¿Quién no reza?

Extraido de jabad Magazine. extraído del libro “On being Free” de Adin Steinsaltz, capítulo 4
Muchos de los judíos que vienen a la sinagoga para los Días Sagrados de Rosh Hashaná y Iom Kipur no son feligreses; no concurren a las plegarias diarias el resto del año. Y no menos que éstos, están los que querrían concurrir pero no tienen las agallas de hacerlo. Estos tipos de judíos se preguntan si es posible para una persona contemporánea rezar. ¿Cómo alguien moderno podría hacer algo así?
Por supuesto, esta pregunta suele ser preguntada cautelosamente. A veces corresponde a las silenciosas consultas del corazón que nunca emergen pero adoptan cierta urgencia en ésta época del año. La verdad es que esta pregunta tiene un grado considerable de ingenuidad. Y la ingenuidad no necesariamente le corresponde al inocente o al ignorante. Hay otro tipo de ingenuidad: la del intelectual ( tanto el genuino como el fingidor). Una persona puede ser muy educada, experta, conocedor de diferentes áreas, y a la misma vez mostrar una sorprendente inocencia en otras áreas de la vida, especialmente en las que ha tenido muy poco contacto.
Generalmente se cree que en nuestra generación, cuando la “gente espiritual” se muestran a sí mismos como listos y expertos en temas financieros, y cuando el sexo es un lugar común y un tedioso tema de conversación, no se deja mucho lugar a la inocencia y simplicidad. Pero no es así. Nuestra sociedad contemporánea, que podría estar trayendo a iluminadas áreas de la vida que alguna vez estuvieron ocultas, siguen cubriendo muchos aspectos críticos de la mente y el corazón.
En nuestro tiempo, mencionar el nombre de Di-s o incluso pensar en él intelectualmente está fuera del alcance de muchas personas, esta esfera está oscurecida por una manta de secretos y está guardada discretamente fuera del marco de una conversación decente. Por lo tanto no es sorprendente que ciertos individuos busquen sus satisfacciones por otro lado y se vean envueltos en extrañas culturas y creencias.
Con todos los cambios y diferencias, logros, pecados, y distorsiones del hombre moderno (y muy pocos son realmente nuevos), todavía no ha trascendido las limitaciones básicas de su humanidad. Los problemas fundamentales de la vida diaria son los mismos que hace mil y tres mil años. Es la misma miseria y sufrimiento que siente el corazón. La única diferencia es que muchas personas mantienen a Di-s fuera de sus límites, aún cuando están buscándolo por todas partes. Mucha gente dice : “Yo no creo”, y no están ni siquiera convencidos si hablan sinceramente. Pero no es tan simple. Herejía y ateísmo requieren que la persona sepa por lo menos qué es lo que está rechazando.
Cuando el judío moderno declara: “Yo no creo”, está diciendo realmente que no cree en las cosas que la gente religiosa cree. Más aún, en muchos casos, lo que le sucede a la persona es algo totalmente diferente. Muchos de los conceptos de creencias y de Judeidad son adquiridos en los años de la infancia, y quizá en ocasiones adicionales en la preparación del Bar Mitzvá. Cuando estas concepciones infantiles se enfrentan al conocimiento de un hombre adulto, no es de extrañarse de que sean rechazadas prontamente como inapropiadas en la declaración de: “Yo no creo”.
Frecuentemente, alguien que se considera malvado o incluso “pecador”, es sólo un inocente que no sabe ni siquiera cómo formular preguntas correctas. No tengo intenciones de imponer que cuando una persona empieza a formular las preguntas correctas inmediatamente vaya a creer en los Trece Atributos de Fé de Maimónides. La fé no es un simple proceso mental para nadie, y ciertamente no lo es tampoco para las personas practicantes.
Cierto Tzadík (hombre justo) solía decir que las palabras que comienzan los Trece Atributos de Fe “Yo creo con fe completa”, no son una declaración, pero una plegaria, la plegaria para adquirir fe completa. Si una persona pudiera realmente sacudir las montañas de polvo de acumuladas opiniones y acciones, y examinarse verdaderamente a sí mismo, encontraría allí, la chispa de fe que nunca se extinguió.
Entre aquellos que dicen que nunca han rezado en toda su vida, hay bastantes que frecuentemente dicen alguna palabra de plegaria en diferentes ocasiones, no necesariamente en la sinagoga o en los horarios estipulados del rezo. Hay plegaria de agradecimiento por lo bueno y bello, plegaria de súplica en los momentos difíciles y de gran necesidad; hay quienes pronuncian palabras de plegaria con sus labios, y quienes las piensan en sus corazones. Sólo muy pocas personas no rezan del todo.
Por lo tanto, la verdadera pregunta es: ¿Cómo alguien reza en la sinagoga, si no tiene ninguna conexión con el lugar ni con los feligreses, y cuando las palabras no expresan sus sentimientos más profundos?. Para ser honestos, la misma pregunta con toda su perspicacia, turbulenta a muchos otros también, incluyendo a los que rezan las tres veces al día ya estipuladas. ¿Cómo alguien puede dirigirse a la plegaria Divina? ¿Qué significan las palabras de la plegaria?
éstas no son necesariamente, preguntas modernas, ni específicamente seculares. Son las mismas inquietudes que cualquier feligrés se pregunta adentro suyo. Lo que es más, es una paradoja de la plegaria, rezar por sí mismo es la lucha junto con estas preguntas. La palabra Tefilá (plegaria) comparte la misma raíz que Naftalí (conflicto, lucha). La plegaria es la lucha del hombre con el ángel, el conflicto entre el hombre con el Santo Bendito Sea. Tefilá está también conectada con “Plilim” (jurisprudencia); de esta forma, la plegaria es un juicio que el hombre presenta en la Corte contra él mismo, en el que él juzga a su mundo y aboga su caso con su Creador. Muchos de los salmos (que componen gran parte de la plegaria) están relacionados con la belleza y perfección de la naturaleza. Adicionalmente, la plegaria incluye palabras de agradecimiento y pasajes de queja.
Lo que no debemos descartar es la presencia de la congregación; el rezo en la sinagoga se hace en conjunto, aún a pesar de ser una acción meramente individual. Cada persona puede, y de hecho debería, dirigir sus plegarias como algo privado entre él y su Creador. Pero al mismo tiempo, hay un rezo común dentro de una congregación, en cualquier comunidad Judía, ciudad, y en cualquier momento.
La plegaria pública incluye al individual en algo mayor, la persona es parte de la gente, no sólo de cientos de individuos que están similarmente ocupados en ese momento o en ese día en todas partes del mundo, sino también es parte de millones de judíos que han rezado a través de todas las generaciones. El lugar del rezo abraza a todo el mundo, pasado, presente y futuro. Consecuentemente, no podemos esperar que la plegaria ritual se ajuste a la medida de cada persona en cualquier lado. De hecho, los problemas de una generación específica o del individuo están apenas insinuados en la plegaria tradicional, aunque cada persona puede encontrar una palabra apropiada, frase u oración que le hable especialmente a él.
Este rezo público que es usualmente escuchado como una voz sola, es el resultado del coro de voces de los judíos de cada era, en donde cada voz se une, acorde a su tono y volumen, a la melodía general. Tal vez no haya una descripción más satisfactoria acerca de la esencia de la plegaria que las palabras del Rey Salomón en el momento de la inauguración del Templo Sagrado (Reyes I, 8:38-39 ): “Cuando una plegaria o súplica es pronunciada por cualquier hombre de la Casa de Israel, que es consciente de lo que le turbulenta en su corazón – si él extiende su mano en súplica hacia esta casa, Tú escúchalo desde los cielos, Tu Morada, y Perdónalo, y trata a cada persona acorde a sus caminos, porque Tú conoces su corazón – pues de hecho, Tú sólo conoces el corazón de cada persona”.
Adin Steinsaltz