí Schneerson es una persona tan fina!»
Su relación especial continuó cuando el Ramash se convirtió en el nuevo Lubavitcher Rebe, en 1950.
En los primeros años, durante los farbrenguens encuentros jasídicos , el Rebe analizaba las profesiones o intereses de aquellos que participaban regularmente. En un particular farbrenguen, le llegó el turno a Shmuel: el Rebe ofreció una memorable sijá sobre el significado del ajedrez (véase El ajedrez a la luz del jasidismo), y cómo cada jugador y cada movimiento nos enseña una lección acerca de cómo servir mejor a Di-s.
El Rebe también jugó un papel más directo en las partidas de ajedrez de Shmuel. Cada vez que éste tenía que salir para un torneo, solía llamar a la secretaría para pedir una bendición y obtener la dirección de alguna familia religiosa con la que pudiera pasar el Shabat.
En 1952 Shmuel derrotó al Campeón Mundial de Ajedrez, Mikhail Botvinnik, y saltó a los titulares de las noticias. Sin embargo, como éste no era oficialmente un partido por el título, él sólo podría ser conocido como el «no oficial» Campeón Mundial de Ajedrez.
Shmuel escribió siete libros sobre el ajedrez, y una columna para el New York Times, el Chess Lift Magazine, el The Herald Tribune, el World Journal Tribune, el Medical Opinion & Review, y el Jewish Press.
Durante dos campeonatos mundiales de ajedrez, fue el comentarista para dos estaciones de televisión.
También tuvo la distinción de ser el único jugador que alguna vez derrotara al joven genio del ajedrez, Bobby Fischer. Y a lo largo de toda la fama y gloria que llegó a obtener, siguió siendo un minucioso observante de las mitzvot.
Shmuel tuvo numerosas oportunidades para santificar el Nombre de Di-s. Una de esas tuvo lugar en la década del 50´, cuando debía tomar parte de un torneo en Caracas, Venezuela. Desafortunadamente, su vuelo se demoró, y para cuando llegó, era casi Shabat. El jugador de ajedrez contrató rápidamente un taxi, se introdujo en él y ordenó al conductor que acelerara a fondo. Pero pronto le resultó claro que el Shabat estaba por comenzar. Inmediatamente pidió al conductor que detuviera su automóvil, y salió. Ahora era Shabat, y Shmuel no tenía otra elección que dejarlo todo, su dinero, pasaporte, tefilín, ropa, y alimentos, en el taxi. Pidió al conductor que llevara todas sus pertenencias al hotel e inició la marcha a pie hacia su destino.
Le tomó mucho tiempo llegar a la ciudad. Cuando finalmente llegó, un hombre se le acercó y le preguntó si era judío. Cuando Shmuel contestó afirmativamente, el forastero dijo que también él era judío, y lo acompañó todo el camino hasta su hotel. Cuando llegó allí, se sintió aliviado y feliz al comprobar que el conductor había traído todas sus pertenencias al hotel.
Cuando llegó a los setenta años de edad ya no estaba más entre los tres primeros ganadores en los torneos. Preguntó al Rebe si debía retirarse, pero éste le contestó que no lo hiciera: jugar al ajedrez era su herramienta para cumplir la mitzvá de kidush Hashem.
No mucho después, Shmuel derrotó al Campeón Mundial, Vassily Smyslov, en la Unión Soviética. Los mil miembros del auditorio quedaron encantados con su excelencia y le rindieron una ovación de pie.
Poco después, a los 72 años, fue aclamado como ganador conjunto de un importante torneo de ajedrez que tuvo lugar en Islandia, una victoria para la que se había preparado pidiendo al Rebe una bendición.
En 1984 Shmuel recibió una cálida carta del Rebe, en la que lo alababa por su éxito en un torneo internacional:
«…Me sentí doblemente gratificado porque fue bueno saber que continúas participando en Torneos Internacionales, y especialmente porque has compartido el primer premio en el Torneo en Reykjavik. No es preciso decirlo, el punto más gratificante es que continúas mostrando un Kidush HaShem Barabím [en público], insistiendo en tu derecho de no jugar en el sagrado Shabat y que tu postura fue reconocida y aceptada…».
Al final de la carta, el Rebe escribía:
«P.D.: Las siguientes líneas pueden resultar extrañas, pero considero mi deber no desperdiciar la oportunidad de llevarlo a tu atención. Seguramente estás familiarizado con la historia personal de Bobby Fischer, de quién nada se ha escuchado en bastante tiempo. Desafortunadamente, no tuvo una educación judía apropiada, lo que probablemente sea la razón de que esté tan alienado del modo de vida judío o del pueblo judío. Sin embargo, siendo judío, debería ser ayudado por quienquiera pueda hacerlo. Te escribo a ti sobre esto, pues probablemente tú estés mejor informado sobre él que muchas otras personas, y quizás tú puedas encontrar algún camino para que él pueda ser devuelto al redil judío, ya sea mediante tus esfuerzos personales, o de alguna otra manera…».
Bobby Fischer fue un famoso genio del ajedrez, quien llegó a ser el Campeón Norteamericano de Ajedrez a los catorce años. Fue el Campeón Mundial de 1972 a 1975, y anunció su retiro cuando apenas tenía treinta años. Se cree ampliamente que Bobby quiso retirarse mientras todavía estaba en la cima.
Siempre había sido conocido como un genio, y su juventud, junto con su personalidad más bien única, despertó el interés general del público por él, y por el ajedrez.
Bobby Fischer era hijo de madre judía y padre gentil. Nunca había recibido educación judía y no se consideraba judío.
Cuando Shmuel recibió la carta del Rebe, su primera reacción fue una de alegría: el Rebe lo había elegido a él. Sin embargo, entendió que esta misión no sería tan fácilmente coronada por el éxito. Bobby ya había estado fuera de la vida pública por un par de años, y se sabía que vivía recluido en Los Angeles.
Poco después de que Shmuel recibiera la carta del Rebe, viajó a Los Angeles para jugar en un torneo. Tan pronto como llegó, telefoneó a Bobby y le contó acerca de la carta del Rebe. Bobby aceptó inmediatamente encontrarse con él. Esto era algo muy inusitado, dado que generalmente no aceptaba visitas.
Su reunión duró unas tres horas, durante las que Bobby hizo muchas preguntas profundas acerca del judaísmo. Aunque no pareció identificarse con el judaísmo después de su reunión más que antes, Shmuel siempre creyó que su debate lo había afectado. Cada misión que encomienda el Rebe siempre produce un resultado positivo, sentía él, aun cuando uno no pueda reconocerlo.
En 1986, Shmuel fue incluido en el «Salón de la Fama del Ajedrez de los Estados Unidos». Pocos años después, en su octogésimo natalicio, la Confederación de Ajedrez de los Estados Unidos y la Fundación Estadounidense de Ajedrez le hicieron una fiesta en un restaurante kasher. Le regalaron un tablero y un juego de ajedrez. Sobre la caja se había grabado un tributo hermosamente redactado. Estaban honrando a un hombre que tan exitosa y frecuentemente había representado a su país en los Juegos Olímpicos Internacionales de Ajedrez. (Los logros de Shmuel también eran bien conocidos en Israel, donde una vez había ganado un torneo internacional).
Shmuel Jaím Reshevsky falleció en 1992, a la edad de ochenta años. En las necrologías publicadas en el The New York Times y en los periódicos judíos, se mencionó que había vivido como un judío ortodoxo. Jamás había trabajado en Shabat, ni comido alimentos no kasher. Incluso en la muerte, Shmuel Reshevsky siguió siendo inspiración para aquellos que habían seguido de cerca su larga y brillante carrera.