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¿Qué es la salud?

Extraido de Las Alas del Sol

 

Miles de millones se gastan en el cuidado de la salud y en la medicina preventiva, sin hablar de todo el dinero pagado a los médicos y a los tratamientos médicos cuando las cosas no salen bien, Dios no lo permita. Constantemente nos vemos urgidos a tomar las suficientes vitaminas y minerales, a evitar la ingesta de grasas, a dejar de fumar, a reducir la tensión y a hacer mil y una otras cosas para guardar nuestra salud. Pero, ¿cuál es el propósito de todo esto? ¿Para qué sirve la salud?

A primera vista la respuesta parece bastante obvia: la salud es un requisito para tener una buena vida – y eso es en verdad. En cuanto a qué constituye una buena vida, muchos podrían decir que ello no es algo que el personal médico debería decidir. ¿Acaso no es la salud un derecho humano básico? Uno de los principios del código médico tradicional de conducta es proveer tratamiento para todos, sin discriminación. No depende del médico preguntar lo que alguien pretende hacer con su salud. Si el paciente está enfermo, así sea un santo o un pecador, el médico debe curarlo.

El valor supremo de la vida humana es uno de los principios cardinales del judaísmo pues en aras de preservar la vida se permite violar cualquier precepto de la Torá, excepto las prohibiciones en contra de la idolatría, de la inmoralidad sexual y del asesinato (Pesajim 25a). Pero para el judaísmo, la salud es más que un tema de ser capaz de funcionar normalmente para estar en condiciones de trabajar, comer, beber y divertirse. La vida es un valioso regalo de Dios, dado para permitirnos acercarnos a Él. La importancia de la salud yace en el hecho de que es necesaria para dedicarnos a la Torá, a la plegaria y a la práctica de las mitzvot, sin impedimentos. En palabras del Rambam: “La salud del cuerpo y el bienestar son parte del sendero hacia Dios, dado que es virtualmente imposible conocer o comprender algo del Creador si se está enfermo. Uno debe por lo tanto evitar todo aquello que pueda dañar al cuerpo y cultivar hábitos saludables” (Mishne Torá, Hiljot Deot 4:1).

Una idea similar está expresada por el rabí Moshé Jaim Luzzatto: “La utilización de este mundo por parte del hombre para sus propias necesidades debe estar circunscripta a los límites impuestos por la voluntad de Dios y no debe incluir nada prohibido por Dios. Debe estar motivada por la necesidad de mantener mejor la salud y preservar la vida y no meramente para satisfacer los deseos físicos y las ansias superfluas. La motivación para mantener el cuerpo debe ser por lo tanto para que el alma sea capaz de utilizarlo en su servicio al Creador, sin verse obstaculizada por las debilidades e incapacidades del cuerpo. Cuando el hombre utiliza el mundo de esta manera, ello en sí mismo se transforma en un acto de perfección y a través de él es posible alcanzar la misma virtud como al cuidar los otros preceptos. En verdad, uno de los mandamientos requiere que cuidemos nuestros cuerpos para servir a Dios” (Derej HaShem 4:7;cf. Shuljan Aruj, Oraj Jaim #231 y Joshen Mishpat #427:8).

Prevenir es mejor que curar

Es algo trágico que mucha gente nunca aprenda a valorar su salud hasta que ésta se deteriora. Muchas personas consumen excesivas cantidades de alimentos erróneos, no hacen ejercicios, fuman, beben y abusan de sus cuerpos de diversas maneras durante años, sólo para terminar corriendo a su médico cuando los problemas de salud resultantes están tan avanzados que en general es imposible revertirlos. Es mucho más difícil restaurarle la salud a un cuerpo al cual se le permitió degenerar que mantener y mejorar la salud de un cuerpo que aún es básicamente sano.

Investigaciones en los Estados Unidos sugieren que las dos terceras partes de las muertes de aquellos de menos de sesenta y cinco años pueden evitarse. Es una absoluta locura esperar hasta que la enfermedad se manifieste con síntomas físicos antes de tomar la decisión de cultivar hábitos saludables. ¡Para un mejor resultado, la curación debe comenzar mucho antes de que el cuerpo enferme! Nunca es demasiado temprano para comenzar a tomar apropiado cuidado de uno mismo. Y si nos encontramos entre aquellos que de alguna manera tienen que enfermar para comprender lo valioso de la buena salud, agradezcamos a Dios por la advertencia, ¡y tomemos la decisión de vivir de manera sana y sensata de aquí en más!

¿Pero cuáles son los hábitos correctos para el cuidado de la salud? La medicina preventiva recibe un tremendo énfasis en la sociedad contemporánea, pero incluso aquellos que quieren encarar el cuidado apropiado de su salud se encuentran en general totalmente confundidos debido a la gran cantidad de consejos conflictivos que se presentan por todas partes. ¿Acaso se supone que debemos ser vegetarianos o macrobióticos o eso no importa? ¿Acaso es la combinación de alimentos apropiados algo vital o es irrelevante? ¿Y los suplementos nutricionales, son necesarios o superfluos? ¿Los alimentos lácteos son buenos o malos? ¿Y las frutas? ¿Está bien el tomar algo de café, de azúcar blanca y de harina refinada? ¿O son venenos mortales? ¿Qué hay de los colorantes en los alimentos, de los mejoradores del sabor, de los preservantes, de los envases de aluminio y de innumerables otras cosas más? ¿Es beneficioso el jogging o desgasta las articulaciones? ¿Qué hay de la danza aeróbica? ¿Yoga? ¿Tai Chi? Etcétera, etcétera.

La educación para la salud en las escuelas, si es que existe, es en general sólo parcial y no recibe para nada el mismo énfasis dado a las matemáticas, a las ciencias y a otros temas académicos. Los programas de salud de las escuelas han terminado siendo totalmente inadecuados. Difícil es encontrar un médico que esté en desacuerdo con los principios básicos del cuidado de la salud y la medicina preventiva. Pero en la práctica la mayor parte de los médicos tiende a esperar hasta que sus pacientes lleguen a ellos con un problema médico específico antes de ofrecerles alguna sugerencia sobre cómo pueden cuidar mejor su salud. Ante la ausencia de una guía indiscutida del cuidado de la salud, la mayor parte de la gente depende de una mezcla de ideas tomadas de las abuelas, de lo que han oído, de la televisión, de libros y revistas, de curanderos favoritos y otros “expertos”.

La sociedad libre en la cual vivimos complota con la debilidad innata de la naturaleza humana para minar las mejores intenciones de la persona en seguir un estilo de vida saludable. Los productores tienen la libertad de vender toda clase de alimentos y otros productos que consienten los anhelos y apetitos de la gente, sin importar el que éstos ayuden o no a la salud. Todos los dulces, masas, productos refinados y procesados y otras comidas “basura” que la gente ve como tentadoras, son muy fáciles de encontrar, pero hace falta mucho mayor esfuerzo para hallar comidas simples e integrales. Los malos hábitos enraizan desde temprano. ¿Que niño está contento de masticar zanahorias y apio mientras que los demás de la clase disfrutan de sus caramelos?

Hoy en día, todas las cosas están publicitadas como “naturales” y “saludables”, pero los productores y proveedores de las así llamadas “comidas saludables” y otras “ayudas para la salud” tienen muy poco incentivo como para suministrar una información sólida sobre el verdadero valor de sus productos. Es posible hacer mucho dinero vendiendo pequeñas y caras botellas de preparaciones con fórmulas exclusivas, elaborados equipos de ejercicio hogareño y demás – mucho más que proveer una guía básica sobre los fundamentos de una buena nutrición y técnicas simples de ejercicios que no requieren de equipamiento.

El hecho es que mucha gente busca ante todo la salud proveniente de una botella o de una máquina antes que dedicarse a un esfuerzo personal constante. La prevalente cultura consumista de la satisfacción instantánea milita en contra de la autodisciplina necesaria para adherirse a un régimen sano de dieta y ejercicio y de seguir otros hábitos generalmente saludables. La gente encuentra mucho más confortable tragar algunas vitaminas y comer una ensalada, como una clase de concesión a su conciencia y luego seguir ingiriendo más o menos lo que le plazca. Semanas de inactividad son seguidas de súbitos y frenéticos cursos para estar en forma, lo que simplemente lleva a la inflamación muscular, a las articulaciones agarrotadas y a más inactividad.

Irónicamente, la búsqueda de la “salud” en nuestra sociedad materialista contiene en general una contradicción interna. La filosofía dominante de “¡come, bebe y disfruta pues mañana moriremos!” ha transformado a la salud en una obsesión para todos aquellos que están aterrados ante el hecho de que las enfermedades del corazón, el cáncer, el sida y otros terrores puedan acortar su búsqueda de la felicidad. En todas partes la gente está tomando vitaminas, haciendo ejercicios y tratando de hacer cualquier otra cosa que ofrezca una esperanza de extender su juventud. Los productores de todas clases se aprovechan plenamente de esto: hasta la publicidad de los cigarrillos muestra escenas de una saludable juventud paseando por hermosos paisajes. La contradicción es que las cosas mismas por las cuales mucha gente quiere desesperadamente prolongar su vida son precisamente aquellas que son más destructivas para la salud: los excesos gastronómicos, una vida agitada, la promiscuidad sexual, la bebida, el abuso de las drogas y demás.

Consejo sobre el cuidado de la salud del Rambam

Adaptado de Mishne Torá, Hiljot Deot, capítulo 4.

Comer:
Come sólo cuando tengas hambre. Bebe sólo cuando tengas sed. No sigas comiendo hasta que tu estómago esté lleno. Come aproximadamente un cuarto menos de lo que te dejaría satisfecho. En el verano, toma comidas refrescantes y no uses excesivo aderezo. En el invierno come comidas calientes con muchas especias. No bebas junto con la comida excepto un poco de agua mezclada con vino. Cuando el alimento comienza a ser digerido, bebe tanta agua como necesites, pero incluso entonces no bebas agua en exceso. Siempre siéntate para comer. No camines, ni cabalgues, no hagas ejercicios ni te dediques a ninguna otra clase de actividad física exigente hasta que el alimento no se haya digerido. El esfuerzo físico realizado inmediatamente después de las comidas puede traer graves enfermedades.

Ejercicios:
Antes de comer camina para que tu cuerpo entre en calor o dedícate a alguna otra forma de actividad física. Cada mañana debes ejercitarte hasta que el cuerpo entre en calor. Luego descansa un poco y después de esto toma tu comida. Si tomas un baño con agua caliente después del ejercicio, mucho mejor. Después del baño, espera un poco y luego come.

Mover el vientre:
Cuando necesites evacuar el vientre hazlo de manera inmediata. Debes comprobar si necesitas hacerlo antes o después de las comidas, antes o después del ejercicio, del baño, de las relaciones sexuales y antes de ir a dormir.

Dormir:
Es suficiente con dormir durante ocho horas al día. No duermas boca arriba ni boca abajo sino sobre tu costado: al comienzo de la noche sobre el lado izquierdo y al final de la noche sobre el lado derecho. No te vayas a dormir inmediatamente después de comer espera dos o tres horas después la comida.

Baño:
No tomes un baño inmediatamente después de comer ni cuando tienes hambre ni cuando el alimento comienza a ser digerido. Lava todo tu cuerpo con agua caliente pero no hirviendo. Después de esto enjuaga el cuerpo con agua tibia, luego con agua algo fría hasta que finalmente lo hagas con agua totalmente fría.
No te quedes en la sala de baños durante demasiado tiempo: tan pronto como transpires y tu cuerpo se ponga elástico, enjuágate y sale. Vístete y cubre tu cabeza para no tomar frío. Esto se aplica incluso en el verano. Después del baño, espera hasta sentirte calmado, que tu cuerpo esté descansado y que se haya disipado el calor del baño. Podrás entonces comer. Si duermes un poco después del baño y antes de comer, eso es excelente. No bebas agua fría después de bañarte y ciertamente no mientras estás en el baño. Si quieres beber después de salir de la sala de baños y no puedes refrenarte, bebe agua mezclada con un poco de vino o de miel.

Relaciones sexuales:
El semen es la vida, la fuerza del cuerpo y la luz de los ojos. Cada vez que se emite el semen en exceso el cuerpo se debilita y faltan la vida y la fuerza. Aquel que está sumido en la actividad sexual envejecerá prematuramente. Su fuerza declinará, sus ojos se volverán más débiles y un mal olor saldrá de su boca y de sus sobacos… Toda clase de enfermedades terminarán afligiéndolo. Aquel que quiere vivir una vida plena debe ser muy cuidadoso con esto. Sólo se debe cohabitar cuando el cuerpo esté fuerte y sano y se experimenten repetidas erecciones involuntarias que persistan incluso cuando uno ponga la mente en otra cosa. No se debe cohabitar cuando se está saciado ni hambriento y sólo después de que la comida haya sido digerida.

Cuidado general de la salud:
Mientras la persona haga ejercicios, se cuide de no comer al punto de saciedad y mantenga sus intestinos flojos, no caerá en la enfermedad y se fortalecerá, aunque ingiera alimentos que no sean saludables. Pero lo opuesto le sucederá a alguien que lleva una vida sedentaria, que no hace ejercicios, que no evacua el vientre cuando es necesario y que permite mantenerse constipado. Aunque tal persona, ingiera buenos alimentos y se cuide de acuerdo a los principios médicos apropiados, todos sus días estarán llenos de dolor y su fuerza declinará. Una ingesta excesiva de alimentos es un veneno mortal para el cuerpo y una de las principales causas de la enfermedad. La mayor parte de las enfermedades de las cuales son presas los hombres son causadas por comer alimentos erróneos o por un comer excesivo de alimentos buenos.

Cuerpo, Mente, Alma

La obsesión con la salud y la fuerza física por sí mismas son una de las cosas que el Rebe Najmán ridiculiza en su cuento “El señor de la plegaria”, en el cual caricaturiza las diferentes y erradas ideas que diferentes grupos de personas tienen sobre el propósito de la vida.

“Un grupo mantenía que el objetivo principal era consentirse con alimentos y bebidas, para desarrollar grandes músculos. Buscaron un hombre con grandes músculos y que se ejercitara para desarrollarlos más aún. Tal persona tendría miembros muy grandes, ocupando así una mayor porción del mundo. La persona con el cuerpo más grande sería aquella más cercana al objetivo y por lo tanto sería su raíz. Encontraron a un gran atleta, muy alto y lo hicieron su rey. También buscaron una tierra que fuera propicia para ellos y allí se asentaron” (Los Cuentos del Rabí Najmán #12).

El Rebe Najmán estaba lejos de oponerse al cuidado físico de la salud. Por el contrario. Les advirtió a sus seguidores que no debían fumar ni beber (ver Inserto) y les dijo que se cuidaran muy bien: “Duerman tanto como lo necesiten y coman de la manera apropiada. Solamente asegúrense de cuidar su tiempo” (Kojvei Or p. 25). Uno de los intérpretes más importantes del Rebe Najmán, R. Abraham b’Reb Najmán (1849-1917), notable líder de la cuarta generación de los jasidim de Breslov, dijo: “Dado que el Rebe Najmán advirtió en contra de los médicos y de las medicinas, debemos hacer todos los esfuerzos para comer sólo alimentos saludables” (Siaj Sarfei Kodesh III: 539). Lo mismo puede decirse con respecto a la aplicación de todos los otros aspectos del cuidado preventivo de la salud.

Lo que el Rebe Najmán estaba ridiculizando era la devoción a la cultura del cuerpo como objetivo en sí mismo: desarrollar grandes músculos para “ocupar una mayor porción del mundo” – i.e. de este mundo. Bajo el punto de vista de la Torá, este mundo transitorio es meramente la antecámara del Mundo que Viene (Avot 4:21). Hasta el cuerpo mejor desarrollado debe finalmente fallecer y pudrirse, mientras que el alma continúa en la vida eterna. Poner todo el énfasis en la salud física, descuidando el crecimiento espiritual es tener las prioridades totalmente equivocadas. El propósito de cultivar la salud del cuerpo es, como lo expresó el rabí Moshé Jaim Luzzatto, “para que el alma pueda utilizar [el cuerpo] para servir a su Creador, sin verse obstaculizada por la debilidad y la incapacidad del cuerpo” (op. cit.).

El cuidado de la salud es una mitzvá: “Guarda tu alma” (Deuteronomio 4:9). Pero incluso los aspectos puramente físicos del cuidado de la salud requieren del poder del alma. Hace falta una muy fuerte motivación para mantener una sólida rutina de dieta, ejercicios y de otras prácticas de cuidado de la salud física durante toda la vida. Cada día se presenta una enorme cantidad de buenas excusas para comer mal, para dejar de lado el ejercicio y abusar de uno mismo de diversas maneras. La única forma de mantenerse firme es manteniendo los ojos fijos en objetivos espirituales superiores. ¿Pero cómo es posible a no ser que uno esté plenamente comprometido con esos objetivos y encuentre verdadera alegría en su búsqueda?

Más aún, la salud física está directamente influenciada por nuestros estados mentales, emocionales y espirituales, positivos o no. El punto está gráficamente ilustrado por el Rambam:
“Todos pueden ver cómo la experiencia emocional produce notables cambios en el cuerpo. Es posible ver a un hombre bien constituido con una voz fuerte y placentera y con un rostro brillante. Pero en el momento en que oye noticias preocupantes, su rostro decae y pierde su brillo. Su color cambia, su postura se derrumba y su voz se vuelve áspera y débil. Le faltan las fuerzas y es posible que quede tan débil que comience a temblar. Su pulso se debilita, sus ojos cambian y sus párpados se vuelven demasiado pesados como para moverlos. Su piel se enfría y pierde el apetito. Lo mismo sucede cuando un hombre con un cuerpo débil, con un rostro pálido y una voz cascada recibe buenas noticias. Todo el cuerpo se fortalece. Su voz se hace firme, su rostro brilla, su pulso se fortalece, su piel se vuelve más tibia y sus ojos exudan felicidad y alegría.
“De manera similar, el temor, la esperanza, la inseguridad, la tranquilidad, la falta de esperanza, el éxito y demás tienen sus diferentes efectos en el cuerpo. A veces la persona puede quedar tan deprimida por el infortunio que literalmente es incapaz de ver, pues su facultad de la visión se oscurece. Por otro lado, una persona exitosa ve todo de manera más brillante pues aumenta la luz en sus ojos. Debido a esto, los médicos han enfatizado la importancia de prestarles atención todo el tiempo a los estados emocionales” (Hanagat HaBriut 3:12-13).

Rambam poseía una plena comprensión de algo que fue largamente ignorado por la medicina occidental hasta hace muy poco. Esto es, que nuestros estados mentales, emocionales y espirituales influyen directamente sobre todos los aspectos de nuestro funcionamiento físico, tanto en el corto como en el largo plazo. Ahora se acepta universalmente que muchos casos de enfermedades cardíacas y otras están directamente relacionados con una mala dieta, la falta de ejercicios, un gran estrés, el fumar y el beber excesivos y demás. Además, hay un creciente cuerpo de evidencias científicas de que factores tales como las emociones malogradas, las frustraciones crónicas y la depresión pueden jugar un papel importante en muchas y diferentes condiciones físicas, desde la baja de inmunidad hasta el cáncer y otras enfermedades. ¿Pero qué es lo que lleva a la gente a una compulsiva condescendencia, bebiendo, fumando y dedicándose a otras adicciones que pesan tanto sobre su salud al pasar los años? ¿Qué es lo que les impide a muchos el poder relajarse y dejar pasar las preocupaciones y tensiones que acortan sus vidas? ¿Qué es lo que hace que la gente quede trabada en la frustración, la amargura y la ira que la consume?

El Rebe Najmán estaba contemplando la raíz misma de los patrones que destruyen tantas vidas al decir: “Todas las enfermedades que sufre la gente sólo provienen de una falta de alegría” (Likutey Moharán II, 24). Obviamente no estaba hablando de una alegría superficial – sabía que la plácida fachada de mucha gente oculta un profundo dolor, un dolor que algunos ni siquiera se atreven a reconocer por temor a quedar abrumados en él. Es esa profunda falta de alegría interior la que lleva a la gente al comportamiento compulsivo que carcome su salud. Así sea que se presente como tristeza, depresión, falta de esperanza, amargura o de otras maneras, debemos conquistarla – ¡con un pleno y regocijado abrazo a la vida! Sin esto, hasta el más estricto régimen físico nunca puede traer genuina salud y bienestar.

Para el Rebe Najmán, un funcionamiento físico técnicamente sano poco vale en sí mismo. Dijo, “Incluso si alguien fallece a la edad de ochenta años es posible que su vida haya sido acortada – en el sentido de que no logró elevarse y por lo tanto todos sus años estuvieron vacíos” (Tzadik #576). “Hay muchas y diferentes clases de ‘vida’. Alguna gente lleva vidas muy problemáticas aunque no sea algo visible en la superficie. Existen varias gradaciones dentro de la categoría de ‘vidas problemáticas’. Las diversas formas de vida son muy diferentes. Sin duda la vida de un caballo no puede compararse con la vida de un hombre. Así como existen grandes diferencias entre las diversas formas de vida a nivel físico, igualmente las hay en la calidad de la vida espiritual de la gente. La verdadera vida es el deleite en Dios. Alguna gente alcanza esto incluso en este mundo y otra no” (ibid. #400).

En palabras del rabí Natán
“La real vida es la vida de la verdadera sabiduría, como está escrito, ‘La sabiduría les da vida a quienes la poseen’ (Eclesiastés 7:12). Y la esencia de la sabiduría es trabajar y ocuparse para conocer y reconocer a Dios, Quien es la Vida de la vida. Cuanto más cerca uno esté de Dios, en mayor medida su vida será una existencia genuina. Lo opuesto también es verdad. Es por ello que ‘los malvados son llamados muertos aunque estén vivos y por el contrario, los rectos son llamados vivos incluso después de su muerte’ (Berajot 18a). Los rectos están constantemente apegados a la verdadera vida, como está escrito: ‘Y ustedes que están apegados al Señor su Dios, todos ustedes están vivos hoy’ (Deuteronomio 2:4). Ésta es la vida por la cual oramos repetidas veces en Rosh HaShaná y Iom Kipur: ‘Recuérdanos para vida’, ‘inscríbenos para vida’, etcétera. Aparte de esto, todo el resto es vanidad: no es vida en absoluto” (Tzadik, Introducción del autor).

La vida del deleite en Dios es una vida de constante esfuerzo, de comenzar nuevamente a cada momento, de aplicarse con esfuerzos siempre renovados. “¡No sean viejos!”, clamó el Rebe Najmán. “No es bueno ser un viejo jasid ni un viejo tzadik. ¡Ser viejo no es bueno en absoluto! Deben mantenerse jóvenes, renovándose cada día y comenzando siempre de nuevo” (Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #51). Para el Rebe Najmán, es este abrazo a la vida el fundamento de la buena salud y de la fortaleza, tanto física como espiritual. Ésta es la esencia de todas sus enseñanzas sobre la salud y la curación. Se sintetiza en una sola palabra: ¡Simja!

Qué dijo el Rebe Najmán sobre…

El cuidado de la salud en general:
“Cuando la persona se encuentra bien, debe hacer y hacer y hacer (en el servicio a Dios). Pero cuando no se siente bien, debe dedicarse al servicio a Dios sólo tal cual está requerido en el Shuljan Aruj de acuerdo con su estado de salud y debe cumplir con la mitzvá de ‘Guarda tu alma’” (Avenea Barzel #64, p. 44).

Comer:
“Una de las señales de la dignidad humana es comer sólo lo que uno necesita. Aquel que come más de lo que necesita es como un animal que come y mastica el día entero. Esto puede traer fiebre, Dios no lo permita” (Likutey Moharán I, 263).
“Comer de la manera apropiada anula la tendencia hacia la insensatez, aumentando las facultades intelectuales y espirituales. Pero cuando uno come en demasía y como un glotón, la insensatez domina y se sobrepone sobre las facultades intelectuales y espirituales” (Likutey Moharán I, 17:3).
“Ten cuidado y no engullas tu comida como un glotón. Hazte el hábito de comer a un paso moderado, con calma y con el mismo comportamiento en la mesa como si estuvieras frente una visita importante” (Tzadik #515).
“¿Qué es la gula? Ser sofisticado con la comida y ocuparse de lo que es bueno y sabroso y de lo que no lo es” (Siaj Sarfei Kodesh I-12).

Bebida:
“Nunca te emborraches. Ten cuidado de no beber más de tu capacidad. Un poco de bebida puede ayudar a expandir la mente, pero beber en exceso y la borrachera llevan a la ira, a la impureza y al mal” (Likutey Moharán II, 26).
El Rebe Najmán le sirvió cierta vez una pequeña gota de shnaps a uno de sus seguidores, quien dijo, “Nu, un poco es también bueno”. Al oír esto el Rebe Najmán dijo, “¿Shnaps? ¡Sólo un poco es bueno!” (Siaj Sarfei Kodesh I-151).

Fumar:
“No te hagas al hábito de fumar. Es una pérdida de valioso tiempo que podría utilizarse en la Torá y en la plegaria. En última instancia el fumar no es beneficioso y puede ser algo peligroso” (Tzadik #472).

Una buena transpiración:
“Transpirar debido a una mitzvá trae alegría. La depresión se produce debido a una acumulación de impurezas en la sangre y en el bazo. El remedio es transpirar, pues las toxinas que generan la enfermedad están en la sangre y son expulsadas mediante la transpiración, quedando la sangre pura. Uno llega entonces a la alegría” (Likutey Moharán II, 6).

 

Rabi Najman de Breslov

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