¿Qué es indispensable para la felicidad conyugal?
Extraído de “El río, La olla y el pájaro”
¿Cuál de los tres niveles o componentes de la vida juega el papel más significante para crear la felicidad conyugal, el físico, el emocional o el espiritual? Puesto que la felicidad es un estado emocional, podríamos asumir que el estado emocional tiene la respuesta.
La verdad es que una sana relación emocional en el matrimonio depende de una apropiada orientación espiritual, es decir, en donde la pareja ha aprendido a sobreponerse a su egoísmo. Esto se debe a que la felicidad en el matrimonio depende de un elemento básico: que cada cónyuge sienta que el otro se dedica a él o a ella. Este tipo de relación no puede existir entre dos personas egoístas. Por ello les es imposible experimentar una completa felicidad conyugal. El lado espiritual del matrimonio, que nos enseña tener consideración por otro ser humano, es, por lo tanto, lo que determina su lado emocional. Solamente aprendiendo la «lección» matrimonial de incrementar el altruismo hacia el otro una pareja podrá lograr la «felicidad» como un estado emocional.
Por supuesto, la relación física en el matrimonio juega también un papel vital en crear la felicidad matrimonial. Además de permitir la creación de una familia y el control del deseo por el sexo, también promueve la unión emocional entre el hombre y su mujer. Las relaciones físicas conyugales despiertan sentimientos de cercanía. De hecho, los Sabios han indicado claramente que el deseo sexual fue creado en el hombre para así proporcionar a los cónyuges una manera de generar amor.
Sin embargo, las relaciones maritales sólo pueden despertar sentimientos temporarios de acercamiento. La capacidad de generar una cercanía permanente depende de la orientación espiritual (es decir, el grado de altruismo) de los cónyuges. Como una firma en un documento que adquiere valor en proporción a la fuerza del documento al que está endosado, las relaciones maritales tienen un efecto significativo sobre la unión matrimonial únicamente en proporción a las emociones detrás de ellas.
Cuando el lado físico del matrimonio no es una expresión de la emoción, se manifiesta lo contrario: su resultado es el daño al matrimonio. La satisfacción del deseo carnal no es nada más que egoísmo; consecuentemente, la utilización de las relaciones sexuales con el sólo propósito de gratificación física, minará la base misma de la felicidad matrimonial. Este tipo de «amor» está, por consiguiente, destinado a convertirse en odio y finalmente destruirá cualquier matrimonio.
De este modo, en los dos planos, el físico y el emocional, al final todo depende de utilizar la capacidad espiritual del matrimonio para vencer el egoísmo.
Así, pues, las «instrucciones del fabricante» para el matrimonio requieren que la persona se proponga a sí mismo desarrollar el interés hacia el otro, la verdadera meta original del matrimonio. Esta es la llave para el éxito matrimonial.
El criterio para escoger un cónyuge
El hombre fue creado para servir a Dios estudiando Su palabra, llevando a cabo actos buenos y haciendo del mundo un lugar donde el hombre pueda acercarse a él. Por lo tanto, la cuestión más importante para elegir a un cónyuge debería ser: ¿Esta mujer tiene los mismos objetivos espirituales que yo, y podremos trabajar juntos para alcanzar estos objetivos? Alquien que no llena estos requisitos, no puede ser considerado una compañera potencial en la vida.
El matrimonio judio, claro está, es también una ayuda para construir una familia judía y asegurar la transmisión de los valores judios a otra generación. Por ello deben hacerse serias reflexiones para determinar qué tipo de madre y futura esposa podría ser. ¿Tiene las cualidades necesarias? ¿Qué mensajes, abierta y sutilmente, estará comunicando a sus hijos? ¿Qué cualidades mostrará y alentará a sus hijos a imitar?
Los objetivos espirituales deben ser primordiales, pero uno no puede escoger a una esposa sólo en estos términos. El hombre es una criatura mundana con necesidades mundanas. De hecho, como hemos dicho, el matrimonio fue creado especialmente para satisfacer estas necesidades también. Sin la satisfacción emocional y física en el matrimonio, el hombre no podría funcionar apropiadamente.
El lado emocional del matrimonio ayuda al hombre a disipar su soledad; pero ciertas veces puede ser más solitario vivir con una persona desagradable que vivir solo. Es por eso que es imperativo evaluar cuidadosamente la personalidad de una probable esposa: ¿Es agradable estar con ella? ¿Es considerada? ¿Es egoísta? ¿Tiene temperamento? ¿Le agrada criticar a la gente en lugar de ayudarla? Las respuestas a estas preguntas son vitales.
¿Qué tan importante es la atracción física? A la luz de lo anterior no debe causar sorpresa que ésta es una de las consideraciones menos importantes. Para que un matrimonio tenga éxito la esposa no tiene que ser hermosa. Ciertamente uno no puede casarse con una mujer que encuentra repulsiva en cualquier sentido (incluso le está prohibido hacerlo). Sin embargo, la atracción física no es, por ningún motivo, un factor crítico para un matrimonio exitoso. Si una mujer posee la orientación espiritual adecuada y buenas cualidades, el matrimonio tiene la capacidad de producir felicidad verdadera, y también se desarrollará una exitosa relación íntima. La atracción física desconectada de una relación emocional se disipa en semanas, sino en días. De primera importancia en el matrimonio es la capacidad de crear una unión emocional. Los objetivos espirituales y la personalidad, no la atracción física, son los factores críticos para esto.
Aharon Feldman