Festejando
Januca
Januca: Significado y reflexiones
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Maor Hashabat: Januca

Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable:Eliahu Saiegh

Cuando ya se vislumbraba la oscuridad de la catástrofe, 200 años antes de la destrucción del segundo templo, ocurrió el milagro de Janucá.

Lejos del esplendor del Bet Hamikdash y de la misericordia Divina, mientras esperamos la llegada de la luz de la redención, nos quedó una pequeña muestra de esa irradiación espléndida – los ocho días que alumbran la oscuridad de la diáspora.

El sitio donde se nos ordenó encender las velas de Janucá, nos sugiere la energía de la luz que se revela a través de ellas.
Nos dice la Halajá: «Se debe colocar el candelabro por encima de tres tefajim (30 cm. sobre el suelo) y es Mitzvá apoyarlos por debajo de los 10 tefajim (aproximadamente 1 metro)».

Colocamos las velas de Shabat y festividades en un lugar alto para que su luz se expanda hacia arriba y alumbre todo, pero las velas de Janucá, se nos ordenó encenderlas por debajo de los 10 tefajim. Adicionalmente, nos apuntan nuestros sabios (Sucá 5): «Nunca descendió la Shejiná (Presencia Divina) por debajo de los 10 tefajim«.

Si los Jajamim nos dicen que en un lugar tan cercano a la tierra no se encuentra la Presencia Divina, ¿por qué nos ordenaron colocar la janukiá por debajo de los 10 tefajim, un lugar tan bajo, al que no llega la Shejiná?

Justamente para enseñarnos que ese lugar, donde no llega la santidad, también allí se puede encontrar la puerta para acercarse a ella… podemos acercarnos a Hashem en todo lugar, incluso en un lugar tan bajo.

… Incluso una tenue luz en la inmensa oscuridad de la diáspora, sin siquiera estar preparados para recibirla, incluso en un lugar tan impuro, puede ocurrir el milagro y esa luz propagarse durante ocho días.

Pero para esto debemos encender por lo menos una pequeñísima llama. Algo… aunque sea un mínimo esfuerzo, pequeño y sincero y Hashem extenderá esa pequeña luz con un brillo inmenso y poderoso.
Cada buen deseo, cada predisposición verdadera de elevarse espiritualmente, es una luz que alumbra en la oscuridad. Pero para que se encienda, debemos tener fe en que, si aún no tenemos la vasija llena, con un poco bastará para prenderla.

Hay quienes poseen un amplio conocimiento y son eruditos en todos los temas. Si les preguntamos si tal cosa se puede hacer en Shabat, tienen la respuesta; si les consultamos alguna duda con respecto a la Tefilá, la conocen de memoria, lo mismo con las costumbres, etc.

Pero por otra parte, cuando los vemos en acción, no se comportan de acuerdo a sus conocimientos. ¿Cuál es la lógica?
El razonamiento de estas personas es que, cuanto más ellos progresan, más progresa el mal. «Ganamos una batalla contra nuestro instinto… y dos perdemos, ¿para qué vamos a servir al Creador? No logramos alcanzar la plenitud, ellos sí, los grandes sabios de la antigüedad sí lo lograban, pero nosotros, en esta generación ¿a qué podemos aspirar, como máximo? No se nos permite tener provecho del mal y los remordimientos de conciencia nos persiguen a toda hora. Mejor sería librarnos de ellos y rendirnos frente al mal completamente. De esa forma, por lo menos, tendríamos provecho de este mundo ‘como es debido'».
Es extraño que justamente el ansia de alcanzar la plenitud sea para ellos un obstáculo.
¡Todo o nada! ¿En qué reside el error?

Ciertamente debemos anhelar alcanzar la plenitud, pero si esa es la condición para avanzar, entonces el anhelo se transforma en adverso y en la más desesperante de las batallas del espíritu.

Debemos tener claro que verdaderamente, también un poco es bueno… y si ese poco bueno es parte nuestra, y estamos felices con ello, esto nos dará fuerza para cargar con los remordimientos de conciencia y continuar combatiendo, una a una, cada batalla, por más pequeña que sea.

Normalmente, la luz llega al mundo no de una sola vez, sino poco a poco – como el amanecer. También los corazones se abren a la luz divina lentamente, para que no dañe ni asuste y no se transforme en un fuego exterminador.

También los justos se equivocan, de acuerdo a su categoría, pero ellos no pierden las esperanzas, saben que no es ‘todo o nada’, si caen – se levantan y son felices de haberlo logrado y así continúan escalando.
Debemos aspirar y esforzarnos para llegar a mucho, pero esto solo es posible si aceptamos que ‘poco’ también es bueno.

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