Maor Hashabat: Extiende tus Manos

Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable:Eliahu Saiegh
Ordenará D-os que esté contigo la bendición en tus almacenes
¡¡Que las bendiciones escritas en nuestra Perashá, nos sean otorgadas inmediatamente!!
Ahora bien, surge una pregunta: ¿Cuál es la necesidad de decir ‘en tus almacenes’, en lugar de ‘ordenará que tengas bendición’?
Para comprender la profundidad de la respuesta y obtener una enseñanza de ella, lo haremos, como siempre, contando una historia.
Una persona, sufrida y atormentada por los problemas se acercó a su Jajam, casi al borde de la desesperación le contó sus padecimientos y su extrema pobreza.
«¡¿Qué le puedo decir?! Las aguas cubrieron mi alma».
él estaba enfermo y no podía trabajar, los niños pedían pan – y nada había en la alacena, su hija mayor había llegado a la edad de casarse… y sus manos están vacías.
Como si esto fuera poco, ahora también su esposa se había enfermado gravemente y ni siquiera podía comprarle los medicamentos que necesitaba.
«¡No soporto tanta amargura, por favor sálveme!»
Lloró con él el Jajam y le dijo: «No tengo como ayudarte, el Dueño de la Misericordia lo hará. Reza frente a él, pídele. Yo también rezaré por ti. Oraré para que ganes la lotería la semana próxima y así te llegará la salvación… también pan para tus niños, también dinero para casar a tu hija y los remedios que necesita tu esposa. Hashem hará que se restablezca completamente».
«¡Amen!», respondió el hombre y la esperanza llenó su corazón.
Pasó la semana y el hombre volvió nuevamente, abatido y desanimado: su hija envejeció una semana más… su esposa seguía enferma… y los pequeños estaban hambrientos.
«¡¿Qué haré Rabí?! Empalideció la cara del Jajam: «¿No ganaste nada en el sorteo?»
«¡No Rabí!». Y el Jajam que estaba habituado a los milagros, se sintió mal, ¿cómo era posible que en el Cielo no se haya escuchado su pedido? Los fiscales acusadores y la fuerza del mal utilizaron todo su poder en cerrar los portones para que la Tefilá no fuera escuchada.
Tranquilizó al hombre diciéndole: «No lo dudes, la semana que viene ganarás el sorteo»
Se paró para despedirlo, y rogó dentro de su corazón, en espera de la buena noticia.
Después de una semana volvió este Iehudí, y su expresión lo decía todo: su situación se agravaba – no había ganado el sorteo.
Conmovido, el sabio no comprendía por qué causa sucedía esto. Esa misma noche, oró para que le respondieran en sus sueños por qué no había sido aceptado su rezo.
Efectivamente, en medio de la noche recibió la respuesta del Cielo: «D-os escuchó tu rezo desde un principio. Y además aceptó responderlo positivamente».
«Entonces, ¿por qué no ganó la lotería?»
«Porque no compró el billete…», le respondieron.
La idea es clara. Hashem está dispuesto a ayudar y desea hacerlo, pero con la condición que la persona extienda su mano y haga su parte.
Esta es la explicación del versículo: pon el recipiente para que D-os ponga la bendición en él. La bendición solo llegará si ponemos el receptáculo.
¿De qué se trata? Todos deseamos ser bendecidos con abundancia: un año bueno y fructífero. Pleno de dicha y riqueza, salud y satisfacciones, felicidad – Todo.
D-os tiene todo y desea darlo.
Pero para eso, nosotros tenemos que preparar el recipiente, ‘extender nuestras manos’, en otras palabras: cumplir más o mejor los preceptos, concurrir a las clases de Torá, ser más generosos y recién después recaerá sobre nosotros abundancia infinita…
En relación a esto, nos vuelve a la memoria lo contado por Rab Ruben Karelinshtein sobre una persona que viajaba en avión a Israel. En estos viajes, el avión siempre está completo, no sobra ni un lugar, además, cada viajero tiene permitido llevar consigo un maletín de mano. Las personas tienen la extraña costumbre de no conformarse con menos de un maletín enorme, casi del tamaño de una heladera… y por la falta de espacio físico, acomodan sus valijas sobre el sillón, debajo, a un costado… donde se pueda, y así viajan durante doce horas, apretujados e incómodos.
A mitad del viaje, este pasajero se cansó de estar sentado en su lugar y comenzó a dar vueltas por el avión. De pronto vio unas escalinatas que se dirigían hacia arriba, subió los escalones y se encontró con la primera clase, donde cada uno estaba sentado en un sillón amplio, cómodo y agradable, sin apretujamientos.
Se le acerca la azafata y le pregunta: «Sr. ¿qué hace usted aquí?»
A lo que el hombre le respondió con otra pregunta: «¿Quizás puedas explicarme que es este lugar?»
«Esta es la primera clase, Señor»
«Bien. Yo también quiero sentarme aquí»
«¡Un momento! Para sentarse aquí hay que pagar, y cuesta más del doble»
«No hay problema. Dime cuanto es la diferencia, estoy dispuesto a pagarla»
«¡No, no! Para sentarse aquí arriba, hay que pagar allí abajo»
Que bella enseñanza no deja esta alegoría: para alcanzar el mérito en el Mundo Eterno, primero debemos acreditar los méritos necesarios en este mundo, el Mundo Pasajero.
Quien preparó para Shabat, comerá en Shabat, pero durante Shabat ya no podrá prepararse.
Así mismo, quien se preparó para Rosh Hashana y Iom Kipur y puede levantar su mano afirmando que pudo superar algunas debilidades, podrá pedir con la vasija en sus manos, por un año bueno, lleno de bendiciones.