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La Justicia Divina
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¿Por qué sufre la gente buena?

Cada vez que hay un accidente fatal, o cuando un niño, un joven o una joven mujer fallecen, nos preguntamos: por qué Dios permitió que sucediera esta tragedia. Esta pregunta a veces surge de un lugar intelectual. Pero la mayoría de las veces proviene desde un profundo dolor. Los rabinos somos a menudo los destinatarios de esta dolorosa pregunta, porque la gente asume ingenuamente que tenemos todas las respuestas … Al igual que muchos de mis colegas, a lo largo de los años he leído y escuchado una cantidad considerable de argumentos para abordar este tema. Pero estos argumentos no deben entenderse como «respuestas» satisfactorias a la pregunta de por qué los justos sufren, sino como reflexiones que nos ayudan a comprender por qué no podemos entender por qué sufren los justos. Con esta aclaración en mente, me gustaría compartir con ustedes una gran lección que aprendemos de un encuentro excepcional entre Moisés y el Todopoderoso.

¿QUÉ LE PREGUNTARÍAS A DIOS?
Después de que HaShem perdona al pueblo de Israel por el pecado del becerro de oro, tuvo lugar una “conversación” entre Dios y Moshé. Hasta ese momento, la comunicación entre Dios y los profetas siempre había sido unidireccional: el Todopoderoso transmite un mensaje al profeta, en una visión, mientras que el profeta está en estado de trance, o en un sueño. Los profetas siempre tienen un papel pasivo: son receptores inconscientes de la experiencia Divina. Nunca tienen la oportunidad de percibir la palabra de Dios en un estado de conciencia. En esas circunstancias un diálogo con Dios es imposible. Pero en una ocasión irrepetible, Moshé mantiene una conversación con Dios estando alerta y completamente consciente (en hebreo פנים אל פנים). Esto le permitió a Moshé un privilegio extraordinario y único que ningún otro ser humano tuvo ni tendrá jamás: poder hacerle una pregunta a Dios. ¿Y qué le preguntó Moshé a Dios en ese momento excepcional? ¿Cuál es la duda más profunda de un hombre de fe? Moshé le dice a Dios: «Por favor, Dios, muéstrame Tu Gloria» «הראני נא את כבודך». Los rabinos explicaron que Moshé le estaba solicitando a Dios entender el tema más difícil: «¿Por qué le pasan cosas malas a la gente buena?» למה צדיק ורע לו. Si Dios es omnipotente ¿por qué no evita que las personas inocentes sufran? Y si puede prevenir el sufrimiento, ¿es Dios indiferente al dolor de la gente buena? Basándonos en esta explicación, las palabras bíblicas «Muéstrame Tu gloria» deben entenderse de la siguiente manera: Moshé dice: «Dios, ¿cómo se explica el sufrimiento de los justos a la luz de «Tu gloria», es decir,”de Tu reputación como Dios justo y bondadoso?”. El sufrimiento de los hombres justos, insinúa Moshé, mueve a los hombres a pensar que ח»ו Dios no es justo (o les hace dudar de Su existencia). Moshé le ruega a Dios que le permita entender este enigma para poder responder a otros y que así la “gloria de HaShem” permanezca intacta.

¡NUNCA VISTE UNA NARANJA!
La respuesta Divina es sorprendente. La Torá no nos da una respuesta fácil, ni nos dice que Moshé de repente tuvo una revelación sobrenatural y resolvió este enigma. La Torá es única al afirmar que los seres humanos –incluso Moisés, el hombre que tuvo el encuentro más cercano con Dios– no tenemos acceso a esta información. La forma en que Dios administra Su justicia está más allá del entendimiento humano. La respuesta de Dios a Moshé está formulada con palabras crípticas, casi poéticas וראית את אחורי ופני לא יראו. “Podrás verme de atrás, pero de frente no seré visto”. Obviamente, “atrás” y “frente” no se refieren a una parte trasera o delantera física. Se refiere a la realidad como Dios la ve, versus la realidad como la percibimos los seres humanos. La realidad Divina, multidimensional, es metafóricamente «el frente de Dios». Y los humanos no tenemos acceso a esa dimensión. Sufrimos de lo que el filósofo español Ortega y Gasset llama: “perspectivismo”. “Nadie ha visto una naranja”, dijo el famoso filósofo. Cuando sostenemos una naranja (o cualquier otra cosa) en la mano vemos un lado a la vez. Cuando observamos el frente, no vemos el reverso. Y cuando la vemos desde arriba, no la vemos desde abajo. Luego, con todas esas imágenes parciales, construimos en nuestra mente una idea visual de la naranja, pero nunca llegamos a ver la naranja entera de una vez.

EL TAPIZ DE LA JUSTICIA DIVINA
Creo que el simple ejemplo de la elusiva naranja, y el hecho de que el filósofo español use la idea de “atrás y adelante”, es de gran ayuda para entender nuestro pasuq. El Creador le dice a Moshé que los mortales estamos destinados (o condenados) a ver una dimensión muy limitada de la realidad, lo que la Torá llama metafóricamente: “la parte de atrás” o el reverso de la justicia divina, una perspectiva absolutamente limitada y engañosa. Puedo ofrecer un ejemplo más para ilustrar esta compleja idea. Cuando uno mira el frente de un hermoso tapiz, se aprecia un diseño armonioso e inteligente. La forma en que HaShem administra Su justicia es como el frente del tapiz: el diseño es impecable y perfecto. Pero cuando uno mira la parte de atrás de ese tapiz, el diseño desaparece y solo se ven hilos de todos colores, líneas y nudos mezclados en un caótico zigzag sin diseño, sin sentido y sin significado. Los seres humanos solo podemos percibir el reverso del tapiz de la justicia divina. Y no importa cuánto lo intentemos, jamás podremos proyectar en nuestra mente el frente del tapiz si solo vemos a la parte posterior.

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La obra más profunda de filosofía y pensamiento judío es el libro de Tehilim, los Salmos del rey David. En esta obra el máximo poeta del pueblo judío nos transmite conceptos fundamentales a través de palabras poéticas o metáforas muy elaboradas. Uno de los temas que aborda el rey David en el famoso Salmo 23 es: por qué sufren las personas buenas.
Veamos.

1.Salmo de David. HaShem (=Dios) es mi pastor. ¡Nada me falta! 2. En lugares de delicadas hierbas me lleva a pastar y me encamina hacia aguas tranquilas. 3. Satisface mis necesidades y me guía por sendas honestas, por Su nombre. 4. Y aun cuando me conduzca por el valle de las sombras de la muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo; Tu vara y Tu cayado me reconfortan.

DIOS COMO PASTOR
Esta metáfora, Dios como pastor, es revolucionaria. Porque no es una metáfora dedicada solamente a enseñarnos que Dios nos cuida como un pastor cuida a su rebaño. Una vez que deja en claro que Dios es el pastor, el rey David continúa su salmo no desde el punto de vista del pastor sino viéndose a sí mismo como una de las ovejas.

√ Lo primero que hace la ovejita, versículos 1, 2 y 3, es reconocer que el pasto y el agua de la cual disfruta, es gracias al pastor que provee todas sus necesidades, y que es él quien la guía por caminos de abundancia.

√ Luego, en el versículo 4, el Salmo cambia de tono. No todo es satisfacción y placer en la vida de una oveja. También hay momentos difíciles. A veces la oveja siente que el pastor la está llevando por “el valle de las sombras de la muerte” y percibe la cercanía de su final. Pero aún en ese terrorífico valle la ovejita no teme ni se desespera. La presencia del pastor la tranquiliza.

√ Inmediatamente después el Salmo menciona la vara y el cayado. “Tu vara y Tu cayado [constantemente] me reconfortan”. La vara es como un bastón recto y más bien corto que se usa para “pegarle” a las ovejas y reencaminarlas cuando se desvían del camino. El cayado, por el otro lado, es un bastón con una curvatura en forma de semicírculo en su parte superior, y bastante largo, que puede ser más alto que el propio pastor. El cayado se utiliza para frenar a la oveja, atrapándola del cuello con el semicírculo superior, y evitar así que siga avanzando cuando se está poniendo en peligro.

Veamos ahora qué nos quiso decir el rey David con esta hermosa metáfora.

APRECIACION
Antes que nada el rey David nos invita a apreciar todo lo que tenemos y practicar el gesto judío de “atribución”. Se podría decir que esta es la lección más importante de todo el libro de Tehilim: percibir a HaShem, descubrirlo, encontrarlo en cada instancia y evento que vivimos. Al igual que la oveja, nosotros también debemos comenzar por apreciar lo mucho que tenemos y declarar nuestra gratitud al Pastor.

LA VARA Y EL CAYADO
El pastor se posiciona detrás de las ovejas, así que al igual que nosotros con el Creador, las ovejas no ven al pastor. El pastor actúa a través de su vara y a veces le da un golpe a la oveja para reencauzarla. Lo mismo sucede cuando el pastor actúa con Su cayado. Imaginemos que la oveja tiene sed y se dirige hacia un río para beber. De pronto siente que algo la frena: ¡Es el pastor, que atrapó su cuello con el cayado y no la deja avanzar! La oveja está confundida y no entiende.… Tiene sed y todo lo que quiere es beber un poco de agua. ¿Por qué el pastor es tan cruel y no la deja beber? Solo el pastor (y el lector) sabe que la oveja fue detenida por una buena razón. Porque las aguas de ese río están envenenadas, por ejemplo, o infestadas de cocodrilos o son aguas turbulentas u otros motivos. El problema, que no tiene solución, es que NO HAY FORMA de que la ovejita pueda saber o comprender los motivos del pastor. El pastor entiende el dolor de la oveja, pero esta jamás entenderá al pastor….

NO HABRE DE TEMER PORQUE TU ESTAS CONMIGO
El consuelo de la oveja, y lo único que le quita el miedo en los momentos difíciles y le da fuerza para seguir adelante “es saber que el pastor está presente”, a cargo de la situación. Y siente Su presencia, especialmente (irónicamente), cuando el pastor interviene de una manera dolorosa.

Con esta exquisita metáfora, “Dios como pastor” el rey David nos ayuda a entender que los seres humanos somos como ovejas respecto a Dios. Nos suceden muchas cosas que desde nuestro punto de vista no tienen sentido. Sufrimos “injustamente”: a veces sentimos el dolor de un golpe (enfermedades, pérdidas, sufrimientos) o a veces sentimos que algo nos detiene, que las cosas no nos salen bien, que hay barreras invisibles, injustas e inexplicables, que evitan que avancemos.… y no entendemos por qué.

El mensaje más importante del presente Salmo es que a pesar de que la oveja no tiene idea de por qué el pastor la golpea o la detiene, instintivamente obedece y lo sigue, no porque entiende al pastor, sino porque sabe que está presente y “confía” en Él.

Rab Iosef Bitton

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