Sheminí
Primer comentario (Rab Daniel Oppenheimer, www.ajdut.com.ar)
Segundo comentario ( Comentarios del Lubavticher Rebe M.M. Schneerson )
Primer comentario Hacia una dieta equilibrada
Los judíos tenemos un régimen de alimentación muy estricto. Esto lo sabe toda persona que cumple con los preceptos del Cashrut como así también todo aquel que está en la producción de alimentos y provee a una clientela judía aunque él mismo no observe estas leyes. Los estatutos de lo que es el casher surgen de la lectura de la Parshá de esta semana, más una cantidad de decretos rabínicos posteriores. Es muy posible que la mayoría de la gente que observa las leyes del Cashrut no conozca a fondo el porqué de todas estas legislaciones, lo cual no quita de la hazaña y heroicidad de nuestro pueblo quien le ha sido fiel durante todos estos siglos y milenios al observar las mismas aun en situaciones extremas de indigencia y persecución. Así como ocurre en todos los demás preceptos de la Torá ningún ser humano conoce todas las razones concebidas por Quien tiene una sabiduría perfecta y en su omnisciencia sabe absolutamente todo.
Basta con decir que la mayoría de quienes intentaron justificar su falta de cumplimiento del Cashrut racionalizando su actitud con distintos pretextos, siguen sin cumplir las leyes aun cuando sus excusas demuestran no ser correctas. El Casher no es más caro en el 95% de la canasta familiar que el no-casher (en parte gracias a la publicación de la guía de Casher) y los lugares de expendio y elaboración de alimentos casher son al menos tan higiénicos, si no más, que su pares no-casher. Lo importante, entonces, es que nuestro pueblo se aferró a estos preceptos en el contexto de su observancia de la Torá y la alimentación casher le dio y le sigue dando una identificación especial cada vez que hace sus compras, que cocina y que se sienta a comer. Y comer, bueno, lo hacemos varias veces por día. (Algunos extremistas comen una sola vez por día – comienzan a la mañana y terminan a la noche). De todos modos, sepamos que algunos Sabios explican que la Torá nos vedó el consumo de ciertos animales por la naturaleza de ellos y porque el contacto fluido con esos características influiría nocivamente sobre nosotros.
A su vez, sostienen otros, dado que el cuerpo humano contiene al alma, la ingestión de alimentos prohibidos afecta negativamente a la pureza del alma. Por tal razón, se debe cuidar a los niños aun en su temprana edad, cuando aún no están obligados a observar las Mitzvot, para que no se les alimente con comidas no-casher, pues el efecto es dañino al crecimiento espiritual de la criatura. La limitación que presenta la observancia del Cashrut, asimismo, nos ayuda a purificar nuestra disposición hacia la necesidad de alimentarnos, por un lado, y el deseo de satisfacer nuestros deseos animalísticos, por el otro. Esto se suma al hecho que no todos los horarios (antes de la Tefilá – plegaria) o los lugares (en el baño y afines) son aptos para comer, que aun los alimentos casher no se pueden consumir en forma indiscriminada uno después o junto al otro (como p.ej. la carne y la leche) y que antes y después de comer debemos recitar las bendiciones correspondientes.
No es fácil perfeccionar nuestros instintos y elevarnos. Las leyes de Cashrut nos ayudan en esta complicada tarea. Recordemos que el primer mandato que D»s le exigió a Adam y Javá estuvo relacionado con el consumo de los frutos de determinado árbol. A esta altura, es importante señalar algunos conceptos errados que algunas personas tienen acerca de su propio judaísmo. En primer lugar, comer no tiene ninguna connotación negativa y abstenerse de comer, no es una virtud. Todo judío tiene el deber de alimentarse bien, en lo posible. Tampoco es un pecado gozar de la comida. Los judíos bendecimos por la variedad de frutas prefiriendo y adelantando la bendición más específica de una fruta (Ha-etz– del árbol)) por la más genérica (Ha-adamá– de la tierra) de la otra.
El poder disfrutar de una fruta nueva al llegar la nueva estación, aun por las diferentes variedades dentro de una misma especie, es, a su vez, motivo de la bendición de Shehejeianu (que nos permitió vivir y llegar a este momento). No sólo hay bendiciones para la ingestión de comidas, sino que el goce de los aromas de las flores y de ciertas frutas suscita la invocación de una Brajá – bendición. En segundo lugar, las leyes de Cashrut no se reducen ni se asemejan a cuestiones de salud. Si así fuera, la prohibición se extendería a las demás naciones y no sería una cuestión netamente judía. De hecho, los demás seres humanos consumen todo lo que nos está prohibido y gozan de no menor «buena salud».
Restringir las leyes de la Torá a cuestiones coyunturales de alguna época, fue el pretexto de muchos para no obedecerla. De allí surge la relación que trataron de inventar entre la prohibición de la carne del cerdo con la enfermedad de la triquinosis. No hay peor desprecio a la Eternidad de la Torá (uno de los fundamentos de nuestra ley), que quitarle su vigencia y actualidad. Lo que nos queda tratar en este fascículo, sería estudiar nuestra posición al observar estas leyes en una sociedad que no tiene un aprecio especial por ellas. ¿Qué sentimos cuando nos traen la vianda distinta y especial, el famoso «kosher meal» en el avión, mientras los vecinos pasajeros – por ignorancia, aburrimiento, envidia o simple curiosidad – nos miran? ¿Nos molesta la posible falta de aprobación de los otros? ¿Sentimos vergüenza? ¿Por qué? Y que sucede si un correligionario nuestro celebra su fiesta de lo que sea (en buen hora) y elige un servicio no-casher, pero, para acomodar a sus parientes, «amigos», socios, etc. les sirve esas cajitas con viandas de comida casher «tipo avión»… – ¿debemos convalidar con nuestra presencia y aceptada auto-discriminación recibiendo y consintiendo a la comida de los «muy-religiosos», el hecho que públicamente y lastimosamente, cientos de judíos consuman comida no-casher? Sin obligar a nadie a que haga lo que no cree, ¿somos los que cumplimos con la ley una especie de extraterrestres?
Volviendo a casa y a la educación de nuestros hijos. Cómo hablamos de la comida que nos está prohibida? ¿Explicamos que los alfajores no-casher son muy, pero muy ricos, pero que no los comemos porque D»s los prohibió, o los tildamos de «horrible», «repugnante» y «repulsiva» para quitarles las ganas y la tentación de comerlos? Por un lado, la Torá misma se refiere a las especies prohibidas con términos no muy elogiosos. El uso de este léxico incluso puede ayudar a sentirnos un poco más distanciados de ciertos alimentos que la industria moderna ha sabido disfrazar con envases más que atractivos para aumentar el caudal de su venta. Por otro, es muy probable que el niño alguna vez «peque» y se entere que la comida no-casher también puede ser muy sabrosa y que todos los epítetos eran un simple engaño… Y… ¿cómo respondemos cuando amistades nos ofrecen alguna golosina no-casher? ¿Respondemos con la verdad, revelando que no los comemos porque la Torá nos lo prohibe, fingimos una inesperada pero oportuna descompostura (para no ofender) o nos escondemos detrás de una falta de apetito o detrás de una recién adoptada dieta médica o régimen para adelgazar? Por último, ¿cuál es nuestra actitud hacia el Cashrut en general? (Obviamente me refiero a aquellos que sí lo acatamos). Nos consideramos más «expertos» que en otras áreas? ¿Cuestionamos en nuestra ignorancia: «¡qué puede tener un alfajor!»(aparte de grasa vacuna), etc. ¿Tenemos una somera idea de lo que son los «saborizantes, emulsionantes, colores permitidos» que figuran en el rótulo? ¿Tomamos conciencia, aunque no nos guste, de que consumir un pequeño insecto en la lechuga, acelga o en una nuez, está tan prohibido como comer un cerdo enorme?
A su vez, ¿nos quejamos incesantemente por el precio más elevado de la carne casher, clamor – quizás algo justificado – pero que no lo hacemos extensivo a otras compras menos importantes? Tenemos la suerte que el tema casher ha tenido una mayor difusión en los últimos años permitiéndonos una vida algo más fácil que la que tenían nuestros padres hace treinta años cuando las cosas eran menos accesibles. Quizás justo debido a eso, tengamos el deber de ser aun más escrupulosos en su observancia y transmitir su importancia a nuestros seres más cercanos y queridos, para que también participen de esta dieta tan judía.
Daniel Oppenheimer
En la Sección de Sheminí encontramos que la Torá prohíbe comer las formas inferiores de vida terrestre para que el hombre «no se torne repugnante».
Maimónides enumera muchas otras cosas aborrecibles y poco higiénicas prohibidas por los Sabios por idéntica razón. En la conclusión de estas leyes, Maimónides declara: «Quienquiera observe escrupulosamente estas cosas, producirá dentro de su alma una enorme medida de santidad y pureza, y purifica su alma en aras de Di-s, como declara el versículo: -Os santificaréis y seréis santos-«.
Ahora bien, si estas prohibiciones involucran cosas que, como el mismo Maimónides declara, «la mayoría de la gente encuentra repugnantes», ¿qué necesidad había de que nuestros Sabios las prohibieran?
Maimónides es muy claro en sus palabras: «Quienquiera observe escrupulosamente estas cosas producirá dentro de su alma una enorme medida de santidad y pureza, y purifica su alma en aras de Di-s». O sea, los judíos deben observar estas prohibiciones no solamente porque hacerlo les resulta natural, sino porque ello afecta la santidad y pureza de sus almas.
Aunque parecería que el aseo físico es secundario a la pureza del espíritu, hay entre ellos una relación que produce dentro del alma «una enorme medida de santidad y pureza»: la limpieza física hace de la persona un recipiente más apta para recibir la espiritualidad y el refinamiento que emanan de su alma.
La motivación global de esta ley nos resulta ahora comprensible, pero resta aclarar una frase aparentemente extraña empleada por Maimónides: «limpia su alma en aras de Di-s». ¿Cuál es el significado de las palabras «en aras de Di-s»?
Con esta frase adicional, Maimónides señala la medida especial de elevación espiritual que obtiene quien es escrupulosamente observante en el cuidado de estas leyes. Cuando evita alimentos no solamente por su natural sensación de repugnancia, sino porque son los Sabios quienes los han vedado, demuestra que su servicio espiritual es «en aras de Di-s», sin ningún otro móvil.
La persona puede servir a Di-s cumpliendo otras mitzvot, y lo hace porque Di-s así lo ha ordenado, pero nada demuestra que sea exclusivamente «en aras de Di-s», sin móvil personal alguno. Quizás cumpla la mitzvá «en aras de Di-s» simplemente porque aún no ha logrado comprender la importancia de la mitzvá. A falta de un entendimiento racional de su parte, no le queda más que acatar el mandamiento «en aras de Di-s».
Sólo cuando observamos aquellas leyes que ciertamente hubiéramos observado de todos modos pues lo hubiera dictado la lógica, pero no lo hacemos por esa motivación sino sólo por el deseo de satisfacer la voluntad Divina -pues «así lo han dispuesto los Sabios»- tenemos la certeza de estar enteramente consagrados a la voluntad Divina, y que nuestro servicio espiritual es «en aras de Di-s».
Con estas palabras Maimónides no se refiere a que la persona purga su alma del mal y de la impureza que podrían haberse adherido a ella. El hecho de que su declaración aparezca después de que la persona ya «traído sobre su alma una enorme medida de santidad y pureza», destaca que el tema en cuestión es la máxima pureza espiritual, aquella que nos permite librarnos de una realidad egoísta, centrada en la propia lógica, para que nuestro servicio espiritual sea efectiva y exclusivamente «en aras de Di-s».Cuanto más se aproxima el hombre a Di-s, tanto más toma conciencia de la imperiosa necesidad de apartar de sí todo vestigio de egoísmo en su servicio espiritual para lograr un grado de espiritualidad en el que todo sea «en aras de Di-s».
Basado en Likutéi Sijot, Sheminí 5749
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En la perasha de esta semana encontramos los mandamientos concernientes a los alimentos kasher y no kasher. Como sabemos, la calidad de kasher o no kasher no es una cuestion de que ingredientes lo componen o como esta hecho. No es tampoco una cuestion de su nivel de santidad. Observemos que la Tora no da una razon para cumplir estas leyes. Es beneficioso comprender por que la Tora da preceptos sin dar el motivo de su observancias. El mundo en general se ha vuelto muy renuente acerca de hacer algo sin entenderlo plenamente, especialmente en temas de religion. Por supuesto que es un sentimiento valido.
Sin embargo tambien debemos saber que cuando una persona cree en Di-s y Le atribuye una inteligencia superior, entonces da por sentado que el Creador sabe lo que hace. Un estudiante de Tora entiende bien que el depositar la confianza en Alguien Que claramente sabe mas, no es considerado como obedecer a ciegas. Hay un elemento de eleccion en esto. Hay claramente un tiempo y un lugar en que, dejando todo cuestionamiento de lado, reconocer la autoridad significa primero actuar y despues entender. La disciplina militar es un buen ejemplo de ello. Y es crucial que la autoridad sea reconocida sin cuestionamientos. Muchas batallas y guerras son ganadas en virtud de este merito.
Un estudiante de Tora que acepta la autenticidad de las Sagradas Escrituras, es feliz de mostrar a Di-s su lealtad observando esos mandamientos que no son explicados. He aquí lo que el Rab Eliahu Ki Tov Z»L escribe en su Sefer Haparshiot en relacion a este topico: «La nacion israelita no cuestiona escepticamente los decretos del Santo Bendito Sea, deseando examinar y comprender por que El prohibio algunos alimentos y permitio otros. Ellos estan satisfechos con solo conocer la voluntad del Rey del Universo sobre lo que pueden o no pueden hacer, sepan o no sepan la razon. Y no solo eso, sino que se regocijan con Sus mandamientos y decretos. Bendicen y alaban a Quien los entrego (los preceptos) por no darles el motivo! Por que es asi? Porque si les hubiera dado las razones, la gente podria dejar a un lado las palabras del Creador y cumplir los preceptos por sus propias razones personales. Consecuentemente, se estarian sirviendo a si mismos y no al Creador.
Ademas, si las razones y el beneficio de los mandamientos hubieran sido explicados, en algun punto de la historia alguien podria salir a convencer a otros de su gran sabiduria. Podria decir que tal o cual mandamiento ya no es aplicable porque el motivo ya no es mas relevante, entonces ya no resulta mas practico. Quizas el ignorante podria incluso escuchar y aprender de este lider acerca de no cumplir los preceptos.
Empero las leyes que el Creador nos dio, fueron entregadas para ser observadas en todo tiempo y en todo lugar, a menos que la Tora especifique otra cosa. Aun cuando no sepamos las razones de los mandamientos y el porque algunos alimentos estan permitidos y otros no, conocemos, si, una irrefutable razon. Es lo escrito por el rey David en los Salmos: «Prueba, y veras que Di-s es bueno». Los mandamientos fueron dados solo para el bien de la humanidad. Los Sabios dicen en el Midrash: «Por que Di-s se preocupa por la forma en que debemos preparar a un animal para que pueda ser comido?» (si esta faenado correctamente o no), «La palabra de Di-s nos refina» (Salmos 18). Los preceptos refinan a la humanidad. El Creador podria haber hecho que las personas cumplieran los mandamientos asi como El creo la naturaleza, (por ejemplo) que alguien no saltaria dentro de un fuego. La misma naturaleza del fuego previene de saltar en el, y, por asi decirlo, castiga a quien entra a el. El podria haber hecho lo mismo con los alimentos que pueden o no ser consumidos. Por que El creo Su mundo de modo que existieran ambas opciones para la humanidad, sin nada que retenga a la persona de hacer algo? Solo para refinar a la humanidad.
No hay comparacion posible entre alguien que desea hacer un mal acto pero se abstiene de cometerlo porque hay una cortina de hierro en su camino, y alguien que se abstiene de hacerlo porque hay un «cerco de rosas» (los mandamientos negativos) en su camino. Si realmente lo quisiera, el podria pasar ese cerco de rosas. Por que no lo cruza? Porque se apiada de las rosas, de su belleza, de su agradable aroma, y se controla a si mismo absteniendose de pasar. Cualquiera que se siente tentado de hacer algo malo, que realmente se siente superado por su mala inclinacion pero se abstiene en razon de este «cerco de rosas», ese es puro y refinado…».
Las hermosas palabras del Rab Ki Tov hablan por si solas. Que todos tengamos el merito de apreciar la belleza y el agradable aroma del «cerco de rosas».
(Fuentes: Rab David Green)
muy bueno
Muy interesante me permite conocer más de la sabiduría de D_os. No soy judía pero siento una cercanía con su forma de conducirse por el camino de la vida.