Shabat Ki Tavó: Drasha,
Rabbi Mordechai Kamenetzky
(Para suscribirse, escriba a drasha-espanol-subscribe@torah.org)
Hoy mismo
«Hoy mismo!»… Que palabras poderosas! La usan los doctores cuando
determinan el momento exacto que sus pacientes deben dejar de fumar; tambien es la palabra favorita de los cobradores cuando intiman a sus deudores a liquidar los saldos pendientes. Y tambien por la Tora para describir lo que quiere de nuestras actitudes.
La parasha de esta semana nos dice: (Deuteronomio 26:16): «Hoy Hashem
ordena que cumplan estos decretos y estatutos». Este pasuk (versiculo) tiene obviamente una connotación más profunda. Los mandamientos no fueron dados el día que Moshe lee esta porción, sino que fueron dados cuarenta años antes.
Rashi para explicar este versiculo cita al Midrash Tanchuma que dice: «Cada día la Tora debería ser ante nuestros ojos como si hoy mismo fuera dada». Es decir cuarenta años más tarde, Moshe dijo al pueblo que hoy Hashem nos ordenó que observemos la Tora. Con esa hermosa interpretación del concepto del «hoy,» en mente, me gustaría compartir una reflexion sobre el final de la porción de esta semana.
Moshe llama a la nación, los reune y les recuerda los milagros que ocurrieron durante el éxodo de Egipto . Moshe habla sobre «las grandes maravillas, signos y milagros que vuestros ojos contemplaron» (Deuteronomio 29:1-3). Luego Moshe añade algo dificil de entender: «Pero Hashem no les dio un corazón para entender u ojos para ver hasta el día de hoy».
¿Qué significa esto? Acaso no tuvo la nación judía un corazón como para
apreciar la milagrosa apertura del Mar Rojo cuarenta años atrás? ¿O del
milagro del Mana durante las primeras décadas en el desierto? ¿Cómo Moshe puede decir que no tuvieron ojos ni corazon como para entender hasta el día de hoy?
El Rav Chaim Shmulevitz una vez dio un maravilloso e inspirador discurso en el cual contó la historia de tres amigos que estaban comiendo en una mesa y discutiendo las refinadas cualidades de los sabios del Talmud. Al oír acerca de uno de los notables logros de un Gaon de la epoca a través de su constancia en el estudio de la Tora, uno de los muchachos sentados en la mesa corrió directamente al Beit Medrash (la Sala de estudios) donde, inspirado por estas historias de los sabios del pasado, empezó una maratón de estudio. Durante un año entero, el joven se rehusó a hablar de cualquier cosa excepto Tora. Con el tiempo, este muchacho se convirtió en uno de los líderes de su generación.
Después de esta elocuente historia, uno de los alumnos del Rab Shmuelevitz le preguntó, «La verdad es que la historia es asombrosa. ¡Pero el joven que corrió de la mesa se olvidó de recitar la bendicion después de las comidas!»
El Rab Chaim sonrió ante esta pregunta, inclinó la cabeza y le respondio: «Tienes razón. Él no recito el Bircat Hamazon (rezo despues de la comida).
Pero si él se hubiera detenido y preparado para recitar estas oraciones después de esa inspiradora comida, quizas nunca habría regresado al Bet
Midrash con el mismo impetu y entusiasmo».
Quizá Moshe le cuenta a su pueblo el secreto para estar inspirado eternamente. Uno puede experimentar acontecimientos milagrosos, incluso
tener un flash inspirador de tremenda claridad. De todos modos, podemos
no tener «corazón para entender u ojos para ver» hasta que esa visión se
repita… hoy mismo! A menos que la inspiración se viva a diario, tal como
lo hizo en el momento que genero el impacto inicial.
Sea una tragedia o una alegria…¿cuantas veces la inspiracion que tenemos
en ese preciso momento se desvanece a traves del tiempo? Las promesas y
compromisos que en esos momentos llegamos a contraer comienzan lentamente a quedar en el olvido mientras la inspiracion que teniamos
desaparece.
Esta semana Moshe nos dice que aun después de haber experimentado los mas maravillosos y memorables milagros, «no tenemos el corazón para discernir ni ojos para ver» hasta que añadamos un ingrediente escencial. El tenerlo presente como si lo hubieramos vivido hoy mismo.
Shabat Shalom!
Dedicado por Gisele e Ira Beer en memoria de Gisa Meyers
Rabbi Mordechai Kamenetzky