Analizándose
Mishná 18
Pirke Avot
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Primer comentario

Rabán Shimón Ben Gamliel dijo: Sobre tres cosas se sostiene el mundo: La verdad, la justicia y la paz, según fue dicho: «Juzgad en vuestras puertas verdad y juicio de paz».

* * * *

¿En qué sentido difiere esta afirmación de la anterior que declaraba que el mundo está sostenido por la Torá, la avodá (el servicio) y la guemilut jasadim (actos de bien)? Obsérvese que en lugar de la palabra omed («estar parado»), en este pasaje encontramos la palabra kaiam «se sostiene». La mishná anterior describe los tres valores que constituyen el propósito de la creación del mundo: Que la Torá, la avodá y la guemilut jasadim se conviertan en realidades de la vida humana. Este mismo mundo puede perdurar, ser mantenido y preservado sólo si prevalecen las condiciones de verdad, justicia y paz.

Se han formulado otras interpretaciones que consideran esta mishná como suplementaria de la primera: viviendo después del periodo del Templo Sagrado, cuando la avodá en el sentido clásico del culto ya no era posible, Rabán Shimón Ben Gamliel nos sugiere los sustitutos disponibles de las varias ofrendas de sacrificios.

Cuando practicamos la justicia y sostenemos la ley estamos, en efecto, aprendiendo las lecciones del jatat, la ofrenda del pecado, y asham, la ofrenda de la culpa, que reflejan responsabilidad mora y castigo justo. Las ofrendas llevadas como una donación libre o en cumplimiento de una promesa, nedarim y nedavot, nos enseñan la inviolabilidad de una palabra, una promesa, cualquier expresión de verdad. Y si una persona cultiva la paz, con eso ejemplificará el simbolismo de shlamim, el sacrificio propiciatorio, y todá, la ofrenda de acción de gracias.

Por ende, dice Rabán Shimón Ben Gamliel, si deseamos cumplir actualmente la sentencia original de Shimón Hatzadik, debemos practicar la justicia, la verdad y la paz; Ellas reemplazarán las ofrendas pedidas de la avodá original.

Podríamos decir también que esta enseñanza sugiere las cualidades específicas necesarias para observar las líneas de conducta de la Torá, la avodá y la guemilut jasadim. Nuestro estudio de la Torá debe ser verdadero; Sus conclusiones deben estar de acuerdo con la Ley y resultar de interés par la paz. Nuestro culto debe ser sincero y nuestras plegarias, correctas desde el punto de vista de la Halajá (ley), para lograr la armonía entre el hombre y el Creador. Asimismo, nuestros actos de generosidad debe realizarse con sinceridad, ser consecuentes con nuestras obligaciones legales y estar destinado a sembrar semillas de paz entre el hombre y su semejante.

Estos tres conceptos de verdad, justicia y paz son también fundamentales para el proceso judicial. En primer término, debemos determinar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. En este ámbito no podemos conjeturar o imaginar. Tal como Ieshaiau informa sobre el mesías, «no juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo oyeran sus oídos, sino que juzgará con justicia a los pobres y arguira con equidad por los mansos de la tierra». La apariencia y la realidad son a menudo dos cosas diferentes. El juez debe estar capacitado para ver debajo de la superficie y determinar los hechos del caso.

En segundo término, el tribunal debe aplicar la ley objetiva e imparcialmente. A menudo, la ley puede marchar contra lo que parecen ser los hechos. En el Talmud, Rabi Shimón ben Shataj relata: «pueda yo ver el consuelo de Tzión con tanta seguridad como cierta vez vi a un hombre persiguiendo a otro, espada en mano. El perseguido se escondió en una ruina y el perseguidor fue tras él. Los seguí y encontré a uno con la espada goteando sangre y al otro debatiéndose en la agonía. Le dije a aquel hombre: Oh, malvado, ¿quién lo mató?, Ciertamente fui yo o fuiste tu. Pero ¿qué haré contigo, si tu destino no está en mis manos porque en la Torá está escrito: «Por dicho de dos testigos o de tres testigos morirá el que hubiere de morir? No morirá por el dicho de un solo testigo». Mejor dejemos que el Señor, quien conoce todos los pensamientos de justo castigo a este hombre». Y antes de que el asesino pudiera moverse, una serpiente venenosa lo mordió y cayó muerto.

Rabí Shimón estaba completamente seguro de que el perseguidor había matado a la víctima. Sin embargo, todo lo que él tenía era una evidencia circunstancial. La ley judía requiere la evidencia de por lo menos dos testigos que, efectivamente, hayan visto cometer el crimen, para que una persona sospechosa sea condenada. la ley tiene que ser absoluta para asegurar que una evidencia circunstancial nunca condene a un hombre inocente.

La verdad y la ley deben estar al servicio de la paz en nuestra sociedad, y generar armonía entre la judeidad y su Padre en el Cielo.

Después de que el Todopoderoso hubo creado la tierra seca, su mandamiento siguiente fue: «Produzca la tierra hierba verde… deshe«. Con las tres letras de la palabra hebrea deshe comienzan, respectivamente, las palabras din, shalom y emet (Justicia, paz y verdad). En consecuencia, esto sugeriría que si este mundo recién creado deseaba perdurar, debía producir, primero, deshe: justicia, paz y verdad. En verdad, nuestros sabios declaran que el juez que dicta una sentencia basada en la verdad y la justicia se convierte -por así decirlo- en socio del Santo, Bendito Sea, en la obra de creación.

Esta interpretación puede resultar cierta en relación a otro aspecto de la palabra deshe. El rey David dice, en su famoso salmo: «En lugares de delicados pastos (deshe) me hará yacer». Esto podría significar: El Todopoderoso me ha concedido el privilegio de descansar en un ambiente de justicia, paz y verdad.

Esta maná concluye con un texto experimental de los profetas: «Juzgad en vuestras puertas verdad y juicio de paz». La palabra «puertas» sirve, aquí, como símbolo de toda la civilización y cultura humana. Si deseas continuar teniendo «puertas», si anhelas que perdure tu civilización, debes mantener la verdad, la ley y la paz. Estas son las condiciones necesarias y suficientes para que el hombre mantenga relaciones inteligentes y significativas con sus semejantes. Estos son los fundamentos de la sociedad sin los cuales las buenas relaciones entre los hombres resultan imposibles.

 

Irving M. Bunim

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