Festejando
Januca
Januca: Significado y reflexiones
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Meditaciones para Janucá

(Extraído de » Jánuca con el Rabí Najmán de Breslov» escrito por Por Ioshúa Starret)

[1] De manera ideal, la menorá de Jánuca siempre debe verse como nueva. Sin embargo, se permite encender las velas en una menorá que no parezca nueva, pero no debe usarse una de arcilla, pues luego de haber sido utilizada nunca vuelve a verse como nueva (Oraj Jaim 573:3).

No Importa la Edad

Un recipiente de arcilla es descalificado porque no puede volver a verse como nuevo. Sin embargo, un recipiente de vidrio o de metal pueden utilizarse aunque no parezcan nuevos, pues es posible hacerlos parecer nuevos. Lo mismo se aplica a nosotros: si creemos que siempre podemos cambiar y dar vuelta una nueva página, la Luz de Dios brillará sobre nosotros, sin importar cuán viejos seamos. Pero cuando abandonamos la esperanza de volver a comenzar, cuando abandonamos debido a que «estamos muy viejos», la Luz de Dios no puede brillar sobre nosotros, por más jóvenes que seamos.

¡Guevalt! ¡Nunca te vuelvas viejo! ( Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov 51; Bnei Isajar, Kislev 4:9).

[2] La menorá de Jánuca debe estar colocada en su lugar apropiado antes de encender sus velas y no viceversa.

Actos pasivos

Subyacente a cada acción humana se encuentra la fuerza vital Divina que permite que esta tenga lugar. Ningún acto humano podría realizarse si le faltase esa fuerza vital. Cuando caminas por la calle, cuando te sientas a comer, cuando hablas con tu amigo o con tu esposa, comprende que es Dios el que actúa a través tuyo – no hagas aquello que Dios no quiere (Sefer Baal Shem Tov, Ekev 35).

Para experimentar esta fuerza vital, debes superar tu ego – debes eliminar todos los pensamientos que dicen: «Yo puedo». Debes entregarle tu vida a Aquél que te la da y comprender que sin él no puedes. No puedes levantar tu mano, no puedes dar un paso, no puedes ni siquiera tener un pensamiento – si no fuera porque Dios está actuando a través tuyo. Levanta tu mano. Da un paso. Comprende que Dios está actuando a través tuyo.

Aunque este conocimiento no es fácilmente accesible, cuando elegimos reconocer que es Dios quien realiza nuestras acciones, él las toma en cuenta como si nosotros mismos las hubiéramos efectuado. Cuando los Cohanim encendían la Menorá del Templo, ellos sabían que era Dios Quien la encendía a través de ellos. Pero Dios lo consideraba como si ellos hubieran encendido la luz delante de él, aunque él no necesite de la luz humana (Likutey Halajot, Kriat Shema 5:19). De hecho, cuando los Macabeos se dispusieron a luchar, sabían que era Dios Quien los había dispuesto a la batalla (Zohar Jadash, Génesis 8:11 [edición Margolies, p. 23c]). Pero aun así Dios respondió a su sacrificio como si ellos lo hubieran hecho por sí mismos.

Es así que la mitzvá de la menorá de Jánuca es encenderla y no colocarla en un lugar. Mientras que el colocar es un acto humano, el fuego se expande por sí solo. Acercas un fósforo a la vela y la mecha enciende por sí misma. De este modo proclamamos con nuestra «in-acción» que no somos nosotros quienes encendemos la menorá (Bnei Isajar, Kislev 4:52).

Luego de encender tus velas de Jánuca, siéntate y observa las pequeñas llamas. Abre tus ojos para ver la Luz Divina; abre tu corazón a la Iluminación. Permite que la fuerza de vida que brilla a través de las velas inunde todo tu ser. Luego permite que la fuerza de vida que brilla a través tuyo inunde el mundo entero.

[3] Cada noche se enciende una vela adicional correspondiente al nuevo día.

Crecimiento Diario

Si piensas que has alcanzado la cúspide de la vida, o incluso una posición honorable,
Si piensas que has hecho todo aquello que debe hacerse en la vida y que el honor ahora debe llegarte gratis,
Si piensas que Dios sólo mirará tus laureles y que no tomará en cuenta el que te apoyas en ellos,
Vuelve a pensarlo.
Enciende una vela adicional cada noche.
Crece día a día
(Likutey Halajot, Jánuca 1:1; Ibid., Shomer Sajar 2:2).

[4] El lugar ideal para colocar las velas es fuera de la puerta de entrada de nuestro hogar. Si, por alguna razón, esto no es posible, se las debe encender en la ventana. Si tampoco esto posible, uno debe al menos encenderlas sobre la mesa.

Puertas y Ventanas

La oscuridad es densa, todas las puertas parecen cerradas, y uno se siente como atrapado. No puedes liberarte de un sentimiento negativo y te sientes incapaz de pedir ayuda. Abres tus labios para llamar a Dios, pero las palabras parecen trabadas en tu garganta. No puedes siquiera concentrarte en lo que quieres decir, pues estás abrumado por pensamientos de desesperanza. ¡Si al menos Dios te ayudase a salir de esta oscuridad! Pero parece como que a él no Le preocupa.

¡Debes saber! La única manera de salir de esta cárcel de oscuridad es decir la absoluta verdad. Debes ser lo suficientemente honesto como para admitir tus faltas y querer deshacerte de ellas. Acepta la responsabilidad sobre aquello que puedes hacer y deja que Dios haga lo que tú no puedes hacer. Sé lo suficientemente honesto como para admitir dónde estás y no engañarte. Retira las máscaras que siempre utilizas y acércate a Dios con el rostro descubierto. él sabe quién eres en realidad; él sabe lo que hay detrás de esas máscaras.

Acepta la verdad – la absoluta verdad de que Dios puede encontrarse en todas partes. Abandona la falsa noción de que Dios sólo puede ser encontrado en otro lugar. Abandona la falsa noción de que a Dios no Le importa – a él Le importa y no toma en cuenta dónde estés.

Clama entonces a él desde lo más profundo de tu alma; clama a él desde donde estés. Comprende que Dios está siempre allí delante de ti – no importa dónde tú pienses que estás. Las puertas que parecían cerradas se abrirán de par en par cuando reconozcas quién eres en verdad. Entonces podrás ser un ejemplo para otros que aún viven en la oscuridad – esto les ayudará a admitir quiénes son.

Encender tus velas fuera de la puerta de entrada representa ser una luz para el mundo. No para «mostrarse», sino para brillar desde el interior. Ser tú mismo es lo más importante que puedes hacer para el mundo. Si aún no eres capaz de hacerlo, busca la guía en los demás – como una ventana que permite entrar la luz. Si aún esto es algo que está más allá de tu alcance, esfuérzate al menos en hacer lo mejor que puedas. ¡Nunca abandones, no importa lo que suceda! Aférrate a la luz (Likutey Moharán I, 9, 112; Ma-aianim BeNejalim, Jánuca 6).

[5] Es preferible utilizar aceite de oliva para las luces de Jánuca.

El Diluvio

Las lluvias del diluvio cesaron durante la semana de Jánuca – el veintisiete de Kislev (Rashi, Génesis 7:12, 8:3). Así, las Luces de Jánuca dispersaron las nubes que habían traído el diluvio.

Esto se debe a que el mensaje de Jánuca es una perpetua reinauguración, el saber que puedes comenzar de nuevo, no importa lo que hayas hecho. En Jánuca puedes detener el Diluvio, no importa lo que hayas hecho. En Jánuca puedes comenzar la vida de nuevo, no importa lo que hayas hecho.

De modo que cuando te veas inundado por pensamientos no deseados, recuerda las velas de Jánuca. Cuando te sientas ahogar en un diluvio espiritual, recuerda las velas de Jánuca. Cuando las «lluvias» torrenciales sean imparables y sientas que mereces un diluvio, recuerda las velas de Jánuca. Aunque vivas la misma vida decadente de aquellos que murieron en el diluvio, recuerda las velas de Jánuca.

La rama de olivo en el pico de la paloma de Noé simboliza el aceite de oliva que usamos para las luces de Jánuca (Tikuney Zohar 13, p. 29a; Zohar Jadash, Génesis 8:11). La Paloma le estaba indicando así a Noé el mensaje de Jánuca: si quieres comenzar una vida nueva y hacerlo luego del diluvio, debes recordar mirar siempre hacia adelante y no pensar en el pasado. Debes estar dispuesto a dejar de lado lo pasado y a percibir un nuevo mundo. Crea la imagen de ese nuevo mundo en tu mente y hazlo suceder. El pueblo judío nunca hubiera sobrevivido – y tú no puedes crecer como persona – sin el mensaje de Jánuca.

Recuerda esto al encender tus velas de Jánuca.

[6] Cada varón adulto debe encender en el hogar sus propias velas de Jánuca.

Una Historia Personal

Jánuca no es solamente una celebración de los milagros realizados en el pasado. Tampoco es una conmemoración de la gente justa que vivió en un pasado distante. Es una luz directriz para todos aquellos que andan por las sendas de la vida, en todas las épocas, para ayudarlos a ver en la oscuridad de sus vidas personales y llegar a ser parte de la historia. Es el estímulo para aquellos que enfrentan situaciones infranqueables como resultado de su historia personal. Es la declaración de que Dios hará milagros para nosotros cuando valerosamente nos aprestemos a la batalla. Es la inspiración para que seamos nuestros propios Macabeos en la lucha interior. También es el saber que Dios está con nosotros, aún cuando perdamos la batalla.

Enciende tus propias velas. Enciende tu alma. Jánuca es tu historia (Likutey Halajot, Shiluaj HaKen 5:8).

[7] La luz de las velas de Jánuca no debe ser utilizada para beneficio personal.

No lo Tomes Como Algo Personal

La clave para abrir los secretos de la Torá es la sumisión total a Dios. La única herramienta que sirve para descubrir la sabiduría oculta de la Torá es la absoluta sumisión a Dios, saber que toda la sabiduría proviene de Arriba y no de la elucubración de nuestras mentes. Más aún, debemos utilizar la sabiduría así alcanzada en beneficio de la humanidad, y no para provecho personal.

Los sabios judíos conocían este secreto de la sabiduría. Es el secreto de la Torá Oral. Este secreto les permitía recordar toda esta sabiduría sin tener que registrarla por escrito. Los griegos, como sabemos, pueden haber tenido conocimientos tan grandes incluso como el de los sabios judíos – pero no poseían este secreto. Los griegos no podían entregarse a una total sumisión a Dios, era imposible para ellos. No podían aceptar que la sabiduría proviene de Arriba; por el contrario, la proclamaban como el resultado de sus propias elucubraciones mentales. La elite no sentía entonces ninguna obligación de tener que beneficiar a las masas con su conocimiento y no dudaban en estudiar para su provecho personal.

Cuando la cultura griega y sus valores influenciaron los corazones judíos, los judíos comenzaron a estudiar con el fin de obtener un provecho personal. En lugar de un medio para acercarse a Dios, se volvió un medio de obtener beneficios personales (Meor Einaim, Miketz). En lugar de ser un trabajo espiritual, estudiar Torá se transformó en una tarea material. Esto hizo que olvidaran lo que conocían previamente, pues hay un límite a la cantidad de materia – incluso de «materia mental» – que es posible guardar (Likutey Moharán I, 110).

Pero los Macabeos se levantaron con una total sumisión a Dios y le mostraron al pueblo cómo hacer lo mismo. Los llevaron hacia una absoluta sumisión y les mostraron la locura de estudiar en aras de un provecho personal. Les mostraron que más allá de las siete velas de la sabiduría existe una octava vela – la Fuente de todas ellas.

Para subrayar esta lección, instituyeron la ley de que las luces de las velas de Jánuca no podían ser utilizadas para provecho personal.

[8] Las luces de Jánuca deben ser encendidas al atardecer o con la caída de la noche. Deben durar lo suficiente como para permanecer encendidas al menos durante media hora luego de la caída de la tarde. Si se apagan antes de este tiempo mínimo, no es necesario volver a encenderlas.

Esfuerzos Recuperados

Cuando parece que tus esfuerzos ya no están justificados y que los resultados no son los que esperabas, cuando sientes que tu esfuerzo se malgasta y que tus intenciones no son reconocidas, recuerda que Dios no juzga los resultados, sino el esfuerzo puesto en ello. Recuerda que así sea que lo logres o no, ello no se encuentra dentro de tus limitadas capacidades y que el esfuerzo y el deseo por hacer lo mejor es lo único que puedes considerar como tuyo propio.

Ningún esfuerzo se pierde; ninguna intención sincera pasa desapercibida – aunque tus intentos parezcan inútiles (Bnei Isajar, Kislev 3:11).

Ioshúa Starret

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