Maor Hashabat: Mas fuerte que el Hierro

Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable:Eliahu Saiegh
Su nombre es Moshe Navti y vive en un asentamiento del Neguev.
Es un agricultor, cuyos campos se encuentran situados en Comemiut.
Cuando llega la época de arar o cosechar, alquila la maquinaria agrícola apropiada para cada tarea y con su ayuda, trabaja sus campos.
Hace unos días, Navti alquiló un tractor y con él llegó a la mañana, muy temprano, para comenzar con la labor.
Se trataba de un tractor moderno, equipado con la última tecnología, de reciente fabricación.
Con gran seguridad y destreza, se subió a la flamante máquina, para comenzar con el trabajo, pero habían pasado sólo unos minutos, cuando el tractor se frenó abruptamente.
El motor se había ahogado y no había forma de hacer que volviera a funcionar.
Moshé intentó una y otra vez, pero fue en vano. Revisó las conexiones pero no había ningún desperfecto a la vista.
Cabe mencionar, que este moderno tractor posee un sensor electrónico, muy progresista, que detecta cualquier elemento que pueda dañar su mecanismo. Cuando esto sucede, se traba provocando que el motor se ahogue, y éste se detiene inmediatamente.
Por otra parte, no cualquier obstáculo paraliza a esta poderosa máquina, ya que es capaz de arar, también, rocas macizas y grandes piedras, como así también, gruesos troncos no pueden detener su marcha, a todos ellos, desarma y despedaza.
Sólo el hierro puede activar el mecanismo de defensa que frena toda actividad, ya que es lo único que puede dañarlo.
El sensor electrónico, debería estar informando la existencia de un gran trozo de hierro, en algún lugar del campo, pero éste no era visible, a simple vista.
Lo más notable, era que el único movimiento que permitía realizar, era de retroceso, mostrando a las claras, que el elemento que le impedía continuar trabajando, estaba frente al tractor.
Tampoco esta teoría, razonable, conformó a Moshé, ya que él mismo había revisado la tierra que se encontraba al frente, y no había hallado nada.
¿Pero qué podía hacer? El tractor se negaba a avanzar. Moshé vuelve a bajarse de la máquina y poco a poco comienzan a acercarse trabajadores iehudim que estaban en las cercanías, tratando de aportar alguna solución y descubrir el motivo por el cual el tractor se negaba a trabajar.
En ese lugar no había nada, fuera de una pequeña bolsa. Moshé la levantó por si, debajo de ella hubiera algún hierro escondido. Pero el resultado fue negativo.
La gente que se había acercado, le sugirió a Moshé que revisara el interior de la pequeña bolsa, no sea que, dentro de ella se encontrara el elemento que frenaba al tractor.
«¿Cómo piensan que esta pequeña bolsa podría frenar esta poderosa máquina?» se rió Moshé, mientras la abría para revisar su contenido.
No pudo contener una exclamación de sorpresa, al descubrir, dentro de la bolsa, un par de Tefilin. Milagrosamente, el arado sólo había arañado la bolsa externa y la caja plástica pero, seguramente, se había frenado antes de tocar los Tefilin.
Imagínense un inmenso arado, de grandes dientes, frenando un milímetro antes de tocar el Tefilin.
Pero eso no fue todo, una vez recogida la bolsa del suelo, el tractor siguió funcionando, evidenciando que, el elemento que había provocado que se detuviera, ya había sido retirado de su camino.
Moshé contó este suceso a su Rab, y éste lo repitió frente al público, entre la Tefilá de Minjá y Arbit, despertando mucha emoción, principalmente, entre los agricultores que conocen el funcionamiento de ese tractor y saben que sólo un hierro es capaz de frenar su trabajo.
Al poco tiempo, también se supo quién era el dueño de esos Tefilin, un Sofer, al cual le habían sustraído un Sefer Torá además de los Tefilin y, seguramente, al ladrón le pareció suficiente con el Sefer y arrojó los Tefilin en el campo.
Quien desee escuchar y llenarse de fe, debe leer esta historia, para la cual no hay ninguna explicación, fuera de la directa Supervisión Divina.
En esta Perashá, Moshé Rabenu le pide a Hashem, en quinientas quince Tefilot, que le permita entrar a la tierra de Israel.
La maravillosa posibilidad que poseemos, a pesar de la infinita diferencia que existe entre la persona y el Creador, es la posibilidad que tenemos, en todo momento, de dirigirnos a El y hacer nuestro pedido.
La única condición que Hashem le impone a la persona, es que ésta sea sincera.
¿Qué significa ser sincero? Es la Tefilá que surge del profundo conocimiento de que no hay otro medio, fuera de ella, para conseguir lo pedido.
Si la persona cree que tiene en sus manos otros medios para curarse, sustentarse, estudiar, etcétera, fuera de la ayuda de D-os, su Tefilá no es íntegra.
Cuando nos es difícil liberarnos de este mundo material, es suficiente con leer historias como la mencionada, que nos demuestran que todo está en las manos de D-os.
Cada uno de nosotros, seguramente, atravesó por algún acontecimiento en su vida, que lo ayude a sentir durante la Tefilá que depende, totalmente, del Creador.
Y ya que hablamos de la Tefilá, habiendo pasado recién por Tisha Veab, es oportuno mencionar lo dicho por la Rabanit Kanievsky, esposa de Rab Jaim: «Si ya estamos pidiendo Tefilá por nuestros deseos y problemas, sepamos que la mejor Tefilá es pedir que Hashem mande la Gueulá, ya que, como es sabido, todos los problemas dejarán de existir».