HALEL
Bamidbar
El alma en el relato de la Torá
+100%-

Shlaj Lejá

 

Libertad y dignidad son principios que gran parte de la humanidad considera la base de toda sociedad que se considere justa. Pero debemos recordar que no siempre fue así. La ignorancia y el miedo generadoras de aquellos imperios paganos e idólatras basados en el sacrificio humano, la esclavitud y el abuso resurgen a través de toda la historia y no siempre son catalogados y condenados en su justa medida.

Cuando una sociedad sacraliza la muerte, sus «líderes» mantienen al pueblo en la ignorancia bajo gobiernos demagógicos sin sistemas de justicia ¿no es eso acaso una versión actualizada de aquel mismo paganismo e idolatría revestido en supuestos nacionalismos y pseudo espiritualidad?

Muchos analistas definen el período histórico que estamos viviendo como un conflicto de civilizaciones, cuya causa es la falta de valores compartidos.
¿Cómo se puede compartir valores con quienes los distorsionan?

Shlaj Lejá
Moshé envía a un grupo de 12 hombres a explorar Cnáan, la futura Eretz -Tierra de Israel. A su regreso, ellos relatan que realmente esa es la tierra que mana leche y miel y sus frutos son de un tamaños y una calidad fuera de lo común. Pero 10 de los 12 exploradores argumentan que los pueblos que habitan allí son muy fuertes e imposible de doblegar . Ellos se quejan ante Moshé y Aharón creando inseguridad en el pueblo y expresan: Para que afrontar tantos riesgos, todo este camino a través del desierto, mejor sería volver a la «seguridad» de Egipto.

La tierra de Abraham, Itzják y Iaacóv
La Tierra de Cnáan es la futura Eretz-Tierra de Israel. El vocablo Cnáan posse similar raíz gramatical que el verbo lehajnía cuyo significado es doblegar, derrotar, vencer.
El término eretz-tierra nos indica la voluntad y el deseo (trabajamos la tierra para que nos dé su fruto).
En la tierra de Cnáan vivían 7 naciones (Deuteronomio 7:1) que practicaban el sacrificio humano y todo tipo de abominaciones. El pueblo de Israel tuvo que doblegarlas y así Cnáan se transformaría en la Tierra de Israel, la que HaKadósh Barúj Hú le prometió a Abraham, Itzják (…es a través de Itzjak que tu descendencia portará tu nombre -Génesis 21:12-, …confirmaré Mi pacto con Itzják como Pacto Eterno para con su descendencia -Génesis17:19-) y posteriormente su nieto Iaacóv padre de las doce tribus de Israel y toda su descendencia.

Siete medidas
Las 7 naciones representan 7 medidas del deseo manifestadas en forma egoísta, las cuales impiden que nuestro altruismo -atributo de Israel (ver Vaishlaj)- se manifieste. Las estructuras septenarias: 7 influencias astrales (Sol, Mercurio, Venus, Luna, Marte, Saturno y Júpiter), los 7 días semanales, los 7 orificios de la cabeza (2 ojos, 2 oídos, 2 fosas nasales y boca), etc., conforman las coordenadas tiempo-espacio a través de las cuales nuestro deseo se expresa. El desafío humano consiste en neutralizar las influencias negativas, representadas por estas 7 naciones o tendencias interiores conformando así el espacio para que nuestro deseo se manifieste constructivamente.

«Les daré corazón para que Me conozcan . . . «
Jeremías 24:7

Los 12 exploradores que Moshé envía a la tierra de Cnáan representan 12 formas de discernimiento temporal-espacial inteligibles que nuestro corazón adopta para conocer (los 12 meses y las 12 tribus).

Cada día y a cada instante estamos expuestos a diferentes impresiones mentales, emocionales, visuales, auditivas, etc. que inciden poderosamente sobre nuestro deseo. La mayoría de las personas asimilan casi automáticamente la información que reciben sin efectuar ningún tipo de evaluación. Solamente a través de un sistema educativo que nos enseñe a direccionar conscientemente nuestro discernimiento en pos del BIEN solucionaremos correctamente los dilemas en forma civilizada. A partir de allí podremos comenzar el trabajo de doblegar a estos 7 pueblos que habitan en nuestro interior y neutralizan nuestro potencial altruista. Las mitzvót son los actos que nos activan temporal y espacialmente (Shabat, Jaguim, Kashrút, conducta altruista, etc.) con el objeto de que nos enfrentemos conscientemente a las influencias temporales, la emocionalidad fluctuante y astral venciendo así nuestra percepción egoísta de la realidad y la vida.
De este modo arribamos al nivel en donde el tiempo y el espacio no son más que coordenadas, a través de las cuales nuestra voluntad se expande para poder aprehender SU forma: el altruismo. El altruismo es la fuerza civilizadora, la que no depende de estados de ánimo ni de sentimientos pasajeros, sino que es una actitud de permanente conciencia en base a Principios Universales y Objetivos.

El único conflicto
El Cristianismo primero y el Islam posteriormente se inspiraron en los Principios Civilizadores que nos legaron los profetas de Israel. Muchos de esos principios los podemos encontrar en las tradiciones espirituales y filosóficas de los diferentes pueblos que integran la gran familia humana.
Estas culturas tomaron los objetivos de la tradición escrita de Israel, pero «ignoraron» el sistema para implementarlos transmitido a través de la tradición oral de Israel. Mishná, Talmud, Kabalá, Halajá, etc. recogen la tradición oral, que es miles de veces más extensa que la escrita, especificándo en forma precisa los códigos de comportamiento que conducen a superar y diluir toda forma de paganismo e idolatría.
En la óptica de muchos intelectuales los conflictos que estamos atravesando serían la consecuencia de la falta de valores compartidos.
¿No será que estos conflictos surgen de la distorsión de esos Principios Universales y el único conflicto que azotó y aún acosa a la humanidad es el de la imposición egoísta en oposición de la fuerza civilizadora representada por los valores altruistas originales de la Torá?

Sabiduría y bondad, paz y justicia
La libertad y la dignidad surgen cuando actuamos en armonía con los Principios Universales y Objetivos (no codiciar, no robar, no asesinar, no adulterar, el respeto por la vida, etc.).
Los 2 exploradores que concibieron la viabilidad de entrar y vivir en la Tierra de Israel, o sea de construir un mundo basado en el altruismo, representan a nuestro discernimiento cuando es capaz de ver un orden superior. Uno de ellos fue Iehoshúa Bin Nun quien continúo, luego de Moshé, liderando al pueblo de Israel y lo condujo a su Tierra, la Tierra de Israel. La letra Nun de Iehoshúa Bin Nun sumada a las letras de Moshé resulta el vocablo Neshamá, la conciencia superior del alma capaz de conducirnos a la Tierra que emana leche y miel, la destinada desde el principio de los tiempos a irradiar sabiduría y bondad, paz y justicia hacia el mundo todo: la Tierra de Israel.

 

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