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Shabat…como una meditación [hitbodedut]

Extraído de La puerta del Cielo, Breslov
Selección de palabras jasídicas tomadas de la obra del Rabí Najmán de Breslov

Bajo muchos puntos de vista, el día de SHABAT será, por excelencia, un día de HITBODEDUT. Aquellos que mantienen fielmente la Alianza del Shabat sentirán por ellos mismos el nexo estrecho que liga éstos dos temas. He aquí algunas ideas que le permitirán vivir aún mejor su Shabat. Honrándolo con un ONEG suplementario, la delicia espiritual de la unión con Dios a través de la plegaria.

Primer punto en común: El SHABAT, como el HITBODEDUT, son principios de reposo. El que dice verdadero reposo, dice DESCONDICIONAMIENTO. La multitud de hábitos, el torbellino de los automatismos a los cuales nos sometemos, constreñídos por nuestros deberes materiales, pronto llevan a nuestro espíritu a un manejo que aturde nuestra conciencia y nos hace olvidar nuestro objetivo. Un día de reposo, una hora de desconexión – nada mejor para escapar de la ansiedad del movimiento y para adquirir un mínimo de lucidez. Es bueno que un reloj sea bello, mejor aún que tenga una sólida fabricación, pero es INDISPENSABLE que funcione: ¡lo esencial es que indique la hora!.

Es bueno que un hombre posea bellas cualidades y más aún que sea animoso, pero lo esencial es que todas sus cualidades sean empleadas para el VERDADERO OBJETIVO. En el fuego de la acción, siempre se tiene la tendencia de aplicarse a la forma y olvidar el fondo, de donde la necesidad de un retiro, de un alto saludable que permita contemplar la obra y, sobre todo, verificar si ella se dirige aún hacia el objetivo inicial. El Eterno ha dado el Shabat a los hijos de Israel en parte por ésta razón. Para permitirles, mediante una detención periódica, alejarse de sus tareas, con la finalidad de no hundirse en la inversión de valores que consiste en olvidar el «PORQUE», ocupándose del «COMO». HITBODEDUT, en éste punto es idéntico a SHABAT.

Segundo punto en común. (Responde a una pregunta que puede haber surgido al leer el parágrafo precedente: «Pero entonces, si se trata de un retiro, ¿no se puede acaso hacer en cualquier momento, de cualquier manera, mientras no se olvide la idea? ¿Porqué especialmente el séptimo día? Y en cuanto al HITBODEDUT, ¿porqué no relajarse mediante un paseo?»). SHABAT y TEFILA son principios de EMUNA – de Fe- y éste es su segundo punto en común. Recordemos brevemente en que consiste la EMUNA. Podemos encarar la vida de dos maneras: confiándonos a la experiencia de los sentidos y del espíritu (es el caso de la ciencia profana); o adhiriéndonos al Principio Revelado, a la explicación trascendente de las realidades, ésto se denomina EMUNA o fe. Al pie del Monte Sinaí, Israel optó por la EMUNA. Nuestra vida será dirigida por la Revelación Divina, de la cual tomamos conocimiento a través de la Voz de los Profetas y de los Sabios.

Dado que creemos que la Revelación trasciende y precede las realidades, admitimos que la palabra de Dios, la Torá, COMPRENDE más que nadie estas mismas realidades, que es la única doctrina OBJETIVA, dado que es ella misma el PLAN de esta realidad. Desde aquí, caminamos confiados, sin temer ésta o aquella cuestión pasajera producto de una observación parcial y que podría contradecir momentáneamente nuestras creencias básicas. Esto se debe a la falta de evidencia, ya PREVISTA por Dios en este mundo, con la finalidad de permitir la libertad de elección. En contraparte, además de la serenidad que habremos ganado, de esa paz del corazón, descubriremos Pruebas que vendrán a confirmar lo bien fundado de nuestro compromiso; Pruebas que son intransferibles al no creyente, debido a la razón de la ELECCION que hemos evocado más arriba.

Tercer punto en común: «SHABAT y TEFILA son ventanas que se abren hacia el Paraíso». Cada momento de un Shabat bien observado, cada palabra de la Tefilá pronunciada con el corazón, hacen brillar en nosotros un rayo de luz que es un pregusto de la felicidad futura.

Cuarto punto en común: Cuando el primer hombre fue expulsado del Edén, se refugió en el SHABAT. Al sentir una deliciosa consolación, emocionado se puso a cantar:
«¡MIZMOR SHIR LEIOM HASHABAT !» (Midrash).
Ese fue el primer HITBODEDUT.
Como el primer hombre, lejos de nuestro Edén, en una tierra de espinas y obstáculos, corramos a refugiarnos en el Shabat y utilicemos esas horas preciosas para unir nuestras almas con nuestro Creador mediante la Plegaria.

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