Más allá de la relatividad… lo Absoluto
Cada vez que surge una idea original comienza por inspirar y motivar a una persona: a quien la descubrió. Luego esta persona inspira a otra y ésta a otra y así, sucesivamente, es como la idea original se renueva y se proyecta en cada persona que la re-descubre sintiéndola propia. Cuando analizamos este proceso concluimos en que tal vez no son los hombres quienes descubren a las ideas, sino que las ideas son las que descubren a los hombres.
Las grandes ideas que han construido civilizaciones y formas de percibir la realidad son siempre actuales mientras ofrecen un desafío a la humanidad. La tradición de Israel es en ese sentido cada día más vigente. ¿Qué pueblo puede decir que superó las milenarias propuestas de la Torá: no codiciar, no asesinar, no adulterar, amar al prójimo como a sí mismo, etc.? Por el contrario, hemos visto a lo largo de la historia grandes civilizaciones, imperios e ideologías desvanecerse sin que queden más que museos y monumentos de un «glorioso» pasado.
Analogía universal
Es sorprendente comprobar la analogía entre un átomo y el universo. Protones y neutrones girando alrededor de su núcleo, micro reflejo de sistemas planetarios en órbita en torno a estrellas. A mayor masa mayor fuerza gravitatoria lo cual genera que todo gire y gire sin cesar en torno a los grandes cuerpos celestes, constelaciones, agujeros negros. Micro y macro ejecutan la misma partitura respetando una melodía, un ritmo y una armonía universal. Los planetas giran en torno a estrellas presas de su fuerza gravitacional. Así los líderes inspiran, si son bondadosos, a sus seguidores o los atemorizan bajo amenazas si son malvados. El universo se expande siguiendo un ritmo que nada ni nadie puede detener. El universo como la historia humana tiene colapsos, explosiones, finalización de una etapa y comienzo de otra en el inconmensurable proceso que lo impulsa a partir de disonancias y consonancias micro y macrocósmicas, en una sinfonía que nos conduce hacia lo infinito.
El tiempo es relativo
Todo científico sabe que cuando la ciencia postula que el universo tiene 15 mil millones de años, se refiere a un concepto relativo a las coordenadas tiempo-espacio desde donde se percibe el proceso de expansión del universo. Al principio el universo era pequeño y desde entonces se ha expandido. El espacio se expande, y esa expansión del espacio cambia totalmente la percepción del tiempo. Este es uno de los conceptos que se desprenden de la teoría de la relatividad que descubrió Einstein.
Explicación de lo expuesto:
En el comienzo surge una energía, una luz que emana desde ese punto inicial donde el universo se inició. Millones de años más tarde, en la Tierra, recibimos esa luz que acompañó al universo en su crecimiento hasta llegar adonde estamos nosotros ahora. La luz viaja a 300 mil kilómetros por segundo, así que cada segundo separa por 300 mil kilómetros a cada propagación de luz de la anterior. Siendo que la luz es un fluir constante y con el propósito de comprender la expansión del universo, pasemos a suponer que cada segundo se desprende de ese punto inicial, desde donde comenzó el universo, un haz de luz. Los haces viajan a través del espacio por miles de millones de años y llegarán a la Tierra miles de millones de años más tarde. Pero el universo no es estático, las galaxias, estrellas, planetas, el conjunto de cuerpos celestes que denominamos universo está conquistando terreno como la ciudad al desierto, a través de su expansión en el espacio. Por lo tanto el espacio entre los haces de luz también se expande, cada haz se aleja más y más del punto inicial donde comenzó el universo. Miles de millones de años más tarde, cuando el primer haz de luz llega a nuestro planeta pensamos, lógicamente, que pasado otro segundo llegará el próximo. Pero éste no llega, ya que dependiendo de cuánto tiempo ese haz de luz ha viajado a través del espacio, se determinará la expansión que ha sufrido el universo. Lo que en el principio era un segundo hoy pueden ser miles o millones de años.
La percepción de la realidad
Hoy en día con la moderna tecnología de que disponemos podemos medir hacia atrás el recorrido de la luz y así contabilizamos 15 mil millones de años. Pero, observando desde el comienzo con un universo muy pequeño, 15 mil millones de veces más pequeño, la Torá nos dice: 6 días de Creación hace casi 6 mil años. La Torá analiza la realidad desde otra perspectiva y con otro objetivo. La Torá no se pregunta dónde y cuándo comenzó el universo basada en la percepción humana. La Torá nos desafía a elevar nuestra percepción a una dimensión mucho más amplia. La Torá nos pregunta ¿cuál es el objetivo del universo y la función del hombre en el universo? y a partir de eso elabora su didáctica espiritual, comprometiendo a cada ser humano para que alcance la conciencia infinita y la armonía universal. A la Torá no le preocupa que el hombre mida el mundo material-sensorial como un fin en sí mismo ya que todo lo medible tiene comienzo y fin, como en el amor: cuando te mido aun no te amo, sólo cuando dejo de medirte te amo. La medida es sólo un medio para alcanzar lo infinito.
Como es arriba es abajo y el hombre es la síntesis de todas las cosas (Zohar)
Los cuerpos celestes y todo lo que ellos contienen se expanden a través del universo material sensorial ya sea en estado sólido, líquido, vapor, gas, luz, energía o cualquiera de las formas en que la materia pueda manifestarse. Las ideas a diferencia del universo corporal se expanden a través de mentes y almas. Así como el universo se expande fuera de si y puebla el espacio vacío, así las ideas se expanden en las mentes y corazones de los seres humanos. El proceso de expansión del universo es mecánico, en cambio el de las ideas depende de emociones, mentes y almas, o sea de la interacción del deseo y la voluntad, lo denominado libre albedrío.
La milenaria tradición de Israel recogida a través de escritos como Raziel HaMalaj, el Sefer Ietzirá, el Zohar, el Etz Jaim, etc. nos enseña que: Antes de la Creación de las creaciones la luz infinita llenaba toda la realidad, y cuando la Voluntad Superior quiso crear los mundos contrajo esa luz en un punto central desde donde comenzó a expandirse gradualmente a toda la realidad. Estos conceptos que en la época moderna la comunidad científica comenzó a descubrir en el ámbito de la física y que encierran las causas del universo, es sólo la manifestación material-sensorial de un mecanismo que rige todos los aspectos de la realidad, sea ésta material, emocional, mental o espiritual y de los cuales los iniciados en la Sabiduría interior de Israel la Kabalá se ocupan desde siempre. La ciencia descubrió que nuestra percepción del espacio y del tiempo es relativa. La Torá nos enseña desde hace miles de años que no sólo nuestra percepción del espacio y del tiempo es relativa, también nuestras emociones y pensamientos son relativos, pero que por sobre esa relatividad existe una realidad absoluta la cual el hombre si se lo propone puede alcanzarla: la fuente infinita del dar, del altruismo: el Kadósh Barúj Hú. Ese reconocimiento es el que nos otorga la conciencia que podemos cambiar, corregir nuestros errores y estar dispuestos a mejorar en pos de alcanzar el bien absoluto. Ese proceso se denomina teshuvá que implica arrepentimiento y retorno. Retorno a nuestra verdadera naturaleza, el altruismo.
Sólo aprehendiendo esta estructura en forma integral alcanzamos la comprensión de las causas. Así logramos trascender los efectos y podemos captar la causa primera, el Uno sin segundo, a través de lo cual nos descubrimos todos como parte de una misma y única Realidad Infinita.