HALEL
Devarim
El alma en el relato de la Torá
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Reé.

Les Doy la bendición y la maldición

La situación que hoy atraviesa el mundo no es sustancialmente diferente a la de otras épocas. El aumento de la población y las comunicaciones acelera y pone de manifiesto cada vez más rápida e intensamente nuestras carencias y auténticos desafíos.

El denominado fenómeno de la globalización no es nuevo sino la ampliación de un proceso que comenzó con el hombre: primero a través del trueque, luego de un largo período desembocó en el mercantilismo y posteriormente en todas las formas que el comercio fue adquiriendo a lo largo de la historia.

La globalización de acuerdo a la comprensión de muchos de sus defensores y críticos, sería sólo un equivalente al concepto de internacionalización económica y por lo tanto un fenómeno únicamente materialista.

Globalización total
El oscurantismo religioso contemporáneo combinado con el desarrollo tecnológico dio lugar a una nueva y macabra etapa en la historia, la globalización del terrorismo. Esta enfermedad espiritual nos está diciendo que la humanidad precisa activar, hoy más que nunca, sus valores esenciales incentivando el respeto por la vida, la justicia, los derechos y las obligaciones de cada ser humano.

El desafío de nuestra generación consiste en civilizar la globalización

Una oportunidad
La globalización brinda a cada individuo y nación la oportunidad de asumir un rol activo en el desarrollo de la humanidad. La globalización no tiene por qué ser un proceso de disolución de las diferentes tradiciones y culturas. Por el contrario, la globalización tomada como una manifestación integral del fenómeno humano puede generar una nueva fuerza, la resultante de las características que individualizan a cada pueblo cuando revela su forma de colaborar con la humanidad.

¿Un fin o un medio?
No debemos temer a la globalización ni al avance tecnológico ya que pueden ser valiosos instrumentos para que el bien se expanda. Nuestra responsabilidad consiste en incentivar una educación integral que prepare a los seres humanos a relacionarse con la globalización y la tecnología como un medio para alcanzar el verdadero desarrollo: el espiritual. El mal surge sólo cuando el progreso material se convierte en un fin en sí mismo.

¿Cómo civilizar la globalización?
La globalización es la oportunidad de asumir compromisos y revelar nuestro potencial, aquello que únicamente nosotros somos capaces de dar. Civilizar la globalización es posible expandiendo a través de sus redes sistemas educativos basados en los valores esenciales, universales y por lo tanto las aspiraciones comunes a toda la humanidad: no codiciar, no robar, no asesinar, justicia, el amor al prójimo, etc.
Los valores esenciales tienen raíces antiguas y son válidos en cualquier tiempo y lugar; nuestra responsabilidad consiste en desarrollar el lenguaje y el sistema educativo que nos permita implementarlos hoy.

Lo esencial – lo natural – lo circunstancial
La ciencia confirmó en la época moderna lo que los sabios judíos enseñan desde hace miles de años: que todo el universo es energía que adopta diferentes formas.
Energía es aquello que da existencia y activa la realidad. Es lo esencial que en diferente grado e intensidad constituye la naturaleza de las cosas.
Todo ser y aspecto de la realidad provienen de la misma Esencia pero al manifestarse adoptan una naturaleza la cual se manifiesta circunstancialmente de diversas formas. Por ejemplo, el calor que se encuentra en el agua caliente es circunstancial, sin embargo el calor del fuego es parte de su propia naturaleza. Fuego y agua son esencialmente una energía única, pero al manifestarse revelan natural y circunstancialmente diversos aspectos de lo esencial.
Similar sucede con los seres humanos quienes somos parte de una misma esencia -de esa energía única- pero que al manifestarse revela diferentes individualidades –naturalezas– que son a su vez diferentes formas de relacionarse y captar la Esencia.
La sabiduría interior de Israel, la Kabalá, nos enseña que lo esencial es alcanzable sólo gradualmente a través de las circunstancias en que las diversas naturalezas interactúan. Nada ni nadie puede cambiar su naturaleza y nuestro desafío consiste en revelar lo esencial a partir de lo que somos. Las diferentes circunstancias provocan situaciones que debemos superar para alcanzar a partir de nuestra naturaleza lo esencial, lo que nos unifica.

Alcanzando lo esencial
Cuando el hombre aún ignora los principios espirituales pretende alcanzar lo esencial sin tomar en cuenta la diversidad de naturalezas ni las circunstancias. Muchos sistemas pretenden reducir lo esencial a su propia naturaleza. Esa percepción concluye que el único valor de las circunstancias es generar situaciones para que todas las naturalezas se amolden a su propia naturaleza. La interacción de las diferentes naturalezas genera el escenario para que surjan las circunstancias que provocan la diversidad de situaciones existenciales a través de las cuales todos, finalmente, podremos alcanzar lo esencial.
La globalización aplicada integralmente aprovecha las circunstancias que nos toca vivir para así activar positivamente nuestra naturaleza; entonces todos podremos alcanzar lo esencial, la bendición que nos da la Torá.

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