Shabat: recibir la bendición
Extraído de El 7mo cielo, por Moshe Mykoff
Una recepción para la novia
Cuando estaba en el campo
recibiendo el Shabat,
el Ari continuaba luego del Salmo 29 con estas palabras:
«¡Entra, oh novia! ¡Entra, oh novia!
¡Entra, oh novia, Reina Shabat!»
(Minaguei HaAri, Inianei Shabat 17)
Hay veces en que recibir es un verdadero acto de dar y a veces el verdadero hacer es no hacer nada en absoluto.
El Shabat es el canal a través del cual descienden todas las bendiciones y el sustento que disfrutamos durante la semana. Todo el bien material por el cual trabajamos durante los seis días de la semana deriva, de hecho, de este único día – del Shabat – día en que nos abstenemos de toda labor.
El paradigma bíblico es el maná que alimentó a los judíos en el desierto. Caía diariamente, suficiente para un día por vez, pero sólo durante los seis días de la semana. El maná nunca caía en Shabat. Pero el Shabat era el canal espiritual que unía los seis días de la semana con la fuente superior del sustento que descendía en la forma de maná.
Cada día de la semana posee su propio canal espiritual que le trasmite sustento al mundo. Una vez a la semana, el séptimo día, estos canales espirituales convergen dentro del canal del Shabat. La influencia del Shabat los carga de sustento de modo que, uno por uno durante la semana, cada canal diario le otorga al mundo la subsistencia de ese día.
Sin embargo durante el Shabat, se interrumpe esta distribución diaria con la que Dios mantiene el mundo a lo largo de la semana. Los canales espirituales no pueden funcionar de dos maneras al mismo tiempo; en el momento en el que están recibiendo el sustento no pueden transmitirlo. Durante el Shabat todos los canales espirituales están recibiendo, incluso los canales del Shabat. De modo que el canal del Shabat nunca le da sustento al mundo durante su día.
Es por esto que aunque en el Shabat no caía maná, era a través del mismo acto de recibir que el Shabat facilitaba la entrega del sustento durante el resto de la semana. Incluso hoy en día, aunque nos abstenemos de trabajar y de ganarnos la vida durante el Shabat, es este mismo dejar de trabajar lo que traerá el éxito a todas nuestras labores semanales. A través del no hacer, el Shabat facilita el hacer que nos trae bendiciones y sustento durante el resto de la semana.
El «campo» es el lugar donde hemos de buscar el sustento durante la semana. Como si fuera realmente un trabajo en el campo, el lugar de trabajo nos expone a los elementos – al asalto de circunstancias y actitudes que minan el mundo que creamos dentro de nuestros hogares, para nosotros y para nuestras familias. No siempre logramos mantener fuera las influencias externas que nos comprometen a poner en juego nuestras creencias y valores más amados.
Para separar el sustento de la semana de la atracción y la presión del campo – para atraer sus bendiciones hacia adentro, los Kabalistas de Safed tomaron la costumbre de salir al campo y recitar el Kabalat Shabat para dar la bienvenida a la novia Shabat.
Cuando tanto nosotros como nuestros hogares estamos dispuestos para el Shabat, completamos y terminamos el trabajo semanal. Reunimos todas las facetas de nuestro ser que hemos enviado hacia el mundo exterior para negociar nuestra existencia diaria. Con la llegada del Shabat, toda tarea (melajá) y toda asociación con la semana llegan a su fin. Nuestra preparación y plegaria nos han fortificado con la comprensión profunda de que el sustento por el cual luchamos durante toda la semana nunca puede ser tomado, sino sólo recibido – a través del no hacer. Al recitar el Kabalat Shabat retornamos una última vez a las «afueras» del campo – «Ven mi amada, salgamos a los campos» – a recibir y recolectar la bendición de la semana: «¡Entra, oh novia! ¡Entra, oh novia! ¡Entra, oh novia, Reina Shabat!»
Moshe Mykoff