Pinjás
Primer comentario (Selección de Comentarios extraídos de el libro El Rebe Enseña, (c)Ed. Kehot Lubavitch)
Tercer comentario (Por Rab Daniel Oppenheimer, www.ajdut.com.ar)
Primer comentario – El Principio del Placer
Israel se asentó en Shitím; y el pueblo comenzó a descarriar tras las hijas de Moav. Y llamaron al pueblo a los sacrificios de sus dioses… e Israel se unió a Baal Peor… — Números 25:1-3
Cierta vez, una mujer no-judía que estaba muy enferma, juró: «Si esta mujer se recupera de su enfermedad, irá y adorará a cada ídolo en el mundo». Se recuperó, y procedió a adorar cada ídolo en el mundo. Cuando llegó a Peor, preguntó a sus sacerdotes: «¿Cómo se adora a éste?» Le dijeron ellos: «Uno come verduras y bebe cerveza, y luego defeca ante el ídolo». Dijo ella: «Prefiero que esta mujer regrese a su enfermedad antes que adorar a un ídolo de semejante manera». — Talmud, Sanhedrín 64a
Idolatría es la deificación de un objeto o fuerza de la realidad creada. El hombre antiguo adoró al sol porque lo mantenía caliente, iluminaba su camino y nutría sus cosechas; la luna, el viento, la tierra, el agua y los árboles también eran dioses, a ser agradecidos e implorados por los regalos y favores que conferían al hombre. Esto era como agradecer al martillo por construir una casa o a la guadaña por la cosecha del año, en lugar de agradecer al Creador y productor de estas herramientas. No obstante, cada idolatría tiene una cierta medida de lógica, no importa cuán desacertada; el hombre venera una (presunta) fuente de vida y nutrición [1]. Cada idolatría – a excepción de la de Baal Peor, que es la práctica pagana de adorar el propio excremento. Aquí la persona está venerando el desperdicio, aquello que se ha dejado de lado y ha sido rechazado después de que todo nutriente potencial fuera extraído de una substancia. El pueblo de Israel estaba en Shitím, la última de sus 42 escalas en su travesía por el desierto, cuando un importante número de ellos se unió a los Moavitas y Midianitas en la veneración del Baal Peor. Los judíos estaban en la etapa final de su largo viaje de una generación de duración desde Sinaí hasta la Tierra Santa -desde el escenario de la revelación de la voluntad de Di-s al hombre al lugar de su máxima concreción- y con todo sucumbió a la forma más irracional y repugnante de idolatría existente sobre la faz de la tierra. En verdad, sin embargo, fue precisamente su proximidad a la Tierra Santa lo que lo hizo susceptible a la idolatría de Peor. La transición de ser un pueblo que viaja por el desierto a uno radicado en su tierra fue la transición desde una vida totalmente espiritual a una de involucración con el mundo material. En el desierto, el pueblo de Israel era nutrido por el milagroso «pan del cielo» y el «manantial de Miriam», mientras «las nubes de gloria» los resguarnecían y preservaron sus ropas [2], permitiéndoles procurar la sabiduría Divina de la Torá y unirse a Di-s libres de toda preocupación material. Pero una vez que cruzaron el Jordán, el «pan del cielo» fue reemplazado por el pan de la tierra, el pan para el que hay que desembolsar mucha labor corporal: arar, sembrar, cosechar y abocarse a las numerosas otras labores requeridas para lograr nutrición del suelo físico. Una vez que cruzaron el Jordán, su idilio espiritual fue reemplazado por los pormenores mundanos de la vida física: el comercio, la política, la guerra, la diplomacia, y así sucesivamente. A ello se debe que la generación del Exodo desdeñara la tierra, prefiriendo su asilo espiritual en el desierto a las pruebas y desafíos de un estado nacional [3]. Su fracaso fue no apreciar que el propósito de la vida sobre la tierra no es escapar al mundo material; de haber sido éste el caso, la Torá se habría entregado a los ángeles supernos, quienes pueden superar en espiritualidad al más espiritual de los hombres [4]. Más bien, la razón de que Di-s los sacara de Egipto y les diera la Torá era que ellos entraran a la tierra de Canaan, la conquistaran y se radicaran en ella, y procedieran a convertirla en una «Tierra Santa», una tierra receptiva a la santidad de Di-s. En las palabras del Midrash: «Di-s deseó una morada dentro del mundo físico»[5]. «Esto es lo que es todo el hombre», escribe Rabí Shneur Zalman de Liadí en su Tania. «[Este es] el propósito de su creación y el de la creación de todos los Mundos, tanto espirituales como físicos: que Di-s tenga un lugar de morada dentro del mundo físico»[6]. Ahora, una nueva generación había tomado el lugar de aquellos, una generación criada con la misión de entrar a la tierra y cumplir el deseo Divino de una morada dentro de la existencia física. Era esta generación la que, en vísperas de la concreción de su misión de santificar lo físico, cayó presa de la idolatría de Peor
Notas: 1. Comp. con Talmud, Avodá Zará 55a, comentando Deuteronomio 4:19, «no sea que levantes tus ojos hacia el cielo, y veas el sol, la luna, las estrellas, y todas las huestes del cielo, y te veas descarriado a inclinarte a ellos y venerarlos, [cosas éstas] que Di-s ha asignado a todas las naciones bajo los cielos». La palabra hebrea para «asignado» -jalak- también significa «alisado», implicando, dice el Talmud, que Di-s mismo ha preparado el terreno para el error del hombre de adorar los cuerpos celestes, al emplearlos como el medio a través del cual El mantiene la vida sobre la tierra. 2. Exodo 16:35; Rashi a Números 20:2 y Deuteronomio 8:4. 3. Como se relata en Números, caps. 13-14. 4. Comp. con Talmud, Shabat 89a: «Cuando Moshé ascendió al cielo [para recibir la Torá], los ángeles preguntaron a Di-s: «¿Qué hace un ser humano entre nosotros?» Les dijo Di-s: «Ha venido para recibir la Torá». Dijeron ellos: «Este tesoro oculto, escondido Contigo por novecientas setenta y cuatro generaciones antes de que el mundo fuera creado, ¿deseas dar a un ser de carne y hueso?… ¡Pon Tu gloria sobre los cielos!» «Dijo Di-s a Moshé: «Respóndeles»». Dijo [Moshé]: «¡Amo del Universo! Esta Torá que me estás dando, ¿qué está escrito en ella? «Yo soy el Señor, tu Di-s… No tendrás otros dioses» ¿Moran ustedes entre naciones idólatras?», preguntó Moshé a los ángeles… «¿Qué más dice? «Recuerda el día de Shabat». ¿Trabajan ustedes?… «No juren en falso». ¿Hacen ustedes negocios?… «Honra a tu padre y a tu madre». ¿Tienen padres? «No matarás», «no cometerás adulterio», «no robarás». ¿Hay celos entre ustedes? ¿Tienen inclinación perversa?»». 5. Midrash Tanjumá, Nasó 16. 6. Tania, Cap. 33
Segundo comentario – Las Midianitas de cada generación
«Hostigar a los midianitas y derrotadlos, pues ellos os han hostigado con las conspiraciones que han tramado contra vosotros….». (Bamidbar 25:18)
Sabemos como las transgresiones de inmoralidad sexual y de idolatria despiertan la ira Divina. Los midianitas hicieron incurrir en ambas al pueblo de Israel, causando la muerte de miles de judios en una plaga enviada por el Eterno como castigo. De ahi la orden de salir a luchar contra Midian y la siempre vigente mitzva de hostigar, de detestar a los midianitas, implicada en la forma infinitiva del verbo hebreo empleado: Tzaror. Esto significa una constante actitud de rechazo hacia ellos mas que una instruccion de ejecutar una accion en un momento determinado (Rashi). Or HaHaim explica que el profundo sentido de este precepto no es una simple venganza. Bajo las directivas de Midian, se desperto y fue introducida en el pueblo judio la apetencia por placeres inmorales y un fuerte deseo por las practica de la idolatria. Dichas inclinaciones son muy dificiles de erradicar pues con las pasiones existe siempre el peligro de que reaparezcan. La forma de tratar con dicho peligro es hacer que el pueblo entienda que lo que ellos consideran un tentador placer es en realidad un enemigo, una amenaza para su misma existencia con la cual hay que mantener un constante espiritu de enemistad.
Recapitulando los hechos, recordemos que al fracasar Bilham en su intento de maldecir a Israel, le propuso a Balak, rey de Moab, perjudicar a los judios arrastrandolos hacia los pecados que mas provocan la ira de Di-s contra ellos: el adulterio y la idolatria. Asi es que los israelitas en el desierto fueron atraidos hacia un mercado midianita, y cuando se interesaban en la mercaderia, mujeres jovenes y atractivas los llamaban desde adentro ofreciendoles un mejor precio. Al entrar en las tiendas, un trago de vino ofrecido por ellas quebraba su muralla moral y de ahi facilmente pasaban a cometer idolatria y pecados sexuales. De inmediato la furia de Di-s se hizo sentir en el pueblo y comenzo la plaga… Esto conmovio profundamente a los israelitas, y a pesar de que se separaron de las incitadoras, aun no encontraban falta en ellas. «Y bueno, asi viven ellos, -se decian- Son liberales. Es su estilo de vida. Nosotros somos distintos, es verdad, pero no teniamos por que dejarnos convencer…». No es asi. Tampoco con las «midianitas» de hoy en dia. No son inocentes. Ellas en realidad tienen malas intenciones y premeditacion: quieren hacer pecar a los hombres de Israel. Por eso los atraen, los entusiasman, conviven con ellos, los convencen para casarse con ellas… y los hacen descender espiritualmente hasta el abismo mas hondo! Ellos se casan, forman familias, contribuyen a incrementar la poblacion de las naciones del mundo e impiden que desciendan al mundo almas judias, cortan la herencia dorada que sus ancestros mantuvieron por milenios transmitiendola de padres a hijos, abandonan el camino de la Tora y, cuando alguien repudia a la que intencionadamente los sedujo, la respuesta es: «No, ella no tiene la culpa. Soy yo quien se enamoro». Viene la Tora y nos dice: «No es como pensais. Ellas os sedujeron e hicieron pecar contra Di-s». No son inocentes. Es mas grave la falta de quien incita al pecado a otra persona que la del que le da muerte directamente. La historia se repite en cada generacion. La asimilacion y los casamientos mixtos han reducido a un tercio la poblacion de nuestro pueblo. Por eso es un deber mantenerse firme en el cumplimiento de cada precepto divino, estudiar la Tora y ser un miembro activo de la comunidad colaborando con sus instituciones. Nadie puede eludir este compromiso.
Tercer comentario – Amor severo
«¡Maldito el día en que nací, que el día en que mi madre dio a luz, no sea bendecido!» (Irmiahu 20:14) «Dijo Irmiahu: «¡Patrón del Mundo! ¡Qué pecado cometí, acaso, por el que todos los profetas anteriores y posteriores no debieron participar en la destrucción del Bet HaMikdash, y yo sí!…» » (Pesikta Rabatí 27:5)
La tarea de ser profeta no es simple. El pueblo de Israel tuvo cuarenta y ocho profetas y siete profetizas cuyas profecías fueron transmitidas para el futuro. Sin embargo, su misión no fue ni placentera ni agradable. En su mayoría, debieron advertir al pueblo acerca de conductas que debían modificar y modos de vida errados. Habitualmente la gente no quiere escuchar como la amonestan. Prefieren permanecer en la comodidad de los hábitos acostumbrados y, todo aquel que viniera a cuestionarlos es visto como un agresor. ¿No preferimos, acaso, también nosotros mismos una «palmadita» en la espalda a vaticinios alarmantes y aterradores?
Aquella época no fue distinta. En las tres semanas que corren entre el 17 de Tamuz y 9 de Av, se leen en Shabbat tres lecturas extraídas de los libros Ieshaiahu y Irmiahu. Irmiahu fue objeto de toda clase de persecución a manos de quienes no se alegraban con sus palabras. Fue encarcelado en época del rey Tzidkiahu por advertir la próxima caída de Jerusalén en manos de los caldeos (Bavel) y la destrucción del Bet HaMikdash, el templo construido por el rey Shlomó hacía ya 400 años, mediante ese mismo invasor. Irmiahu fue lo que hoy se llamaría un «enemigo político» o un «elemento desestabilizante» para el régimen. La gente creía que esas profecías tremendistas eran producto de la fantasía de Irmiahu. Ya, anteriormente, el rey Ioshiahu (Melajim II, 22:15) había contactado a otra profetiza, Juldá, para pedir un veredicto más benévolo, pensando, equivocadamente, que una mujer auguraría un pronóstico favorable.
Irmiahu ciertamente no fue el único que sufrió estas amenazas. En otros tiempos, en épocas del famoso Eliahu HaNaví, los profetas eran acechados y asesinados (Melajim I, 18:13), por la entonces reina Izevel, esposa de Ajav. Asimismo, el profeta Mijaihu sufrió una afrenta pública a manos de Tzidkiahu, un agorero falso (Melajim I, 22:24) por contradecir su presagio engañoso ante el rey Ajav. Otro que corrió una suerte similar, fue el profeta Zejariá, quien intentó impedir que colocaran una imagen en el Bet HaMikdash y fue muerto en el propio templo (Divrei HaIamim II, 24:21) por orden del rey Io-ash.
Volviendo a la era de Irmiahu, había otro adivino llamado Jananiá ben Azur (Irmiahu 28:1). Mientras Irmiahu alertaba a los judíos acerca de la tragedia que estaba por ocurrir, Jananiá prometía que D»s estaba por romper el yugo impuesto por el rey Nevujadnetzar sobre los judíos. Más aun, juraba que los elementos del templo que habían sido confiscados por el rey de Babilonia, volverían prontamente a Ierushalaim («andamos mal, pero vamos bien…»). Jananiá murió dentro del mismo año, tal como dijo Irmiahu, pero la gente, aun así, no estaba dispuesta a enmendar sus caminos. Encarcelado y acorralado, Irmiahu no tenía opción, sino seguir transmitiendo la palabra de D»s.
¿Cómo hubiésemos actuado en su lugar? Difícil decirlo, pues no hemos vivido en aquel momento. Sin embargo, podemos intentar auto-evaluarnos: ¿cómo reaccionamos cuando nos advierten con palabras molestas e irritantes? ¿Agradecemos la bondad de aquel que nos amonestó, viendo su intervención como un acto de amor? ¿O preferimos sentirnos agredidos, poniéndonos en papel de víctimas?
Las palabras de los profetas fueron conservadas para el futuro, pues aun cuando fueran severas, fueron dichas con un profundo amor por personas que, aparte de estar inspiradas por D»s para apercibir (y también en otras oportunidades, consolar y esperanzar) al pueblo, lo hicieron a partir de su gran preocupación por el bienestar espiritual de la nación. No faltan hoy quienes, a su vez, nos critican en términos rigurosos y ásperos. En lugar de tener una actitud de niño caprichoso que sólo acepta elogios, bien haríamos en prestar atención y reflexionar.
Daniel Oppenheimer
los tiempos se repiten, los justos de esta generacion nos estan diciendo a gritos que el tiempo esta llegando el Shabat eterno esta cerca