Maor Hashabat

Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable:Eliahu Saiegh
Y se corrompió la tierra ante el Todopoderoso, y se llenó la tierra de hurto
Rab Shlomó Iosef Fainstein ZZ»L, fue una persona con una intensa actividad comunitaria, dedicando gran parte de su vida a rescatar niños judíos refugiados en los conventos europeos, una vez finalizado el holocausto.
También tuvo el mérito de ocuparse de la restauración del sepulcro del Ramá (Rab Moshe Ben Israel Iserlish ZZ»L)
Absorbido por tantas ocupaciones, y con una actividad pública tan intensa, no es extraño que sus allegados hayan olvidado casi por completo la función que desarrolló en su juventud, durante muchos años, como Moré en el Talmud Torá.
Incluso él mismo hubiera olvidado esa etapa lejana de su vida, si no hubiera sido por un suceso ocurrido luego de 45 años de finalizada su labor como educador.
En su último año como Moré, tuvo a su cargo el octavo grado.
En esa oportunidad recurrió a una práctica muy utilizada, que suele dar excelentes resultados, para incentivar el interés por el estudio de sus alumnos, les anunció que al finalizar el año les tomaría un examen, y quien contestara acertadamente todas las preguntas recibiría un premio.
Satisfaciendo sus expectativas, los jóvenes tomaron muy seriamente la propuesta, y se esforzaron en el estudio, pero una vez evaluados los exámenes, que se hicieron por escrito, quedó absolutamente claro que solo uno de ellos había sabido contestar todas las preguntas.
Públicamente, en presencia de todos los padres y alumnos de la escuela, fue homenajeado el ganador del premio, e invitándolo a subir al escenario, Rab Fainstein le entregó personalmente el libro Kitzur Shuljan Aruj.
Cuarenta y cinco años pasaron desde entonces.
Muchos acontecimientos se sucedieron en el transcurso de esos años, muchos sufrimientos asolaron a la humanidad, inmersos en el terror de una espantosa guerra que desbastó Europa, ¿quien tenía tiempo para recordar sus épocas de docente, cuando educaba a los niños en el camino de la Torá, habiendo tanto dolor en el mundo…?
Una noche, estando en su casa, Rab Fainstein, quien ya era muy anciano, escucha que golpean la puerta.
Al abrir, se encuentra con un Yehudi, que parado en el umbral le pregunta: -¿Vive aquí Rab Shlomo Iosef Fainstein?
-Si, soy yo.
Cuando el visitante escuchó la respuesta positiva del Rab, sacó de su bolsillo un libro, el Kitzur Shuljan Aruj, que ya estaba casi a punto de desintegrarse, por el evidente paso del tiempo, y le dijo:
-Seguramente no me conoce, pero yo quiero recordarle el concurso de premios en el que participaron los alumnos de octavo grado, hace cuarenta y cinco años, del cual yo fui el ganador.
Cuando Rab Shlomo Iosef vio el libro recordó el acontecimiento e invitó a su visitante a pasar a la sala, mientras le preguntaba que lo había hecho llegar hasta allí.
-Dos motivos me trajeron hasta este lugar, comenzó a explicar el hombre. -El primero, es devolverle este libro. El segundo le relataré a continuación.
Estas palabras asombraron al Rab, pero su invitado no esperó a ser interrogado y siguió explicando: -Es mi deseo devolverte este libro, porque lo recibí tramposamente. Durante muchos años te estuve buscando, pero no pude conseguir tu dirección hasta ahora, y ahora que estoy en tu casa, ¡aquí te lo entrego!
Completamente desconcertado, el Rab no entendía a que se refería este hombre.
-¡¿Tramposamente?! – Exclamó – ¡Si yo recuerdo que sabías todas las preguntas, y te destacaste enormemente en ese examen!
-Es verdad, respondió el hombre, pero después de muchos años quiero revelarte que no supe las respuestas por mi mismo, sino que las copié, por eso el libro no me pertenece.
Y siguió relatándole que, en realidad, el libro no le había llegado lícitamente, y como al principio no le había molestado, pero con el trascurso de los años, después de haber ingresado al mundo de los negocios, su nivel espiritual había bajado drásticamente.
Un día, de pronto, observó el Kitzur Shuljan Aruj, que por alguna razón estaba sobre la mesa, y un doloroso sentimiento de arrepentimiento oprimió su corazón, al recordar como se había copiado las respuestas en ese examen.
-Fue para mí, un mensaje claro y directo del Shamaim que mi descenso provenía de haber recibido el libro con engaño, y decidí devolverlo.
Y así siguió relatando los esfuerzos que había hecho para conseguir la dirección del Moré que le había entregado el libro.
-Durante decenas de años te estuve buscando sin éxito, y todo ese tiempo llevé el libro conmigo a todas partes, por si te encontraba en la calle, para entregártelo inmediatamente. Hace unos meses viajé a Japón por negocios, y tampoco allí, en el otro extremo del mundo, olvidé mi decisión de devolver el libro. Un día, caminando por las calle de Shanghay, me llamó la atención una persona de barba, que no parecía ser de esa tierra, es más, tenía el aspecto de un anciano religioso, y se me ocurrió preguntarle, después de saludarlo, si conocía a un Rabino llamado Shlomo Iosef Fainstein.
Nunca pensé que iba a recibir una respuesta positiva, pero pronto entendí que la persona hace lo correcto, y le muestra a Hashem Itbaraj que quiere volver en Teshubá, y Hakadosh Baruj Hu lo ayuda de forma impresionante.
-Rab Fainstein es mi cuñado, me respondió el anciano de Shanghay…
Y me dio la dirección exacta, y aquí estoy en tu puerta, como un pobre, para devolverte el libro.
Hace muchos años que me dedico al comercio, y he tenido mucho éxito a partir que descubrí que la causa de mi descenso espiritual había sido copiarme en ese examen.
Viajé de una ciudad a otra, de un continente a otro, me encontré con los más ricos y poderosos del mundo, y siempre el Kitzur Shuljan Aruj estaba frente a mí, sobre la mesa, o en mi bolsillo, y cada vez que lo veía recordaba lo que hice en octavo grado, cuando me copié las respuestas, y recibí sobre mi, con decisión absoluta, no volver a hacerlo y comportarme exclusivamente con honestidad, y ser fiel a la verdad.
Hoy soy considerado una persona muy rica, y hago grandes negocios, con la ayuda de Hashem, que me alumbra el camino para cuidar la rectitud, a pesar de estar en un medio en el que habitualmente no se tiene mucho cuidado en ese aspecto.
Nunca hice un negocio que no fuera completamente Kasher, me cuidé siempre hasta el último detalle en este tema. Más aun, todo negocio que despertara en mí una sospecha de trasgresión de alguna Halajá, aunque ello implicara una gran pérdida de dinero, era rechazado inmediatamente.
-Sabes tú, mi querido maestro, de donde recibí esa fortaleza? Solo de este pequeño libro. Alcanzaba con verlo sobre la mesa, para recordar mi obligación en la Tierra, y comprender que espera de mi Hakadosh Baruj Hu!
El Gaon Hakadosh Rabi Abraham Azulay, el gran abuelo del Maran Hajida ZZ»L, escribió en su explicación del tratado de Abot, sobre las palabras de la Mishna: «Diez generaciones enfurecían y llegaban delante de El, hasta que llegó Noaj y recibieron el pago de todos» (Mishna Abot Perek 5, mishna 2)
Cabe la pregunta: Si diez generaciones Lo enfurecieron, porque se hizo esperar el castigo hasta la generación de Noaj?
La respuesta está escondida en el texto mismo de la Mishna: «Diez generaciones enfurecían y llegaban delante de El» sus pecados eran entre ellos y Hakadosh Baruj Hu. Por ellos Hashem contiene su furia, y les da tiempo para volver en Teshuba.
Pero en la generación del Diluvio, corrompieron sus caminos con pecados entre las personas.
Como está escrito: Vatishajet Haharetz Lifne HaElokim Vatimale Haharetz Jamas (y se corrompió la tierra ante el Todopoderoso, y se llenó la tierra de hurto) A ellos Hakadosh Baruj Hu los castiga en este mundo
Nos dicen los Jajamim: «Una persona se presenta en el Juicio con un cofre lleno de aberot (faltas), la aberá de gezel (robo) es la primera que acusa».
Explica el Jafetz Jaim: el ángel que se crea con el pecado de gezel es un descarado. Al resto de los ángeles acusadores les cuesta hacerlo, pero este no tiene miedo y acusa en primer lugar, solo entonces el resto se anima y todos acusan.
Continúa el Jafetz Jaim: ¿Por qué el ángel del gezel es descarado? Porque el hecho de robar es un acto descarado, y lo ejemplifica con una parábola: Una persona debía dinero a mucha gente y no tenía forma de devolverlo. Un día fueron todos a la puerta de su casa y comenzaron a reclamarle que cancele sus deudas.
-Sabemos que tienes!, devuélvenos nuestro dinero!, le gritaban amenazantes.
Presionado por la situación, les ofreció tímidamente que pasaran a su casa y se llevaran lo que quisieran.
Y así siguieron todos reclamando… pero a entrar en la casa… nadie se animaba. Hasta que uno de ellos, el más desvergonzado, ingresó a la casa y sacó, sin ningún problema unas sillas y una mesa a la calle. Esto animó al resto:
-Si, buena idea, yo haré lo mismo.
-Y yo.
Y así hicieron, hasta que finalmente la casa quedó vacía. ¿y quien fue el culpable? El acreedor descarado que entró en primer lugar, y que luego fue seguido por el resto.
Lo mismo sucede con el ángel del gezel, que acusa primero y el resto lo sigue.
Cuidémonos de este ángel, sobre todo en las cosas pequeñas y cotidianas, como por ejemplo un vuelto, aunque sean solo cinco centavos, o tomar un libro con el nombre escrito de otra persona, etc. Pensemos en el día de mañana, después de ciento veinte años, cuando subamos al Shamaim, nos acusaran de haber robado.
-No es cierto, nos defenderemos sorprendidos. Y es allí donde nos mostraran en una pantalla gigante el momento en que le quitábamos algo a nuestro compañero…
Hashem nos conoce, El siempre sabrá todo lo que hacemos bueno y malo, así que hay que comportarnos dignamente, MUCHAS GRACIAS, ha sido una gran enseñanza en este día, Hashem les bendiga por compartir su sabiduría con los gentiles,