Qué ocurrió el 17 de Tamuz
El 17 de Tamuz es un día de ayuno público (תענית ציבור). Este día también inauguramos un periodo de 3 semanas, hasta el 9 del mes de Ab, dedicadas a guardar cierta medida de luto por la destrucción de nuestro Bet haMiqdash (=Templo de Jerusalem) y otras tragedias sufridas por el pueblo judío.
Cinco tragedias sucedieron al pueblo judío en el 17 de Tamuz.
1. Las tablas de la ley fueron destruidas.
2. Un ídolo fue colocado en el Santuario del Bet haMiqdash.
3. La ofrenda del sacrificio diario fue interrumpida.
4. Apostomus quemó publicamente un Sefer Torá.
5. Los muros de la ciudad de Jerusalem fueron destruidos.
1. LAS TABLAS DE LA LEY
El 17 de Tamuz ocurre cuarenta días después de Shabuot. Moshé subió al Monte Sinaí el 6 de Siván, y permaneció allí durante cuarenta días. El 16 de Tamuz, cuando el pueblo pensó que Moshé ya no iba a regresar, hicieron y adoraron el becerro de oro. Al otro día, al descender Moshé del Monte Sinaí y al ver a los Yehudim adorando al becerro de oro, rompió las tablas que contenían los Diez Mandamientos. Cuando el 17 de tamuz recordamos que las tablas de la ley fueron destruidas, también recordamos lo que provocó este trágico evento: el gran pecado del becerro de oro.
2. UN IDOLO EN EL TEMPLO
Los rabinos disienten respecto a este punto. ¿Estamos recordando lo que ocurrió en los tiempos del rey Menashé, en el siglo 7 antes de la era común, o lo que que ocurrió en el tiempo de Apostomus, el mismo general Romano (año 50 de la era común) que quemó la Torá, y disfrutaba ofendiendo y provocando públicamente a los judíos?
Veamos la primera opinión. A mediados del siglo 9 aec, el pueblo de Israel se dividió en dos reinos: Israel y Yehudá. El reino de Israel, también conocido como las 10 tribus, fue destruido en el año 722 aec por los asirios. El reino de Yehudá sobrevivió. Nos llamamos Yehudim (judíos) porque descendemos del reino de Yehudá (Judea).
Menashé (709-642 aec) fue uno de los reyes de Yehudá. Hay dos hechos particulares que caracterizaron su reinado.
1. Fue el monarca que más tiempo reinó en la historia judía: 55 años.
2. Menashé fue probablemente el peor rey de la historia del reino de Yehudá.
Su padre fue un gran Tsadiq, Jizquiyahu, y según nuestra tradición, su abuelo fue el profeta Yesha’ayahu. Pero Menashé abandonó la senda de sus padres Para alcanzar la estabilidad política Menashé convirtió a Yehudá en un estado vasallo de Asiria (אשור). Los Yehudim pasaron a ser súbditos del rey de Asiria y como consecuencia, debieron adoptar su religión politeísta. Menashé se dedicó a la eliminación sistemática del judaísmo, incluyendo todo el servicio Divino en el Bet haMiqdash. Introdujo la idolatría asiria, la adoración al ba’al, a la asherá y a todas las constelaciones del cielo (astrología). Trajo a Israel adivinos, brujos, magos y hechiceros idólatras. Menashé mandó a matar a miles de Yehudim que se oponían a su reforma religiosa. Según algunas opiniones, Menashé asesinó a su propio abuelo, el profeta Yesha’ayahu. Menashé hizo que la Torá fuera completamente olvidada, por dos generaciones, como dice en Melajim II (21:2-6) “Menashé hizo todo lo que ofendía a HaShem: practicaba las abominables ceremonias [de idolatría] de las naciones que HaShem había expulsado [de israel] …reconstruyó los altares paganos que su padre Jizquiyahu había destruido. Erigió altares en honor de Ba’al e hizo una imagen de la diosa Asherá…. Se postró ante todos los astros del cielo y los adoró… En ambos patios del Templo de HaShem [Menashé] construyó altares en honor de los astros del cielo. Sacrificó en el fuego a su propio hijo, practicó la magia y la hechicería, y visitó a nigromantes y a espiritistas. Hizo continuamente lo que ofendía a HaShem, provocando así Su ira.”
El texto bíblico también agrega lo siguiente:
21:7: “[Menashé] tomó la imagen de la diosa [asiria] Asherá , que él mismo había mandado a hacer, y la colocó en el [Santuario del] Templo…”
El 17 de Tamuz, cuando recordamos la introducción de un ídolo en el Bet haMiqdash, también nos estamos lamentando y haciendo Teshubá por todo lo malo que ocurrió con nuestros antepasados en el tiempo del rey Menashé.
3.APOSTOMUS QUEMÓ UN SEFER TORÁ
Un comando judío atacó una expedición de romanos que traían armas y suministros al ejército invasor. El gobernador Romano, Komanos, sitió la ciudad de Bet Horón desde donde el ataque judío había sido organizado y ordenó que apresaran y le trajeran a los atacantes. Los soldados romanos cumplieron con las órdenes del gobernador y se excedieron. Un militar romano llamado Apostomus tomó un Sefer Torá y lo quemó públicamente. Esto ocurrió el 17 de Tamuz. Los Yehudim escucharon esta gran tragedia, que fue la primera vez que ocurrió (pero lamentablemente no fue la última) y comenzaron una gran revuelta, que sólo fue aplacada cuando ejecutaron al soldado que había cometido esta aberración.
4.EL SACRIFICIO DIARIO FUE ANULADO
Cada día en el Bet haMiqdash se ofrecían 2 sacrificios, uno por la mañana y otro por la tarde. El sacrificio diario era tan importante que también se ofrecía en Shabbat y hasta en Yom Kippur. Esta Mitsvá fue cumplida ininterrumpidamente desde el momento que fue ordenada a Moshé Rabbenu hasta el día 17 de tamuz del año 586 AEC, es decir, por alrededor de 700 años.
En los tiempos del primer Bet haMiqdash, el ejército de Babilonia invadió Jerusalem. La muralla de contención de la ciudad fue destruida en el día 9 de Tamuz. Pero el Bet haMiqdash, que estaba protegido por otros muros internos, siguió operando y el sacrificio diario era la mejor prueba de ello. La Guemará cuenta que el día 13 de Tamuz los Cohanim, los sacerdotes que estaban a cargo de los sacrificios públicos, comenzaron a quedarse sin animales. Los Cohanim trataron de sobornar a los soldados del ejército invasor y tratar de conseguir animales a cualquier precio. Esto funcionó por 4 días , hasta el 17 de Tamuz. Ese día, por primera vez en 700 años, el sacrificio diario no fue realizado. Y así, el Bet haMiqdash, aunque todavía siguió en pie por tres semanas más, dejó virtualmente de funcionar como tal.
5.SE ABRIÓ UNA BRECHA EN LA MURALLA
La rebelión de los Yehudim contra los romanos no prosperó. Y los romanos terminaron destruyendo el Bet haMiqdash. Los judíos en Yerushalayim se defendían detrás de sus fuertes murallas que habían sido construidas originalmente en los tiempos del rey Salomón, algunas de las cuales se pueden ver hasta el día de hoy en el área del Kotel haMa’arabí, el muro de los lamentos, a través de unas aperturas, como “ventanas”, en el piso donde se puede observar la profundidad de estas murallas.
Las murallas del segundo Bet haMiqdash fueron construidas por Nejemiá, siglo 5 antes de la era común. Estas murallas se construían para mantener a los enemigos fuera de la ciudad y eran especialmente fuertes. El pueblo luchaba con toda su fuerza e ingenio para sobrevivir y repeler a los poderosos enemigos y sabían que mientras las murallas estuvieran en pie, podrían estar seguros.
Los romanos, la más poderosa potencia mundial en esa época, contaban con tecnología militar muy avanzada. Utilizaban catapultas con las que tiraban rocas muy pesadas de hasta 25 kilogramos que impactaban y rompían las piedras de las murallas.
También usaban torres a través de las cuales los soldados subían por las murallas y trataban de atacar a las defensas judías. Los soldados enemigos atacaban con arietes “de cabeza de carnero”, un enorme tronco con una terminación de hierro con la figura de la cabeza de un carnero para azotar y derribar las murallas y las puertas de la ciudad.
El día 17 de Tamuz uno de los muros de Yerushalayim, la fortaleza de Antonia, construida por Herodes 40 años atrás en honor al emperador Marco Antonio, cedió, y una brecha se abrió por la cual los soldados romanos comenzaron a entrar en la ciudad. Este fue el comienzo del final de la ciudad de Yerushalayim.
Los judíos lucharon valientemente desde el interior de las murallas, pero como explicaron nuestros Sabios, no estaban unidos sino separados y enemistados unos con otros. Nuestra fuerza y supervivencia depende de HaShem y Él está con nosotros cuando estamos unidos. Esto no quiere decir que todos los judíos del mundo debemos pensar igual (eso es imposible!) pero SÍ que debemos hacer el máximo esfuerzo posible para aceptarnos unos a otros y sentirnos no sólo como parte de un mismo pueblo sino como parte de una misma familia.
Rab Iosef Bitton