Analizándose
Mishná 1
Pirke Avot
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Primer Comentario

Extraido del libro Pirke Avot

1) Moshé recibió la Torá en el Monte de Sinaí y se la transmitió a Iehoshúa, y Iehoshúa se la transmitió a los ancianos; los ancianos a los profetas y los profetas la transmitieron a los miembros de la Gran Asamblea. Ellos dijeron tres cosas: Sean prudentes en el juicio, formen muchos discípulos, y hagan un cerco para la Torá.

Moshé recibió la Torá en el Monte de Sinaí

Debemos aclarar primero, porqué Rabenu HaKadosh z”l citó la cadena de transmisión de la Torá en este tratado y no en otro.
El Rab Obadiá Bartenura z”l explica que este Masejet no trata sobre alguna de las Mitzvot de la Torá como lo hacen los demás Mishnaiot, sino que todo su contenido son palabras de Musar y buenas cualidades. Y también los sabios de los diferentes pueblos compusieron libros de ética donde volcaron la pluma según su parecer y entendimiento de cómo debe comportarse la persona con su prójimo.
Es por eso, que Rabenu comenzó este Masejet de esta manera: “Moshé recibió la Torá en el Monte de Sinaí…”, para enseñarnos que el Musar y las buenas cualidades que se citan en Pirké Avot, no lo dijeron nuestros Jajamim z”l según su parecer, sino que estas directamente fueron enseñadas por HaKadosh Baruj Hu en el Monte de Sinaí.

Debemos saber, que cuando cada uno innova normas de éticas y buenas cualidades, él y todo su entorno se encuentran en un gran problema, ya que cada uno considera que él está en lo correcto y su compañero es quien está equivocado. Todo varía según los deseos y las ambiciones de cada uno. ¿Y entonces, cómo se determina a quién escuchar?
Por lo tanto, siendo HaKadosh Baruj Hu Quien creó a la persona y conociendo a la perfección sus falencias y malos instintos, justamente es Él Quien es digno de instruirnos el camino por el cual transitar e indicarnos cómo proceder. Y si aceptamos lo que Él nos enseña, entonces reinará entre las personas armonía y compañerismo.

El Midrash Shemuel explica otra razón de porqué al comienzo de este Masejet se describe el orden de recepción de la Torá. Porque la Torá y la sabiduría no tienen subsistencia y no son dignas que las posea quien no antepuso a ellas el temor al pecado, como dijeron Jajamim z”l: “Cuando el temor de cometer un pecado precede a la sabiduría, entonces ésta perdura”.
El temor a Hashem es imprescindible para que se conserven la sabiduría y la Torá, como dice el profeta Ieshaiahu: “El temor a Hashem conforma un tesoro para la persona” (33-6). El Irat Shamaim de Moshé Rabenu, Iehoshúa y el resto de los Jajamim, es lo que les permitió recibir la Torá y legarla a las generaciones subsiguientes.
Dado que este Masejet está enteramente basado sobre los pilares de Irat Shamaim, humildad, enseñanzas morales y reproches, es por eso que en su comienzo se enumeró el orden de recepción de la Torá, para indicarnos que las buenas cualidades y el Irat Shamaim que se instruyen en el Pirké Avot, son las que condujeron a que aquellos Jajamim recibieran la Torá.

De aquí aprendemos que todo el que desea estudiar Torá, debe incorporar primeramente Irat Shamaim y buenas cualidades.
Por este motivo, el Jatam Sofer z”l diariamente previo a sus clases, estudiabacon sus alumnos el libro Jobot Halebabot, para encender sus corazones en el temor a Hashem y así cumplir con lo que dijo el rey David: “La sabiduría comienza por temerLe a Hashem” (Tehilim 111).

Y se la transmitió a Iehoshúa

Aparentemente debemos comprender, porqué Iehoshúa obtuvo el mérito de recibir la Torá de Moshé Rabenu y ser el dirigente del pueblo de Israel, sucesor de su maestro. En aquella generación había muchos ancianos y sabios más grandes que Iehoshúa (véase Baal Haturim Bamidbar 13-13).
El mismo Rash”i responde: “HaKadosh Baruj Hu no quería entregar la Torá sino a quien se entregó íntegramente desde su infancia por ella y adquirió un buen nombre en el mundo, y éste era justamente Iehoshúa, como está escrito sobre él “Y su asistente Iehoshúa hijo de Nún, un joven que no se apartaba de la tienda” (Shemot 33-11).
Además, Iehoshúa no dejaba de servirle a Moshé Rabenu para estudiar de él Torá. Como cita el Midrash: “le dijo Hashem a Moshé: “Iehoshúa te sirve y te honra, desde temprano en la mañana hasta el anochecer se encuentra en tu Ieshibá, ordenando los asientos y extendiendo las alfombras. Por cuanto que él te ha servido íntegramente, es digno de servir al pueblo de Israel y ésta es su recompensa, como está escrito (Mishlé 27-18) “El que cuida la higuera, comerá de su fruto” (Midrash Rabá 11).

Así dictaminó el Ramba”m: Las palabras de Torá no perduran en aquél que estudia perezosamente, y no en el que estudia con comodidad, mientras comen o beben, sino en aquél que se entrega a ella íntegramente, afligiendo siempre su cuerpo, ni dándole descanso a sus ojos (ver Halajot Talmud Torá, cap. 3).
Esta es la base de todo Iehudí que quiere crecer en Torá, entregarse íntegramente por ella, estudiando con mucha constancia y esmero, dejando los placeres mundanos a un lado, para deleitarse con la Torá de Hashem.
Como atestiguó Rabí Aharón z”l, el hijo del Jafetz Jaim z”l: “Mi padre se dedicaba a la Torá día y noche, durante muchos años estudiaba parado todo el transcurso del día. A la noche dormía dos horas y media, y por la tarde una hora. Él solía decir:” La Torá es mi Neshamá, ¡¿cómo es posible vivir sin Neshamá?!”.

También es conocida la gran perseverancia que tenía el Jazón Ish z”l para estudiar la Torá, quien compenetraba realmente todas sus fuerzas en el estudio.
Cierta vez, el Rab Shemariahu Greinman z”l se encontraba en la casa del Jazón Ish, y de repente se oyó un golpe que provenía de la habitación del Rab. El Rab Shemariahu corrió rápidamente para ver qué había sucedido, y para su sorpresa, vio al Jazón Ish que estaba acostado sobre el piso con las piernas y los brazos extendidos. Se acercó y le preguntó con voz temblorosa: “¿Qué ocurrió?” El Jazón Ish lo tranquilizó y le contestó: “No te asustes, yo acostumbro a estudiar hasta agotar mis últimas fuerzas, dejando una fuerza estimativa apta para llegar a la cama a acostarme. Esta vez, me he equivocado en la cuenta…”

En el casamiento de su hermana, con el Rab Iaacob Israel Kanieski z”l, el Jazón Ish hizo Tefilá sin sombrero, por tanta profundización en el estudio de la Torá que había dedicado aquel día, no podía ponerse el sombrero sobre su cabeza, para que no le fuera a doler!…

 Sean prudentes en el juicio

Esta es una advertencia para los Daianim (jueces), que no dictaminen el veredicto precipitadamente, ya que es posible que descubran nuevos asuntos concernientes al juicio que no hayan descubierto antes. Por lo tanto, el Daián requiere de una gran serenidad y una cautelosa meditación para no llegar a errar en su razonamiento.
Asimismo, el Daián deben ser prudente de no cometer ningún error, ya que a raíz de su equivocación, una de las dos partes intervinientes podría llegar a quitarle dinero a la otra sin que le correspondiera.
Por el contrario, el juez debe ser sabio e inteligente, y cuando contempla que uno de los litigantes es un estafador, debe buscar la manera para lograr que su engaño se dé a conocer.

Como sucedió cierta vez con Rabí Iaacob de Lisa z”l, conocido por su obra “Netivot HaMishpat”, que se presentaron frente a él dos personas para llevar a cabo un juicio. Uno de ellos había encontrado en el mercado un dinar de oro y lo tomó, y la otra persona reclamaba que aquel dinar se había caído de su bolsillo unos minutos antes de que el primero lo encontrara.
Rabí Iaacob percibió que el demandante era un mentiroso, y para verificar su teoría, lo obligó a salir afuera por un rato.
Mientras tanto, le exigió al otro hombre, quien había encontrado el dinar, que se lo mostrara. Lo tomó para observarlo y comenzó a hablar en voz alta, a sabiendas de que el acusante estaba apoyando su oído detrás de la puerta para escuchar lo que él decía. “Aquí en este dinar, hay un pequeño orificio al lado de la primer letra, esta es una clara señal. Si el acusante es capaz de señalarlo, la moneda le pertenece”.
Entonces, le ordenó al acusante ingresar, Rabí Iaacob le preguntó:”Dime por favor, ¿acaso este dinar tiene alguna señal que demuestre que es tuyo?” En ese instante irrumpió el acusante y le respondió: “Fíjese Rab, y verá que en la moneda hay un pequeño orificio junto a la primera letra”. Rabí Iaacob abrió su mano mostrándole la moneda, y con una sonrisa sobre su rostro le dijo: “Como verás, esta moneda no tiene ningún orificio, por lo tanto debes ir a buscar la moneda agujereada que se te ha perdido a otro lugar, ya que este dinar le corresponde al que lo encontró”.  

Y a pesar de que la obligación de “Sean prudentes en el juicio” fue originalmente dirigida hacia los jueces, también cada uno de nosotros tiene este compromiso, como dijo Rabí Israel Salanter z”l, que cada persona es “juez” sobre sí mismo. Cada persona juzga y decide si llevar a cabo determinados actos o si privarse de ellos, asemejándose de esta manera a un juez. Por lo tanto, todos estamos incluidos dentro de esta obligación de “Ser prudentes en el juicio”, meditando siempre sobre nuestros actos y conductas con detenimiento.

 Formen muchos discípulos

Beit Hilel nos legó esta enseñanza de formar muchos alumnos, no conformándonos sólo con aquellos que son aptos para prosperar en sus estudios. Y así dijo: “A toda persona se le debe enseñar”, ya que existieron muchos pecadores en el pueblo de Israel que al acercarse al estudio de la Torá, salieron de ellos distinguidos Tzadikim, Jasidim, y gente buena (Avot de Rabí Natán).

Y no sólo debemos preocuparnos por nuestra rectificación, sino a su vez ¡cuánta obligación recae sobre nosotros de preocuparnos por acercar a nuestros hermanos Iehudim que se encuentran alejados del camino de la Torá y las Mitzvot! Que aquellos que se hallan desviados, también ameriten cobijarse bajo el manto de la santidad, como proclama Hashem: “Regresen hijos rebeldes” (Irmiahu 3-14).
Esto es lo que anheló el Jazón Ish z”l cuando dijo: “¡Qué daría por estar entre aquellos Tzadikim de la generación, que hacen retornar a los alejados al servicio de Hashem!”

Escribió al respecto el Jafetz Jaim z”l (Jizuk Hadat cap 3): Dice el Pasuk: “No verás al toro de tu hermano o a su cordero perdidos y te desentenderás de ellos, regresar los regresarás a tu hermano” (Debarim 22-1), si Hashem nos ordenó que nos apiademos de que sea devuelto el patrimonio a su dueño, ¡cuánto más aun nos debemos apiadar del alma Iehudí que se ha perdido del camino de la Torá!, para hacerla regresar al sendero de la Torá, aun si esto requiere un gran esfuerzo.

En una ocasión, un Rab de la Ieshibá “Porat Iosef”, decidió echar de la misma a un alumno que poseía ideas ateas y bajo su almohada se encontraban libros de ateísmo. Entonces le fue a comunicar al Rosh de la Ieshibá, Rab Iehudá Tzadka z”l, su determinación.
El Rab Tzadka le preguntó: “¿Ya hiciste Tefilá con todo tu corazón para que este joven retorne en Teshubá? ¿Alguna vez ayunaste por él, para que vuelva al camino de la Torá?”.
El Rab se sorprendió al escuchar estas palabras, no había pensado sobre esto en absoluto. Recibió sobre sí el consejo del Rab Tzadka, lo llevó a la práctica, y al poco tiempo este alumno retornó en Teshubá absoluta.

Cuánto se explayó el sagrado libro del Zohar acerca de esto. A continuación citamos un párrafo de la Perashá Terumá: “Si las personas supiesen el beneficio y el mérito que obtienen al acercar a los alejados de la Torá, ¡correrían tras ellos así como corren tras la vida! Ven y fíjate, aquel que acerca al Rashá y realiza esfuerzos para que abandone el mal camino, se eleva a una dimensión a la que no puede acceder ninguna otra persona” (Hoja 129ª).

Y hagan un cerco para la Torá

Aquí la Mishná hace referencia en hacer un cerco y un alejamiento para no llegar a cometer una transgresión, como está escrito (Vaikrá 18) “Cuiden mis mandamientos”, y explicaron los Jajamim z”l: “Hagan un resguardo a mis Mitzvot”. De aquí aprendemos que el Beit Din (Tribunal de Justicia) debe imponer una ordenanza, instaurar decretos, y crear cercos para que la persona se abstenga a transgredir alguna Mitzvá.
Concerniente a esto escribió el Rab Moshé Jaim Luzzatto z”l, en su libro Mesilat Iesharim (cap. 11): Observamos en cuanto a las Mitzvot del Nazir, que a pesar de que la prohibición principal consiste en no beber vino, la Torá le prohibió también cualquier cosa que tenga que ver con él, como ser pasas de uva, etc. De aquí, la Torá les quiso transmitir a los Jajamim cómo deben ellos hacer una preservación y un cerco a la Torá.

De la misma manera cada uno y uno, tiene la obligación de hacer un resguardo de prevención para no vulnerar ninguna Mitzvá.
Y cuando la persona percibe que el Ietzer Hará embiste sus fuerzas y lo seduce a incurrir en alguna transgresión, debe hacer un cerco por sí mismo y auto-prohibirse lo permitido, para no llegar a permitir lo prohibido.

 

Rab Yaacob Muhafra

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