Relatando
Historia
La Historia Judía: La Providencia Divina en Acción
+100%-

Primera Parte

Purim , Babilonia, Cruzadas

Un muy famoso emperador de Rusia del siglo diecinueve, le pidió cierta vez a un funcionario de la Iglesia una prueba de la existencia de D’s.
«El pueblo judío», respondió el clérigo.
Lo que quiso decir fue que nuestra supervivencia sola es el mayor de los milagros, la más grandiosa prueba de un D’s que vive. Como lo hemos demostrado en el último capítulo, la supervivencia judía desafía todas las reglas de la historia.
Sin embargo, esto era y es sólo posible, porque el Creador del universo personalmente supervisa los asuntos diarios del pueblo judío. Se deduce, entonces, que una de las mejores formas de ver la Divina Providencia en acción, es a través del estudio de la historia judía. Así que, embarquémonos en un rápido recorrido de algunos de los más conocidos hitos de nuestra historia, a fin de ver claramente la mano Divina en todo lo que le ha ocurrido a nuestro pueblo .

Resulta obvio para todo el que lea la Torá, que uno de sus propósitos es enseñarnos (entre las lecciones importantes) que D’s está especialmente involucrado con esta pequeña porción de la humanidad llamada el Pueblo Judío. él nos está guiando constantemente hacia nuestro destino final. La historia bíblica, tal como está registrada en los veinticuatro libros de las Escrituras, es toda una cadena de una manifiesta Providencia Divina. Pero incluso cuando la historia bíblica finalice enseguida después de la destrucción del Primer Templo y del exilio del pueblo judío, vemos aún que la Providencia Divina está plenamente en acción, aunque de diferentes maneras. Es verdad, la era de los milagros nacionales manifiestos ha terminado, pero la era de los milagros nacionales «naturales, ocultos» ha comenzado. Iniciemos nuestra lección histórica desde este punto en la historia.

Luego de que los persas conquistaran Babilonia (y heredaran su imperio y a todos los judíos que residían allí), surgió el perverso Haman. Realmente, ese debería haber sido el final de los judíos, puesto que todos los judíos del mundo estaban bajo el dominio persa en esa época. Sin embargo, ocurrió el milagro de Purim. Purim marca el momento crucial en la historia nacional judía, cuando D’s dejó de hacer abiertos milagros por nosotros y comenzó a manejar nuestros asuntos con milagros ocultos. D’s salvó a Su pueblo a través de una intriga política en lugar de la «antigua forma» de intervención abierta que quebraba todas las leyes de la naturaleza. De todas maneras, es la misma Providencia Divina, la misma manipulación de eventos que asegura que esta nación de judíos nunca se pierda totalmente.

Poco después de la caída de Hamán, el Rey Ciro de Persia permitió a los judíos retornar a su tierra, tras setenta años de exilio, para reconstruir el Segundo Templo. Solamente esos setenta años constituyen un milagro de supervivencia. Los judíos, como tantos otros pueblos expulsados de su tierra natal, tendrían que haber sido tragados por la cultura de sus anfitriones. Debieran haberse asimilados y, eventualmente, desaparecido fuera de toda existencia, como lo hemos explicado en el capítulo previo. Sin embargo, se las arreglaron para mantener su definida identidad. Eso no puede ser explicado por las reglas normales de la historia -sólo la Providencia Divina puede ser responsable de ello.

Luego, en la era del Segundo Templo, tenemos a la Providencia Divina operando detrás del milagro de Janucá. Y el pueblo judío realmente necesitaba el aliento de un milagro de Janucá para hacerle saber que, a pesar de todos los problemas que estaba teniendo en esa época con los griegos y con los judíos helenistas (asimilados), D’s estaba aún con él. No obstante, los buenos tiempos no duraron mucho. Luego de que los problemas con los griegos se desvanecieron, surgieron dificultades con los romanos. Con éstos sobrevino el fin de ese resto de independencia que a nuestra nación le quedaba, culminando en la tragedia que coronó todas las tragedias -la destrucción del Segundo Templo. Según todas las probabilidades, el final del pueblo judío no debía estar lejos. Pero los judíos, que fueron exilados de su tierra por segunda vez, desafiaron nuevamente la historia y resistieron.

No, los tiempos duros no habían terminado, de ninguna manera. Sobrevino la rebelión de Bar Kojbá, la destrucción de Betar, la persecución por parte de los Césares de Roma y el surgimiento del cristianismo, trayendo su acentuada marca de persecuciones y antisemitismo. Luego, como si las persecuciones instigadas por la Iglesia durante los siete siglos siguientes no hubieran sido suficientes, los cristianos decidieron iniciar las Cruzadas. Aunque oficialmente era una campaña para luchar contra los musulmanes, las Cruzadas acarrearon, en su despertar, nuevas oleadas de horrendas masacres de poblaciones judías en Europa. Y no hubo una sola Cruzada sino varias que, esporádicamente, tuvieron lugar durante los siguientes dos siglos y medio (1095-1348). Algunas de los más sombríos y desgarradores lamentos que decimos en Tishá b’Av, nuestro día de luto nacional, se refieren a las atrocidades perpetradas contra nuestro pueblo en esa época.

Por supuesto, los cristianos no necesitan de las Cruzadas como excusa para matar judíos. A mediados del siglo 1300, la infame Plaga Negra, una enfermedad que mató a millares de personas, tuvo lugar a continuación. Pese al hecho de que los judíos, tanto como los cristianos, morían a causa de ella, se culpó a los judíos de la plaga y fueron, una vez más, asesinados impunemente. Hacia fines de los 1300, la igualmente infame Inquisición española comenzó. En nombre del «amor» cristiano, muchos judíos fueron forzados a convertirse o fueron simplemente torturados y quemados en la hoguera. Por un largo siglo continuó la Inquisición hasta que, finalmente, a la entera población judía se le dio la alternativa de conversión o expulsión. Así, en Tishá b’Av de 1492 (mientras Colón levaba anclas rumbo a América), centenares de miles de judíos eran simplemente arrojados fuera de la España cristiana para enfrentar inhóspitos elementos, piratas, inanición, enfermedades y, por último, la muerte. (Aun en medio de esta oscuridad, surgió una pequeña luz. Con el descubrimiento de América por parte de Colón, D’s estaba ya «manejando los hilos» para establecer un refugio de seguridad para los judíos de Europa).

Rab Shmuel Waldman

Libros relacionados

Más allá de toda duda

Ciencia y Torá




1 comentario
  1. Moisés Lopez Onofre

    Sobre pasa toda lógica,y no es entendible para el conocimiento humano,solo se percibe con el espíritu de que es verdad la supervivencia de este pueblo .

    03/07/2016 a las 02:22

Deje su comentario

Su email no se publica. Campos requeridos *

Top