Estudiando
6. Ki Tetzé
El Libro de Devarim (Deuteronomio)
+100%-

Maor Hashabat:: Dar el Primer Paso

Editado por Maor Hashabat, de la comunidad Ahabat Ajim, Lanus, Argentina. Editor responsable:Eliahu Saiegh

KI TETZE LAMILJAMA AL OIEBEJA UNTANO HASHEM ELOKEJA…(Debarim 21-10)
Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, Hashem los entregará en tu mano.

Quien se encuentra con este joven, no puede imaginarse las cosas que le ocurrieron durante los últimos años.
Seguramente, quienes pasan a su lado desconocen que lleva en su cuerpo ochenta clavos, que se incrustaron en él durante uno de los atentados más graves ocurridos en Ierushalaim.
Previamente a este suceso, esta persona había pasado por muchos sufrimientos, pero a partir del momento que el terrorista suicida se detonó a un metro suyo, su vida cambió radicalmente.
Se encontraba en ese momento junto a un amigo, quien recibió un solo clavo. Pero este clavo entró directamente en su cerebro, y al cabo de una semana falleció (que Hashem vengue su sangre).
Nuestro protagonista recibió, entre clavos y tornillos, la impresionante cantidad de cien. Imagínense ustedes: cien piezas metálicas y filosas dentro de su cuerpo.
En cuanto lo trasladaron al hospital, inmediatamente lo internaron en terapia intensiva.
Los doctores intentaban extraerle los tornillos que tenia incrustados en su cuerpo, pero cada vez que lo hacían peligraba su vida, y entonces desistían.

Pasados unos días comenzó a mejorar su estado general, y lograron sacarle los tornillos más peligros y que podrían provocarle a corto plazo, graves infecciones.
Uno de los tantos clavos que no pudieron sacarle, era uno que estaba alojado en la cabeza, y que milagrosamente, no había tocado el cerebro.
Este clavo en especial le provocaba fuertes dolores, pero los médicos determinaron que no lo podían quitar por el riesgo de provocar un serio daño en su cerebro. Por otra parte, le advirtieron al paciente que debería cuidarse en extremo, y estar atento a que los clavos que habían quedado dentro de su cuerpo no le provocaran una infección, lo que pondría en peligro su vida.

Le explicaron claramente, que si uno de ellos se oxidaba, podría provocar una infección generalizada con consecuencias fatales.
Mientras estaba internado en el hospital, al ver como Hashem lo había cuidado, se despertó en él un profundo sentimiento de Teshubá, y en cuanto le dieron de alta, fue a consultar con un Rab que hacer para no sufrir las tan temidas y peligrosas infecciones, y este le contestó que si recibía sobre sí cuidar Shabat como corresponde, Hakadosh Baruj Hu lo seguiría cuidando.

Así fue como este hombre empezó a cuidar Shabat, y su salud siguió mejorando. Ningún clavo provocó infección, cosa por demás extraña en si misma, debido a la gran cantidad que tenia dentro de su cuerpo.
No fue sencillo para él cuidar Shabat. Pasó por pruebas muy difíciles, sus amigos lo burlaban, y trataban de convencerlo para que desistiera. Pero nada lo detuvo. No se dejó arrastrar por la corriente.
A medida que avanzaba, se dio cuenta que Hashem no solo lo cuidaba, sino que además le había entregado algo impresionante: el Shabat.
Cada vez que iba a los controles médicos periódicos, los doctores no podían creer como podía ser que los clavos no le provocaran ninguna infección.
Solo él sabia cual era la causa.

Y así siguió cumpliendo Shabat con mucha entrega. Cuidar Shabat, le hizo conocer el mundo de las Mitzvot, y una satisfacción espiritual que nunca había conocido hasta ahora.
En un momento dado comprendió que no podía conformarse solo con cuidar Shabat, y decidió comenzar a estudiar Torá. Entendió que ese era el camino.
Tomó íntimamente la decisión de volver realmente en Teshubá e ingresar a estudiar en una Ieshiva, convirtiéndose en poco tiempo en un Abrej que estudiaba Guemará en profundidad, con las explicaciones de los grandes comentaristas.
A esta altura es conveniente recordar que el clavo que tenía alojado en el cráneo, aun se encontraba allí, y le provocaba fuertes dolores de cabeza.
Pero lo que ya estaba hecho no podía volverse atrás, y los doctores habían dictaminado que no se lo podían sacar sin poner en peligro su vida.

Pasados unos meses de haber ingresado en la Ieshiva, participó de un Shiur (clase), en la que el Rosh Ieshiva expuso una Guemará con la explicación del Rashba.
Nuestro protagonista, no entendió una palabra de la explicación del Rashba, pero no se dio por vencido, y siguió esforzándose para poder comprender.
Se encerró en una habitación, y comenzó a profundizar en las palabras del Rashba, tratando de desentrañar la respuesta.
Con su mente concentrada en el estudio, su cabeza empezó a traspirar, a tal punto que le caía agua, pero no le prestó atención y mientras se secaba con un pañuelo, seguía profundizando en las palabras del Rashba.
En ese momento le dijo a su Jabrutá (compañero de estudio): -No me levantaré hasta que no entienda bien la explicación del Rashba.
El no se levantó, pero otro sí se levantó en su lugar.
Mientras esforzaba su cerebro, para entender, sintió un dolor muy fuerte en su cabeza, y comprobó que el clavo había salido quedando la mitad afuera…
Con una operación rápida y sencilla, le quitaron la otra mitad, y los dolores llegaron a su fin.

Difícil de creer, ¿verdad? Para comprobar la veracidad de esta historia basta con ver el cuadernillo que hizo este abrej, donde en sus 85 páginas cuenta la cadena de nissim (milagros) que lo acompañaron desde el momento del atentado hasta la salida del clavo de su cabeza en forma milagrosa, al que colocó en un frasco de vidrio, exponiéndolo en el salón de su casa y al que llamó «el clavo del Rashba«.

Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, Hashem los entregará en tu mano.
Nos explican nuestros Jajamim: La Torá se refiere a la guerra que debemos librar contra el Ietzer Hará (instinto negativo).
Tal como nos explican los Jajamim, nuestro instinto negativo trabaja con rapidez e inteligencia.
Observemos las argucias que utiliza: en la Tefilá de Arbit decimos: Veaser Hasatan Milefanenu Umeajarenu, le pedimos a Hashem que nos saque el Ietzer Hara de delante nuestro y de detrás. ¿Qué significa esto? A veces, antes de cometer una falta (por delante) nos envuelve e intenta arrastrarnos. -Te conviene, hazlo, vas a salir ganando, no seas tonto, no seas anticuado…
Si no estamos atentos, y nos dejamos envolver, a veces sin darnos cuenta, y cometemos un error o una falta (por detrás) nos dice: -Mira lo que has hecho, no vales nada, mira lo que has provocado, no sirves.

De la misma forma, cuando tenemos la oportunidad de hacer una Mitzva, nos dice: ¿para qué?, estas cansado, hace frío, hace calor, no te conviene, ¿que vas a ganar?
Y si hacemos oídos sordos al atractivo ruido de las olas, y nos esforzamos para hacer una Mitzva, o en mejorar nuestro servicio a Hashem, intentará desvalorizar nuestro acto diciendo: -Eso lo hace cualquiera, no era para tanto, no es gran cosa…

La finalidad del Ietzer Hara, es no dejarnos pensar, y aprovecha un momento de tristeza o de baja autoestima, para atraparnos y arrastrarnos como un remolino, pero si nosotros estamos atentos, y ponemos nuestra voluntad para iniciar el cambio, para mejorar en algo, la Perashá nos dice: Si vas a salir a la guerra contra el Ietzer Hara, Hashem te va a ayudar.

Deje su comentario

Su email no se publica. Campos requeridos *

Top